filósofo

Entre los griegos circulaba un viejo relato según el cual Prometeo había sido el primer filósofo. Es a Prometeo a quien Esquilo hace decir una máxima que expresa la esencia de la ciencia: “Pero el saber es mucho más debil que la necesidad” (Prom. 514 ed. Wil.). Lo cual quiere decir: todo saber acerca de las cosas permanece de antemano entregado a la hegemonía del destino y fracasa ante él. Heideggeriana: UniversidadeAlemana

De acuerdo con su significado real, este título no mienta otra cosa que el saber del ser<ser del ente, ser que se distingue por la aprioridad y que ha sido comprendido por Platón como idea. Con la interpretación platónica del ser como idea comienza, por lo tanto, la metafísica. Ésta marca, en lo sucesivo, la esencia de la filofilosofía occidental. Su historia es, desde Platón hasta Nietzsche, historia de la metafísica. Y puesto que la metafísica comienza con la interpretación del ser como “idea” y esta interpretación continúa siendo determinante, toda filosofía es, desde Platón, “idealismo”, en el sentido univoco de la palabra según el cual el ser se busca en la idea, en lo que tiene el carácter de idea y en lo ideal. Por lo tanto, visto desde el fundador de la metafísica, puede decirse: toda filosofía occidental es platonismo. metafísica, idealismo, platonismo, significan, en esencia, lo mismo. Siguen siendo determinantes incluso cuando se imponen contramovimientos e inversiones. En la historia de Occidente, Platón se convierte en el prototipo del filósofo. Nietzsche no sólo ha designado a su filosofía como inversión del platonismo. El pensamiento de Nietzsche era y es en todas partes un único y con frecuencia discrepante diálogo con Platón. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Las experiencias fundamentales del pensador tampoco provienen de su disposición ni de su formación, sino que acontecen desde la esenciante verdad del ser, y es el estar transferido al ámbito de ésta lo que constituye aquello que corrientemente y desde una perspectiva exclusivamente histórico-biográfica y antropológico-psicológica se conoce como la “existencia” de un filósofo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

El filósofo no cree. Cuando el filósofo plantea la cuestión del tiempo, entonces está dispuesto a comprender el tiempo a partir del tiempo, concretamente a partir del aei, concepto que se presenta como eternidad, pero que en el fondo constituye un mero derivado de la esfera temporal. Heideggeriana: BZ

El filósofo no cree. Si el filósofo pregunta por el tiempo, entonces está resuelto a comprender el tiempo a partir del tiempo, o bien a partir del aei, que tiene aspecto de eternidad, pero que se devela como un mero derivado del ser-temporal. Heideggeriana: BZ

Substantiam ipsam potentia activa et passiva primitivis praeditam, veluti to. Ego vel simile, pro indivisibili seu perfecta monade habeo, non vires illas derivatas quae continue aliae atque aliae reperientiur (Carta a de Volder, cartesiano y filósofo en la Universidad de Leyden, 20 de junio de 1703. Gerh. II, 251; Buchenau II, 325). “Cuando tiene el carácter originario del impulso, pienso la propia substancia como una mónada indivisible y completa, equiparable a nuestro yo …” Heideggeriana: CursoMarburgo

Pero, ¿con qué vara tenemos y debemos medir a la ciencia? Esa es la cuestión que debe ser la decisión. Esta ya había sido, de inmediato, algo vivo antes de la irrupción de la Primera Guerra Mundial, para un pequeño círculo de jóvenes alemanes. Su más grande exhortador, aún no del todo comprendido, fue Federico Nietzsche, el último gran filósofo de los alemanes. Heideggeriana: UniversidadeAlema2

Pero, a final de este siglo, anticipando de lejos lo venidero, se paraba solitario, el filósofo. Y sin embargo la decisión acerca del sentido de la ciencia y sobre la esencia de la universidad, no cabía que se la tomase aún (noch konnte nicht fallen). Heideggeriana: UniversidadeAlema2

El filósofo no se da una relación con el absoluto, sino que se olvida en esta relación, que ya es. Pero el olvidarse (es) su intervención y no nada. Heideggeriana: HegelFenomenologia

Así pues, podría esperarse “una buena definición del nihilismo” de una explicación de línea, si el esfuerzo humanamente posible por la curación pudiera compararse a un cortejo trans lineam. Es cierto que usted acentúa que el nihilismo no puede equipararse a la enfermedad, como tampoco al caos y a lo malo. El nihilismo mismo, como tampoco el agente cancerígeno, no son algo enfermizo. Respecto a la esencia del nihilismo no hay ninguna perspectiva y ninguna pretensión razonable de curación. Sin embargo, su escrito mantiene un estilo médico, como ya indica la división en pronóstico, diagnóstico, terapia. El joven Nietzsche llama una vez al filósofo el “médico de la cultura” (WW X, pág. 225). Pero ahora ya no se trata sólo de la cultura. Usted dice con razón: “El todo está en juego”. “Se trata del planeta en general” (pág. 47). El curar sólo puede referirse a las consecuencias malignas y a los fenómenos amenazadores que acompañan a este proceso planetario. Tanto más urgentemente necesitamos el conocimiento y el reconocimiento del agente, es decir, de la esencia del nihilismo. Tanto más necesario es el pensar, suponiendo que sólo en el pensar correspondiente se prepare una experiencia suficiente de la esencia. (388) Pero, en la misma medida en que se desvanecen las posibilidades de una curación inmediatamente eficaz, se ha reducido también la capacidad del pensar. La esencia del nihilismo no es ni curable ni incurable. Es lo sin cura, pero en cuanto tal es, sin embargo, una remisión única a la cura. Si el pensar debe acercarse al ámbito de la esencia del nihilismo, entonces será necesariamente previo y, por tanto, otro. Heideggeriana: PreguntaSer

Platón dice (Teeteto 155 d): “Verdaderamente es por completo de un filósofo este pathos – el asombro; pues no hay ningún otro desde-dónde (Woher) que domine la filosofía, fuera de éste”. Heideggeriana: QueFilosofia

Hegel dice en la introducción a las Lecciones sobre la historia de la filosofía pronunciadas en Berlín: “La historia que tenemos frente a nosotros es la historia del proceso en que el pensamiento se encuentra a sí mismo” (ed. Hoffmeister 1940, t. I, p.81, nota). “Pues la historia de la filosofía expone sólo la filosofía misma” (Ibídem, p. 235 s.). Según esto, la filosofía como el autodespliegue del Espíritu hacia el saber absoluto y la historia de la filosofía son para Hegel lo mismo. Ningún filósofo anterior a Hegel había alcanzado semejante concepción fundamental de la filosofía, la cual hace posible y exige que la filosofía se mueva al mismo tiempo en su historia y que este movimiento sea la filosofía misma. Pero, según una frase de Hegel en su primera lección dictada aquí en Heidelberg (i), la “meta” de la filosofía es la “verdad” (ib. p. 14). Heideggeriana: HegelGregos

SPIEGEL: Siempre ha sido, claro está, un malentendido de la filosofía pensar que el filósofo debía producir directamente con su filosofía algún tipo de efecto. Volvamos al principio. ¿No cabría entender el nacionalsocialismo como la realización de ese “encuentro planetario”, por un lado, y, por otro, como la última, peor, más fuerte y a la vez más importante protesta contra ese encuentro de la “técnica planetariamente establecida” y el hombre moderno? Manifiestamente hay en Vd. una tensión interna, pues muchos productos secundarios de su actividad no pueden verdaderamente explicarse más que porque Vd. se agarra con distintas partes de su ser, que no afectan al meollo filosófico, a muchas cosas que, como filósofo, sabe que no tienen consistencia, tales como los conceptos de “patria”, “arraigo” o similares. ¿Cómo se armoniza esto, técnica planetaria y patria? HEIDEGGER: Yo no diría eso. Me parece que Vd. toma la técnica como algo demasiado absoluto. Yo veo la situación del hombre en el mundo de la técnica planetaria no como un destino inextricable e inevitable, sino que, precisamente, veo la tarea del pensar en cooperar, dentro de sus límites, a que el hombre logre una relación satisfactoria con la esencia de la técnica. El nacionalsocialismo iba sin duda en esa dirección; pero esa gente era demasiado inexperta en el pensamiento como para lograr una relación realmente explícita con lo que hoy acontece y que está en marcha desde hace tres siglos. SPIEGEL: Esa explícita relación, ¿la tienen hoy los norteamericanos? HEIDEGGER: Tampoco la tienen. Están todavía enredados en un pensamiento que, como buen pragmatismo, ayuda sin duda al operar y manipular técnico, pero al mismo tiempo obstruye el camino de una reflexión sobre lo peculiar de la técnica moderna. Entretanto en los EE. UU. se suscitan aquí y allí intentos de liberarse del pensamiento pragmático-positivista. ¿Y quién de nosotros puede decidir si un día en Rusia y en China no resurgirán antiguas tradiciones del “pensamiento”, que colaboren a hacer posible para el hombre una relación libre con el mundo técnico? SPIEGEL: Pero si nadie la tiene y si el filósofo no puede dársela… HEIDEGGER: Hasta dónde podrá llegar mi pensamiento y en qué medida vaya a ser acogido y fructifique, es algo que no depende de mí. En 1957, en una conferencia titulada “El principio de identidad”, que pronuncié con ocasión del jubileo de la Universidad de Friburgo, me atreví a mostrar en unos pocos pasos en qué medida, a una experiencia pensante de aquello en lo que descansa lo peculiar de la técnica moderna, se le abre la posibilidad de que el hombre experimente la relación con una exigencia, que no sólo puede oír, sino que él mismo pertenece a ella. Mi pensamiento está en una ineludible relación con la poesía de Hölderlin. Tengo a Hölderlin no por un poeta cualquiera cuya obra es, junto a otras muchas, tema de los historiadores de la literatura. Hölderlin es para mí el poeta que enseña el futuro, que espera al dios, y que, por tanto, no puede quedar como mero objeto de investigación histórico-literaria. Heideggeriana: DerSpiegel

SPIEGEL: Profesor, nosotros realmente siempre partiríamos de la posición optimista de que algo se comunica, de que algo se puede traducir, pues, cuando cesa el optimismo de que determinados pensamientos pueden comunicarse por encima de las fronteras lingüísticas, amenaza el provincianismo. HEIDEGGER: ¿Calificaría Vd. de “provinciano” al pensamiento griego frente al modo de conceptuar del Imperio romano? Las cartas comerciales pueden traducirse a todos los idiomas. Las ciencias – que para nosotros hoy significan las ciencias de la naturaleza con la física matemática como ciencia fundamental – son traducibles a todas las lenguas, o, mejor dicho, no se traducen, sino que hablan el mismo lenguaje matemático. Estamos rozando aquí un campo amplio y difícil de recorrer. SPIEGEL: Quizá esto entre también en este tema: en este momento, hay, sin exageración, una crisis del sistema democrático parlamentario. La hay desde hace mucho. Especialmente en Alemania, pero no sólo en Alemania. La hay también en los países clásicos de la democracia, Inglaterra y Norteamérica. En Francia ya no hay crisis. La pregunta es: ¿no pueden venir de los pensadores, si Vd. quiere como productos secundarios, indicaciones de que este sistema tiene que ser sustituido por otro y qué aspecto deba tener el nuevo, o indicaciones de que tiene que ser posible una reforma, y también de cómo podría hacerse? De lo contrario, seguimos en lo mismo: que el hombre no educado filosóficamente – que es normalmente quien tiene el control de la situación (aunque él no la haya dispuesto así) y quien está controlado por la situación – saque conclusiones falsas, y quizá incluso tome decisiones espantosas. Así pues, ¿no debería el filósofo estar dispuesto a pensar cómo pueden los hombres arreglar su convivencia en este mundo, que ellos mismos han tecnificado y que quizá les supera? ¿No se espera con razón del filósofo que dé indicaciones de cómo imagina él una vida posible? Y si no lo hace, ¿no falta el filósofo a una parte, que por mí puede ser pequeña, de su oficio y de su vocación? HEIDEGGER: Por lo que yo veo, un individuo no está en condiciones de captar la totalidad de mundo con el pensamiento como para poder dar orientaciones prácticas; y esto es así incluso en lo que se refiere a la tarea de encontrar una nueva base para el propio pensamiento. En la medida en que, de cara a la gran tradición, se toma a sí mismo en serio, se le exige demasiado al pensamiento si tiene que aplicarse a dar orientaciones. ¿Con qué derecho podría hacerlo? En el ámbito del pensamiento no hay argumentos de autoridad. La única medida del pensamiento proviene de la cosa misma que ha de pensar. Pero ésta es ante todo problemática. Para hacer comprensible esta situación sería necesario ante todo una dilucidación de las relaciones entre la filosofía y las ciencias, cuyos resultados técnico-prácticos hacen que un pensamiento al estilo de la filosofía aparezca hoy cada vez más como algo superfluo. A la difícil situación en la que, respecto de su propia tarea, el pensamiento se encuentra, corresponde una extrañeza, nutrida precisamente de la posición preponderante de las ciencias, ante el pensamiento que tiene que rehusar responder a las cuestiones prácticas e ideológicas, que la actualidad exige. Heideggeriana: DerSpiegel

¿Qué consecuencia práctica sacar de este estado de hecho? Dicho de otra manera: ¿qué le queda por hacer al filósofo? El presente seminario constituye ya una forma de respuesta. “Es por lo que estoy aquí”, dice Heidegger. Se trata para algunos de trabajar incansablemente fuera de toda publicidad para mantener vivo un pensamiento atento al ser, sabiendo que este trabajo debe tender a fundar en un futuro lejano una posibilidad de tradición – entendiendo bien que no es en diez o veinte años que se puede dejar de lado una herencia bimilenaria. Heideggeriana: SeminarioThor1969

Wisser: Nietzsche dijo un día que el filósofo era la mala conciencia de su tiempo. Poco importa lo que Nietzsche entendía por eso. Pero si se considera el intento que usted hace de ver a la historia filosófica del pasado como una historia de la decadencia con respecto al Ser, y por lo tanto de «destruirla», más de uno podría verse tentado de llamar a Heidegger la mala conciencia de la filosofía occidental. ¿En qué consiste para usted el signo más característico, por no decir el monumento más característico, de lo que usted llama el «olvido del ser» y el «abandono del Ser»? Heidegger: Primeramente debo corregir un aspecto de su pregunta, cuando habla de la «historia de la decadencia». ¡Esta expresión no está empleada en un sentido negativo! Yo no hablo de una historia de la decadencia, sino solamente del destino (Geschick) del Ser en la medida en que se retira cada vez más en relación a la manifestación del Ser en los griegos, hasta que el Ser se vuelve una simple objetividad para la ciencia y actualmente un simple fondo de reserva (Bestand) para el dominio técnico del mundo. Entonces: nos encontramos no en una historia de la decadencia, sino en un retiro del Ser. El signo más característico del olvido del Ser – y el olvido debe siempre ser pensado aquí a partir del griego, de la lethé, es decir del hecho de que el Ser se sustrae, se vela – y bien, el signo más característico de este destino que es el nuestro es – por cuanto solamente puedo vislumbrarlo- el hecho de que la pregunta por el Ser que planteo todavía no fue comprendida. Heideggeriana: Wisser

P. Se lo considera a usted como el último filósofo de la tradición occidental, aquel con quien termina esta tradición, y también como el que ha pretendido abrir una nueva manera de preguntar. Hoy día la crisis de la universidad está acompañada de una gran desconfianza en cuanto al sentido mismo de la filosofía. Para muchos ésta ya no tiene más razón de ser, ha llegado a ser inútil… Heidegger: Pero éste ha sido siempre mi pensamiento. En mi curso ‘Introducción a la Metafísica’ de 1935, ya lo había sostenido: la filosofía es siempre intempestiva. Es una locura. P. ¿Una locura? Heidegger: La filosofía es esencialmente intempestiva puesto que le corresponden aquellas cosas originales cuyo destino es no poder encontrar resonancias inmediatas. P. ¿Qué representa, pues, la filosofía? Heidegger: Es una de las raras posibilidades de existencia autónoma y creadora. Su tarea original es la de hacer las cosas más pesadas y difíciles. P. ¿Puede entonces, según usted, jugar un papel en la transformación del mundo, como lo pretendía Karl Marx? Heidegger: La filosofía no puede jamás de una manera inmediata aportar las fuerzas o crear las formas de acción y las condiciones que susciten una acción histórica. P. Pero, entonces, cuál es su sentido? Heidegger: No es un ‘saber’ que se pueda adquirir y utilizar directamente. No concierne jamás sino a un reducido número de personas. No puede ser apreciada por criterios comunes. No se puede hacer nada con ella: por el contrario, es ella la que puede hacer algo de nosotros si nos comprometemos con ella. P. Puede precisar mejor lo que quiere decir? Heidegger: En el curso de su desarrollo histórico, los pueblos se hacen siempre muchas preguntas. Pero es solamente la pregunta ‘¿por qué es el ser y no más bien la nada?’ la que ha decido todo el destino del mundo occidental: a través de las respuestas que le fueron dadas por los presocráticos hace más de dos mil quinientos años. Y sin embargo, el sentido de esta pregunta no inquieta más a nadie. Heideggeriana: Towarnicki

P. Se le ha reprochado algunas veces la distancia que parece tomar con relación a los sucesos de la historia mundial. Heidegger: El pensamiento está siempre un poco solitario. Cuando se lo compromete se lo puede desviar. Le diré una cosa. Lo aprendí en 1933 durante mi rectorado, en un momento trágico de la historia alemana. Me sentí engañado ¿Un filósofo comprometido es aún filósofo? La manera como realmente la filosofía actúa sobre los hombres y la historia, el filósofo mismo ¿qué sabe de ello? La filosofía no se deja organizar. Heideggeriana: Towarnicki

P. Se habla frecuentemente de una influencia que habría ejercido sobre usted – y en particular sobre la génesis de ‘Ser y Tiempo’ – la obra del marxista húngaro György Lukács. Heidegger: Creo que no soy muy estimado por Lukács. P. No obstante se han hecho cursos en París sobre el tema ‘Heidegger y Lukács, puntos de convergencia y divergencia’. Heidegger: Me siento sorprendido. Me dan deseos de reír. En el número de Der Spiegel de marzo de 1966, Lukács me trata de filósofo fascista. De otra parte no me acuerdo de haber leído a Lukács antes de escribir ‘Ser y Tiempo’. No, no lo leí. P. ¿Y él lo leyó a usted en esa época? Heidegger: Pues no lo sé. Heideggeriana: Towarnicki

P. Es a través de su libro ‘El Ser y la Nada’ como muchos lo descubrieron a usted en Francia después de la liberación. Y también el existencialismo le ha hecho su ‘padre’. Heidegger: El existencialismo es de alguna manera un contrasentido. Pero Sartre no ha sido responsable. Lo estimo mucho. Para un filósofo alemán es asombroso un hombre que sabe expresarse, a la vez, filosóficamente y por medio de la novela, el teatro y el ensayo. He sido muy sensible a esta facultad de los franceses. Fue un príncipe japonés que trabajó en mi casa hacia 1929 quien llevó mi obra a Sartre en París. Por el contrario, no pude leer ‘El Ser y la Nada’ sino hasta 1945. Heideggeriana: Towarnicki