René Guénon: ENVOLTURAS DA ALMA
Las cinco funciones o acciones vitales se denominan vâyus, aunque, hablando propiamente, no sean el aire o el viento ( en efecto, ese es el sentido general de la palabra vâyu o vâta, derivado de la raíz verbal vâ, ir, moverse, y que designa habitualmente el elemento aire, cuya movilidad es una de sus propiedades características )1, tanto más cuanto que se refieren al estado sutil y no al estado corporal; sino que son, como acabamos de decirlo, modalidades del “soplo vital” ( prana, o más generalmente ana )2, considerado principalmente en sus relaciones con la respiración. Son: 1a, la aspiración, es decir, la respiración considerada como ascendente en su fase inicial ( prana, en el sentido más estricto de esta palabra ), y atrayendo los elementos todavía no individualizados del ambiente cósmico, para hacerlos participar en la consciencia individual, por asimilación; 2a, la inspiración, considerada como descendente en una fase siguiente ( apâna ) por la que esos elementos penetran en la individualidad; 3a, una fase intermediaria entre las dos precedentes ( vyâna ), que consiste, por una parte, en el conjunto de las acciones y reacciones recíprocas que se producen al contacto entre el individuo y los elementos ambientales, y, por otra, en los diversos movimientos vitales que resultan de ello, y cuya correspondencia en el organismo corporal es la circulación sanguínea; 4a, la expiración ( udâna ), que proyecta el soplo, transformándole, más allá de los límites de la individualidad restringida ( es decir, reducida únicamente a las modalidades que se desarrollan comúnmente en todos los hombres ), al dominio de las posibilidades de la individualidad extensa, considerada en su integralidad3; 5a, la digestión, o la asimilación substancial íntima ( samâna ), por la que los elementos absorbidos devienen parte integrante de la individualidad4. Se especifica claramente que en eso no se trata de una simple operación de uno o de varios órganos corporales; es fácil darse cuenta, en efecto, de que todo eso no debe comprenderse solo de las funciones fisiológicas analógicamente correspondientes, sino más bien de la asimilación vital en su sentido más extenso.
René Alleau: ASPECTS DE L’ALCHIMIE TRADITIONNELLE
O fato que, desde o início, a alquimia se propôs tornar o cinábrio comestível ou o ouro potável não parece ter retido a atenção dos autores. Eis aí, no entanto, um dado essencial pois a noção de «transmutação» dos «elementos» é extremamente próxima daquela da «assimilação» dos «alimentos». Ora esta assimilação é, a princípio, uma concepção mágica. O alimento contém espíritos. Se comemos o fígado ou os testículos de um guerreiro, participamos da essência de sua bravura, de seu poder, de sua «força vital». Do mesmo modo, se o mundo natural é concebido como um grande animal, certos ossos deste animal, a saber pedras escolhidas com discernimento, conterão o «Sopro» de sua energia e a absorção deste «sopro» conferirá ao mago os poderes mais diversos sobre a natureza. Então, será fácil «comandar o trovão», «fazer» chover, «voar sobre as asas do vento».
Uno podrá remitirse aquí a lo que hemos dicho, en una nota precedente, a propósito de las diferentes aplicaciones del término hebreo Ruahh, que corresponde bastante exactamente al sánscrito vâyu. ↩
La raíz an se encuentra, con la misma significación en el griego anemos, “soplo” o “viento”, y en el latín anima “alma”, cuyo sentido propio y primitivo es exactamente el de “soplo vital”. ↩
Hay que destacar que la palabra “expirar” significa a la vez “arrojar el soplo” ( en la respiración ) y “morir” ( en cuanto a la parte corporal de la individualidad humana ); estos dos sentidos están uno y otro en relación con el udâna del que se trata aquí. ↩
Brahma-Sûtras, 2 Adhyâya, 4 Pâda, sûtras 8 a 13. — Cf. Chhândogya Upanishad, 5 Prapâthka, 19 a 23 Khandas: Maitri Upanishad, 2 Prapâthka, shruti 6. ↩