cultura

La humanitas es pensada por vez primera bajo este nombre expreso y se convierte en una aspiración en la época de la república romana. El homo humanus se opone al homo barbarus. El homo humanus es ahora el romano, que eleva y ennoblece la virtus romana al “incorporarle” la paideia tomada en préstamo de los griegos. Estos griegos son los de la Grecia tardía, cuya CULTURA era enseñada en las escuelas filosóficas y consistía en la eruditio e institutio in bonas artes. La paideia así entendida se traduce mediante el término “humanitas”. La auténtica romanitas del homo romanus consiste precisamente en semejante humanitas. En Roma nos encontramos con el primer humanismo. Y, por eso, se trata en su esencia de un fenómeno específicamente romano que nace del encuentro de la romanidad con la CULTURA de la Grecia tardía. El que se conoce como Renacimiento de los siglos XIV y XV en Italia es una renascentia romanitatis. Desde el momento en que lo que le importa es la romanitas, de lo que trata es de la humanitas y, por ende, de la paideia griega. Y es que lo griego siempre se contempla bajo su forma tardía, y ésta, a su vez, bajo el prisma romano. También el homo romanus del Renacimiento se contrapone al homo barbarus. Pero lo in-humano es ahora la supuesta barbarie de la Escolástica gótica del Medioevo. De esta suerte, al humanismo históricamente entendido siempre le corresponde un studium humanitatis que remite de un modo determinado a la Antigüedad y a su vez se convierte también de esta manera en una revivificación de lo griego. Es lo que se muestra en nuestro humanismo del siglo XVIII, representado por Winckelmann, Goethe y Schiller. Por contra, Hölderlin no forma parte de este “humanismo” por la sencilla razón de que piensa el destino de la esencia del hombre de modo mucho más inicial de lo que pudiera hacerlo dicho “humanismo”. Heideggeriana: CartaHumanismo

Pues bien, la proposición principal de Sartre a propósito de la primacía de la existentia sobre la essentia sin duda justifica el nombre de “existencialismo” como título adecuado a esa filosofía. Pero la tesis principal del “existencialismo” no tiene ni lo más mínimo en común con la frase de Ser y tiempo; aparte de que en Ser y tiempo no puede expresarse todavía en absoluto una tesis sobre la relación de essentia y existentia, porque de lo que allí se trata es de preparar algo pre-cursor. Y eso ocurre, según lo que se ha dicho, de modo bastante torpe y limitado. Aquello que todavía hoy y por vez primera queda por decir tal vez pudiera convertirse en el estímulo necesario para guiar a la esencia del hombre y lograr que piense atentamente la dimensión de la verdad del ser que reina en ella. Pero también esto ocurriría únicamente en beneficio de una mayor dignidad del ser y en pro del ser-aquí que soporta al ser humano exsistente y no en pro del hombre ni para que mediante su quehacer la civilización y la CULTURA acaben siendo un valor. Heideggeriana: CartaHumanismo

El pensar contra “los valores” no pretende que todo lo que se declara como “valor” — esto es, la “CULTURA”, el “arte”, la “ciencia”, la “dignidad humana”, el “mundo” y “dios” — sea carente de valor. De lo que se trata es de admitir de una vez que al designar a algo como “valor” se está privando precisamente a lo así valorado de su importancia. Esto significa que, mediante la estimación de algo como valor, lo valorado sólo es admitido como mero objeto de la estima del hombre. Pero aquello que es algo en su ser no se agota en su carácter de objeto y mucho menos cuando esa objetividad tiene carácter de valor. Todo valorar es una subjetivización, incluso cuando valora positivamente. No deja ser a lo ente, sino que lo hace valer única y exclusivamente como objeto de su propio quehacer. El peregrino esfuerzo de querer demostrar la objetividad de los valores no sabe lo que hace. Cuando se declara a “dios” el “valor supremo”, lo que se está haciendo es devaluar la esencia de dios. El pensar en valores es aquí y en todas partes la mayor blasfemia que se pueda pensar contra el ser. Y, por eso, pensar contra los valores no significa proclamar a son de trompeta la falta de valor y la nulidad de lo ente, sino traer el claro de la verdad del ser ante el pensar, en contra de la subjetivización de lo ente convertido en mero objeto. Heideggeriana: CartaHumanismo

En la ciencia y la filosofía moderna la conciencia crítica está demasiado despierta como para que aquella pretenda adueñarse de nuestra CULTURA con injustificadas y mal fundadas pretensiones de poder; está tan viva que junto al reconocimiento de lo indispensable de una última fundamentación metafísica (la hypothesis platónica), dedica sin embargo siempre una parte principal de su fuerza a la resolución de problemas de la teoría del conocimiento es decir, en un sentido más amplío, a la resolución de problemas lógicos. Pues es cierto que hay un gran número de problemas de naturaleza gnoseológica que aguardan una solución, por fructífera que haya sido la investigación en los últimos decenios precisamente en este campo. Las ciencias de la naturaleza, como las ciencia culturales, se han vuelto problemáticas con respecto a su estructura lógica, y justamente su delimitación rigurosa unas de otras, y la justificación lógica de su independencia, es uno de los resultados principales de esta investigación. A pesar de esto hay, aún suficientes problemas particulares que requieren ser solucionados antes de que pueda ser emprendida la extensa tarea futura de (358) una teoría de la ciencia general. Un problema particular semejante será el objeto de la siguiente investigación. Pueden ser anticipadas algunas indicaciones generales sobre ciencia y teoría de la ciencia, para que la finalidad y el carácter propio de tales investigaciones esté presente en todo momento. Heideggeriana: TempoHistoria

La ciencia histórica tiene como objeto al hombre, no como objeto biológico sino en tanto, a través de sus producciones espirituales y corporales, realiza la idea de la CULTURA. Esta creación cultural en su profusión y multiplicidad, transcurre en el tiempo, sufre un desarrollo, está subordinada a las más diversas transformaciones y regresiones, recibe a lo que lo antecede para elaborarlo más o para impugnarlo. Esta creación cultural del hombre, dentro de y en cooperación con las asociaciones y organizaciones (Estado) igualmente creadas por él, es en definitiva la objetivación del espíritu humano. Pero al historiador no le interesa la objetivación del espíritu consumada en el transcurso del tiempo en su respectiva totalidad (jedesmaligen Vollständigkeit), como si quisiera registrar todo lo que ocurre en general en el tiempo; a él le interesa sólo (se ha dicho) lo históricamente efectivo. Eduard Meyer, (369) que ha dado esta prescripción, la completa y la aclara exactamente: “La selección se basa en el interés histórico que tiene el presente en algún efecto, en el resultado del desarrollo” (Kleine Schriften, 1910, pág. 42.) Heideggeriana: TempoHistoria

Pero siempre un interés tiene que ser fijado a partir de un punto de vista, tiene que ser guiado por una pauta. La selección de lo histórico a partir de la profusión de lo dado se basa por consiguiente en una relación de valor (Werbeziehung). La finalidad de la ciencia histórica es pues representar el contexto de efecto y desarrollo de las objetivaciones de la vida humana en su singularidad y unicidad (Einmaligkeit) comprensibles en relación con los valores de la CULTURA. Pero aún no se ha mencionado una característica esencial de todo objeto histórico. El objeto histórico siempre ha pasado, en sentido histórico ya no existe más, entre él y el historiador existe una distancia temporal. El pasado tiene siempre un sentido sólo visto desde un presente. Lo pasado no sólo no es más, considerado desde nosotros, sino que también fue algo distinto de lo que somos nosotros y nuestro contexto vital hoy en el presente. El tiempo tiene en la historia, como se ve, una significación muy original. Sólo cuando esta otroridad (Andersheit) cualitativa de tiempos pasados se abre paso en la conciencia de un presente, se ha despertado el sentido histórico. En la medida en que el pasado histórico es siempre una otroridad de objetivaciones en la vida del hombre, y nosotros mismos vivimos en una de estas y creamos una semejante, está dada desde un principio la posibilidad de comprender al pasado, puesto que este no puede ser algo distinto incomparable. Pero existe la gran separación temporal (zeitliche Kluft) entre el historiador y su objeto. Si él la quiere representar, tiene que tener de alguna manera el objeto ante sí. Se trata de superar el tiempo, y desde el presente, por encima del abismo temporal aclimatarse en el pasado. La exigencia de la (370) superación temporal y la descripción de un pasado, dada necesariamente en la finalidad y el objeto de la ciencia histórica, será sólo, posible si además el tiempo mismo de algún modo entra en función. Ya Johannes Bodinus (1607) tiene en su Methodus ad facilem historiarum cognitionem un capítulo especial sobre el tiempo; allí se encuentra la frase: “qui sine ratione temporum (es interesante el plural) historias intelligere se posse putant, perinde falluntur, ut si labyrinthi errores evadere sine duce velint” (Methodus ad facilem historiarum cognotionem, 1607, cap. VII “De temporis universi ratione”, pág. 431.) Heideggeriana: TempoHistoria

¿Qué significa entonces construir? La palabra del alto alemán antiguo correspondiente a construir, buan, significa habitar. Esto quiere decir: permanecer, residir. El significado propio del verbo bauen (construir), es decir, habitar, lo hemos perdido. Una huella escondida ha quedado en la palabra Nachbar (vecino). El Nachbar es el Nachgebur, el Nachgebauer, aquel que habita en la proximidad. Los verbos buri, büren, beuren, beuron significan todos el habitar, el habitat. Ahora bien, la antigua palabra buan, ciertamente, no dice sólo que construir sea propiamente habitar, sino que a la vez nos hace una seña sobre cómo debemos pensar el habitar que ella nombra. Cuando hablamos de morar, nos representamos generalmente una forma de conducta que el hombre lleva a calo junto con otras muchas. Trabajamos aquí y habitamos allí. No sólo habitamos, esto sería casi la inactividad; tenemos una profesión, hacemos negocios, viajamos y estando de camino habitamos, ahora aquí, ahora allí. Construir (bauen) significa originariamente habitar. Allí donde la palabra construir habla todavía de un modo originario dice al mismo tiempo hasta dónde llega la esencia del habitar. Bauen, buan, bhu, beo es nuestra palabra “bin” (”soy”) en las formas ich bin, du bist (yo soy, tú eres), la forma de imperativo bis, sei, (sé). Entonces ¿qué significa ich bin (yo soy)? La antigua palabra bauen, con la cual tiene que ver bin, contesta: “ich bin”, “du bist” quiere decir: yo habito tú habitas. El modo como tú eres, yo soy, la manera según la cual los hombres somos en la tierra es el Buan, el habitar. Ser hombre significa: estar en la tierra como mortal, significa: habitar. La antigua palabra bauen significa que el hombre es en la medida en que habita; la palabra bauen significa al mismo tiempo abrigar y cuidar; así, cultivar (construir) un campo de labor (einen Acker bauen), cultivar (construir) una viña. Este construir sólo cobija el crecimiento que, desde sí, hace madurar sus frutos. Construir, en el sentido de abrigar y cuidar, no es ningún producir. La construcción de buques y de templos, en cambio, produce en cierto modo ella misma su obra. El construir (Bauen) aquí, a diferencia del cuidar, es un erigir. Los dos modos del construir — construir como cuidar, en latín collere, CULTURA; y construir como levantar edificios, aedificare — están incluidos en el propio construir. habitar. El construir como el habitar, es decir, estar en la tierra, para la experiencia cotidiana del ser humano es desde siempre, como lo dice tan bellamente la lengua, lo “habitual”. De ahí que se retire detrás de las múltiples maneras en las que se cumplimenta el habitar, detrás de las actividades del cuidar y edificar. Luego estas actividades reivindican el nombre de construir y con él la cosa que este nombre designa. El sentido propio del construir, a saber, el habitar, cae en el olvido. Heideggeriana: ConstruirHabitar

Comenzamos esta meditación prestando primeramente, y por una vez, atención a lo que se oculta en la denominación, aparentemente anodina, que llama a una era atómica. ¿Qué hay de particular en esto? Por primera vez en su historia, el hombre interpreta una época de su existencia histórica a partir de la impelencia de una energía de la naturaleza y de su puesta a disposición. Y parece como si nos faltasen ya las pautas de medida y la fuerza del reflexionar para experienciar todavía con suficiente libertad lo extraño e inquietante de tal exégesis de la era presente, a fin de estar afectados de continuo, y de un modo cada vez más decisivo, por ello. ¡La existencia del hombre, acuñada por la energía atómica! Que la energía atómica sea usada pacíficamente o bélicamente movilizada, que lo uno apoye y provoque a lo otro, son cuestiones de segundo rango. Pues ante todo, yendo más lejos, y retrocediendo aún más atrás, tenemos que preguntar: ¿Qué significa, pues, eso de que una era de la historia mundial tenga el cuño de la energía atómica y de su puesta en libertad? Quizá más de uno tenga ya la respuesta lista, juzgando que la era atómica quiere decir dominio del materialismo y que, por tanto, lo que hace falta es salvar los viejos valores espirituales contra el empuje de los intereses materiales. Esta respuesta sería, con todo, un expediente demasiado fácil. Pues el materialismo no tiene nada de material. El materialismo mismo es una figura del espíritu. Sopla desde el Oeste con no menos fuerza que desde el Este. En la revista americana (200) Perspektiven, cuya edición alemana es distribuida por la editorial S. Fischer, se puede leer lo siguiente (Max Lerner, Universale Technologie und neutrale Techniker, Cuaderno 14, 1956, p. 145 ss.): “Es posible que la pérdida de algunos valores antiguos llegue a influir a la larga en aquello en que consiste una CULTURA; pero lo importante para que ésta se sostenga en las generaciones inmediatamente posteriores es que los hombres retengan — o crean retener — aquello que les es presentado como valor… Heideggeriana: Fundamento1956

Valores como la renta, el consumo, el status social y la CULTURA de masas se diferencian de los valores circunscritos por la propiedad agraria, la manufactura y la pequeña propiedad industrial. En este sentido, el tono fundamental de la CULTURA americana cambió por completo bajo la influencia de la tecnología en gran escala. Pues es la máquina misma la que apartó de la máquina a obreros, empleados y profesionales libres americanos, desplazando sus intereses y energías de la producción de bienes a la ganancia de dinero para poder comprar los bienes y disfrutar de ellos.” Heideggeriana: Fundamento1956

Sin embargo, aún queda sin aclarar la cuestión más inmediata, a saber por qué la idea de valor domina ante todo el pensamiento de Nietzsche y posteriormente, las “cosmovisiones” desde finales del siglo pasado. En efecto, este papel de la idea de valor no es en verdad de ningún modo obvio. Lo muestra ya la referencia histórica de que sólo desde la segunda mitad del siglo XIX ha pasado a un primer plano en esa forma explícita, llegando a dominar como si fuera una obviedad. Con demasiada facilidad nos dejamos engañar y rehuimos este hecho porque toda consideración historiográfica se apodera inmediatamente del modo de pensar dominante en su respectivo presente y lo convierte en el hilo conductor siguiendo el cual contempla y redescubre el pasado. Los historiógrafos están siempre orgullosos de estos descubrimientos y no se dan cuenta de que ya habían sido hechos antes de que ellos comenzaran posteriormente su trabajo. Así, apenas surgió la idea de valor comenzó a hablarse, y se sigue aún hablando, de “valores culturales” de la Edad Media y de los “valores espirituales” de la Antigüedad, aunque ni en la Edad Media hubo algo así como “CULTURA” ni menos aún en la Antigüedad algo así como “espíritu” y “CULTURA”. Espíritu y CULTURA, como queridos y experimentados modos fundamentales del comportamiento humano, sólo los hay desde la época Moderna, y “valores”, como criterios de medida impuestos para tal comportamiento, sólo en la época reciente. De esto no se desprende que las épocas anteriores carecieran de CULTURA, en el sentido de que estuvieran hundidas en la barbarie, sino sólo lo siguiente: que con los esquemas “CULTURA” e “incultura”, “espíritu” y “valor” nunca alcanzaremos en su esencia, por ejemplo, la historia de la humanidad griega. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Por el contrario, la pregunta por lo que ella signifique para el progreso y la CULTURA del hombre no tiene ningún peso y debería estar de todos modos superada, pues la técnica significa exactamente lo mismo que significa la “CULTURA” que le es contemporánea. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Los valores son condiciones de las “formaciones de dominio” dentro del devenir, es decir, de la realidad en su totalidad, cuyo carácter fundamental es la voluntad de poder. Las formaciones de dominio son formas de la voluntad de poder. Nietzsche denomina con frecuencia “valores” no sólo a las condiciones de esas formaciones de dominio sino a ellas mismas, y con razón. Ciencia, arte, estado, religión, CULTURA, son tomados como valores en la medida en que son condiciones en virtud de las cuales se lleva a cabo el ordenamiento de lo que deviene en su carácter de realidad única. Estos valores ponen a su vez, como formaciones de poder, determinadas condiciones para el aseguramiento de su propia existencia consistente y para su despliegue. El devenir mismo, sin embargo, lo real en su totalidad, “no tiene ningún valor”. Esto resulta claro después de las determinaciones esenciales que se han hecho. En efecto, fuera del enteente en su totalidad no hay ya nada que pueda ser aún condición del mismo. Falta algo de acuerdo con lo cual se lo pudiera medir (al devenir en su totalidad). “El valor total del mundo es invalorable, en consecuencia el pesimismo filosófico forma parte de las cosas cómicas” (n. 708; 1887-1888). Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Inversamente, sin embargo, también tenemos que pensar la posición fundamental de Descartes de un modo verdaderamente metafísico y medir con todo su alcance interno la transformación esencial de ser y verdad en el sentido de representatividad y seguridad. El hecho de que Pascal, casi contemporáneamente a Descartes, aunque determinado esencialmente por él, haya tratado de salvar la cristiandad del hombre, no sólo ha empujado la filosofía de Descartes a la apariencia de una “teoría del conocimiento” sino que, a una con ello, la ha hecho aparecer como un modo de pensar que serviría simplemente a la “civilización” pero no a la “CULTURA”. En verdad, sin embargo, en el pensar de Descartes se trata de un esencial traslado de la humanidad entera y de su historia, desde el ámbito de la especulativa verdad de la fe del hombre cristiano a la representatividad del ente fundada en el sujeto, sólo desde cuyo fundamento esencial se vuelve posible la moderna posición dominante del hombre. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Pero la ontología moderna no es una disciplina aislada, sino que está o se presenta en un peculiar entrelazamiento con aquello que en sentido estricto se entiende por fenomenología. Pues un concepto de ontología articulado y proyectado en términos de lo que entendemos por investigación sólo ha empezado surgiendo (ha surgido recién) en la Fenomenología. Ontología de la naturaleza, ontología de la CULTURA, ontologías materiales: estas ontologías constituyen las disciplinas en las que el “contenido objetivo” (o “contenido de conocimiento” o “contenido cognitivo”) de estas regiones (o que estas regiones representan o que estas regiones contienen) se lo monda o depura y se lo saca a la luz en su carácter objetualmente preciso. Y lo así obtenido vale después y sirve después como hilo conductor para los problemas de la constitución, es decir, para la aclaración de los contextos de estructura y génesis de la conciencia-de los objetos de esta o aquella especie. Heideggeriana: Hermeneutica1923

Por tanto, la fundamental insuficiencia de la ontología tradicional y de la ontología actual es doble: 1)Para ella el tema es desde el principio el ser-objeto, la objetualidad de determinados objetos, y (ello en el sentido de) objeto para la consideración teorética, y esto a su vez en un sentido aún no diferenciado, aún no precisado, de consideración teorética; o también: (para ellas el tema es) el ser-objeto material para determinadas ciencias de la naturaleza y de la CULTURA concernientes al objeto de que se trate (es decir, que tienen a ese objeto por objeto, para las que ese objeto es objeto), y en todo caso (para esa ontología el tema es) el mundo, visto a través de esos ámbitos objetuales o ámbitos de conocimiento o ámbitos de objeto, pero no a partir de la exsistencia (Dasein) y de las posibilidades de la exsistencia o que definen a la exsistencia; o también (para esa ontología el tema es) un colgarle al objeto o al ser-objeto otros caracteres aparte de los teoréticos (por ejemplo, caracteres valorativos, MJR). (Obsérvese: doble sentido de “naturaleza” en tanto que mundo y en tanto que ámbito objetual o ámbito de conocimiento; la “naturaleza” en tanto que mundo sólo viene formalizada a partir de la exsistencia (Dasein), historicidad, por tanto, (la naturaleza) no es “fundamento” o “base” de su historicidad (de la historicidad de la exsistencia); correspondientemente también Leib, es decir, “cuerpo” (en el sentido de cuerpo vivo, de corporalidad vivida MJR). 2) Lo que de ello surge, brota, nace y se sigue es que la ontología se cierra el acceso al ente decisivo dentro de la problemática filosófica: a lo que llamamos exsistencia (Dasein), a partir del cual y para el cual la filosofía “es”. Heideggeriana: Hermeneutica1923

El contenido básico de esta autointerpretación de la filosofía, de esta comprensión de la filosofía acerca de sí misma, hay que poder ponerlo de relieve y hay que indicarlo de antemano. Para la hermenéutica de la que hablamos ese contenido reza así: (1)La filosofía es una forma de conocimiento que es o radica en la vida fáctica misma, en la cual forma de conocimiento la exsistencia fáctica se arranca, por así decir, de sí retornando sin tapujos y desnudamente sobre sí misma, e inmisericordemente pasa a asentarse sobre el tipo de base que ella para sí es, que ella se encuentra siendo para sí. (2) La Filosofía en tanto que esta filosofía (en tanto que esta forma radical de entenderse la filosofía) no tiene en modo alguno por tarea y encargo el cuidar de la humanidad en conjunto y de la CULTURA de todos, ni mucho menos el exonerar de una vez por todas a las generaciones futuras de la preocupación de hacerse preguntas, y ni siquiera de reducirles esa preocupación mediante pretensiones de validez que resultarían fuera de lugar. La filosofía es lo que puede ser, sólo como filosofía de su “tiempo”. “Temporalidad”. En el modo del ser-ahora es en lo que labora la exsistencia. Heideggeriana: Hermeneutica1923

Esa remisión al hoy se la debilita y, por tanto, se la invierte y convierte en un básico malentendido en un doble aspecto: (1) por un lado, cuando la forma genuina de escudriñarla y perseguirla se la ve en lo siguiente: en tratar de hacerse hermenéuticamente con el hoy mediante la amplia y prolija diversión que representaría el poderse hacer un cuadro de las “tendencias más interesantes” (como suele decirse) de la actualidad; (2) y por otro, cuando de esa remisión a la exsistencia en cada caso propia, es decir, a la exsistencia de cada uno, no se ve en ella sino una prescripción a empecinarse (a toda prisa, pero de forma en el fondo cómoda) en hozar y más hozar en un sí-mismo entendido en términos de un yo aislado, el cual hozar no tendría más remedio que discurrir en vacío. Ambas cosas no serían sino mundana avidez de novedades, CULTURA y mundo del yo. Heideggeriana: Hermeneutica1923

Un exponente del venir interpretado el hoy es, por ejemplo, la conciencia culta, la conciencia de la gente culta, del público culto de una época, es decir, el vacuo decir, el trajín en el decir, la Gerede, pero por el lado del espíritu culto público y pro-medio; (en este caso) el hoy: “conciencia cultural” o “conciencia culta” moderna. Ésta vive determinadas formas de interpretar. En lo que sigue vamos a subrayar como tales las dos siguientes: (1) la conciencia histórica (conciencia de CULTURA); (2) la conciencia filosófica. Heideggeriana: Hermeneutica1923

Pero, ¿como qué es tomada de antemano en estas ciencias esa exsistencia pasada? ¿En qué carácter objetual, como qué clase de objeto, queda ahí o es ahí o está ahí para esas ciencias? El arte, la literatura, la religión, las costumbres, la sociedad, la ciencia, la economía quedan (para esas ciencias) en una caracterización que, marcando la dirección, va por delante de toda inquisición o determinación concretas que en cada caso puedan emprenderse: a esas ciencias todo ello les sale de antemano al encuentro (se lo topan) como “expresión”, como objetivaciones de lo subjetivo, como una vida de la CULTURA (como un alma de la CULTURA) que, bullente, aspirase a cobrar forma en ellas. Heideggeriana: Hermeneutica1923

Ese carácter unitario que todo lo domina, en que esa vida de una CULTURA (en que esa vida que una CULTURA es) llega a expresarse, en el que se mantiene y en el que envejece, suele venir definido como el estilo que cada CULTURA tiene. El que el “carácter de ser” del que esas formaciones culturales son expresión, no sea objeto de ulteriores inquisiciones, permite ver con claridad hasta qué punto el interés de esa comprensión histórica se concentra en (o tiene por meta) las formas de expresión como tales en el cómo de ese su ser-expresión. La última y única “determinación de ser” es la siguiente: la CULTURA es un organismo, vida autónoma (desarrollo, crecimiento, florecimiento, decaimiento). Heideggeriana: Hermeneutica1923

La pregunta siguiente es: de qué forma un pasado así objetivado en términos de un convertirse en forma, de un ser-expresión (es decir, en términos de un darse el alma de la CULTURA forma y expresión) se convierte en tema de una tarea teorética de conocimiento, es decir, de una empresa de conocimiento teorético, es decir, de una ciencia, ¿y de cuál ciencia? Una CULTURA (y hay una pluralidad de tales culturas), en tanto que organismo cerrado con vida propia, no se asienta sino sobre sí misma. En la diversidad de culturas que (ciertamente en una determinada interpretación de ellas) se nos agolpan en la tradición, cada una de ellas, conforme a su propio carácter, queda equiparada a la otra o a las demás (como si se tratara de plantas). Ninguna exsistencia pasada tiene por su propio ser ninguna primacía sobre las demás. Lo mismo que nos hacemos presente una CULTURA, tenemos que hacernos presente a todas las demás. Heideggeriana: Hermeneutica1923

A partir del “carácter de ser” y del “carácter objetual” de un pasado visto en tales términos se sigue, por tanto, de forma necesaria, la universalidad de la consideración histórica (38). Pues precisamente del objeto mismo no cabe obtener el más mínimo motivo para reducirse (acortando el alcance de la vista y la mirada) a una sola CULTURA y a investigar una sola CULTURA. Por tanto, el campo objetual de la consideración histórica se amplia hasta tal punto que en él ha de poder ser investigable el “devenir de la humanidad toda”. Heideggeriana: Hermeneutica1923

El aspecto en que toda CULTURA queda sometida a consideración, es decir, el respecto-a-qué del mirar, es decir, el respecto a qué queda sometida toda CULTURA a consideración, ya lo hemos dicho, es el cómo del ser-expresión sus productos (es decir, la CULTURA queda sometida a consideración en el respecto del cómo (respecto a cómo) los productos que la integran consisten en ser expresión MJR); se pregunta a la CULTURA por su estilo, es decir, sus formas de expresión son hechas derivar de una forma básica de las almas de la humanidad. (Carácter unitario de su sera-así, es decir, del ser-así de una CULTURA). El tipo de explicaciones teoréticas del pasado consiste en resaltar, en subrayar, los “caracteres de forma” de lo que no consiste sino en ser forma, morfología pues. Heideggeriana: Hermeneutica1923

En virtud del correspondiente enfoque ontológico, es decir, en virtud de tal enfoque ontológico, nos encontramos con una diversidad de culturas que ónticamente quedan equiparadas las unas a las otras, lo cual no significa sino que frente a tal contexto objetual, es decir, que supuesta la configuración que se supone del objeto mismo de consideración, no hay otra forma adecuada de abordarlo que mantener la consideración morfológica. Pues respecto a la diversidad misma no hay más remedio que preguntarse por su configuración, es decir, a ella misma hay que hacerla accesible en su carácter de forma. A cualquier CULTURA hay que ponerla al lado de las otras en términos de configuración. Surge así el método de una comparación universal de formas. Entran juego las categorías de relación que representan la homología, la analogía, la simultaneidad y el paralelismo. Heideggeriana: Hermeneutica1923

Tal anticipación del carácter de objeto del pasado (es decir, tal suposición acerca de qué carácter de objeto tiene el pasado, es decir, tal suponer de antemano al pasado tal carácter de objeto), la cual resulta rectora, y que convierte a éste en forma de expresión (unitaria en lo tocante a estilo) de culturas que cada una resulta autónoma, da lugar (tanto desde el campo objetual considerado en tales términos, como desde la más propia actitud de acceso a él que esa anticipación genera), da lugar, digo, a una determinada forma de explicación histórica: ésta se convierte en un ordenar, en un poner orden por vía de comparación morfológica, por vía de comparación de formas. (orden — aprehensión de formas. (1) Orden. (2) Orden, y más exactamente: idea de CULTURA en general; consecuencia; contrapolo.) (temas estos últimos sin desarrollar MJR) Heideggeriana: Hermeneutica1923

En lugar de seguir dando más caracterizaciones, podemos dejar hablar ahora a una autoexplicación de la filosofía actual: “Todos nosotros — Rickert, los fenomenólogos, la corriente que parte de Dilthey — coincidimos (ése es nuestro punto de encuentro) en la gran pelea por lo atemporal dentro de lo histórico y por encima de lo histórico, en la pelea por el reino del sentido y por su expresión histórica en una CULTURA que se presenta como CULTURA concreta, en la pelea por una teoría del valor que, allende lo subjetivo, conduzca a lo objetivo y válido.” Heideggeriana: Hermeneutica1923

(¿Qué tipo de ser se tiene aquí en el prae-habere, es decir, en aquello a que de antemano se está mirando? (Respuesta:) Ser en tanto que ser-ahí-delante, en tanto que ser-presente, cambio-ahí-presente, modificación de la CULTURA. Prae-habere, prae-conceptio: determinar predicativamente = hacer abarcable, hacer visible en conjunto) (Todo esto son apuntes sin desarrollar MJR). Heideggeriana: Hermeneutica1923

Incluso en el presente del ocuparse con las cosas, el ser-ahí es el tiempo completo, de tal manera que no se deshace del futuro. El futuro es ahora aquello de lo que está pendiente el cuidado, no es el futuro propio del haber sido, sino aquel que el presente mismo se configura como el suyo, pues el haber sido, en tanto que futuro propio, nunca puede hacerse presente. Si fuera presente, entonces sería la nada. El futuro del que está pendiente el cuidado es tal por mor del presente. y el ser-ahí , disipándose en el ahora del mundo presente, no está dispuesto a admitir que se ha deslizado del futuro propio, y esto es así hasta el punto de que él afirma que ha aprehendido el futuro en la preocupación por el desarrollo de la humanidad y la CULTURA, etcétera. Heideggeriana: ConceitoTempo

El procurar como absorberse en el presente está, no obstante, en (bei) un todavía-no, que primeramente debe ser resuelto en la cura por éste mismo. El Dasein es también en el presente de su procurar el tiempo pleno (die volle Zeit), y esto de manera tal que no se desprende del futuro. El futuro es ahora aquello de lo que pende la cura, no el ser-futuro propio del haber-pasado, sino el futuro que el presente mismo se configura para sí como suyo, porque el haber-pasado, como el futuro propio, no puede nunca devenir presente. Si (el futuro) fuera esto, sería la nada. La futuridad, de la que pende la cura, es tal por gracia del presente. Y el Dasein, en cuanto se absorbe en el ahora del mundo presente, está tan escasamente dispuesto a aceptar que se ha evadido de la futuridad propia, que dice haber asumido el futuro en virtud de la cura por el desarrollo de la humanidad y la CULTURA, etc. Heideggeriana: EL CONCEPTO DEL TIEMPO (1924)

Con esta interpretación de la esencia de la filosofía, Kant, cuya obra introduce el último giro de la metafísica occidental, está ya avistando un ámbito que, de acuerdo con su posición metafísica fundada sobre la subjetividad, ciertamente sólo podía concebir desde esta última, como un modo de cumplir sus propias leyes. Esta visión esencial de la determinación de la filosofía es, sin embargo, suficientemente amplia como para rechazar cualquier subordinación servil de su pensar, como aquella que encuentra su expresión más impotente y desafortunada refugiándose en esa vía de escape que le da como mucho a la filosofía el valor de mera “expresión” de la “CULTURA” (Spengler) y de prestigioso ornato de una humanidad creativa. Heideggeriana: EssenciaVerdade

Las Facultades individuales se fueron transformando, sin parar, en las cerradas escuelas superiores. Cada una de ellas desarrollaba en sí misma un negocio enorme y fructífero. Las ciencias particulares buscaban su unidad ahora en los congresos internacionales de sus campos respectivos del saber (Fachgebiete) y de su expansión potenciada aún más por estos. Cada cual se esforzaba en salirse de la unidad originaria del saber. La universidad perdió su cierre espiritual (geist. Geschlossenheit). Las facultades se mantuvieron juntas aún externamente sólo gracias a una administración común y por la hueca idea de colaborar por sí mismas en el fomento en general falto de todo objetivo de la así llamada CULTURA. Heideggeriana: UniversidadeAlema2

Sin embargo — aquello que es inútil puede, a pesar de todo, y con justa razón, ser una potencia (Macht); lo que no sabe de resonancias inmediatas en lo cotidiano, puede hallarse parado en la más íntima armonía con el acontecer propio de la historia de un pueblo, incluso ser su tono preliminar (Vorklang); lo que es intempestivo puede tener su propio tiempo. Es lo que pasa con la filosofía. Es lo que pasa con las otras dos potencias fundamentales, mediante las cuales se instaura la existencia histórica de un pueblo, con la poesía y el acto creador del estado. Poetizar, pensar y acto político, en este sentido esencial, no son fenómenos o acontecimientos de la tal llamada “CULTURA”, que podamos calcular con el reloj y el calendario y seguir por los periódicos, sino los en sí pertinentes sucesos fundamentales de las épocas, de los pueblos y de sus horas cósmicas (Weltstunde). Heideggeriana: FilosofiaAlema

La poesía no es un adorno que acompaña la existencia humana, ni sólo una pasajera exaltación ni un acaloramiento y diversión. La poesía es el fundamento que soporta la historia, y por ello no es tampoco una manifestación de la CULTURA, y menos aún la mera “expresión” del “alma de la CULTURA”. Heideggeriana: EssenciaPoesia

La acción política, la obra del arte, la articulación del orden en la comunidad, el saber que piensa, la intimidad de la — todo esto no ha de cultivarse más como recintos de tareas de una “CULTURA”, ni admite que se le ordene más únicamente en un “sistema cultural” ya existente. Este mismo se ha vuelto cuestionable, incluso el concepto de una CULTURA en el sentido de una realización de valores. Este cuestionamiento aún no experimentado hasta el momento, no significa de ninguna manera ya la barbarie — al revés, a partir de este cuestionamiento, aquellos ámbitos de acción de la existencia humana crean recién una zona esencial, que los saca del marco de la mera industria cultural (Kulturbetrieb) habida hasta ahora. Heideggeriana: EuropaFilosofia

Debemos pensar en qué medida la verdad en tanto que desocultamiento de lo ente no dice otra cosa más que la presencia de lo ente como tal, es decir, del ser (vid. p. 62, y de este modo el discurso acerca del establecerse de la verdad — es decir, del ser-dentro de lo ente, tocará la parte cuestionable de la diferencia ontológica (vid. “Identität und Differenz”, 1957, pp. 37 y ss.). Por eso, en “El origen de la obra de arte” (p. 52) se dice cautamente: “Cuando alude a ese establecerse de la apertura en el espacio abierto, el pensar toca una región que no podemos detenernos a explicar todavía”. Todo el ensayo sobre “El origen de la obra de arte” se mueve, a sabiendas aunque tácitamente, por el camino de la pregunta por la esencia del ser. La reflexión sobre qué pueda ser el arte está determinada única y decisivamente a partir de la pregunta por el ser. El arte no se entiende ni como ámbito de realización de la CULTURA ni como una manifestación del espíritu: tiene su lugar en el Ereignis, lo primero a partir de lo cual se determina el “sentido del ser” (vid. “Ser y Tiempo”). Qué sea el arte es una de esas preguntas a las que no se da respuesta alguna en este ensayo. Lo que parece una respuesta es una mera serie de orientaciones para la pregunta. (Vid. las primeras frases del Epílogo.) Heideggeriana: ObraArte

Un cuarto fenómeno se manifiesta en el hecho de que el obrar humano se interpreta y realiza como CULTURA. Así pues, la CULTURA es la realización efectiva de los supremos valores por medio del cuidado de los bienes más elevados del hombre. La esencia de la CULTURA implica que, en su calidad de cuidado, ésta cuide a su vez de sí misma, convirtiéndose en una política cultural. Heideggeriana: ImagemMundo

Para la interpretación moderna de lo ente, la noción de valor es tan esencial como la de sistema. Únicamente donde lo ente se ha convertido en objeto del re-presentar se puede decir de algún modo que lo ente pierde su ser. Esta pérdida se percibe de una manera tan poco clara y vaga que rápidamente se ve colmada de nuevo y de tal modo que al objeto y a lo ente interpretado como tal se les asigna un valor y, en general, se mide lo ente por valores y los propios valores se convierten en la meta de toda actividad. Dado que la actividad se comprende como CULTURA, los valores se convierten en valores culturales y, a su vez, éstos se convierten en la expresión de las supremas metas del crear al servicio de un asegurarse el hombre como subjectum. De ahí ya sólo falta un paso para convertir a los propios valores en objetos. El valor es la objetivación de las metas de las necesidades del instalarse representador en el mundo como imagen. El valor parece expresar que es precisamente en la posición de relación con él donde se lleva a cabo lo más valioso y, sin embargo, el valor es Justamente el impotente y deshilachado disfraz de una objetividad de lo ente que ha perdido toda relevancia y trasfondo. Nadie muere por meros valores. A la hora de entender el siglo XIX resulta muy esclarecedora la particular posición intermedia mantenida por Hermann Lotze, el cual reinterpretó las ideas de Platón como valores y, al mismo tiempo, emprendió bajo el título “Microcosmos” el “Ensayo de una Antropología” (1856), una antropología que bebe todavía del espíritu del Idealismo alemán contribuyendo a alimentar su nobleza y la simplicidad de su modo de pensar, pero que al mismo tiempo se abre al positivismo. Como el pensamiento de Nietzsche permanece preso de la idea de valor, no le queda más remedio que explicar lo más esencial del mismo de una manera regresiva en tanto que inversión de todos los valores. Sólo cuando se consigue comprender el pensamiento de Nietzsche con independencia de la noción de valor, llegamos al punto desde el que la obra del último pensador de la metafísica se convierte en una tarea del preguntar y la hostilidad de Nietzsche contra Wagner se comprende como una necesidad de nuestra historia. Heideggeriana: ImagemMundo

Aquello que el ente es en cada uno de los ámbitos particulares, el qué-es que anteriormente se determinaba en el sentido de las “ideas”, se convierte ahora en aquello con lo que la autoinstauración cuenta de antemano como lo que le indica qué y cuánto valor tiene el ente que ha de producirse o representarse (la obra de arte, el producto técnico, la institución estatal, el ordenamiento humano personal y social). El calcular que se instaura a sí mismo inventa los “valores” (de la CULTURA, del pueblo). El valor es la traducción de la esencialidad de la esencia (es decir, de la entidad) en algo calculable y por consiguiente estimable de acuerdo con el número y la dimensión espacial. Lo grande tiene ahora una esencia propia de la grandeza: lo gigantesco. Esto no resulta del acrecentamiento de lo pequeño hacia algo cada vez más grande sino que es el fundamento esencial, el motor y la meta del acrecentamiento que, por su parte, no consiste en algo cuantitativo. Heideggeriana: EternoRetorno

La verdad anuncia el dominio de su esencia: el despejamiento del ocultarse. La historia es historia del ser. Aquellos que, afectados por el despejamiento del rehusarse, sólo quedan desconcertados ante él, no hacen más que huir de la meditación, como alguien que burlado durante demasiado tiempo por el ente se ha vuelto tan extraño al ser que ni siquiera es capaz de desconfiar de él con fundamento. Aún totalmente presos de la servidumbre de la metafísica a la que presumiblemente se habría apartado hace tiempo, se buscan salidas hacia alguna cosa recóndita y suprasensible. Se huye hacia la mística (la mera imagen contraria de la metafísica) o, puesto que se permanece en la actitud del cálculo, se apela a los “valores”. Los “valores” son los ideales definitivamente flexionados hacia lo calculable, los únicos que resultan utilizables para la maquinación: la CULTURA y los valores culturales como medios de propaganda, los productos del arte como objetos que sirven a la finalidad de mostrar las realizaciones y como material para decorar vehículos en los desfiles. Heideggeriana: EternoRetorno

Con esto no se dice, sin embargo, que la lucha por el aprovechamiento ilimitado de la tierra como campo de materias primas y por la utilización sin ilusiones del “material humano” al servicio del incondicional dar el poder a la voluntad de poder para llegar a su esencia fundamental recurra como ayuda, o siquiera como fachada, a la invocación de una filosofía. Por el contrario, cabe suponer que la filosofía como doctrina y como figura de la CULTURA desaparecerá, y que puede desaparecer porque, en la medida en que ha sido auténtica, ya ha nombrado la realidad de lo real, es decir el ser, sólo desde el cual todo ente es llamado a ser lo que es y cómo es. Las “doctrinas filosóficas fundamentales” aluden a lo que se enseña en ellas en el sentido de lo expuesto en una exposición que interpreta el ente en su totalidad en dirección del ser. Las “doctrinas filosóficas fundamentales” aluden a la esencia de la metafísica que llega a su acabamiento y que, de acuerdo con su rasgo fundamental, sustenta la historia occidental, le da la forma europeo-moderna y la destina a la “dominación del mundo”. Lo que se expresa en el pensamiento de los pensadores puede imputarse historiográficamente a la esencia nacional del pensador, pero no puede hacerse pasar jamás por una peculiaridad nacional. El pensamiento de Descartes, la metafísica de Leibniz, la filosofía de Hume, son, en cada caso, europeos, y por ello planetarios. Del mismo modo, la metafísica de Nietzsche no es jamás, en su núcleo, una filosofía específicamente alemana. Es europeo-planetaria. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La facultad interpretativa de la “alegoría de la caverna” concentrase en hacer visible y conocible la esencia de la paideia en lo gráfico de la historia narrada. Preventivamente Platón quiere también mostrar que la esencia de la paideia no consiste en verter meros conocimientos en el alma desprevenida como en un recipiente vacío cualquiera colocado delante, ya que, contrariamente a esto, la auténtica CULTURA aprehende y transforma al alma en su totalidad, en la medida en que previamente desplaza al hombre a su lugar esencial y a éste lo acostumbra. Que la esencia de la paideia, en la “alegoría de la caverna”, debe ser reducida a imagen, lo dice y a con bastante claridad el párrafo con que Platón al comienzo del libro VII introduce la narración: Metá taúta dée, eípon, apeíkason toioútoo páthei téen heemeterán physin paideias te péri kaí apaideusías. “Hazte después de esta clase de experiencia (presentada a continuación) una visión (de la esencia) de la “CULTURA” como así también de la incultura, lo cual (conjuntamente por cierto) concierne a nuestro humano ser en su fundamento.” Heideggeriana: PlatoVerdade

La “alegoría de la caverna” ilustra, según la unívoca enunciación platónica, la esencia de la “CULTURA”. Por el contrario, la interpretación de la “alegoríaahora intentada debe apuntar a la “teoría” platónica de la verdad. ¿No se verá, de este modo, la “alegoría” sobrecargada con algo que le es extraño? La interpretación amenaza con degenerar en una violenta contra-interpretación. Parezca esto así, hasta tanto se haya afirmado la comprensión de que el pensar de Platón se somete a una mutación de la esencia de la verdad, mutación que deviene ley oculta de lo que el pensador expresa. Según la necesaria interpretación de una futura necesidad, la “alegoría” no sólo ilustra la esencia de la CULTURA, sino que, al mismo tiempo, ella abre la mirada hacia una mutación esencial de la “verdad”. ¿No tiene entonces que existir, dado que la “alegoría” puede mostrar a ambas, una relación esencial entre la “CULTURA” y la “verdad”? Esta relación existe de hecho, y ella consiste en que la esencia de la verdad y el modo de su mutación hace posible la “CULTURA” en su conexión fundamental. Heideggeriana: PlatoVerdade

¿Pero, ¿qué es lo que une a la “CULTURA” y a la “verdad” en una primaria unidad esencial? La paideia hace mención al giro de todo el hombre en el sentido del desplazamiento, mediante habituación, del dominio de lo que de inmediato viene a su encuentro, a otro dominio en el cual el ente mismo aparece. Este desplazamiento sólo es posible a causa de que todo lo hasta entonces notorio para el hombre y el modo cómo fue ello notorio devienen otra cosa, algo distinto. Aquello a veces desoculto para el hombre y el modo de la desocultación tienen que experimentar una mudanza. Los griegos llamaron a esta desocultación aletheia vocablo que se traduce por “verdad”, y “verdad” significa desde hace largo tiempo para el pensar occidental la congruencia de la representación mental con la cosa: adaequatio intelectus et rei. Heideggeriana: PlatoVerdade

Pero no nos demos por satisfechos con traducir las palabras paideia y aletheia sólo “literalmente”; más bien intentemos pensar en las palabras traducidas la esencia pertinente — relativa a los hechos — designada por el saber de los griegos, para reunir después simultáneamente “CULTURA” y “verdad” en una unidad esencial. Si tomamos seriamente la consistencia esencial de lo que la palabra aletheia designa, surge entonces la pregunta de a partir de dónde determina Platón la esencia de la desocultación, interrogante cuya respuesta remite a la sustancia propiamente dicha de la “alegoría de la caverna”, mostrando qué y de qué modo trata la “alegoría” sobre la esencia de la verdad. Heideggeriana: PlatoVerdade

Pero si ya dentro de la caverna el apartar la mirada de las sombras hacia el resplandor del fuego y las cosas que en él se muestran es dificultoso y hasta se frustra, entonces el llegar a ser libre en el aire libre fuera de la caverna requiere totalmente la máxima paciencia y esfuerzo. La liberación no se sigue del mero desprenderse de las ligaduras y no consiste en el desenfreno, sino que comienza como la constante habituación en el fijarse de la mirada sobre los nítidos contornos de las cosas que se mantienen firmes en su aspecto. La liberación propiamente dicha es la persistencia en ese volverse hacia lo que aparece en su aspecto, y en este aparecer es lo más desoculto. De modo que la libertad sólo subsiste con este carácter como tal volverse hacia, el cual también realiza la esencia de la paideia, como una reversión. La perfección esencial de la “CULTURA” sólo puede, en consecuencia, realizarse en el dominio y sobre la base de lo más desoculto, es decir, de lo alethéstaton, es decir, de lo más verdadero, o sea de la verdad propiamente dicha. La esencia de la “CULTURA” se funda en la esencia de la “verdad”. Heideggeriana: PlatoVerdade

Esta misma interpretación del ser como idéa, a cuya primacía se debe una mutación de la esencia de la aletheia, exige una caracterización del acto de mirar hacia las ideas, caracterización a la que corresponde el papel de la paídeía, de la “CULTURA” del hombre, lo cual nos explica que a través de la metafísica domine el esfuerzo en torno al ser humano y a la posición del hombre en el seno del ente. Heideggeriana: PlatoVerdade

El nihilismo, en el sentido de Nietzsche, no tapa por lo tanto en absoluto ese estado representado de manera puramente negativa que supone que ya no se puede creer en el dios cristiano de la revelación bíblica, y hay que saber que Nietzsche no entiende por cristianismo la vida cristiana que tuvo lugar una vez durante un breve espacio de tiempo antes de la redacción de los Evangelios y de la propaganda misionera de Pablo. El cristianismo es, para Nietzsche, la manifestación histórica, profana y política de la Iglesia y su ansia de poder dentro de la configuración de la humanidad occidental y su CULTURA moderna. El cristianismo en este sentido y la fe cristiana del Nuevo Testamento, no son lo mismo. También una vida no cristiana puede afirmar el cristianismo y usarlo como factor de poder, en la misma medida en que una vida cristiana no necesita obligatoriamente del cristianismo. Por eso, un debate con el cristianismo no es en absoluto ni a toda costa un ataque contra lo cristiano, así como una crítica de la teología no es por eso una crítica de la fe, cuya interpretación debe ser tarea de la teología. Mientras pasemos por alto estas distinciones esenciales nos moveremos en las bajas simas de las luchas entre diversas visiones del mundo. Heideggeriana: NietzscheDeus

En el lugar de la desaparecida autoridad de Dios y de la doctrina de la Iglesia, aparece la autoridad de la conciencia, asoma la autoridad de la razón. Contra ésta se alza el instinto social. La huida del mundo hacia lo suprasensible es sustituida por el progreso histórico. La meta de una eterna felicidad en el más allá se transforma en la de la dicha terrestre de la mayoría. El cuidado del culto de la religión se disuelve en favor del entusiasmo por la creación de una CULTURA o por la extensión de la civilización. Lo creador, antes lo propio del dios bíblico se convierte en distintivo del quehacer humano. Este crear se acaba mutando en negocio. Heideggeriana: NietzscheDeus

El ámbito para la esencia el acontecimiento del nihilismo es la propia metafísica, siempre que supongamos que bajo este nombre no entendemos una doctrina o incluso una disciplina especial de la filosofía, sino la estructura fundamental de lo ente en su totalidad, en la medida en que éste se encuentra dividido entre un mundo sensible y un mundo suprasensible y en que el primero está soportado y determinado por el segundo. La metafísica es el espacio histórico en el que se convierte en destino el hecho de que el mundo suprasensible, las ideas, Dios, la ley moral la autoridad de la razón, el progreso, la felicidad de la mayoría la CULTURA y la civilización, pierdan su fuerza constructiva y se anulen. Llamamos a esta caída esencial de lo suprasensible su descomposición. La falta de fe en el sentido de la caída del dogma cristiano, no es por lo tanto nunca la esencia y el fundamento del nihilismo, sino siempre una consecuencia del mismo; efectivamente, podría ocurrir que el propio cristianismo fuese una consecuencia y variante del nihilismo. Heideggeriana: NietzscheDeus

Si, no por causa de la poesía (Poesie) y la filosofía, ni menos para fines de una ulterior forma de organización de su ejercicio, vale decir, la CULTURA, sino en gracia al Ser, hubiese la urgencia de pensar el pensar y el poetizar (das Dichten) en su inicialidad y su envío (Schickung), entonces esto sólo puede llegar a ser posible a partir de un saber de la palabra y de su iniciación. La apelación y la mirada al lenguaje y a la “palabra” comprendida desde el lenguaje son caminos extraviados. Heideggeriana: Palavra1944

Esta toma de posición del ministro no era indiferente, puesto que enseguida fue dada a conocer al entonces jefe estudiantil de la región, Scheel, al profesor de medicina Dr. Stein y a Krieck en Francfort. Estos tres dominaban, por lo demás, desde el principio, el ministerio de CULTURA en Karlsruhe y tenían completamente en sus manos al de por sí inocente y bondadoso encargado de asuntos universitarios, el consejero ministerial Fehrle. Heideggeriana: RepensandoReitorado

Platón y Aristóteles por Rafael¿Qué significa “superación de la Metafísica”? En el pensar de la historia acontecida del ser este rótulo está usado sólo como un expediente para hacerse entender mínimamente. En realidad este rótulo da pie a muchos malentendidos; porque no deja que la experiencia llegue al fondo desde el cual, y sólo desde el cual, la historia del ser revela su esencia. Es el acaecimiento propio en el que el ser mismo está en torsión. Ante todo, superación no quiere decir el arrumbamiento que saca a una disciplina del horizonte de intereses de la “CULTURA” filosófica. La palabraMetafísica” está pensada ya como sino de la verdad del ente, es decir, de la condición de ente, entendida en cuanto acaecer propio todavía oculto pero sobresaliente. a saber, del olvido del ser. Heideggeriana: SuperarMetafisica

A la forma fundamental de este aparecer, en la que la voluntad de voluntad se instala y calcula en la ausencia de historia acontecida del mundo de la Metafísica consumada, se la puede llamar con una palabra, la “técnica”. Aquí este nombre abraza todas las zonas del ente que están equipando siempre la totalidad del ente: la Naturaleza convertida en objeto, la CULTURA como CULTURA que se practica, la política como política que se hace y los ideales como algo que se ha construido encima. La palabratécnica” no designa entonces las zonas aisladas de la producción y del equipamiento por medio de máquinas. Ésta tiene ciertamente una posición de poder privilegiada que hay que determinar de un modo más preciso y que se basa en la primacía de lo material como presuntamente elemental y objetual en primera línea. Heideggeriana: SuperarMetafisica

Pero detrás de todo esto se encuentra esta única incapacidad: pensar desde la esencia de la Metafísica y conocer el alcance del cambio esencial de la verdad así como el sentido histórico del despertar del predominio de la verdad como certeza: la incapacidad además de, a partir de este conocimiento, repensar la Metafísica de Nietzsche encaminándola por las sencillas rutas de la Metafísica moderna, en vez de hacer de ella un fenómeno literario que más que purificar, sorprender e incluso tal vez asustar, lo que hace es calentar las cabezas. Por último, la pasión de Nietzsche por los creadores delata que sólo piensa de un modo moderno sobre el genio y lo genial, y al mismo tiempo piensa de un modo técnico sobre lo productivo. En el concepto de voluntad de poder los dos “valores” constitutivos (la verdad y el arte) son sólo otros modos de decir la “técnica”, por una parte en el sentido esencial del trabajo eficaz que, por medio de la planificación y el cálculo, produce las existencias, y por otra, en el sentido de la creación de los “creadores”, quienes, más allá de cada vida, aportan un nuevo estímulo a la vida y aseguran la empresa de la CULTURA. Heideggeriana: SuperarMetafisica

El hombre y la maquina, G. Rohner. Los signos del último estado de abandono del ser son las proclamaciones de las “ideas” y “valores”, y el imprevisible vaivén de la proclamación de la “acción” y de la imprescindibilidad del “espíritu”. Todo esto se encuentra ya enganchado al mecanismo del equipamiento del proceso de ordenación. Este mecanismo mismo está determinado por el vacío del estado de abandono del ser, en el seno del cual el consumo del ente para el hacer de la técnica, a la que pertenece también la CULTURA, es la única salida en la cual el hombre obsesionado en sí mismo puede salvar aún la subjetividad llevándola a la ultrahumanidad. Subhumanidad y ultrahumanidad son lo mismo; se pertenecen mutuamente, del mismo modo que en el animal rationale metafísico el “debajo” de la animalidad y el “encima” de la ratio están acoplados indisolublemente para que uno corresponda al otro. Subhumanidad y ultrahumanidad hay que pensarlas aquí metafísicamente, no como valoraciones morales. Heideggeriana: SuperarMetafisica

Las “guerras mundiales” y su “totalidad” son ya consecuencia del estado de abandono del Ser. Se abren paso para poner a seguro, como existencias, una forma permanente de usura. En este proceso está implicado también el hombre, que no oculta por más tiempo su carácter de ser la materia prima más importante. El hombre es la “materia prima más importante” porque permanece como el sujeto de toda usura, y además de tal forma que, de un modo incondicionado, deja que su voluntad se disuelva en este proceso y con ello se convierte en “objeto” del estado de abandono del Ser. Las guerras mundiales constituyen la forma preliminar de la supresión de la diferencia entre guerra y paz, una supresión que es necesaria porque el “mundo” se ha convertido en in-mundo como consecuencia del estado de abandono del ente por una verdad del ser. Porque “mundo”, en el sentido de la historia del Ser (cfr. Sein und Zeit), significa la esenciación inobjetual de la verdad del Ser para el hombre, en la medida en que éste está transpropiado al Ser. En la época del poder exclusivo del poder, es decir, del acoso incondicionado del ente para el consumo en la usura, el mundo se ha convertido en in-mundo, en la medida en que el Ser, si bien esencia, lo hace sin su propio prevalecimiento. El ente es real como lo real efectivo. Por todas partes hay acción efectiva y en ninguna parte un hacer mundo del mundo, y sin embargo, aunque olvidado, hay el Ser. Más allá de la guerra y de la paz está la mera errancia de la usura del ente en el autoaseguramiento del ordenar desde este vacío del estado de abandono del Ser. “Guerra” y “paz”, cambiadas en su in-esencia, están acogidas en la errancia y, al haberse hecho irreconocibles en vistas a una diferencia, han desaparecido en el mero desarrollo del hacer cada vez más cosas. La pregunta sobre cuándo va a haber paz no se puede contestar, no porque la duración de la guerra sea imprevisible sino porque la misma pregunta pregunta por algo que ya no existe, porque tampoco la guerra es ya nada que pudiera desembocar en una paz. La guerra se ha convertido en una variedad de la usura del ente, que se continúa en la paz. Contar con una larga guerra es sólo la forma anticuada en la que se reconoce lo que de nuevo trae la época de la usura. Esta larga guerra, en su longitud, no va pasando lentamente a una paz del tipo de las paces de antes, sino a un estado en el que lo bélico ya no es experienciado como tal y lo pacífico se ha convertido en algo carente de sentido y de contenido. La errancia no conoce verdad alguna del Ser; en cambio, desarrolla el ordenamiento y la seguridad totalmente equipados de toda planificación de toda zona. En el círculo de las zonas, las distintas regiones del equipamiento humano se convierten necesariamente en “sectores”; incluso el “sector” de la poesía, el “sector” de la CULTURA no son más que regiones del “dirigismo” del momento, aseguradas de un modo plenificado. Las indignaciones morales de aquellos que aún no saben lo que hay se dirigen a menudo a la arbitrariedad y a las pretensiones de dominio de los “dirigentes”, la forma más espantosa del homenaje continuo. El dirigente es el escándalo que no se libra de perseguir el escándalo que él mismo ha provocado, pero sólo de un modo aparente, porque los dirigentes no son los que actúan. Se cree que los dirigentes, en el furor ciego de un egoísmo exclusivo, se han arrogado todos los derechos y se han organizado según su obstinación. En realidad ellos son las consecuencias inevitables del hecho de que el ente haya pasado al modo de la errancia, en la que se expande el vacío que exige un único ordenamiento y un único aseguramiento del ente. Allí está exigida la necesidad del “dirigismo”, es decir, del cálculo planificador del aseguramiento de la totalidad del ente. Para ello hay que instalar y equipar este tipo de hombres que sirven al dirigismo. Los “dirigentes” son los principales trabajadores del equipamiento, porque vigilan todos los sectores del aseguramiento de la usura del ente, porque abarcan con la mirada el círculo entero que delimita los sectores, y de este modo dominan la errancia en su calculabilidad. El modo de abarcar con la vista todo este círculo es la capacidad de prever por medio del cálculo, una capacidad que de antemano se ha desatado librándose a las exigencias que plantea la necesidad de estar asegurándose constantemente, y de un modo creciente, los ordenamientos que están al servicio de las siguientes posibilidades del ordenar. La subordinación de todas las posibles aspiraciones en vistas a la totalidad de la planificación y del aseguramiento se llama “instinto”. La palabra designa aquí el “intelecto” que va más allá del entendimiento limitado que sólo calcula a partir de lo más próximo; el “intelecto” a cuyo “intelectualismo” no se le escapa nada que, a modo de “factor”, tenga que entrar en la cuenta de los cálculos de los distintos “sectores”. El instinto es la superación del intelecto que corresponde a la ultrahumanidad, una superación que se dirige al cálculo incondicionado de todo. Como este cálculo es por excelencia lo que domina la voluntad, junto a la voluntad parece no haber nada más que la seguridad de la mera pulsión del cálculo, una pulsión para la cual el calcularlo todo es la primera regla del cálculo. El “instinto” ha sido tenido hasta ahora por la característica distintiva del animal, que, dentro de la zona en la que se desenvuelve la vida, decide lo que para él es útil o perjudicial, que se rige por aquél y que, más allá de él, no persigue nada. La seguridad del instinto animal corresponde a la ciega sujeción a su esfera de utilidad. A los plenos poderes de la ultrahumanidad corresponde la total liberación de la subhumanidad. La pulsión de la animalidad y la ratio de la humanidad devienen idénticos. Heideggeriana: SuperarMetafisica

El hecho de que a la ultrahumanidad le esté exigido como carácter el instinto quiere decir que a ella — entendida metafísicamente — le pertenece la subhumanidad, pero de tal modo que precisamente lo animal, en cada una de sus formas, está sometido completamente al cálculo y a la planificación (planificación sanitaria, planificación familiar). Como el hombre es la materia prima más importante, se puede contar con que, sobre la base de la investigación química de hoy, algún día se construirán fábricas de producción artificial de material humano. Las investigaciones del químico Kuhn, galardonado este año con el premio Goethe de la ciudad de Frankfurt, abren ya la posibilidad de dirigir de un modo planificado, según las necesidades de cada momento, la producción de seres vivos, machos o hembras. A1 dirigismo literario, en el sector “CULTURA”, corresponde, en buena lógica, el dirigismo de la fecundación. (Que nadie, por una mojigatería anticuada, se refugie en diferencias que ya no existen. Las necesidades de material humano están sometidas a la misma regulación del ordenamiento del equipamiento que lo está la regulación de libros de entretenimiento y de poemas, para cuya producción el poeta no es en modo alguno más importante que el aprendiz de encuadernador que ayuda a encuadernar los poemas para la biblioteca de una empresa, yendo a buscar, por ejemplo, cartón al almacén, la materia prima para fabricar volúmenes.) Heideggeriana: SuperarMetafisica

Según esto, también el humano querer puede ser sólo al modo de la autoimposición, si previamente obliga a que entre todo en su reino sin pasarlo por alto. Para este querer todo se convierte de antemano, y por lo tanto de manera irrefrenable, en material de la producción que se autoimpone. La tierra y su atmósfera se convierten en materias primas. El hombre se convierte en material humano uncido a las metas propuestas. La instauración incondicionada de la autoimposición por la que el mundo es producido intencional o deliberadamente en virtud de un mandato humano, es un proceso que nace de la esencia oculta de la técnica. Es sólo a partir de la época moderna cuando comienza a desplegarse esa esencia como destino de la verdad de lo enteente en su totalidad, mientras que hasta ese momento sus manifestaciones e intentos dispersos habían quedado presos en el extenso ámbito de la CULTURA y la civilización. Heideggeriana: ParaQuePoetas

El pensar del ser, como corresponder, es una cuestión muy sujeta al error y a la vez muy menesterosa. El pensar es quizás un camino ineludible que no quiere ser ningún camino de salvación y no trae ninguna sabiduría nueva. El camino es todo lo más una senda que atraviesa el campo, que no sólo habla de renuncia sino que ya ha renunciado, ha renunciado a la pretensión de una doctrina vinculante y de un resultado válido en el terreno de la CULTURA, o de una obra del espíritu. Todo está en el errabundo paso que retrocede para entrar en la consideración que atiende a la torna del olvido del ser, una torna que se prefigura en el sino del ser. Este paso hacia atrás desde el pensar representante de la Metafísica no rechaza este pensar, pero abre la lejanía para la interpelación de la verdad del ser en la que está y anda este corresponder. Heideggeriana: Coisa1949

Antes vienen las palabras: “Lleno de méritos, sin embargo… Esto suena casi como si la palabra que sigue, “poéticamente”, aportara una restricción en el habitar lleno de méritos del hombre. Pero es lo contrario. Esta restricción se dice en el giro “lleno de méritos”, al que debemos añadir un “sin duda”. Es cierto que el hombre, con su habitar, se hace acreedor a múltiples méritos. El hombre cuida las cosas que crecen de la tierra y abriga lo que ha crecido para él. Cuidar y abrigar (colere, CULTURA) es un modo del construir. Pero el hombre labra (cultiva, construye) no sólo aquello que despliega su crecimiento desde sí mismo sino que construye también en el sentido de aedificare, erigiendo aquello que no puede surgir ni mantenerse por el crecimiento. Lo construido y las construcciones, en este sentido, son no sólo los edificios sino todas las obras debidas a la mano y los trabajos del hombre. Sin embargo, los méritos de este múltiple construir no llenan nunca la esencia del habitar. Al contrario: llegan incluso a impedir al habitar su esencia así que se va a la caza de. ellos y que se adquieren sólo por ellos mismos. Porque entonces estos méritos, precisamente por su profusión, restringen en todas partes este habitar a las fronteras del construir del que hemos hablado. Éste persigue, la satisfacción de las necesidades del habitar. El construir, en el sentido del cuidado campesino del crecimiento y en el sentido del levantar edificios y obras así como de producir instrumentos, es ya una consecuencia esencial del habitar, pero no su fundamento, ni menos aún su fundamentación. Ésta tiene que acontecer en otro construir. El construir habitual y que a menudo se impulsa de un modo exclusivo — y que por ello es el único que se conoce — aporta sin duda profusión de méritos al habitar. Sin embargo el hombre sólo es capaz de habitar si ha construido ya y construye de otro modo y si permanece dispuesto a construir. Heideggeriana: HomemHabita

Así pues, podría esperarse “una buena definición del nihilismo” de una explicación de línea, si el esfuerzo humanamente posible por la curación pudiera compararse a un cortejo trans lineam. Es cierto que usted acentúa que el nihilismo no puede equipararse a la enfermedad, como tampoco al caos y a lo malo. El nihilismo mismo, como tampoco el agente cancerígeno, no son algo enfermizo. Respecto a la esencia del nihilismo no hay ninguna perspectiva y ninguna pretensión razonable de curación. Sin embargo, su escrito mantiene un estilo médico, como ya indica la división en pronóstico, diagnóstico, terapia. El joven Nietzsche llama una vez al filósofo el “médico de la CULTURA” (WW X, pág. 225). Pero ahora ya no se trata sólo de la CULTURA. Usted dice con razón: “El todo está en juego”. “Se trata del planeta en general” (pág. 47). El curar sólo puede referirse a las consecuencias malignas y a los fenómenos amenazadores que acompañan a este proceso planetario. Tanto más urgentemente necesitamos el conocimiento y el reconocimiento del agente, es decir, de la esencia del nihilismo. Tanto más necesario es el pensar, suponiendo que sólo en el pensar correspondiente se prepare una experiencia suficiente de la esencia. (388) Pero, en la misma medida en que se desvanecen las posibilidades de una curación inmediatamente eficaz, se ha reducido también la capacidad del pensar. La esencia del nihilismo no es ni curable ni incurable. Es lo sin cura, pero en cuanto tal es, sin embargo, una remisión única a la cura. Si el pensar debe acercarse al ámbito de la esencia del nihilismo, entonces será necesariamente previo y, por tanto, otro. Heideggeriana: PreguntaSer

La idea corriente de técnica viene a decir que, (1) La técnica moderna es un medio ideado y fabricado por el hombre, es decir, un instrumento para la realización de fines que el hombre se propone, de objetivos de tipo industrial en el sentido más lato. (2) La técnica moderna, en tanto que tal instrumento, consiste en una aplicación práctica de la moderna ciencia de la naturaleza. (3) La técnica industrial basada en la ciencia moderna no es sino una esfera especial dentro del contexto de la CULTURA moderna. (4) La técnica moderna es resultado de un desarrollo continuo y progresivamente ascendente de la vieja técnica artesanal conforme a las posibilidades ofrecidas por la civilización moderna. (5) La técnica moderna, en tanto que instrumento humano tal como la hemos caracterizado, exige que también quede bajo control humano, que el hombre quede a su altura y pueda dominarla como con algo producido por él. Heideggeriana: LinguagemTecnica

Ciertamente, en las tesis aducidas muéstrase ya a la mirada atenta que las ideas corrientes acerca de la técnica moderna se agavillan en torno a un rasgo básico. Ese rasgo puede caracterizarse apelando a dos momentos que se remiten el uno al otro: La técnica moderna se considera, al igual que toda técnica anterior, algo humano, algo inventado, ejecutado, desarrollado, dirigido y asegurado por el hombre para el hombre. Para confirmar a la técnica moderna este su carácter antropológico, basta señalar que esa técnica se funda en la moderna ciencia de la naturaleza. La ciencia la entendemos como tarea y obra del hombre. En un sentido más amplio y comprensivo, lo mismo puede decirse de la CULTURA, no consistiendo la técnica sino en un ámbito particular de ella. La CULTURA a su vez tiene por meta el desarrollo y la protección de la humanidad del hombre, de su humanitas. Y es aquí donde tiene su campo la muy debatida cuestión de si en general, y (si la respuesta es afirmativa) en qué sentido, la formación técnica y, por tanto, la técnica misma, contribuyen en algo a la formación y cultivo de esa humanitas, o por el contrario, la ponen en peligro y la sumergen en la confusión. Heideggeriana: LinguagemTecnica

SPIEGEL: ¿Veía Vd., pues, una relación entre la situación de la Universidad alemana y la situación política general de Alemania? HEIDEGGER: Evidentemente seguía los acontecimientos políticos que tuvieron lugar entre enero y marzo de 1933 y hablé sobre ellos ocasionalmente con jóvenes colegas. Pero mi trabajo estaba dedicado a una interpretación global del pensamiento presocrático. Al empezar el semestre de verano me volví a Friburgo. Entretanto, el 15 de abril, el profesor von Möllendorf había tomado posesión como rector. Apenas dos semanas después era relevado de su cargo por el entonces ministro de CULTURA de Baden, Wakker. La ocasión, que presumiblemente estaban esperando, para esta decisión del ministro la ofreció el hecho de que el rector había prohibido que en la Universidad se colgara el llamado “cartel de judío”. SPIEGEL : Von Möllendorf era socialdemócrata. ¿Qué hizo tras su destitución? HEIDEGGER: Ya el mismo día de su destitución vino von Möllendorf y me dijo: “Heidegger ahora tiene Vd. que aceptar el rectorado.” Yo puse en consideración que carecía de experiencia en la administración. Sin embargo, el entonces vicerrector Sauer (teólogo) me presionó para presentar mi candidatura a la nueva elección de rector, porque, si no lo hacía, existía el peligro de que el ministerio nombrara rector a un funcionario. Jóvenes colegas con los que desde hacía años había discutido cuestiones universitarias me asediaban para que aceptara el rectorado. Vacilé largo tiempo. Finalmente, declaré que estaría dispuesto a aceptar el cargo, y sólo en interés de la Universidad, cuando estuviera seguro de la máxima adhesión del pleno. Pero, entretanto, se mantenían mis dudas sobre mi idoneidad para ejercer el rectorado, de manera que la misma mañana del día fijado para la elección me dirigí al rectorado y les dije, al depuesto colega von Möllendorf, allí presente, y al vicerrector Sauer, que no podía aceptar el cargo. A lo cual ambos contestaron que la elección estaba ya preparada y no podía volverme atrás. SPIEGEL: Tras ello se declaró Vd., por fin, dispuesto. ¿Cómo se desarrollaron entonces sus relaciones con los nacionalsocialistas? HEIDEGGER: Dos días después de mi toma de posesión apareció en el rectorado el “jefe estudiantil” con dos acompañantes y exigió de nuevo que se colgara el “cartel de judío”. Me negué. Los tres estudiantes se alejaron advirtiendo que la prohibición sería comunicada a la jefatura de estudiantes del Reich. Algunos días después recibí una llamada telefónica del jefe de grupo de las SA Dr. Baumann, desde la oficina universitaria de la jefatura suprema de las SA. Exigía que se colgase el “cartel de judío”; en caso contrario, podía contar con mi destitución, si no con el cierre de la Universidad. Lo rechacé e intenté conseguir el apoyo del ministro de CULTURA de Baden. Pero me explicó que no podía hacer nada contra las SA. Sin embargo, no retiré mi prohibición. SPIEGEL: Hasta ahora esto no se sabía. HEIDEGGER: El motivo fundamental que me llevó a aceptar el rectorado está ya en mi lección inaugural de Friburgo, titulada ¿Qué es Metafísica?: “Los dominios de las ciencias están muy distantes entre sí. El modo de tratar sus objetos es radicalmente diverso. Esta dispersa multiplicidad de disciplinas se mantiene, todavía, unida, gracias tan sólo a la organización técnica de las Universidades y Facultades, y conserva una significación por la finalidad práctica de las especialidades. En cambio, el enraizamiento de las ciencias en su fundamento esencial se ha perdido por completo”. Lo que intenté, mientras estuve en el cargo, en relación con esta situación de las Universidades — hoy degenerada hasta el extremo — está expuesto en mi discurso rectoral. Heideggeriana: DerSpiegel

SPIEGEL: A propósito de Hölderlin — le pedimos disculpas porque, una vez más, tenemos que citar-: en su curso sobre Nietzsche decía Vd. que “el tan citado antagonismo entre lo dionisíaco y lo apolíneo, entre la pasión sagrada y la representación serena, es una oculta ley de estilo que determina históricamente lo alemán, y tenemos que prepararnos y estar dispuestos a que un día cobre forma. Esa oposición no es una fórmula con la que nos limitemos a describir “CULTURA”. Hölderlin y Nietzsche han colocado, con este antagonismo, un signo de interrogación ante la tarea que los alemanes tienen de encontrar su esencia histórica. ¿Entenderemos este signo? Una cosa es segura: si no lo entendemos, la historia nos lo hará pagar caro”. No sabemos en qué año escribió Vd. esto, pero suponemos que en 1935. HEIDEGGER: Presumiblemente la cita pertenece al curso sobre Nietzsche de 1936-1937 La voluntad de poder como arte. Pero puede haber sido escrito en los años siguientes. SPIEGEL: Sí. ¿Podría Vd. explicar esto algo más? Pues es algo que nos lleva de un camino general a un destino concreto de los alemanes. HEIDEGGER: Lo que esa cita dice podría también decirlo así: estoy convencido de que sólo partiendo del mismo lugar del que ha surgido la técnica moderna puede prepararse un cambio, que no puede producirse mediante la adopción del budismo zen o de cualquier otra experiencia oriental del mundo. Para una transformación del pensamiento necesitamos apoyarnos en la tradición europea y reapropiárnosla. El pensamiento sólo se transforma por un pensamiento que tenga su mismo origen y determinación. SPIEGEL: Precisamente en ese lugar, en el que ha surgido el mundo técnico, tiene él, cree Vd… HEIDEGGER: …que ser superado en sentido hegeliano, no eliminado, sino superado, pero no únicamente por el hombre. Heideggeriana: DerSpiegel

SPIEGEL: También el artista carece de vínculos con la tradición. Podría perfectamente encontrarlos y decir: sí, así se pudo pintar hace seiscientos, trescientos o treinta años. Pero ahora él ya no puede pintar así. Aunque quisiera, no podría. Pues entonces el pintor más grande sería el genial falsificador Hans van Meegeren, que podía pintar “mejor” que los otros. Pero eso no puede ser. Así pues, el artista, el escritor, el poeta se encuentran en una situación similar a la del pensador. ¡Cuántas veces tenemos que decir: cierra los ojos! HEIDEGGER: Si se toma como marco para la coordinación de arte, poesía y filosofía la “actividad cultural” entonces se tienen que poner al mismo nivel. Pero si se vuelve problemática no sólo la actividad, sino lo que se denomina “CULTURA”, entonces la reflexión sobre esa problematicidad cae dentro del cometido del pensamiento, cuya crítica situación apenas puede dejar de pensarse. Pero la máxima penuria del pensamiento estriba en que hoy, por lo que puedo apreciar, no habla aún ningún pensador que sea lo suficientemente “grande” como para llevar al pensamiento, inmediatamente y de forma plástica, ante su tema y ponerlo así en su camino. Para nosotros, los hombres de hoy, la magnitud de lo por pensar es demasiado grande. Quizá podamos esforzarnos en construir la pasarela, angosta y que no lleva muy lejos, de un tránsito. SPIEGEL: Profesor Heidegger, le damos gracias por esta conversación. Heideggeriana: DerSpiegel

Los griegos no tenían CULTURA, ni religión, ni relaciones sociales. La historia griega no ha durado más que trescientos años. Pero la limitación esencial, la finitud, es quizás la condición de la existencia auténtica. Para el hombre que vive realmente siempre hay el tiempo. Heideggeriana: SeminarioThor1969

Pero tampoco nadie nos preguntará si queremos o no, cuando la fuerza espiritual de Occidente fracase y éste se salga de su quicio, cuando la CULTURA espectral y muerta se desplome, y precipite todas las fuerzas en el desconcierto y las deje asfixiarse en la locura. Heideggeriana: UniversidadeAlemana