visión

¿Qué sucedería si la objetividad de aquel espacio cósmico resultara ser el absoluto correlato de la subjetividad de una conciencia extraña a la antigüedad que precedió a los modernos tiempos europeos? Aun si reconociéramos la diversidad de la experiencia espacial entre los antiguos, ¿obtendríamos con ello la VISIÓN primaria sobre la mismidad del espacio? Heideggeriana: ArteEspacio

Husserl había venido a Friburgo en 1916, como sucesor de Heinrich Rickert, que ocuparía la cátedra de Windelband en Heidelberg. La enseñanza de Husserl tenía lugar en forma de una ejercitación gradual en la “VISIÓN” fenomenológica, que reclamaba, por su parte, tanto dejar a un lado el uso no probado de conocimientos filosóficos como la renuncia a introducir en el coloquio la autoridad de los grandes pensadores. Con todo, tanto menos me pude separar yo de Aristóteles y de otros pensadores griegos cuanto con mayor precisión recogía los frutos de una interpretación de los escritos aristotélicos, en virtud de mi creciente familiaridad con la VISIÓN fenomenológica. Es verdad, sin embargo, que yo no podía sospechar, así de primeras, las consecuencias decisivas que habría de aportar esta renovada atención a Aristóteles. Heideggeriana: CaminoFenomenologia

Cuando a partir de 1919 yo mismo, enseñando y aprendiendo en la cercanía de Husserl, me ejercité en la VISIÓN fenomenológica y puse a prueba a la vez una comprensión de Aristóteles diversa a la habitual, se despertó de nuevo mi interés por las Investigaciones lógicas, y sobre todo por la sexta, de la primera edición. La distinción allí elaborada entre intuición sensible y categorial se me reveló en todo su alcance como capaz de determinar el “múltiple significado del ente”. Heideggeriana: CaminoFenomenologia

Ahora bien, la última y peor de las confusiones consistiría en querer explicar la frase sobre la esencia exsistente del hombre como si fuera la aplicación secularizada y trasladada al hombre de una idea sobre dios expresada por la teología cristiana (Deus est ipsum esse); en efecto, la ex-sistencia no es la realización de una esencia ni mucho menos produce o pone ella lo esencial. Si se entiende el “proyecto” mencionado en Ser y tiempo como un poner representador, entonces lo estaremos tomando como un producto de la subjetividad, esto es, estaremos dejando de pensar la “comprensión del ser” de la única manera que puede ser pensada en el ámbito de la “analítica existencial” del “ser-en-el-mundo”, esto es, como referencia extática al claro del ser. Pero también es verdad que concebir y compartir de modo suficiente ese otro pensar que abandona la subjetividad se ha vuelto más difícil por el hecho de que a la hora de publicar Ser y tiempo no se dio a la imprenta la tercera sección de la primera parte, “Tiempo y ser” (vid. Ser y tiempo, p. 39). Allí se produce un giro que lo cambia todo. Dicha sección no se dio a la imprenta porque el pensar no fue capaz de expresar ese giro con un decir de suficiente alcance ni tampoco consiguió superar esa dificultad con ayuda del lenguaje de la metafísica. La conferencia “De la esencia de la verdad”, que fue pensada y pronunciada en 1930 pero no se publicó hasta 1943, permite obtener una cierta VISIÓN del pensar del giro que se produce de Ser y tiempo a “Tiempo y ser”. Dicho giro no consiste en un cambio del punto de vista de Ser y tiempo, sino que en él es donde ese pensar que se trataba de obtener llega por vez primera a la dimensión desde la que se ha experimentado Ser y tiempo, concretamente como experiencia fundamental del olvido del ser. Heideggeriana: CartaHumanismo

Un renovado estudio de los tratados aristotélicos (en especial, del noveno libro de la Metafísica y del sexto libro de la Ética Nicomaquea) entregó la VISIÓN del aletheuein como desocultar (entbergen) y la caracterización de la verdad como desocultamiento Unverborgenheit), a que todo mostrarse del ente pertenece. (NT: Los estudios aristotélicos a que se refiere Heidegger, y que están acreditados por su propia enseñanza en Freiburg y Marburg, se extienden desde 1921 a 1924. La comprensión de aletheia como desocultamiento se configura por primera vez a fines de 1922, en la traducción de textos de la Etica Nicomaquea.) Cierto es que se piensa demasiado poco o incluso nada, cuando se contenta uno con la constatación: Heidegger concibe la verdad como desocultamiento. Como si con la aletheia no compareciese recién de modo liminar y aproximado lo propiamente digno de pensar. Tampoco ayuda al asunto proponer, en vez de “desocultamiento”, la traducción “desolvido” (Unvergessenheit). Pues el “olvido” tiene que ser pensado a la griega, como retirada (Entzug) en el ocultamiento. De modo correspondiente, el fenómeno contrario del olvidar, el recordar, tiene que ser interpretado a la griega: como procuración, como solicitación de lo desoculto. La anamnesis de las ideas de Platón quiere decir: el volver-a-tener-visión, el desocultar, a saber, el ente en su aspecto. Heideggeriana: CartaPrologo

Cuando Nietzsche mantiene firme como VISIÓN filosófica fundamental ese reconocimiento de la voluntad de poder en el sentido de “hecho último”, se contenta con la caracterización del ser como un ente distinguido que posee el carácter de un hecho. El carácter de hecho no es pensado como tal. El atenerse a la VISIÓN fundamental lo aparta, precisamente, del camino hacia el pensar el ser en cuanto tal. La VISIÓN fundamental no ve el camino. Heideggeriana: NiilismoSer

Ahora bien, la metafísica de Nietzsche descansa sobre la VISIÓN fundamental, expresamente llevada a cabo, de que el ente en cuanto tal es y de que sólo el ente así reconocido proporciona al pensar, en cuanto pensar que es, independientemente de lo que piense, la garantía de su posibilidad. La experiencia fundamental de Nietzsche dice: el ente es el ente en cuanto voluntad de poder en el modo del eterno retorno de lo mismo. En cuanto que es de tal modo, no es nada. De acuerdo con ello, el nihilismo, según el cual del ente en cuanto tal no habría nada, queda excluido de los fundamentos de esa metafísica Por lo tanto, ésta, según parece, ha superado el nihilismo. Heideggeriana: NiilismoSer

Si el ser mismo permanece impensado, esto parece radicar en el pensar, en la medida en que al pensar no le importa nada el ser mismo. El pensar omite algo. No obstante, la metafísica piensa el ser del ente. Conoce el ser a partir de sus conceptos fundamentales de essentia (esencialidad (Wesenheit)) y existentia (existencia (Dasein)). Pero sólo tiene conocimiento del ser para conocer a partir de él el ente en cuanto tal. En la metafísica el ser ni se pasa por alto ni pasa inadvertido. Y sin embargo, su VISIÓN del ser no lo admite como algo propiamente pensado; para ello, el ser en cuanto ser mismo tendría que ser admitido por la metafísica como lo que ella tiene que pensar. El ser queda en la VISIÓN de los conceptos, queda incluso en el aparecer del concepto absoluto mediante la dialéctica especulativa, y sin embargo permanece impensado. Así pues, podría concluirse, la metafísica rechaza el ser como lo que propiamente hay que pensar. Heideggeriana: NiilismoSer

¿Cómo debemos comprender esto de que el ser mismo permanece fuera? ¿Quizás en el sentido de que el ser, al modo de un ente, se detiene en algún lugar y por alguna razón, porque le está obstruido el camino, no llega hasta nosotros? Pero sin embargo, en la metafísica y para ella el ser está en la VISIÓN: en cuanto ser del ente. Heideggeriana: NiilismoSer

Sea o no un preservar del ser mismo que lo rehúsa, en la ocultación esencia algo así como un sustraerse del ser mismo, de manera tal que éste, al mismo tiempo, permanece en una VISIÓN: en cuanto ser del ente. La sustracción como la cual esencia el ser mismo no le arrebata el ser al ente. A pesar de ello, el ente, precisamente cuando es en cuanto tal y sólo es así, está en la sustracción del ser mismo. Nosotros decimos: el ente está abandonado por el ser mismo. El abandono por parte del ser concierne al ente en su totalidad, no sólo al ente del tipo del hombre, que representa al ente en cuanto tal y en cuyo representar el ser mismo se le sustrae en su verdad. Heideggeriana: NiilismoSer

¿Pensada desde esta VISIÓN, es la esencia del nihilismo algo abstracto? ¿O esto que esencia de la histhistoria del ser mismo es el acontecer a partir del cual acontece (geschieht) ahora toda historia (Geschichte)? ¿El hecho de que toda historiografia, incluso la que posee el rango y la amplitud de miras de Jakob Burckhardt, no sepa ni pueda saber nada de todo esto, es una prueba suficiente de que esta esencia del nihilismo no “es”? Si la metafísica de Nietzsche no sólo interpreta el ser como un valor desde el ente en el sentido de la voluntad de poder, si piensa además a la voluntad de poder como el principio de una nueva posición de valores y comprende a ésta como una superación del nihilismo, entonces en ese querer superar se expresa el más extremo quedar enredada de la metafísica en lo impropio del nihilismo, de manera tal que con ese quedar enredada se cierra el paso a su propia esencia y así, en la forma de una superación del nihilismo, le da a éste, sólo entonces, la eficiencia de su inesencia desencadenada. Heideggeriana: NiilismoSer

Puesto que el permanecer fuera del ser es la historia del ser y por tanto la historia propiamente existente, el ente en cuanto tal, y especialmente en la época del dominio de la inesencia del nihilismo, cae en lo ahistórico. Signo de ello es la emergencia de la historiografía, que pretende ser la representación determinante de la historia. Toma a ésta como algo pasado y explica su surgimiento como una conexión de efectos causalmente demostrable. Lo pasado que se ha objetivado de tal manera mediante el relato y la explicación aparece en el círculo visual de aquel presente que lleva a cabo en cada caso la objetivación y que, a lo sumo, se explica a sí mismo como producto del acontecer pasado. Qué son los hechos y qué la facticidad, qué sea en general el ente en este tipo de pasado, es algo que ya se cree saber, puesto que la objetivación llevada a cabo por la historiografía siempre sabe aducir algún material de hechos y presentarlo en una VISIÓN fácilmente comprensible y, sobre todo, “actual”. Heideggeriana: NiilismoSer

Un entramado comprime, estrecha y obstruye la VISIÓN directa a través de lo entretejido. Al mismo tiempo, sin embargo, el entramado que nombra la fórmula es la cuestión propia del habla. Por ello, no podemos alejar la mirada de este entramado que aparenta comprimirlo todo a un asunto inextricable. La fórmula debe más bien animar nuestra reflexión para que intente, no, claro está, eliminar el entramado, sino destejerlo de tal modo, que conceda la VISIÓN al libre mutuo-pertenecerse de las relaciones que la fórmula nombra. Quizás el entramado está atravesado por un lazo que, de modo siempre desconcertante, desteje y libera el habla a su ser propio. Se trata de experimentar el lazo que desteje en el entramado del habla. Heideggeriana: CaminhoLinguagem

Cada oyente de las conferencias aquí esbozadas debería haber pensado y tener presente el sorprendente ensayo de Wilhelm von Humboldt: difícil de penetrar, oscuro y oscilante en sus conceptos fundamentales, pero siempre estimulante. Así se nos abriría un horizonte común para la VISIÓN del habla. Esto es algo que falta. Debemos conformarnos con esta carencia. Bastará con no olvidarlo. Heideggeriana: CaminhoLinguagem

Humboldt dice aquí que ve lo esencial del habla en el acto de hablar. ¿Dice también lo que el habla, considerada así, es como tal habla? ¿Lleva él el hablar al habla en tanto que habla? Dejamos intencionalmente la pregunta sin contestación pero observamos lo siguiente: Humboldt representa el habla como una particular “labor del espíritu”. Guiado por esta VISIÓN, sigue tras de aquello como lo cual se muestra el habla, es decir, lo que es. Esto, lo que algo es, se denomina esencia. Desde el momento en que se sigue y se delimita el trabajo del espíritu con respecto al hecho que produce el habla, su esencia, entendida de este modo, debe destacar más claramente. Con todo, el espíritu vive — también en el sentido de Humboldt — en otras actividades y logros. Pero si el habla se considera una de ellas, entonces no se hace la experiencia del habla desde lo que le es propio — desde el habla — sino que se la remite a otra cosa. Esta otra cosa, de todos modos, es demasiado significativa como para que nos esté permitido omitirla en una reflexión acerca del habla. ¿Qué actividad tiene en vista Humboldt cuando concibe el habla como labor del espíritu? Algunas frases al comienzo del párrafo 8. contestan: “El habla debe considerarse no como un producto (ein Erzeugtes) muerto sino como una producción (eine Erzeugung); debe ser abstraída de lo que efectúa en tanto que designación de objetos y mediación, en cambio, debe volverse con mayor cuidado a su origen, que está estrechamente entretejido en la actividad interna del espíritu y en su influencia recíproca.” Heideggeriana: CaminhoLinguagem

“Cuando, en el alma, despierta verdaderamente el sentimiento de que el habla no es un mero medio de intercambio para la comprensión recíproca, sino un verdadero mundo que el espíritu debe poner entre sí y los objetos a través de la labor interna de su fuerza, entonces el alma se halla en el verdadero camino para encontrar y poner siempre aún algo más en el habla.” La labor del espíritu, según la enseñanza del idealismo moderno es el “poner” (Setzen). Dado que se concibe el espíritu como sujeto, y es representado así en el esquema sujeto-objeto. el “poner” (tesis) debe ser la síntesis entre el sujeto y sus objetos. Lo que está “puesto” así da una VISIÓN de los objetos en su totalidad. Lo que produce la fuerza del sujeto, lo que “pone” entre sí y los objetos merced a la labor, lo denomina Humboldt un “mundo” . En semejante “VISIÓN del mundo” una humanidad particular alcanza su propia expresión. Heideggeriana: CaminhoLinguagem

¿Por qué contempla ahora Humboldt el habla como mundo y VISIÓN del mundo? Porque su camino al habla está determinado no tanto desde el habla en cuanto tal, sino desde el intento de representar históricamente el todo del desarrollo histórico-espiritual del hombre en su totalidad a la vez que en su individualidad concreta. En el fragmento de una autobiografía del año 1816, Humboldt escribe: “Asir el mundo en su individualidad y totalidad, esto es precisamente mi intento.” Heideggeriana: CaminhoLinguagem

Un entendimiento 😮 del mundo así orientado puede nutrirse de fuentes diversas, porque la fuerza del espíritu en la expresión de sí misma es activa de múltiples modos. Como una de las fuentes principales, Humboldt reconoce y elige el habla. No es, con todo, la única VISIÓN del mundo configurado por la subjetividad humana, pero es aquella a cuya fuerza acuñadora hay que reconocer un valor especialmente determinante para la historia del desarrollo del hombre. El título del tratado de Humboldt nos habla ahora más claramente en relación a su camino al habla. Heideggeriana: CaminhoLinguagem

Humboldt trata “de la diversidad de la estructura del habla humana” y trata de ella en la medida en que “el desarrollo espiritual de la especie humana” se halla bajo “su influencia”. Humboldt lleva el habla al habla como una clase y forma de VISIÓN del mundo elaborada a través de ella (del habla) en la subjetividad humana. Heideggeriana: CaminhoLinguagem

Si reflexionamos tras del habla como tal habla, abandonamos el modo de considerar el habla hasta ahora vigente. No podemos ya proveernos de representaciones generales como energía, actividad, labor, fuerza del espíritu, VISIÓN del mundo, expresión; para depositar en ellos el habla como un caso especial de esta generalidad. En lugar de explicar el habla como esto o aquello y huir así del habla, el camino hacia ella quisiera que el habla se experimentara como tal habla. En la esencia del habla, ella, el habla, está ciertamente com-prendida (be-griffen) — pero está aprehendida por algo distinto a ella misma. Si, en cambio, atendemos solamente al habla en cuanto habla, entonces ella requiere de nosotros, ante todo, que pongamos en evidencia todo aquello que pertenece al habla como tal. Heideggeriana: CaminhoLinguagem

La incapacidad de la VISIÓN del pensamiento que aquí se desvela. la de hacer la experiencia de la unidad unitiva de la esencia del habla. viene de tiempos remotos. Por esto esta unidad ha permanecido sin nombre. Los nombres tradicionales para lo que se entiende por el título “habla”. la nombran siempre sólo en una u otra de las perspectivas que permite el despliegue del habla. Heideggeriana: CaminhoLinguagem

El contenido del poema podría desgranarse con aún más claridad, su forma delimitarse aún más nítidamente, pero si procediéramos de este modo permaneceríamos fijados en una representación del habla que rige desde hace milenios. Según esta representación el habla es la expresión por el hombre de estados de ánimo internos y de la VISIÓN del mundo que los guía. ¿Se puede romper esta inamovible representación del habla? ¿Por qué debe ser rota? En su esencia el habla no es ni expresión ni actividad del hombre. El habla habla. Buscamos ahora el hablar del habla en el poema. Así, lo buscado reside en lo poético de lo hablado. Heideggeriana: Linguagem1950

Lo que importa no es proponer una nueva VISIÓN acerca del habla. Todo consiste en aprender a morar en el hablar del habla. Para ello es precisa una comprobación constante de si y de hasta dónde somos capaces de lo que le es propio a la Correspondencia: la anticipación en la retención. Porque: El hombre habla sólo en cuanto que Corresponde al habla. Heideggeriana: Linguagem1950

Posteriormente, la palabranihilismo” entró en circulación gracias a Turgueniev para denominar la concepción según la cual sólo el ente accesible en la percepción sensible, es decir experimentado por uno mismo, es real y existente, y ninguna otra cosa. Con ello se niega todo lo que esté fundado en la tradición y la autoridad o en cualquier otro tipo de validez. Para esta VISIÓN del mundo, sin embargo, se utiliza generalmente la designación “positivismo”. La palabranihilismo” es empleada por Jean Paul en su Vorschule der Ästhetik, par. 1 y 2, para designar como nihilismo poético a la poesía romántica. A ello conviene confrontar el prólogo de Dostoievski a su discurso sobre Pushkin de 1880 (Sämtliche Werke, ed. por Moeller v. d. Bruck. sección 2a., t. XII, pág. 95). El pasaje en cuestión dice: “Por lo que respecta a mi discurso, en él quería desplegar simplemente los siguientes cuatro puntos relativos a la importancia de Pushkin para Rusia: 1) Que Pushkin, con su espíritu profundo, penetrante y altamente dotado, y partiendo de su corazón auténticamente ruso, ha sido el primero en descubrir y reconocer como lo que es ese fenómeno significativo y patológico de nuestra intelectualidad, de esa sociedad nuestra desarraigada que se cree muy por encima del pueblo. Lo ha reconocido y ha sido capaz de poner plásticamente ante nuestros ojos el tipo de nuestro hombre ruso negativo: el hombre que no tiene sosiego y que no puede contentarse con nada de lo que existe, que no cree en su tierra natal ni en las fuerzas que surgen de ella, que en última instancia niega a Rusia y a sí mismo (o mejor dicho, a su clase social, a todo el estrato de la intelectualidad a la que él también pertenece y que se ha desprendido de la tierra de nuestro pueblo), que no quiere tener nada en común con sus compatriotas y que sufre sinceramente por todo esto. El Aleko y el Onegin de Pushkin han suscitado en nuestra literatura una serie de figuras similares.” Heideggeriana: NiilismoEuropeu

El superhombre es la figura suprema de la más pura voluntad de poder, es decir del único valor. El superhombre, el dominio incondicionado del puro poder, es el “sentido” (la meta) de lo único que es, es decir de “la tierra”. “No la “humanidad” sino el superhombre es la meta” (La voluntad de poder, nn. 1001 y 1002). En la VISIÓN y la opinión de Nietzsche, el superhombre no es una mera ampliación del hombre que ha existido hasta el momento, sino esa forma sumamente unívoca de la humanidad que, en cuanto voluntad de poder incondicionada, se eleva al poder en cada hombre en diferente grado, proporcionándole así la pertenencia al ente en su totalidad, es decir a la voluntad de poder, y demostrando que es verdaderamente “ente”, cercano a la realidad y a la “vida”. El superhombre deja simplemente detrás de sí al hombre de los valores válidos hasta el momento, “pasa por encima” de él y traslada la justificación de todos los derechos y la posición de todos los valores al ejercicio de poder del puro poder. Todo actuar y realizar sólo vale como tal en la medida en que sirve para equipar, adiestrar y acrecentar la voluntad de poder. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

De lo que se ha señalado sobre el carácter del libro póstumo La voluntad de poder se desprende fácilmente que no nos está permitido recoger las diferentes notas siguiendo directamente el orden de su numeración. Procediendo de este modo no haríamos más que quedar librados a las idas y venidas sin rumbo de la compilación hecha por los editores y mezclaríamos indiscriminada y continuamente pensamientos de épocas muy diversas, es decir de diversos planos y direcciones del preguntar y del decir. En lugar de ello, elegiremos fragmentos determinados. Tres criterios serán determinantes para esta elección: 1) El fragmento debe pertenecer a la época de más clara lucidez y de VISIÓN más aguda; son los dos últimos años, 1887 y 1888. 2) El fragmento debe contener en lo posible el núcleo esencial del nihilismo, analizarlo de una manera suficientemente abarcadora y mostrárnoslo en todos sus aspectos esenciales. 3) El fragmento debe ser apropiado para llevar al terreno adecuado la confrontación con el pensamiento nietzscheano del nihilismo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

La nota de Nietzsche que hemos comentado (n. 2) da una primera VISIÓN de la esencia del nihilismo pensada de modo nihilista, una perspectiva de la dirección en la que Nietzsche concibe el nihilismo. El nihilismo es el proceso de la desvalorización de los valores supremos. El nihilismo es la legalidad interna de ese proceso, la “lógica” de acuerdo con la cual se produce, en correspondencia con su propia esencia, la caducidad de los valores supremos. ¿En qué se funda esta legalidad misma? Para la comprensión más precisa del concepto nietzscheano del nihilismo como desvalorización de los valores supremos se trata ahora de saber a qué se alude con los valores supremos, en qué medida éstos contienen una interpretación del ente, por qué se llega necesariamente a esta interpretación del ente en términos de valor, qué transformación tiene lugar en la metafísica a causa de esta interpretación. Responderemos a estas preguntas mediante un comentario del fragmento n. 12 (XV, 148 a 151; noviembre de 1887-marzo de 1888). Heideggeriana: NiilismoEuropeu

La sección A está dividida en cuatro párrafos; el cuarto recoge el contenido esencial de los tres anteriores, es decir, lo que significa la caducidad de los valores cosmológicos. La sección B da una VISIÓN de las consecuencias esenciales que tiene esa caducidad de los valores cosmológicos. Señala que con ella no se produce también la caducidad del propio cosmos. Éste sólo se libera de la valoración hecha por los valores válidos hasta el momento y queda disponible para una nueva posición de valores. Por eso el nihilismo no conduce de ningún modo a la nada. La caducidad no es un mero derrumbe. Lo que tiene que acontecer, sin embargo, para que el nihilismo conduzca a la salvación y la reconquista del ente está indicado por la nota conclusiva agregada al final de todo el fragmento. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Un segundo ejemplo. Constatamos que esta puerta es marrón (y no blanca). Para poder interpelar la cosa nombrada como marrón, tenemos que observarla respecto de su color. Pero, a su vez, la coloración de la cosa sólo nos llega a la VISIÓN como ésta y no otra si la cosa nos sale previamente al encuentro en cuanto conformada de tal o cual manera. Si la cosa no fuera interpelada ya y al mismo tiempo respecto de su conformación, no podríamos nunca interpelarla como “marrón”, es decir como coloreada de marrón, como conformada (cualificada) de tal y cual manera. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Con esto queda dicho: la esencia de los valores tiene su fundamento en “formas de dominio”. Los valores están esencialmente referidos al “dominio”. Dominio es el estar-en-poder del poder. Los valores están referidos a la voluntad de poder, son dependientes de ella en cuanto auténtica esencia del poder. Lo no verdadero e insostenible de los valores supremos válidos hasta el momento no radica en ellos mismos, en su contenido, en que se busque un sentido, se ponga una unidad y se fije una verdad. Lo no verdadero lo ve Nietzsche en que esos valores sean trasladados a un ámbito que “es en sí”, dentro del cual y a partir del cual habrían de valer en sí mismos y de modo incondicionado; mientras que, por el contrario, tienen su origen y su ámbito de validez sólo en una determinada especie de la voluntad de poder. Si volvemos a pensar el título del fragmento n.12, “Caducidad de los valores cosmológicos”, desde la sección final, se verá ahora que ese título sólo cubre la totalidad del fragmento si comprendemos de antemano el nihilismo del que habla Nietzsche como historia, es decir, al mismo tiempo de modo positivo como etapa previa a una “nueva” posición de valores, y esto de manera tan decidida que experimentemos precisamente al nihilismo más extremo no como total decadencia sino como transición hacia nuevas condiciones de existencia. Esta VISIÓN general de la esencia del nihilismo fue fijada por Nietzsche en la época de la redacción del fragmento 12 en la siguiente nota: “VISIÓN general. Efectivamente, todo gran crecimiento lleva consigo un enorme desmoronarse y perecer. el padecer, los síntomas de declinación pertenecen a las épocas de un enorme avance; todo movimiento fértil y poderoso de la humanidad ha creado al mismo tiempo un movimiento nihilista. En determinadas circunstancias, el hecho de que llegara al mundo la forma más extrema de pesimismo, el nihilismo en sentido propio, sería el signo de un crecimiento decisivo y sumamente esencial, de la transición a nuevas condiciones de existencia. Esto he comprendido.” (n. 112; primavera-otoño de 1887) Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Por lo tanto, la voluntad de poder, por su esencia más intima, tiene que poner siempre y ante todo valores de conservación y valores de acrecentamiento. Tiene que mirar abriéndose y yendo más allá según estos dos respectos, referidos alternativamente uno al otro, y mirando de este modo, puntuar los puntos visuales: poner valores. Este mirar abriéndose a puntos de vista forma parte de la posición de valores. Este carácter de la voluntad de poder de mirar abriendo y atravesando es lo que Nietzsche denomina su carácter “perspectivista”. Voluntad de poder es, por lo tanto, en si misma: poner la mira en más poder; el poner la mira en… es la trayectoria de la VISIÓN y de la mirada que atraviesa: la per-spectiva. Por eso, en el fragmento n. 12 (sección final) que nos sirve de hilo conductor, dice Nietzsche: “Todos estos valores, recalculados psicológicamente, son resultados de determinadas perspectivas”…También podemos decir: todos esos valores son, en cuanto valores, determinados puntos visuales de determinadas trayectorias visuales de una determinada voluntad de poder. Pero en la medida en que todo lo real es real por el carácter fundamental de voluntad de poder, a cada ente individual le corresponde una “perspectiva” propia. El ente en cuanto tal es perspectivista. Lo que quiera decir verdad se determina desde su carácter perspectivista. Sólo en continua referencia a éste puede pensarse “lo que es” propiamente dentro de la metafísica de Nietzsche. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Estamos tentados de pasar simplemente por alto este hecho o de catalogar esta interpretación de la historia de la metafísica como la VISIÓN historiográfica de la historia de la filosofía que le resultaba más cercana. Estaríamos entonces sólo ante una VISIÓN historiográfica junto a otras. Así, en el curso de los siglos XIX y XX la historiografía erudita se ha representado la historia de la filosofía a veces desde el horizonte de la filosofía de Kant o de la filosofía de Hegel, a veces desde el de la Edad Media, aunque con mayor frecuencia, por cierto, desde un horizonte que, gracias a la mezcla de las más diversas doctrinas filosóficas, aparenta una amplitud y una validez universal por la que todos los enigmas desaparecen de la historia del pensamiento. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Para ganar, frente a esta opinión, una VISIÓN más libre de la esencia de la metafísica y de su historia, es aconsejable en primer lugar pensar a fondo las doctrinas de Protágoras y de Descartes en sus rasgos fundamentales. Al hacerlo tenemos necesariamente que pasar revista a aquella esfera de preguntas que nos acerca de modo más originario la esencia de la metafísica en cuanto verdad sobre el ente en su totalidad y nos permite reconocer en qué sentido la pregunta “¿qué es el ente en cuanto tal y en su totalidad”? es la pregunta conductora de toda metafísica. Ya el título de la obra capital de Descartes muestra de qué se trata: Meditationes de prima philosophia (1641), “Meditaciones sobre la filosofía primera”. La expresión “filosofía primera” procede de Aristóteles y designa aquello que constituye en primer lugar y de manera propia la tarea de lo que recibe el nombre de filosofía. La prote philosophia trata la pregunta primera por su rango y que domina a todas las otras: qué es el ente, en cuanto que es un ente. Así, el águila, por ejemplo, en cuanto que es un pájaro, es decir, un ser viviente, es decir algo presente desde sí mismo. ¿Qué distingue al ente en cuanto ente? Sin embargo, parece que entretanto, con el cristianismo, se ha respondido definitivamente a la pregunta acerca de qué es el ente y eliminado así la pregunta misma, y todo esto desde un lugar que es esencialmente superior al opinar y al errar contingentes del hombre. La revelación bíblica, que según ella misma lo indica se apoya en la inspiración divina, enseña que el ente ha sido creado por el Dios creador personal y es conservado y dirigido por él. Gracias a la verdad revelada, proclamada como absolutamente vinculante por la doctrina de la Iglesia, aquella pregunta — qué es el ente — se ha vuelto superflua. El ser del ente consiste en su ser creado por Dios (omne ens est ens creatum). Si el conocimiento humano quiere experimentar la verdad sobre el ente sólo le queda, como único camino confiable, recoger y conservar fervientemente la doctrina de la revelación y su tradición por parte de los doctores de la Iglesia. La auténtica verdad es transmitida sólo por la doctrina de los doctores. La verdad tiene el carácter esencial de “doctrina”. El mundo medieval y su historia están construidos sobre esta doctrina. La única forma adecuada en la que puede expresarse de modo completo el conocimiento en cuanto doctrina es la “summa” , la reunión de escritos doctrinales en los que la totalidad del contenido doctrinal transmitido y las diferentes opiniones doctrinales son examinadas, empleadas o rechazadas en función de su concordancia con la doctrina eclesiástica. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

El hombre que está en la relación fundamental con el ente experimentada de modo griego es metron, medida, en cuanto deja que la mesura que se atiene al entorno de lo desocupo, limitado para el respectivo sí mismo, se convierta en rasgo fundamental de su esencia. Esto encierra, al mismo tiempo, el reconocimiento de un desocultamiento del ente y la admisión de una indecidibilidad acerca de la presencia y la ausencia, acerca del aspecto del ente en general. Por eso dice Protágoras (Diels, Die Fragmente der Vorsokratiker, Protágoras, B 4) “Acerca de los dioses no estoy en condiciones de saber algo (esto quiere decir, en griego: de recibir en la “VISIÓN” algo desoculto), ni de que son ni de que no son, ni de cómo son en cuanto a su aspecto”; “pues es múltiple lo que impide percibir el ente como tal; tanto el no revelarse (es decir el ocultamiento) del ente como la brevedad de la historia del hombre”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Si se traduce aquí irreflexivamente cogitatio por “pensamiento”, uno se siente tentado a creer que Descartes interpreta todos los comportamientos humanos como pensamiento y como formas del pensamiento. Esta opinión se adapta perfectamente a la VISIÓN corriente que se tiene de la filosofía de Descartes, o sea, que es “ racionalismo”. Como si lo que sea racionalismo no tuviera que determinarse previamente desde una delimitación esencial de la ratio y del pensar, como si la esencia de la ratio no tuviera que elucidarse con anterioridad desde una esencia de la cogitatio que aún queda por aclarar. En referencia a esto se ha mostrado: el cogitare es re-presentar en el completo sentido de que en él también tiene que pensarse, al mismo tiempo y de modo igualmente esencial, la referencia a lo re-presentado, el remitir-se de lo representado y el comparecer e instalarse de lo representado ante el que representa, y todo esto en el interior del re-presentar y por su intermedio. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

El pensar es interpretado aquí de manera puramente “económica”, en el sentido de la “economía maquinal”. Lo que pensamos, en cuanto pensado, sólo es “verdadero” en la medida en que sirve a la conservación de la voluntad de poder. Pero también cómo pensamos acerca del pensar se mide únicamente de acuerdo con ello. Partiendo de esta concepción del pensar, Nietzsche llega necesariamente a la afirmación de que Descartes se engaña al creer que la VISIÓN de la transparencia de su proposición le asegura a ésta la certeza. La proposición ego cogito, ergo sum es, según Nietzsche, sólo una “hipótesis” que ha sido aceptada por Descartes porque le proporcionaba “en grado sumo el sentimiento de poder y seguridad” (La voluntad de poder, n. 533; 1887). Heideggeriana: NiilismoEuropeu

La toma de posición de Nietzsche respecto del “cogito ergo sum” de Descartes es, en todo respecto, la prueba de que desconoce la conexión histórico-esencial interna de su propia posición metafísica fundamental con la de Descartes. La razón de la necesidad de este desconocimiento reside en la esencia de la metafísica de la voluntad de poder que, sin poder saberlo, se obstruye una VISIÓN esencialmente adecuada de la esencia de la metafísica. Que esto es así sólo lo reconoceremos, sin embargo, si de la consideración comparativa de las tres posiciones metafísicas fundamentales mencionadas rescatamos en una mirada lo mismo que domina su esencia y que exige al mismo tiempo su respectiva peculiaridad. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

“La VISIÓN de estas conexiones constituye el impulso del tratado Ser y tiempo. La esencia del hombre se determina a partir de la esencia (en sentido verbal) de la verdad del ser por parte del ser mismo. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

¿Cómo debemos entender esto? En el fondo ya se ha respondido. Para ver claro, simplemente no debemos cejar en el esfuerzo de pensar todos los enunciados griegos acerca del ente y del ser de modo verdaderamente griego, en la medida en que esto nos sea posible desde un repensar ulterior. Para los griegos (Platón y Aristóteles), ser quiere decir ousia: presencia de lo consistente en lo desoculto; ousia es una interpretación transformada de lo que inicialmente se llama physis. te physei, visto desde el ser mismo, es decir, ahora, visto desde la presencia de lo consistente en lo desoculto, el ser igual, la igualdad, por ejemplo, es proteron, pre-cedente respecto de las cosas que son iguales. El ser igual presencia ya en lo desoculto, la igualdad “es”, antes de que en nuestra percepción captemos expresamente, observemos y hasta pensemos las cosas iguales como iguales. En nuestro relacionarnos con cosas iguales, el ser igual ya ha entrado previamente en la VISIÓN. El ser igual, en cuanto ser, es decir, en cuanto presencia en lo desoculto, es lo que está esencialmente en la VISIÓN, de manera tal que sólo él lleva consigo y mantiene abierta la “VISIÓN” y lo “abierto”, concediendo la visibilidad de los entes iguales. Por ello Platón dice que el ser, en cuanto presencia en lo desoculto, es idea, visualidad. Porque el ser es presencia de lo consistente en lo desoculto, Platón puede interpretar el ser, la ousia (entidad), como idea. “Idea” no es el nombre que designa las “representaciones” que tenemos en la conciencia como yo-sujetos. Esto está pensado de modo moderno y además, de manera tal que lo moderno resulta banalizado y deformado. idea es el nombre que designa al ser mismo. Las “ideas” son proteron te physei, lo precedente en cuanto presenciar. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

A la distinción de ser y ente no podemos sustraernos, ni siquiera cuando presuntamente renunciamos a pensar metafísicamente. En cualquier parte y constantemente estamos y nos movemos en el puente de esta distinción que nos lleva del ente al ser y del ser al ente, en todo comportarse respecto del ente, cualquiera sea su tipo y su rango, su certeza y su grado de accesibilidad. Por eso, hay una VISIÓN esencial en lo que dice Kant de la “metafísica”: “Y así, en todos los hombres, apenas la razón se amplía en ellos hasta la especulación, ha habido efectivamente en todos los tiempos alguna metafísica, y también la seguirá habiendo siempre” (Introducción a la segunda edición de la Crítica de la razón pura, B 21). Kant habla de la razón, de su ampliación a la “especulación”, es decir de la razón teórica, del re-presentar, en la medida en que se prepara a disponer sobre la entidad de todo ente. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Esa interpretado-idad, ese venir interpretada la exsistencia delimita (aunque ello no sea en términos netos, sino lábiles o borrosos o fluidos) el ámbito desde el que la exsistencia misma plantea preguntas y entabla pretensiones. Ese venir la exsistencia interpretada es aquello que da al “ahí” en la exsistencia fáctica o en el ser-ahí (dasein) fáctico el carácter de un venir la exsistencia orientada, el carácter de una determinada delimitación de su posible forma de ver y de su posible campo de VISIÓN. La exsistencia habla de sí misma, se ve a sí misma de ésta o aquella manera, y, sin embargo, ella misma sólo es una máscara que ella se pone delante para no aterrarse de sí misma. Medio de defenderse de “la” angustia. Tal darse vista en tales términos no es sino la máscara en la que la exsistencia fáctica se hace salir al encuentro de sí misma, se deja ella toparse a sí misma, en la que se presenta, en la que aparece, en la que se pone delante, como si fuera ella (como si esa máscara fuera ella); en esa máscara de la interpretado-idad pública, es decir, del venir la exsistencia públicamente interpretada, se presenta la exsistencia como pura vitalidad (como vitalidad del ir y venir, del trajín). Heideggeriana: Hermeneutica1923

Simultáneamente hay que preguntar también: ¿qué se quiere decir con “irracional”? Pues ello sólo es determinable orientándose por una idea de racionalidad. Y, ¿de dónde se obtiene la determinación de ésta última? Y, una vez admitido este fatal pareja de conceptos (del tipo de las de forma — contenido, finito — infinito): si resultase que la racionalidad y, correspondientemente, la irracionalidad, por ejemplo en el terreno de lo estético, fuera algo totalmente distinto que, por ejemplo, en el terreno de lo religioso, es decir, si resultase que, cuando en el terreno de los principios y fundamentos se emplea el término racional, ello se redujese a algo totalmente vacío de contenido, ¿qué se conseguiría con tal racionalidad? ¿Es que algo objetivo que convertimos en tema puede determinarse negativamente, es decir, por vía de calificarlo de irracional? Cuando se hace tal planteamiento, se está bien lejos de estarse entendiendo uno a sí mismo, pues uno no se está percatando de que entonces resulta que toda dialéctica permanece sin dirección si de antemano no se está considerando determinante y decisoria una determinada VISIÓN básica de la cosa, es decir, una fundamental racionalidad, la cual constantemente se acredita a partir de esa VISIÓN básica de la cosa y de esa mirada básica a la cosa, pero no propiamente (y nunca propiamente) en la dialéctica como tal. Heideggeriana: Hermeneutica1923

Y a tal fin es previamente necesaria una desacostumbrada dosis de crítica (y de autocrítica) y a este respecto nada es más peligroso que una fe en la evidencia, ya sea esa fe algo consecuencial, ya sea algo concomitante (que se siga de lo que se está escuchando o leyendo o lo ocompañe MJR). Pues, precisamente, cuando lo decisivo es y ha de ser la relación de VISIÓN con las cosas, es decir, el verlas, en tanto más contumaz y abundante puede convertirse la posible equivocación sobre ellas. La fenomenología, aunque estaba llamada quizá a convertirse en la conciencia de la filosofía, se ha convertido en mantenedora del público “puterío” o pública prostitución (Hurerei) del espíritu, fornicatio spiritus (Lutero). Heideggeriana: Hermeneutica1923

Ahora bien: ¿por qué la analítica preparatoria del Dasein con vistas al develamiento de la posibilidad de la comprensión de ser es una puesta de manifiesto de la temporeidad del Dasein? ¿Por qué el proyecto metafísico del Dasein se mueve en dirección al tiempo y a su interpretación radical? ¿Acaso porque la teoría de la relatividad trata del tiempo, vale decir, del principio de una medición objetiva del tiempo? ¿O acaso porque Bergson, y en su secuela Spengler, tratan del tiempo? ¿O porque Husserl ha trabajado la fenomenología de la conciencia interna del tiempo; o porque Kierkegaard habla de la temporalidad en sentido cristiano, a diferencia de la eternidad; o quizá porque Dilthey considera central la historicidad del Dasein, y pone en conexión historicidad y tiempo? ¿Estaría, pues, proyectada la analítica del Dasein en dirección al tiempo porque se ha pensado que uno se las puede arreglar muy bien fundiendo todos esos nombres? ¿Brevemente, porque puede a uno ocurrírsele que hay que entremezclar esos diversos tratamientos del problema del tiempo y, como se dice, pensarlos “hasta sus últimas consecuencias”? Esta es, con mucho, la representación que el pequeño Moritz tiene de la filosofía, y que cree que de cinco autores se hace un sexto; (yo ya discutí a Kierkegaard cuando todavía no había literatura dialéctica, y a Dilthey, cuando era indecente mencionarlo en un seminario filosófico). Por lo demás, el llamado pensar hasta las últimas consecuencias tiene su propio sesgo. Para pensar algo hasta las últimas consecuencias, e incluso a Kierkegaard, Husserl, Bergson y Dilthey juntos, hay que tener previamente esa ultimidad, en dirección a la cual ha de pensarse hasta las últimas consecuencias; y siempre queda la pregunta: ¿por qué precisamente los mencionados? Pero, antes bien, la analítica del Dasein como temporeidad con vistas al develamiento de la interna posibilidad de la comprensión de ser no está determinada por ninguna otra cosa más que por el contenido de relaciones (Sachverhalt) de este problema fundamental de la metafísica; dicho más exactamente: por la VISIÓN fundamental de que la comprensión de ser está en una conexión originaria, pero, por de pronto, completamente oscura y enigmática, con el tiempo. Heideggeriana: TranscendenciaST

Ha de emprenderse, por lo tanto, lo mismo que del Dasein, una interpretación originaria del tiempo, esto es, una elucidación originaria de la conexión entre ambos. Que el tiempo sea en to psyche, in anima, es una antigua VISIÓN (cf. Aristóteles y Agustín). Pero el tiempo es considerado como algo allí meramente dado, que de algún modo está presente (vorhanden) en el alma. Esto todavía está completamente inaclarado en Kant (como problema de la conexión de tiempo y yo pienso) y en sus sucesores. Recientemente Bergson ha buscado aprehender el concepto de tiempo más originariamente. Él ha hecho más nítida que todos los anteriores la imbricación del tiempo en la conciencia. Pero lo esencial permanece en él sin ser decidido, y ni siquiera llega a constituirse en problema. Desarrolla su interpretación del tiempo sobre el suelo del concepto tradicional de conciencia, de la res cogitans de Descartes. El problema metafísico fundamental de la conexión originaria entre Dasein y temporeidad no se plantea, ni menos el problema del ser en general, para el cual el primeramente mencionado debe ser preparatorio. Heideggeriana: TranscendenciaST

El problema del ser se ha hecho nítido, en conformidad con esto, como problema central, universal y radical. Tenemos una VISIÓN de lo que significa preguntar en general por la interna posibilidad de algo así como la comprensión de ser, la cual es la característica esencial de la existencia humana. Ahora bien: al caracterizar la trascendencia vulgarmente entendida, la óntica, vimos cómo ella reside en la intencionalidad, de modo que el comportamiento relativo al ente, el comportamiento óntico, presupone la comprensión de ser, esto es, que la misma trascendencia óntica está todavía fundada en la originaria, en la architrascendencia (Urtranszendenz), la cual tiene, por tanto, relación con la comprensión de ser. La problemática que concierne a este problema ha sido ahora mostrada, y esto, retrospectivamente, quiere decir que el problema de la trascendencia y, por tanto, el problema de la verdad y, con ello, el problema del fundamento, sólo pueden ser planteados en la dimensión problemática que traza el problema del ser sin más. En otras palabras: el problema de la trascendencia ha de plantearse de manera tan universal y radical como el problema del ser en general. No es, por tanto, un problema que estuviese restringido a la relación del sujeto con las cosas independientes de él, ni es una pregunta por una determinada región del ente. Pero tampoco se debe hacer alto o bien empezar con una relación sujeto-objeto caída de alguna manera del cielo, sino que, a propósito de la trascendencia, tal como a propósito del problema del ser en general, la subjetividad del sujeto mismo es la pregunta central. Heideggeriana: TranscendenciaST

También las ciencias positivas tienen por tema al ente, pero la metontología no es una óntica sumaria en el sentido de una ciencia general, que componga empíricamente los resultados de las ciencias individuales en una así llamada imagen del mundo, para luego derivar de allí una VISIÓN del mundo o de la vida. Algo de esta índole está vivo en el Dasein precientífico, si bien éste tiene una distinta estructura; la posibilidad y estructura de la cosmo-visión natural es un problema aparte. El que siempre se intente de nuevo una suma de los conocimientos ónticos y que se la repute como “metafísica inductiva” apunta hacia un problema que una y otra vez vuelve, necesariamente, a abrirse paso en la historia. Heideggeriana: Transcendencia ANEXO

Con esta interpretación de la esencia de la filosofía, Kant, cuya obra introduce el último giro de la metafísica occidental, está ya avistando un ámbito que, de acuerdo con su posición metafísica fundada sobre la subjetividad, ciertamente sólo podía concebir desde esta última, como un modo de cumplir sus propias leyes. Esta VISIÓN esencial de la determinación de la filosofía es, sin embargo, suficientemente amplia como para rechazar cualquier subordinación servil de su pensar, como aquella que encuentra su expresión más impotente y desafortunada refugiándose en esa vía de escape que le da como mucho a la filosofía el valor de mera “expresión” de la “cultura” (Spengler) y de prestigioso ornato de una humanidad creativa. Heideggeriana: EssenciaVerdade

En las ciencias naturales es Alexander von Humboldt quien presiona para salir por sobre la especulación filosófica hacia una VISIÓN más amplia y rica de la naturaleza. En la zona limítrofe entre la ciencia natural y la ciencia espiritual surgió la geografía comparada de Karl Ritter. Las ciencias naturales, por su parte, hicieron fecundar a la medicina. De esa forma, el espíritu científico fue extendió desde las dos regiones principales de la Facultad de Filosofía, la historia por una parte y la naturaleza por la otra, a la Facultad de Derecho y a la Facultad de Medicina. Pero naturaleza e historia eran apreciadas, por su parte, como las formas máximas de manifestación del espíritu absoluto, que fuera concebido por la filosofía. En este lapso de tiempo, la filosofía era vista como el centro interno de todas las ciencias. También la teología fue determinada, tanto en sus disciplinas históricas (Historia de la Iglesia y Exégesis) como en las especulativas (Dogmática y Doctrina Moral), desde el espíritu vivo de la Facultad de Filosofía. Heideggeriana: UniversidadeAlema2

Al explicar de esa manera el fracaso de la universidad, entonces no vamos disculpando de ningún modo su actitud. Ni tampoco constituye reproche personal alguno frente a cada uno de los profesores. No es una disminución del rendimiento científico de los investigadores en particular. Sino: esta explicación hemos de cumplirla para, partiendo de ella, extraer la enseñanza decisiva para la renovación (Neugestaltung) de la Universidad, a saber, la VISIÓN de que resulta inútil que en cada una de las facultades se venga a “reformar” esto u aquello. Por esto, el estado pretérito no puede ser nunca superado; más bien, todo depende de si la universidad en su todo, logre recuperar un mundo espiritual originario y unificado. De si ella podrá despertar, una vez más, desde sí misma, la fuerza duradera y cerrada, para una genuina “Auto-afirmación”. Pero ¿es posible esto? Sí! Y ¿por qué? Porque a través de la Revolución Nacionalsocialista se ha transformado toda la realidad alemana. Porque a través de esta transformación se ha logrado crear un nuevo suelo para la existencia histórica-espiritual completa del pueblo. Y ¿en qué consiste la esencia de la Revolución Nacionalsocialista? Con esto, entramos a la 2 Parte: La esencia de la Revolución Nacionalsocialista como transformación de la realidad alemana Heideggeriana: UniversidadeAlema2

Pero aplacemos, por un segundo, estas dificultades y pensemos a fondo una cosa de lejos aún más importante. Al enunciar la proposición verdadera “la moneda es redonda” — entonces esto sucede a raíz de una adecuarse de nuestro decir con la cosa (Sache). Esa es la norma, la medida, para nuestro decir. Pero, lo que ahí es normativo, lo dador de medida, ha de sernos, por esto mismo, ya, accesible. El aspecto de las cosas tiene que habérsenos mostrado ya previamente, para que podamos enunciar algo sobre aquello. Y el modo como se muestra la VISIÓN de la cosa (Anblick des Dinges), tiene que ser, con todo, él mismo “verdadero”. En otras palabras, la verdad de la proposición, no es, en absoluto, la verdad originaria; sino más bien: que las proposiciones se adecuen a las cosas y a los hechos (en general, al ente, en aquello que es y cómo lo es), debe poder orientar; supone que el ente ya ha sido hecho patente, antes de que se haya enunciado sobre éste cualquier tipo de proposición. Esta patencia del ente en su ser es la verdad originaria. En ella — podemos decir — se halla trasladado el hombre en tanto Dasein que él es. Y si, con anterioridad, no nos fuesen ya evidentes lo natural, lo vegetal, lo animal, lo instrumental, lo espacial, lo temporal, lo histórico, lo divino, entonces seríamos incapaces, en toda la eternidad, de experimentar o de utilizar, de resistir y de adorar jamás esto o aquello como planta, esto o aquello como animal, esta cosa como martillo y tenaza, esto como figura espacial, aquello como algo temporal, esto como historia, y aquello como Dios. Somos — en la medida que estamos expuestos a lo patente (abierto) del ente en cuanto que tal. Mas en la medida que el ente es patente, asimismo también está oculto; pues el ente no es accesible siempre tan sólo en una “perspectiva” y dentro de esta también sólo en determinados estratos. Lo demás nos permanece cerrado. Allí donde existe patencia, existe a su vez ocultamiento (Verborgenheit). Heideggeriana: FilosofiaAlema

Pero entonces: ¿es la poesía la obra más peligrosa? En la carta a un amigo, antes de su partida para el último viaje a Francia, escribe Hölderlin: “¡Oh amigo! El mundo está ante mí más claro que otra vez y más serio. Me gusta como va, me gusta, como cuando en verano el viejo padre sagrado, con mano tranquila, sacude la nube rojiza con relámpagos de bendición. Pues entre todo lo que puedo ver de Dios es esta señal la que se ha hecho predilecta. Antes saltaba de júbilo por una nueva verdad, una VISIÓN mejor de lo que está sobre nosotros y a nuestro alrededor; ahora temo que me suceda al final lo que al viejo Tántalo, que recibió de los dioses más de lo que podría digerir” (V, 321). Heideggeriana: EssenciaPoesia

Es el templo, por el mero hecho de alzarse ahí en permanencia, el que le da a las cosas su rostro y a los hombres la VISIÓN de sí mismos. Esta VISIÓN sólo permanece abierta mientras la obra siga siendo obra, mientras el dios no haya huido de ella. Lo mismo le ocurre a la estatua que le consagra al dios el vencedor de la lucha. No se trata de ninguna reproducción fiel que permita saber mejor cuál es el aspecto externo del dios, sino que se trata de una obra que le permite al propio dios hacerse presente y que por lo tanto es el dios mismo. Lo mismo se puede decir de la obra hecha con palabras. En la tragedia no se muestra ni se representa nada, sino que en ella se lucha la batalla de los nuevos contra los antiguos dioses. Desde el momento en que la obra de la palabra se introduce en los relatos del pueblo, ya no habla sobre dicha batalla, sino que transforma el relato del pueblo de tal manera que, desde ese momento, cada palabra esencial lucha por sí misma la batalla y decide qué es sagrado o profano, grande o pequeño, atrevido o cobarde, noble o huidizo, señor o esclavo (vid. Heráclito, frag. 53). Heideggeriana: ObraArte

Ser-obra significa levantar un mundo. Pero ¿qué es eso del mundo? Ya lo indicamos al hablar del templo. Por el camino que tenemos que seguir aquí, la esencia del mundo sólo se deja insinuar. Es más, esta leve indicación se tendrá que limitar a apartar todo aquello que pudiera confundir la VISIÓN de lo esencial. Heideggeriana: ObraArte

Siendo esto así, ¿estaba de más intentar resolver la pregunta por el carácter de cosa de la cosa? En absoluto. Es verdad que el carácter de obra no puede determinarse a partir del carácter de cosa, pero a partir del saber sobre el carácter de obra de la obra puede introducirse por buen camino la pregunta por el carácter de cosa de la cosa. Esto no es poco si recordamos cómo desde la Antigüedad el habitual modo de pensar ha atropellado el carácter de cosa de la cosa y le ha dado la supremacía a una interpretación de lo enteente en su totalidad que es incapaz de comprender la esencia del utensilio y de la obra y que además nos ha cegado para la VISIÓN de la esencia originaria de la verdad. Heideggeriana: ObraArte

Un quinto fenómeno de la era moderna es la desdivinización o pérdida de dioses. Esta expresión no se refiere sólo a un mero dejar de lado a los dioses, es decir, al ateísmo más burdo. Por pérdida de dioses se entiende el doble proceso en virtud del que, por un lado, y desde el momento en que se pone el fundamento del mundo en lo infinito, lo incondicionado, lo absoluto, la imagen del mundo se cristianiza, y, por otro lado, el cristianismo transforma su cristianidad en una VISIÓN del mundo (la concepción cristiana del mundo), adaptándose de esta suerte a los tiempos modernos. La pérdida de dioses es el estado de indecisión respecto a dios y a los dioses. Es precisamente el cristianismo el que más parte ha tenido en este acontecimiento. Pero, lejos de excluir la religiosidad la pérdida de dioses es la responsable de que la relación con los dioses se transforme en una vivencia religiosa. Cuando esto ocurre es que los dioses han huido. El vacío resultante se colma por medio del análisis histórico y psicológico del mito. Heideggeriana: ImagemMundo

La interpretación moderna de lo ente está aún más alejada del mundo griego. Una de las más antiguas sentencias del pensamiento griego sobre el ser de lo ente dice así: to gar auto noein estin te kai einai. Esta frase de Parménides quiere decir que la percepción de lo ente pertenece al ser porque es él el que la exige y determina. Lo ente es aquello que surge y se abre y que, en tanto que aquello presente, viene al hombre como a aquel que está presente, esto es, viene a aquel que se abre él mismo a lo presente desde el momento en que lo percibe. Lo ente no accede al ser por el hecho de que el hombre lo haya contemplado primero, en el sentido, por ejemplo, de una representación como las de la percepción subjetiva. Es más bien el hombre el que es contemplado por lo ente, por eso que se abre a la presencia reunida en torno a él. Contemplada por lo ente, incluida y contenida dentro de su espacio abierto y soportada de este modo por él, involucrada en sus oposiciones y señalada por su ambigüedad: ésta era la esencia del hombre durante la gran época griega. Por eso, a fin de llevar su esencia a su cumplimiento, este hombre tenía que reunir (legein) eso que se abre a sí mismo en su espacio abierto, salvarlo (sozein) mantenerlo atrapado y preservarlo y permanecer expuesto (aletheuein) a todas las disensiones de la confusión. El hombre griego es en tanto que percibe lo ente, motivo por el que en Grecia el mundo no podía convertirse en imagen. Por el contrario, el hecho de que para Platón la entidad de lo ente se determine como eidos (aspecto, VISIÓN), es el presupuesto, que condicionó desde siempre y reinó oculto largo tiempo de modo mediato, para que el mundo pudiera convertirse en imagen. Heideggeriana: ImagemMundo

El arraigo cada vez más exclusivo de la interpretación del mundo en la antropología, que se inicia a finales del siglo XVIII, encuentra su expresión en el hecho de que la posición fundamental del hombre frente a lo ente en su totalidad se determina como VISIÓN del mundo. Fue a partir de esta época cuando dicha palabra se introdujo en el uso lingüístico. En cuanto el mundo se convierte en imagen, la posición del hombre se comprende como VISIÓN del mundo. Cierto que el término ‘VISIÓN del mundo’ se presta fácilmente al malentendido de que se refiere a una mera contemplación pasiva del mundo. Por eso, ya desde el siglo XIX se ha insistido en que la VISIÓN del mundo significa también e incluso principalmente una VISIÓN de la vida. El hecho de que, de todas maneras, el término ‘VISIÓN del mundo’ se haya mantenido como nombre para la posición del hombre en medio de lo ente, es la prueba de lo decididamente que el mundo se ha convertido en imagen en cuanto el hombre ha llevado su vida como subjectum a la posición principal en el centro de toda relación. Esto significa que lo ente sólo vale como algo que es, en la medida en que se encuentra integrado en esta vida y puesto en relación con ella, es decir, desde el momento en que es vivido y se torna vivencia. Al igual que cualquier tipo de humanismo resultaba inadecuado para los griegos y que en la Edad Media era imposible una VISIÓN del mundo, del mismo modo también resulta absurda una VISIÓN católica del mundo. En la misma medida en que lo necesario y normal es que todo tenga que convertirse en vivencia para el hombre moderno, cuanto más ilimitadamente se apropia de la configuración de su esencia, del mismo modo, es absolutamente cierto que los griegos no sufrían vivencias cuando celebraban sus fiestas olímpicas. Heideggeriana: ImagemMundo

El fenómeno fundamental de la Edad Moderna es la conquista del mundo como imagen. La palabra imagen significa ahora la configuración de la producción representadora. En ella, el hombre lucha por alcanzar la posición en que puede llegar a ser aquel ente que da la medida a todo ente y pone todas las normas. Como esa posición se asegura, estructura y expresa como VISIÓN del mundo, la moderna relación con lo ente se convierte, en su despliegue decisivo, en una confrontación de diferentes visiones del mundo muy concretas, esto es, sólo de aquellas que ya han ocupado las Posiciones fundamentales extremas del hombre con la suprema decisión. Para esta lucha entre visiones del mundo y conforme al sentido de la lucha, el hombre pone en juego el poder ilimitado del cálculo, la planificación y la corrección de todas las cosas. La ciencia como investigación es una forma imprescindible de este instalarse a sí mismo en el mundo, es una de las vías por las que la Edad Moderna corre en dirección al cumplimiento de su esencia a una velocidad insospechada por los implicados en ella. Es con esta lucha entre las visiones del mundo con la que la Edad Moderna se introduce en la fase más decisiva y, presumiblemente, más duradera de toda su historia. Heideggeriana: ImagemMundo

Con la interpretación del hombre como subjectum, Descartes crea el presupuesto metafísico para la futura antropología, sea cual sea su orientación y tipo. En el advenimiento de la antropología Descartes celebra su mayor triunfo. Con la antropología se inaugura el paso de la metafísica hacia el proceso del mero cese y eliminación e toda filosofía. Que Dilthey negara la metafísica, que en el fondo ya no comprendiera su planteamiento y se sintiera impotente frente a la lógica metafísica, es la consecuencia interna de su posición fundamental antropológica. Su “filosofía de la filosofía” es una forma elegante de supresión antropológica y no una superación de la filosofía. Por eso, toda antropología — en la que ciertamente se usa a placer de toda la filosofía existente hasta ahora, aunque se declara superflua en tanto que filosofía — goza ahora de la ventaja de ver claramente lo que conlleva la afirmación de la antropología. Con ello, la situación intelectual alcanza determinada claridad, mientras que las trabajosas elaboraciones de productos tan absurdos como las filosofías nacionalsocialistas sólo crean lograr confusión. Es verdad que la VISIÓN del mundo requiere y usa la erudición filosófica, pero no precisa de ninguna filosofía, porque en tanto que VISIÓN del mundo ha adoptado una interpretación y conformación propia de lo ente. Hay algo que, sin embargo, ni siquiera la antropología puede conseguir: superar a Descartes o incluso rebelarse contra él, porque ¿cómo puede la consecuencia atacar al fundamento sobre el que se alza? Descartes sólo es superable a través de la superación de aquello que él mismo fundamentó, a través de la superación de la metametafísica moderna o, lo que es lo mismo, de la metafísica occidental. Pero superación significa aquí cuestionamiento originario de la pregunta por el sentido, es decir, por el ámbito del proyecto y, en consecuencia, por la verdad del ser, pregunta que se desvela al mismo tiempo como pregunta por el ser de la verdad. Heideggeriana: ImagemMundo

(11) Porque ahora se cumple la total fusión de la esencia moderna, que camina hacía su consumación, con lo evidente. Sólo cuando lo evidente está asegurado por medio de la correspondiente VISIÓN del mundo, crece el posible suelo para un cuestionamiento originario del ser que abre el espacio en el que se decidirá si el ser volverá a ser capaz de un dios o si la esencia de la verdverdad del ser exigirá la esencia del hombre de manera más originaria. La historia futura sólo se prepara donde la consumación de la Edad Moderna alcanza la soberana falta de miramientos propia de su magnitud. Heideggeriana: ImagemMundo

La posición adoptada hasta ahora en occidente en y respecto de la decisión entre el predominio del ente y el dominio del ser, es decir la afirmación de aquella preponderancia, se ha desplegado y construido en un pensar que puede designarse con el nombre de “metafísica”, “-física” alude aquí a lo “físico” en el sentido originariamente griego de ta physei onta, “el ente que consiste y presencia desde sí”. “Meta” quiere decir: por encima y más allá de algo, aquí: por encima del ente. ¿Hacia dónde? Respuesta: hacia el ser. El ser es, pensado metafísicamente, aquello que se piensa, desde el ente como su determinación más general y hacia el ente como su fundamento y su causa. La representación cristiana de que todo el ente es causado por una causa primera es metafísica, en especial la VISIÓN griego-metafísica del relato de la creación del Antiguo Testamento. La idea ilustrada de que todo el ente está gobernado por una razón universal es metafísica. Se toma al ente como aquello que exige una explicación. En cada caso el ente posee una preeminencia, en cuanto medida, en cuanto fin, en cuanto realización del ser. Incluso allí donde se piensa el ser como un “ideal” para el ente, como aquello que tiene que ser y como el modo en que tiene que ser cada ente, si bien el ente individual se halla subordinado al ser, en su totalidad el ideal está al servicio del ente, de la misma manera en que, por lo general, todo poder depende de lo que domina. Pero de la esencia de todo auténtico poder también forma parte, sin embargo, pasar por alto, o más aún, tener que pasar por alto esta dependencia, es decir, no admitirla jamás. Heideggeriana: VontadePoder

Algún orden tenemos que seguir, sin embargo, al intentar penetrar en el curso de pensamientos hacia la voluntad de poder. Al escoger y ordenar los fragmentos de otro modo procedemos aparentemente de manera no menos arbitraria que los compiladores del libro del que extraemos el texto. Sólo que, en primer lugar, evitaremos mezclar fragmentos de diferentes épocas, lo que es la regla en el libro de que ahora disponemos. Por otra parte, nos atendremos ante todo a los fragmentos escritos en los años 1887-1888, un período en el que Nietzsche alcanzó la mayor claridad y serenidad de su pensamiento. Entre estos fragmentos escogeremos a su vez aquellos en los que la totalidad del pensamiento de la voluntad de poder ha alcanzado una coherencia propia y llegado así a la palabra. Por eso, a estos fragmentos no podemos llamarlos en realidad fragmentos. Si mantenemos aún esta denominación, lo hacemos teniendo en cuenta que los diferentes trozos no sólo se coordinan o se rechazan desde el punto de vista del contenido, sino que se diferencian sobre todo por la forma de su configuración interna y por su amplitud, por la fuerza de concentración y la claridad del pensar, por el grado de VISIÓN y la agudeza del decir. Heideggeriana: VontadePoder

Con esta sentencia, la vida es voluntad de poder, llega a su acabamiento la metafísica occidental, en cuyo inicio se encuentra la oscura expresión: el ente en su totalidad es physis. La sentencia de Nietzsche, el ente en su totalidad es voluntad de poder, enuncia sobre el ente en su totalidad aquello que estaba predeterminado como posibilidad en el inicio del pensamiento occidental y que se ha vuelto ineludible por obra de una inevitable declinación de ese comienzo. Esta sentencia no transmite una opinión privada de la persona Nietzsche. Quien piensa y dice esta sentencia es “un destino”. Esto quiere decir: el ser pensador de este y de todo pensador esencial de occidente consiste en la fidelidad casi inhumana a la oculta historia de occidente. Pero esta historia es la lucha poetizante y pensante por la palabra para el ente en su totalidad. A toda dimensión pública de la historia universal le falta la VISIÓN y la escucha, la medida y el corazón para esta lucha poético-pensante por la palabra del ser. Esta lucha se desarrolla más allá de la guerra y la paz, fuera del éxito y la derrota, no tocada por la fama y el ruido, despreocupada por el destino de los individuos. Heideggeriana: VontadePoder

Tenemos que cuidarnos, sin embargo, de malinterpretar esta sentencia en un sentido moderno, gnoseológico, y ver en ella, por ejemplo, la distinción kantiana entre “fenómeno” y “cosa en sí”, falseando además el concepto de “fenómeno” hasta convertirlo en “mera apariencia”. El peso de la antigua sentencia griega descansa, por el contrario, en que lo que se muestra, lo que ofrece una VISIÓN, y por lo tanto la VISIÓN misma, vale como ente, porque “ente” quiere decir: surgir, phyein. Pero el presenciar que surge es un imperar que presencia, physis. Sólo bajo el poder de esta predeterminación inicial del ente como physis puede entenderse la posterior interpretación griega de la entidad del ente, o sea la interpretación platónica. En efecto, cómo habría de ser la “idea” lo más ente del ente si no estuviera previamente decidido que ser-ente quiere decir: mostrarse que surge y que presencia: ofrecer el aspecto (eidos), la VISIÓN (idea) que tiene una “cosa”. dokeonta, “lo que en cada caso se muestra”, no equivale para Heráclito a la opinión meramente subjetiva entendida en sentido moderno, y esto por dos razones: 1) porque dokein significa mostrarse, aparecer, dicho esto desde el ente mismo; 2) porque los primeros pensadores y los griegos en general nada sabían del hombre como un yo-sujeto. Precisamente el que goza de mejor parecer — y esto quiere decir: el más digno de fama — es aquel que tiene la fuerza de prescindir de sí y dirigir la mirada exclusivamente a lo que “es”. Pero esto y precisamente esto es lo que se muestra, la VISIÓN y la imagen que se ofrece. El carácter de imagen no consiste en ser algo preparado, como por ejemplo en la copia que reproduce la imagen de algo. El sentido griego de “imagen” — si es que podemos utilizar esta palabra — es el llegar al aparecer, phantasia, y ésta comprendida a su vez como: entrar en la presencia. Con las mutaciones del concepto griego de ser en el curso de la histhistoria de la metafísica se transforma correlativamente el concepto de imagen reinante en occidente. La “imagen”, en la Antigüedad, en la Edad Media y en la Edad Moderna, no sólo se diferencia por su contenido y su nombre, sino por su propia esencia. Heideggeriana: VontadePoder

Para Heráclito, conocer significa: capturar lo que se muestra; custodiar la VISIÓN como el “parecer” que algo ofrece, como “imagen” en el sentido señalado de phantasia. En el conocimiento se retiene lo verdadero; lo que se muestra, la imagen, es recogido y tomado en posesión; lo verdadero es la imagen in-maginada (ein-gebildete).Verdad es i-maginación (Ein-bildung); pero la palabra pensada ahora de modo griego, no “psicológico”, no gnoseológico-moderno. Heideggeriana: VontadePoder

Nuestro propósito sigue siendo pensar el pensamiento único de Nietzsche, el pensamiento de la voluntad de poder, y hacerlo en primer lugar por la vía de una meditación sobre la esencia del conocimiento. Si para Nietzsche el conocimiento es voluntad de poder, una VISIÓN suficientemente clara de la esencia del conocimiento alumbrará también la esencia de la voluntad de poder. Pero al conocimiento se lo considera una captación de lo verdadero. La verdad es lo esencial del conocimiento. De acuerdo con ello, la esencia de la verdad también tiene que mostrar sin velos la esencia de la voluntad de poder. La sentencia de Nietzsche sobre la verdad decía, abreviadamente: la verdad es una “ilusión”. Para dar aún más intensidad y amplitud a esta determinación esencial de la verdad, anticipemos ya una segunda frase de Nietzsche: “La verdad es la especie de error sin la cual una determinada especie de seres vivientes no podría vivir.” (La voluntad de poder, n. 493; 1885) Heideggeriana: VontadePoder

De ningún modo queremos afirmar que Nietzsche habría empezado con este fragmento si hubiera llegado a hacer una exposición acabada. En general, dejamos de lado la insidiosa cuestión acerca de la probable estructura de la “obra” que no pudo ser “obra”. Prescindimos también de la posibilidad de citar y acumular pasajes y pensamientos del mismo tenor tomados de otros fragmentos, contemporáneos y anteriores, pues todo eso no dice nada y no ayuda a dar ningún paso adelante mientras no hagamos en un fragmento el intento de pensar de inmediato y en su conjunto la pertenencia esencial de la verdad a la voluntad de poder y no comprendamos su significado para la posición fundamental metafísica de Nietzsche, es decir su relación con la metafísica occidental. El fragmento elegido, el n. 507, resulta apropiado para el intento de, por así decirlo, saltar directamente al centro de la interpretación que hace Nietzsche del conocimiento como voluntad de poder. Comienza con una concisa determinación de la esencia de la verdad y termina con la respuesta a la pregunta de por qué el “mundo” (el ente en su totalidad) es un mundo “que es” y no un mundo “en devenir”, pregunta que se halla, aunque en otra forma, en el inicio del pensamiento occidental. Trataremos de ir pensando frase por frase la estructuración interna de todo el fragmento, con el propósito de conseguir una VISIÓN de conjunto de la concepción nietzscheana de la verdad y el conocimiento. Heideggeriana: VontadePoder

La verdad — si es en esencia estimación de valor — es equivalente a tener por verdadero. Al tener algo por algo y ponerlo como tal se lo denomina también juzgar. Nietzsche dice: “El juzgar es nuestra creencia más antigua, nuestro más acostumbrado tener-por-verdadero o por no-verdadero” (n. 531; 1885-1886). El juicio, el enunciado de algo sobre algo, es en la tradición de la metafísica occidental la esencia del conocimiento, del que forma parte el ser verdadero. Y tener algo por lo que es, re-presentarlo como lo que es de tal o cual manera, adecuarse en el representar a lo que surge y sale al encuentro — ésta es la esencia de la verdad como corrección. Por consiguiente, en la frase comentada que dice que la verdad es una estimación de valor, Nietzsche no piensa en el fondo otra cosa que: la verdad es corrección. Parece haberse olvidado totalmente de la sentencia que afirmaba que la verdad era una ilusión. Parece incluso estar en total coincidencia con Kant, que en su Critica de la Razón Pura advierte en una ocasión que allí se “concede y presupone” la explicación de la verdad como “coincidencia del conocimiento con su objeto” (A 58, B 82). En pocas palabras: para Kant, la determinación de la verdad como corrección (en el sentido comentado) es intocable y está fuera de toda duda; y préstese atención, para Kant, que en su doctrina acerca de la esencia del conocimiento llevó a cabo el giro copernicano, según el cual el conocimiento no se debe regir por los objetos sino, a la inversa, los objetos por el conocimiento. Del mismo modo en que Kant explica la esencia general de la verdad, así piensan también los teólogos medievales y así piensan también Platón y Aristóteles acerca de la “verdad”. Nietzsche no sólo parece estar en armonía con esta tradición occidental, sino que lo está efectivamente; sólo por eso puede, más aún, tiene que diferenciarse de ella. La pregunta es por qué, y en qué sentido, piensa, sin embargo, la esencia de la verdad de un modo diferente. El lema acerca de la esencia de la verdad contiene por cierto como presuposición la posición implícita: verdad es corrección, pero dice además otra cosa, y esta otra cosa es esencial para Nietzsche; por eso la hace pasar inmediatamente al primer plano gracias al modo en que está construida y acentuada la frase: “La estimación de valor… “como esencia de la “verdad”.” Esto significa: la esencia de la verdad como corrección (la corrección como tal) es propiamente una estimación de valor. En esta interpretación de la esencia de la corrección (del concepto de verdad tradicional y obvio) se encuentra la VISIÓN metafísica decisiva de Nietzsche. Esto quiere decir: la esencia de la corrección no encuentra de ninguna manera su elucidación y fundamentación en el sentido de que se diga de qué modo el hombre, con las representaciones que tienen lugar en su conciencia y que son, por lo tanto subjetivas, podría regirse por los objetos presentes fuera de su alma, de qué modo podría franquearse el abismo entre el sujeto y el objeto para que fuera posible algo así como un “regirse por… Heideggeriana: VontadePoder

Cuanto más decididamente nos desprendemos de todas las teorías filosóficas sobre el ente y el conocimiento, de modo más penetrante se nos presenta el mundo en la forma que hemos descrito. ¿A qué posición se ha dislocado el pensar y el reflexionar sobre el conocer para llegar a enunciados tan sorprendentes como que el conocer sea el esquematizar un caos realizado de acuerdo con necesidades vitales prácticas? ¿O puede ser que esta caracterización de la esencia del conocimiento no sea en absoluto un disloque tal? ¿No tiene incluso de su parte la tradición del pensar metafísico, con lo que en la VISIÓN que tiene Nietzsche del conocimiento concuerdan todos los grandes pensadores? Si esta concepción del conocimiento coincide tan poco con nuestro comportamiento cotidiano y lo que él sabe de sí, esto no puede ya sorprendernos desde el momento en que sabemos que el pensar filosófico no debe medirse con la vara del sano entendimiento común. ¿De qué hablamos entonces cuando decimos que nuestro conocer cotidiano no se refiere a un caos sino a un ámbito estructurado, ordenado, de objetos y conexiones objetivas? ¿No hablamos acaso del mundo ya conocido? ¿No es la pregunta por la esencia del conocimiento precisamente la pregunta por cómo se llega a la representación de los objetos que nos rodean y de los que nos ocupamos al mirar en torno, o sea de los objetos ya conocidos y reconocidos así como de su círculo más amplio? ¿Cuando aseguramos que en la representación nos referimos a un mundo estructurado y ordenado, no delatamos con ello que ya ha tenido lugar, y necesariamente, un ordenamiento y una estructuración, o sea exactamente lo que de modo manifiesto proviene de una imposición de formas reguladoras, de un esquematizar? Esto implica: el conocer, en cuanto representar y traer-ante-nosotros un mundo es, en el fondo — si no nos quedamos en la superficie sino reflexionamos en profundidad —, el “esquematizar” un caos de acuerdo con necesidades prácticas. La interpretación que hace Nietzsche de la esencia del conocimiento no sería entonces algo extraño, aunque tampoco sería algo propio, con lo que no tendríamos el derecho ni la obligación de seguir tratando acerca de una doctrina específicamente nietzscheana del conocimiento y la verdad. Heideggeriana: VontadePoder

Supongamos que allí afuera, en la pendiente de la pradera, nos encontramos con frecuencia con un cierto árbol, con un determinado abedul; la variedad de colores, de tonos, de iluminación, de atmósfera, tiene un carácter diferente según la hora del día y la estación del año, y también según la posición siempre cambiante desde la que lo percibamos, según el alcance de nuestra VISIÓN y nuestro temple de ánimo, y sin embargo será siempre ese “mismo” abedul. Es el “mismo” no con posterioridad, en la medida en que en base a comparaciones hechas ulteriormente comprobamos que se trataba sin embargo del “mismo” árbol, sino que, a la inversa, nuestro ir hacia el árbol tenía ya puesta la mira en lo que en cada caso era lo “mismo”. No como si de este modo se nos escapara el cambio de las diferentes visiones, sino que, por el contrario, sólo podemos experimentar su encanto si de antemano ponemos, por encima de la diferencia de lo que se da en cada caso, algo que no está dado en lo que se da en cada caso, algo “igual”, es decir idéntico. Heideggeriana: VontadePoder

En la medida en que conocemos lo que sale al encuentro como cosa, como teniendo tal o cual cualidad, como referido a otros de tal o cual manera, causado de tal o cual modo, de tal o cual tamaño, ya hemos de antemano trasladado inventivamente a lo que sale al encuentro la cosidad, la cualidad, la relación, el efecto, la causa, la magnitud. Lo inventado en este inventar son las categorías. Aquello que propiamente se nos aparece y se nos muestra en su aspecto: esta cosa en su cosidad así conformada — en griego, la “idea” — es de origen inventado; y por lo tanto de un origen superior, que está por encima de lo que nuestro quehacer inmediato recoge y cree sólo recoger como algo tangible y que está allí delante. Esta esencia inventiva de la razón no fue descubierta por primera vez por Nietzsche, sino que sólo la acentuó en ciertos aspectos de manera especialmente brusca y no siempre suficiente. El carácter inventivo de la razón fue explícitamente visto y pensado por primera vez por Kant en su doctrina de la imaginación trascendental. La concepción de la esencia de la razón absoluta en la metafísica del idealismo alemán (en Fichte, Schelling, Hegel) se funda totalmente en la VISIÓN kantiana de la esencia de la razón como una “facultad” “formativa”, inventiva. Heideggeriana: VontadePoder

Nos cuesta decir qué es más grande y esencial en esta actitud pensante de los griegos al pensar el ser: la inmediatez y pureza de la VISIÓN inicial de las figuras esenciales del ente o la falta de necesidad de interrogar nuevamente la verdad de esta VISIÓN, pensado en términos modernos: de ir detrás de sus propias posiciones. Los pensadores griegos “sólo” muestran anticipadamente los primeros pasos. Heideggeriana: VontadePoder

¿Cómo acontece esta decisión? ¿Tiene lugar formulando una definición de “ser” o aclarando el sentido de la palabra “ser? ¡Lejos de ello! Ese acto fundamental, y por lo tanto lo esencial del aseguramiento de la existencia consistente, consiste en colocar al ser viviente “hombre” en la trayectoria visual de una perspectiva dirigida a algo así como ente y en mantenerlo en movimiento dentro de ella. El acto fundamental de la fundación de una perspectiva se lleva a cabo en la representación de aquello que el principio de no contradicción enuncia sólo ulteriormente en forma de principio. Ahora no podemos seguir considerando al principio como un axioma evidente, en sí válido, sino que tenemos que tomar en serio su carácter de posición. El principio es una orden. Aunque no sepamos aún cómo debemos comprender este carácter de orden en cuanto a su proveniencia esencial, a partir de lo anterior pueden destacarse ya cuatro puntos y formar con ellos, por así decirlo, un escalón con el que nos elevemos un paso más para apoderarnos de la VISIÓN interna de la esencia plena de la verdad. Heideggeriana: VontadePoder

No obstante, si se piensa de una manera suficientemente decidido el concepto nietzscheano de verdad, estas conexiones y su necesidad pueden hacerse visibles. Más aún, deben hacerse visibles; pues sólo con una clara VISIÓN de elles la esencia de la verdad y del conocimiento se descubre como una figura de la voluntad de poder, y ésta misma como carácter fundamental del ente en su totalidad. El presupuesto y el hilo conductor de nuestro proceder seguirá siendo, sin embargo, la meditación histórica que, partiendo del preguntar la pregunta fundamental de la filosofía, concibe el inicio y el fin de la metafísica occidental en su enfrentada unidad histórica, es decir que, partiendo de una meditación más originaria, no piensa ya de modo metafísico sino que pregunta y transforma la pregunta conductora de la metafísica “¿qué es el ente?” desde la pregunta fundamental (ya no metafísica) por la verdad del ser. El siguiente curso de pensamientos queda así ya articulado. Heideggeriana: VontadePoder

¿Hacia dónde va este mirar previo que abre, qué vista ofrece? Nietzsche responde en primer lugar de modo indirecto nombrando las perspectivas más allá de las cuales se ve: “las pequeñas perspectivas del bien y del mal”. Bien y mal son los títulos que corresponden a las distinciones fundamentales de la “moral”. A la moral Nietzsche la comprende de modo metafísico. El “bien” es el “ideal”, la idea y lo que está aún más allá de ella, lo propiamente ente, ontos on. El “mal” es el nombre metafísico de lo que no debe ser un ente, el me on. Pero en esto reside la distinción del mundo verdadero (en sí ente) y el mundo aparente. Esta distinción alude a perspectivas respecto de las cuales la justicia ve más allá. Justicia es ir con la VISIÓN más allá de esas pequeñas perspectivas hacia una gran perspectiva. El ver más allá de las perspectivas tenidas hasta el momento corresponde al carácter eliminador del modo de penspensar constructivo como el cual ha sido determinada anteriormente la justicia. Pero el construir se aclara ahora con el carácter de mirar lejos en torno, de abrir una gran perspectiva. La justicia no “tiene” una perspectiva, ella es la perspectiva misma en cuanto la erige, la abre y la mantiene abierta. Heideggeriana: VontadePoder

¿Si lo que importa no son las personas singulares, será entonces la comunidad lo que importe? Tampoco. Lo que Nietzsche quiere decir sólo lo apreciaremos a partir de lo que dice acerca de la perspectiva de la justicia. Ésta ve más allá de la distinción entre un mundo verdadero y un mundo aparente y su VISIÓN se dirige, por lo tanto, a una determinación más elevada de la esencia del mundo y a una con ello, a un horizonte más amplio, en el que al mismo tiempo se determina de modo “más amplio” la esencia del hombre, o sea del hombre occidental-moderno. Heideggeriana: VontadePoder

No obstante, en un primer momento también se puede tratar de conducir a la identidad del “eterno retorno de lo mismo” y la “voluntad de poder” dentro del horizonte de la metafísica y con ayuda de sus distinciones. Este camino hacia la VISIÓN de la unidad interna de ambos es el que recorren las lecciones “La voluntad de poder como arte” y “El eterno retorno de lo mismo”. De antemano, el eterno retorno de lo mismo y la voluntad de poder son comprendidos como determinaciones fundamentales del ente en su totalidad y en cuanto tal: la voluntad de poder como la acuñación propia de la historia final del qué es, el eterno retorno de lo mismo como la del que es. La necesidad de fundamentar esta distinción había sido reconocida en unas lecciones (no publicadas) del año 1927. No obstante, el origen esencial de la distinción permanecía oculto. Heideggeriana: EternoRetorno

La metafísica, en cuanto verdad del ente perteneciente al ser, no es nunca en primer lugar la VISIÓN y el juicio de un ser humano, nunca sólo un edificio doctrinal y la expresión de su época. Todo esto también lo es, pero siempre como consecuencia posterior y en su faz externa. El modo, en cambio, en el que quien está llamado a salvaguardar la verdad en el pensar asume la rara disposición, fundamentación, comunicación y preservación de la verdad en el anticipador proyecto existencial-extático, delimita lo que se llamará la posición metafísica fundamental de un pensador. Por lo tanto, cuando se nombre a la metafísica, que pertenece a la historia del ser mismo, con el nombre de un pensador (la metafísica de Platón, la metafísica de Kant), esto no quiere decir aquí que la metafísica sea la obra, la posesión o la característica distintiva de esos pensadores como personalidades de la creación cultural. Ahora, la denominación significa que los pensadores son lo que son en la medida en que la verdad del ser se ha confiado a ellos para que digan el ser, es decir, en el interior de la metafísica, el ser del ente. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Con la obra Aurora (1881) la claridad irrumpe en el camino metafísico de Nietzsche. En el mismo año le llega — “a 6000 pies sobre el nivel del mar y mucho más alto sobre todas las cosas humanas” — la VISIÓN del “eterno retorno de lo mismo” (XII, 425). Desde entonces su marcha se mantiene durante casi una década en la resplandeciente claridad de esta experiencia. Zaratustra toma la palabra. Como maestro del “eterno retorno” enseña el “superhombre”. Se aclara y consolida el saber de que el carácter fundamental del ente es la “voluntad de poder” y de que de ella proviene toda interpretación del mundo, en la medida en que su índole es ser posiciones de valor. La historia europea desvela su rasgo fundamental como “nihilismo” y empuja hacia la necesidad de una “transvaloración de todos los valores válidos hasta el momento”. La nueva posición de valores, realizada a partir de la voluntad de poder que ahora se reconoce decididamente a sí misma, exige como legislación su propia justificación desde una nueva “justicia”. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Por eso, todo ser es “devenir”. La amplia mirada abierta al devenir es la VISIÓN que se anticipa y atraviesa penetrando en el ejercicio de poder de la voluntad de poder, realizada desde el propósito único de que ésta “sea” como tal. Pero esta mirada que, abriendo a, atraviesa y penetra en la voluntad de poder le pertenece a ésta misma. La voluntad de poder, en cuanto dar el poder de sobrepotenciar, es un mirar previo y que atraviesa; Nietzsche dice: “perspectivista”. Sólo que la “perspectiva” no es nunca una mera trayectoria de la mirada en la cual se llega a ver algo, sino que la mirada que se abre-a atravesando tiene la mira en las “condiciones de conservación y acrecentamiento”. Los “puntos de vista” puestos en tal “ver” son, en cuanto condiciones, de un tipo tal que se tienen que tener en cuenta y se tiene que contar con ellos. Tienen la forma de “números” y de “medidas”, es decir, de valores. Los valores “son siempre reducibles a aquella escala numérica y de medida de la fuerza” (La voluntad de poder, n. 710). “Fuerza” es entendida por Nietzsche siempre en el sentido de poder, es decir, como voluntad de poder. El número es esencialmente “forma perspectivista” (La voluntad de poder, n. 490), ligado por lo tanto al “ver” propio de la voluntad de poder que, por su esencia, es un contar con valores. El “valor” tiene el carácter de “punto de vista”. Los valores no tienen validez y “son” “en sí”, para después, eventualmente, tornarse “puntos de vista”. El valor es “esencialmente el punto de vista” del ver, que ejerce el poder y calcula, de la voluntad de poder (La voluntad de poder, n. 715). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Nietzsche no ha expuesto el conocimiento que tenía de nihilismo, conocimiento que surge de la metafísica de la voluntad de poder y que le pertenece esencialmente a ella, con la trabada conexión con la que se ofrecía a su VISIÓN metafísica de la historia, cuya forma pura, sin embargo, no conocemos ni nunca podremos llegar a descubrir a partir de los fragmentos que se conservan. No obstante, en el interior de su pensar, Nietzsche ha pensado a fondo lo aludido por el título “nihilismo” en todos los respectos, niveles y tipos esenciales para él, y ha fijado los pensamientos en diferentes anotaciones de diversa amplitud y diverso grado de elaboración. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

La justicia es un ir más allá, poniendo puntos de vista, de las perspectivas habidas hasta el momento. ¿En qué círculo visual pone sus puntos de VISIÓN este “modo de penspensar constructivo”? Tiene “un horizonte de ventaja más amplio”. Nos quedamos sorprendidos. Una justicia que pone la mira en la ventaja indica de manera suficientemente capciosa y basta hacia el dominio de la utilidad, el aprovechamiento y el cálculo. Además, Nietzsche subraya en su manuscrito la palabra “ventaja”, para no dejar ninguna duda de que la justicia de la que aquí se trata se dirige esencialmente a la “ventaja”. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche

Desde otra VISIÓN se caracteriza como tesis el mero asumir y constatar lo consiente, como antítesis el retomar lo así puesto como algo consiente para la conciencia en la autoconciencia, y como síntesis la asunción conjunta de ambas en la peraltante unidad. Si se piensa en el orden sucesivo del opinar diario, entonces el curso de la conciencia parte de la tesis, pasa a la antítesis y asciende a la síntesis. Pero entonces se dirige a Hegel la pregunta con respecto a este proceso, de cómo se determinaría un hilo conductor para el paso de la tesis a la antítesis y de ambas a la síntesis. No se encuentra en la representación diaria de este curso, de hecho y con razón, ningún hilo conductor. Se llega entonces a la duda y finalmente a la objeción y reproche con respecto a Hegel, de que pone en escena por puro arbitrio el proceso en este triple paso, hasta de que tiene que ponerlo en escena. Pues si primero es puesta sólo la tesis, falta toda indicación acerca de la dirección y el ámbito de los cuales debe ser tomada la antítesis. Y cuando es puesta ésta, permanece siempre cuestionable en qué aspecto deba concebirse la oposición como una composición y unidad. Heideggeriana: HegelFenomenologia

“Represéntate ahora lo siguiente: Unos hombres se encuentran bajo tierra en un recinto cavernario. A lo largo de éste, y hacia la luz diurna, se extiende el acceso, al que confluye toda la caverna. En esta morada, atados por las muslos y la nuca, desde la infancia tienen los hombres su residencia. También permanecen por ello en el mismo sitio, pudiendo sólo mirar a lo que tienen enfrente de ellos. Mover la cabeza en torno no les es posible, puesto que están encadenados. Sin embargo, les ha sido otorgado un resplandor de luz, de un fuego que arde a sus espaldas, en la parte superior y a la distancia. Entre el fuego y los prisioneros (por lo tanto, a sus espaldas) discurre un camino, a lo largo del cual — imagínatelo así — hay un muro más bajo, construido al modo de esas vallas que los volatineros levantan frente al público, para mostrar por encima de ellos los prodigios. “Lo imagino, dijo Glaucón. “Según eso, figúrate ahora hombres que transportan toda clase de objetos a lo largo de ese pequeño muro, los que sobresalen un poco sobre éste; estatuas. imágenes de piedra y de madera, como también variedad de cosas hechas por el hombre. Como es de esperarse, de entre los cargadores que pasan unos van entretenidos entre sí, otros en silencio. “Insólita imagen propones, dijo, e insólitos prisioneros. Sin embargo son en todo iguales a nosotros los hombres, contesté yo. Pues, ¿qué crees tú? Tal especie de hombres, desde un principio, jamás han obtenido otra VISIÓN, sea de sí mismos, sea de los demás, que las sombras que sobre el muro de la caverna que tienen en frente arroja (constantemente) el resplandor del fuego. “Cómo puede ser de otro modo, dijo, si están compelidos a mantener inmóvil la cabeza todo el curso de sus vidas? “¿Qué ven, pues, ellos de las cosas que (a sus espaldas) son transportadas? ¿No es eso precisamente lo que ellos ven (es decir, las sombras)? “En efecto. “Ahora, si estuviesen en condiciones de comunicar y discutir detalladamente entre sí lo visto, ¿no crees que a lo que ellos ven allí tomarían por el ente? “Se verían obligados a ello. “¿Pero qué pasaría si esta prisión también tuviese un eco venido del muro que ellos tienen frontero (hacia el que miran exclusiva y constantemente) ? Tan pronto como uno de los que transitan a espaldas de los prisioneros (transportando cosas) se hiciese oír, ¿crees tú por cierto que ellos tomarían a lo que habla por algo distinto de esas sombras que pasan ante ellos? “Por nada distinto, ¡por Zeus!, dijo. “Absolutamente, contesté yo, los prisioneros tomarían entonces por lo desoculto no otra cosa que las sombras de los objetos. “Seria completamente necesario dijo. “Según eso, contesté yo, sigue ahora con tu mirada el proceso de cómo los cautivos llegan a ser liberados de las ligaduras y, en consecuencia, curados de la falta de discernimiento; y considera, además. de qué especie tendría que ser esta falta de discernimiento, si a los prisioneros les sucediese lo siguiente: tan pronto se desligase a uno y se le forzase, de súbito, a pararse, a volver la cabeza, a caminar y a mirar hacia la luz, (entonces) él haría (siempre) todo esto entre sufrimientos. y tampoco estaría en condiciones de mirar, a través de la constante reverberación, hacia aquellas cosas cuyas sombras anteriormente vio. (Si todo esto sucede con él), qué crees tú que diría él al que le revelase que (sólo) futilidades había visto antes, pero que ahora estaba un poco más cerca del ente y, en consecuencia, vuelto hacia el mayor ente, al que por lo tanto, miraba más rectamente? Y si (entonces) alguien todavía le mostrase cada una de las cosas que van pasando y le forzase, sobre demanda, a contestar qué cosa sea ello, ¿no crees tú que se hallaría sin saber absolutamente nada y, por añadidura, reputaría lo visto anteriormente (con sus propios ojos) por más desoculto que lo que ahora (por intermedio de otro) le es mostrado? “Indudablemente, dijo. “Y si alguien todavía le precisase a mirar hacia el resplandor del fuego, ¿no le dolerían los ojos, y no querría apartarse de allí y huir (de vuelta) hacia lo que está en sus posibilidades ver, decidiendo, por lo tanto, que esto (que sin más es visible para él) es, en efecto, más claro que lo que ahora le es mostrado? “Así es, dijo. “Pero si ahora, contesté yo, alguien (a este libre de ligaduras) con violencia lo arrancase de allí arrastrándolo por la escarpada y difícil abertura de la caverna y no le soltase hasta no haberlo traído a la luz del sol, ¿sentiría quien así es arrastrado dolor e indignación? ¿No sentiría los ojos, llegado a la luz solar, llenos de resplandor, y no sería incapaz de ver siquiera algo de lo que ahora le es revelado como lo desoculto? “En modo alguno estaría en condiciones para ello, dijo; por lo menos no de pronto. “Evidentemente fuera menester, creo yo, un acostumbramiento, caso de que se tratase de aprehender en el ojo lo que está allí en lo alto (fuera de la caverna en la luz del sol). Y (en tal habituarse) podría, ante todo, muy fácilmente mirar hacia las sombras y después hacia la imagen de los hombres y de las demás cosas reflejadas en el agua, y luego captaría por la VISIÓN a éstas mismas (o sea, el ente en lugar de los evanescentes reflejos). Desde el ámbito de estas cosas podría contemplar lo que hay en la bóveda del cielo, y a éste mismo, y desde luego más fácilmente durante la noche, mientras mira hacia la luz de las estrellas y de la luna, (más fácilmente, claro está) que durante el día al sol y su brillo. “Sin duda alguna. “Pero al fin, creo yo, llegaría a estar en condiciones de mirar al sol mismo, no ya sólo a su reflejo en el agua o en donde surgiere, sino al sol mismo, tal cual él es por sí mismo en su propio lugar, y observarlo en su naturaleza. “Necesariamente así sucedería, dijo. “Y una vez que ha dejado detrás de sí todo esto, ya puede acerca de aquél (el sol) concluir que es él, precisamente el que produce tanto las estaciones del año como los años y el que dispone todo lo que hay en el circuito (ahora) contemplado (de la luz solar); sí que también él (el sol) es hasta la causa de aquel todo que ellos (los que permanecen allí abajo en la caverna) tienen, en cierta manera, ante sí. “Evidentemente, dijo, llegaría a eso (o sea al sol y a lo que está en su luz), una vez que hubiera salido de aquello (que sólo es reflejo y sombra). “¿Y qué, pues, pasa ahora? Si se acordase nuevamente de la primera morada y del “saber” que allí es regla y de los entonces encadenados con él, ¿no crees que a sí mismo se tendría por dichoso por el cambio (acontecido), compadeciendo a aquellos, por el contrario? “¡Sí, por cierto! “Pero si ahora (entre los hombres) del anterior lugar de residencia (esto es, en la caverna) se instituyen ciertos honores y premios para quien aprehendiese más nítidamente con la mirada lo transitorio (lo que sucede todos los días) y, además, conservase en la memoria, lo más de lo que habitualmente es transportado primero, luego después y, por último al mismo tiempo, y que (entonces) pudiese decir de antemano lo que fuese a ocurrir en el inmediato futuro, crees que el (salido de la caverna) desearía (todavía) estar entre aquellos (que están en la caverna) para (allí) rivalizar con quienes gozan de poder y consideración, o acaso no querrá adoptar para sí aquello que dice Homero: “servir, asalariado, a un extranjero labrador sin dote”, y no querrá, en general, soportarlo todo, antes que circunvagar entre aquellas opiniones (válidas para la caverna) y ser un hombre según aquella manera? “Yo creo, dijo, que dejaría le sobreviniese todo, antes que ser un hombre según aquella manera (propia de la caverna). “Y ahora, por consiguiente, considera esto, contesté yo: Si el que por tal modo a salido de la caverna, descendiese nuevamente a ella y se sentase en el mismo sitio, no se le llenarían los ojos de tinieblas. en el lugar mismo donde él se sustrajese repentinamente al sol? “Sí, absolutamente, dijo. “Si de nuevo, entonces, se entregase, con los allí constantemente encadenados. a proponer y afirmar opiniones sobre las sombra. con los ojos todavía debilitados, y antes de haberlos aclimatado de nuevo, la cual habituación no demandaría poco tiempo, ¿no sería al punto entregado al ridículo allí abajo, y no se le daría a entender que había ido allá arriba sólo para volver (a la caverna) con los ojos estragados, de modo que no era de utilidad alguna emprender el camino ascendente? Y a quien pusiese manos a libralos de las ligaduras y conducirlos allá arriba, si ellos pudiesen disponer de él y matarlo, ¿no lo matarían realmente? “Seguramente que sí, dijo.” Heideggeriana: PlatoVerdade

La facultad interpretativa de la “alegoría de la caverna” concentrase en hacer visible y conocible la esencia de la paideia en lo gráfico de la historia narrada. Preventivamente Platón quiere también mostrar que la esencia de la paideia no consiste en verter meros conocimientos en el alma desprevenida como en un recipiente vacío cualquiera colocado delante, ya que, contrariamente a esto, la auténtica cultura aprehende y transforma al alma en su totalidad, en la medida en que previamente desplaza al hombre a su lugar esencial y a éste lo acostumbra. Que la esencia de la paideia, en la “alegoría de la caverna”, debe ser reducida a imagen, lo dice y a con bastante claridad el párrafo con que Platón al comienzo del libro VII introduce la narración: Metá taúta dée, eípon, apeíkason toioútoo páthei téen heemeterán physin paideias te péri kaí apaideusías. “Hazte después de esta clase de experiencia (presentada a continuación) una VISIÓN (de la esencia) de la “cultura” como así también de la incultura, lo cual (conjuntamente por cierto) concierne a nuestro humano ser en su fundamento.” Heideggeriana: PlatoVerdade

La representación de la “alegoría” y la propia interpretación de Platón toman casi naturalmente a la caverna subterránea y a su exterior como el dominio en cuyo ámbito se desarrollan los procesos relatados. Igualmente esenciales son los tránsitos narrados y el ascenso desde el dominio del resplandor del fuego artificial a la claridad de la luz solar, como así también el retroceso desde la fuente de toda luz a la oscuridad de la caverna. En la “alegoría de la caverna” la fuerza ilustrativa no emana de la imagen de la clausura de la bóveda subterránea y de lo preso en lo que está cerrado, como tampoco de la vista de lo abierto en lo exterior de la caverna. La fuerza figurativa de la interpretación de la “alegoría” concéntrase, para Platón, más bien en el rol del fuego, del resplandor del fuego y de las sombras, de la claridad diurna, de la luz solar y del sol. Todo yace en el resplandecer de lo que aparece y en el hacer posible su visibilidad. La desocultación es mencionada por cierto en sus distintos escalones, aunque sólo lo es para saber de qué modo ella hace accesible en su aspecto (eídos) a lo que aparece y visible a este mostrarse (idéa). La reflexión propiamente dicha se dirige al aparecer del aspecto que se ofrece en la claridad del resplandor. Este aspecto suministra la perspectiva sobre el cómo se esencializa cada ente. La reflexión propiamente dicha pasa a la idéa. La “idea” es el aspecto que proporciona vista en lo que se esencializa. La idéa es el puro resplandecer en el sentido de la expresión “el sol resplandece”. La “idea” no consiente que ninguna otra cosa (detrás de sí) “aparezca’’; ella misma es lo que resplandece, y lo que resplandece reside únicamente en el resplandecer de sí mismo. La idéa es, pues, lo resplandeciente. Su esencia consiste en la luminosidad y en la visualidad, merced a las cuales tiene lugar la esencialización, o sea la esencialización de lo que cada ente es. En el qué es del ente es donde éste se esencializa. Pero la esencialización es en general la esencia del ser, por lo cual, para Platón, el ser tiene su esencia propiamente dicha en el qué es. Ya no una posterior denominación revela que quidditas es el verdadero esse, la essentia, y no la existentia. Lo que la idea trae a la VISIÓN y de ese modo deja ver es, para el mirar dirigido a ella, lo desoculto de aquello que aparece como idea. De este modo, lo desoculto viene a ser concebido de antemano y exclusivamente, como lo apercibido en la apercepción de la idéa, como lo conocido (gignooskómenon) en el conocer (gignóoskein). El noein y el nous (la apercepción) mantienen para Platón, en este giro, la referencia esencial a la “idea”. La disposición en este dirigirse a las ideas determina la esencia de la apercepción y, en consecuencia, pues, la esencia de la “razón”. Heideggeriana: PlatoVerdade

Pensado a la manera griega, to agathón significa lo que sirve para algo y hace apto para algo. Toda idéa, es decir, el aspecto de algo, proporciona la VISIÓN sobre lo que un ente es en todo momento. De ahí que las ideas, en su significado griego, hacen apto para que algo aparezca en lo que es y, de este modo, puede esencializarse en su constancia. Las ideas son lo entitativo de todo ente. Lo que a toda idea hace capaz de ser una idea, o dicho platónicamente, la idea de todas las ideas, consiste por eso en hacer posible el aparecer de todo lo presente en toda su visualidad. La esencia de toda idea yace ya en un hacer posible y apto para el resplandecer que proporciona una VISIÓN del aspecto. De ahí que la idea de las ideas sea pura y simplemente lo que hace ser apto o sea to agathón. Este trae todo lo resplandeciente al resplandecer y es, en consecuencia, aquello mimo que propiamente aparece, o sea lo más resplandeciente en su resplandecer. Es por eso que Platón designa (518 c. 9) al agathón también como tou ontos to phanótaton, “lo que más se muestra (lo más resplandeciente) del ente”. Heideggeriana: PlatoVerdade

De la esencia de la idea suprema resulta, para toda mirada circunspecta en el orden práctico, hoti deí taúteen ideín tón méllonta emphrónoos práxein ée idía ée deemosía (517 c, 4-5) , “que, quien quiera obrar con circunspección, sea en asuntos personales, sea en asuntos públicos, tiene que tenerla a la vista” (a la idea que como el hacer posible de la esencia de la idea, se denomina el bien). Quien quiera, pues, y deba obrar en un mundo determinado por “la idea”, necesita ante todo de la VISIÓN de las ideas. La esencia de la paideia consiste, por tanto, también en liberar al hombre y afirmarlo para la lúcida constancia de la VISIÓN esencial. Ahora bien, puesto que, conforme a la propia interpretación platónica, la “alegoría de la caverna” ha de traer a imagen perceptible la esencia de la paideia, tiene también, por lo mismo, que relatar el ascenso hacia la VISIÓN de la idea suprema. Heideggeriana: PlatoVerdade

Si por doquier, en todo comportamiento con relación al ente, se llega al ideín de la idéa, es decir, a la VISIÓN del “aspecto”, entonces todo esfuerzo debe concentrarse primeramente en hacer posible esta VISIÓN. Para esto es necesario el justo mirar. Ya el liberado del interior de la caverna dirige, al apartarse de las sombras y volverse a las cosas, su mirada sobre lo “que es más” que las meras sombras: prós mállon onta tetramménos orthóteron blépoi, es decir, “volviéndose hacia lo que “es más ente”, como para mirar a lo más justo”. El tránsito de una situación a otra consiste en un más recto dirigirse de la mirada. En esta orthótees, o sea en la justeza del mirar, consiste todo. Es por medio de esta justeza que el ver y el conocer deviene justo, apropiado, de modo que, por último. se dirige en derechura a la idea suprema, afirmándose en esa “recta dirección”. En este dirigirse se adecúa el percibir a lo que debe ser visto, lo cual no es otra cosa sino el “aspecto” del ente. Como consecuencia de esta adecuación de la percepción como adecuación de un ideín a la idéa existe una homoíoosis, una congruencia del conocer con la cosa misma. Así surge, de la primacía de la idéa y del ideín sobre la aletheia, una mutación de la esencia de la verdad, llegando ésta a ser orthórtees, es decir, justeza de la percepción y del enunciar. Heideggeriana: PlatoVerdade

A partir de allí, hay ya una tendencia a la “verdad” en el sentido de la justeza del mirar y de la posición de la mirada, siendo desde entonces decisiva para todas las posturas fundamentales con referencia al ente, la obtención de la recta VISIÓN de las ideas. La reflexión sobre la paideia y la mutación de la esencia de la aletheia se corresponden como se ve en la misma historia del tránsito de morada en morada, expuesta en la alegoría de la caverna. Heideggeriana: PlatoVerdade

El reconocerse que allí abajo en la caverna sirve de regla, hee ekeí sophía (516 c, 5), es superado por otra sophía. Esta es única y tiende ante todo a contemplar el ser del ente en las “ideas”. Esta última sophía, a diferencia de aquella otra de la caverna, se caracteriza por el anhelo de lograr asidero, más allá de lo presente inmediato, en lo constante que se muestra a sí mismo. Esta sophía es en sí una predilección. y amistad (philia) por las “ideas” que proporcionan lo desoculto. Esta sophía fuera de la caverna es, por consiguiente, philosophia, palabra que ya antes de Platón conocía el idioma de los griegos y que la usaba comúnmente para designar la predilección por aquel recto reconocerse. Sólo con Platón comienza esa palabra a ser tomada como nombre para aquel reconocerse en el ente, determinando al mismo tiempo el ser del ente como idea. Desde Platón, el pensar sobre el ser del ente deviene “filosofía”, porque él es un mirar ascendente hacia las “ideas”. Pero esta “filosofía” que comienza con Platón adquiere en lo sucesivo el carácter de lo que más tarde se llama “metafísica”, cuya forma fundamental ilustra el mismo Platón en la historia que narra la alegoría de la caverna. Hasta la palabrametafísica” está ya preacuñada en la exposición platónica, en aquel pasaje donde dice, al ilustrar la habituación de la mirada a las ideas, (516 c, 3) : el pensar va met’ ekeína, “más allá” de aquello que es como sombra y copia, hacia eís taúta, “en dirección” a las “ideas”. Ellas son lo suprasensible contemplado en la VISIÓN no sensible, ellas son el ser del ente, inaprehensible para los órganos corporales. Y lo supremo en el dominio de lo suprasensible es aquella idea que, como idea de todas las ideas, es siempre la causa de la consistencia y el aparecer de todo ente. Y porque esta “idea” es, en cierto modo, la causa para todo, por eso es también ella “la idea” que se llama “el bien”. Esta suprema y primera causa es llamada por Platón, y después por Aristóteles, tó theion, lo divino. Desde la interpretación del ser como idéa, el pensar con relación al ser del ente es metafísico, y la metafísica es teológica. Teología significa aquí la interpretación de la “causa” del ente como Dios y el desplazamiento del ser a esa causa que en sí contiene al ser y de sí lo despide, porque ella es lo más entitativo del ente. Heideggeriana: PlatoVerdade

La historia que narra la alegoría de la caverna proporciona una VISIÓN de lo que ahora y en lo futuro será lo que propiamente acontece en la historia de lo humano acuñado por Occidente, o sea que el hombre piensa en el sentido de la esencia de la verdad, como justeza del pensamiento, todo ente de conformidad con las “ideas”, y estima toda efectividad conforme a los “valores”. Determinar qué ideas y qué valores son asentados no es lo sólo y primordialmente decisivo, sino que en general lo real es pensado conforme a las “ideas” y el “mundo’” sopesado según los “valores’’. Heideggeriana: PlatoVerdade

“La completitud de las formas de la conciencia no real surgirá por sí misma de la necesidad de progreso y cohesión. Para que esto sea concebible señalaremos de manera general y por adelantado que la presentación de la conciencia no verdadera en su no verdad no es un movimiento solamente negativo. Ésta es la VISIÓN unilateral y limitada que tiene de ella la conciencia natural, pero un saber que convierte de este modo la unilateralidad en su esencia, es una de las figuras de la conciencia incompleta que forma parte del propio camino y se presenta en él. Es precisamente el escepticismo, el que, en el resultado, ve siempre y únicamente la pura nada y abstrae el hecho de que esa nada es de manera determinante la nada de aquello de lo que resulta. Pero de hecho, tomada como la nada de aquello de lo que resulta, la nada sólo es el resultado verdadero y, de este modo es ella misma una nada determinada y tiene un contenido. El escepticismo, que termina con la abstracción de la nada o con el vacío, no puede ir más lejos desde aquí, sino que tiene que aguardar para ver si se le ofrece algo nuevo, a fin de arrojarlo al mismo abismo vacío. Si, por el contrario, el resultado es entendido tal como es de verdad, esto es, en calidad de negación determinada, surge inmediatamente una nueva forma y se efectúa dentro de la negación la transición por la que tiene lugar espontáneamente la progresión a través de la serie completa de figuras. Heideggeriana: HegelExperiencia

El primer párrafo nombra el asunto de la filosofía. “Ella contempla lo presente en cuanto presente y de este modo (contempla) lo que ya predomina en él (en lo presente) de antemano y por sí mismo”,(Aristóteles, Met. L, 1, 1.003 a 21). El predominio concierne el venir-a-la-presencia en el desocultamiento. La filosofía contempla lo que se presenta en su presencia. La contemplación considera lo que se presenta. De tal manera lo pone en su punto de mira que sólo ve lo que se presenta en cuanto tal. La filosofía observa: lo que se presenta en cuanto a su aspecto. En la VISIÓN de esta contemplación no se oculta ningún sentido profundo. La theoria es el desencanto de todo conocimiento. Hegel dice en el lenguaje de su pensar: la filosofía es “el conocimiento efectivamente real de lo que es de verdad”. Mientras tanto, aquello verdaderamente ente se ha mostrado como lo efectivamente real cuya realidad efectiva es el espíritu. Pero la esencia del espíritu reside en la autoconciencia. Heideggeriana: HegelExperiencia

Hegel utiliza los nombres “conciencia” y “saber” para lo mismo. Ambos se explican mutuamente. Conciencia — es decir, ser-consciente — significa: estar en estado de saber. El propio saber entrega, presenta y determina así el modo de ese “ser-” como ser-consciente. En semejante estado se encuentran a un tiempo lo sabido, esto es, aquello que aquel que sabe representa inmediatamente, él, el mismo que representa y el modo de representar en calidad de su conducta. Pero saber significa: vidi, he visto, tengo una VISIÓN de algo, he examinado algo. El perfecto del haber-visto es el presente del saber, en cuya presencia lo visto está presente. Aquí, ver es pensado como tener-ante-sí en la re-presentación. Ésta presenta independientemente de que lo presente sea algo percibido con los sentidos o algo no sensible, pensado o querido o sentido. El representar observa ya desde antes, es contemplación de lo visto, es idea, pero en el sentido de perceptio. Escoge en cada ocasión un presente como tal, lo repasa, lo inspecciona y lo asegura. El re-presentar reina en todos los modos de la conciencia. No es ni solamente un intuir ni ya un pensar, en el sentido del concepto que juzga. El re-presentar reúne por adelantado en un haber-visto (co-agitat). En la reunión está presente lo visto. La conscientia es la reunión en la presencia, al modo de la presencia de lo representado. El re-presentar introduce en la presencia, al modo del haber-visto, el aspecto, la imagen. El re-presentar es esa introducción de la imagen que reina en el saber al modo del haber-visto: la imaginación. Ser-consciente (conciencia) significa: estar presente en esa aportación a partir de la representabilidad. Son de este modo, y lo son perteneciéndose mutuamente, lo recién representado, lo que representa y su representar. Heideggeriana: HegelExperiencia

La presentación del saber que se manifiesta se conduce por completo a sí misma a lo permanente de la desesperación. Ella es la consumación de la desesperación. Hegel dice que es el “escepticismo que se consuma”. Con ello recuperamos el significado originario de la palabra skepsis; skepsis significa, el ver, el mirar, el observar, que inspecciona qué es lo ente en cuanto ente y cómo es. La skepsis así entendida persigue con su mirada al ser<ser de lo ente. Su observar ha visto de antemano el ser de lo ente. Desde esta VISIÓN contempla a la cosa misma. Los pensadores son, por su origen, los escépticos de lo ente a partir de la skepsis en el ser. Heideggeriana: HegelExperiencia

El séptimo párrafo desarrolla la pregunta por “la totalidad de las formas de la conciencia no real”. Se trata de las figuras del saber que se manifiesta, en la medida en que todavía no se ha manifestado a sí mismo en su manifestación y, por consiguiente, tampoco se ha situado en su realidad. La totalidad del surgimiento de las figuras sólo puede resultar de la marcha de este venir. Éste es el proceso del manifestarse. Tiene que ser un proceso necesario, pues sólo entonces le queda garantizado un carácter cerrado que no permite que la duda se introduzca por ningún resquicio. ¿En qué reside la necesidad del proceso en la marcha de la presentación? ¿En qué consiste la esencia del proceso? A fin de contestar de la manera adecuada, no debemos participar del punto de vista que suele tener la conciencia natural respecto a la presentación del saber que se manifiesta. Dicha VISIÓN es, en principio, unilateral, porque el representar natural siempre ve un solo lado que, para él, ni siquiera es un lado, sino el todo: el lado de lo que sale directamente al encuentro. Del otro lado, esto es, del lado del ser de lo ente, la conciencia natural nunca mira. Esta esencial unilateralidad de la conciencia natural puede aparecer incluso como una figura propia de la conciencia. Tiene que ofrecerse dentro de la historia de su formación. Se muestra como ese escepticismo que, en todo conocimiento y conducta, desemboca en la conclusión de que el conocimiento supuestamente adquirido nunca es nada. Dicho escepticismo, como mera ansía de duda de una sofística incondicionada, siempre tiene la pura nada como resultado. ¿En qué medida se eleva la unilateralidad del saber natural a principio sabido dentro de esta figura de la conciencia? En la medida en que lo único que encuentra siempre y en todo lugar la conciencia natural es lo ente, aquello que se manifiesta, y juzga todo lo que le sale al encuentro al tenor de esa comprobación. Lo que no es del género de esta constatación cae dentro de la máxima excluyente de que no existe semejante cosa. El ser no entra dentro del género de hallazgos que puede hacer la conciencia natural, la cual sólo encuentra ente. Por eso, dentro de la perspectiva de la conciencia natural, la manifestación de lo que se manifiesta y la realidad de lo real valen como algo nulo. Según el juicio de la conciencia natural, todo paso dado por la presentación del saber que se manifiesta, conduce a la nada. Hasta se puede decir que nunca llega a pasar por encima de su primer paso, que ya la ha conducido a la nada. ¿Cómo puede dicha presentación seguir adelante y hacia dónde a partir de esa situación? Le está vedado cualquier progreso, a no ser que espere a que le caiga de algún sitio otra figura del saber que se manifiesta con el fin de encontrar allí la supuesta manifestación y caer nuevamente con ella en la nada. Heideggeriana: HegelExperiencia

Puesto que con la primera proposición sobre la conciencia se ha tornado visible la verdad de la misma, Hegel ya puede explicar ahora la conciencia natural desde la perspectiva de que es el saber no real. También llama a la conciencia natural la no-verdadera, pero esto no significa que la conciencia natural sólo sea el depósito de lo falso, engañoso y erróneo. Significa más bien que la conciencia natural es en cada caso la que todavía no es verdadera y se ve poseída y dominada por la violencia que la arrastra a su verdad. La conciencia natural siente esta violencia y cae en el temor por su propia subsistencia. Hegel, cuyo racionalismo nunca podrá ser suficientemente alabado ni desdeñado, habla en ese pasaje decisivo en el que nombra la relación del saber natural con el ser de lo ente, del “sentimiento de violencia”. Este sentir la violencia de la voluntad, bajo cuya forma lo absoluto es, caracteriza el modo en que la conciencia natural “sólo es concepto del saber”. Pero sería absurdo pensar que Hegel opina que el temor natural que hace retroceder a la conciencia ante el ser de lo ente, en tanto que esa relación natural con el ser, es también la manera en la que, o el órgano por el que la filosofía piensa el ser de lo ente, como si allí donde el pensar se ve obligado a remitir al sentimiento, la filosofía se viera entregada al puro sentimiento en un juego de manos en lugar de verse fundamentada sobre la ciencia. Esta opinión superficial, que hoy como ayer sigue haciendo escuela, forma parte por sí misma de la vanidad del entendimiento, que se recrea en la inercia de su falta de pensamiento y disuelve todo en ella. Al final del mismo párrafo, que con su primera frase sobre la conciencia se adentra en la VISIÓN de la verdad del saber, la no-verdad del mismo se manifiesta bajo la figura del “Yo escueto”, que encuentra su única satisfacción en su limitación a eso ente que sale a su encuentro. Heideggeriana: HegelExperiencia

Puesto que, para el examen, tenemos a nuestra disposición el criterio a partir de la propia conciencia, no es necesario a este respecto que añadamos nada más por nuestra parte. Lo que ocurre es que aquello que tenemos a nuestra disposición, en la medida en que nosotros mismos somos conciencia, no está por eso expresamente disponible. Si la presentación está situada bajo la máxima de la pura VISIÓN, entonces permanece justamente a oscuras cómo podemos obtener algo por medio de un mero abandono de nuestros puntos de vista y tener ya el criterio en cuanto tal. Admitimos que el saber que hay que medir y el criterio caen dentro de la conciencia, de tal modo que sólo nos resta recibirlos, pero no por eso la medida y su ejecución pueden tener lugar sin nuestra aportación. ¿No queda todo lo esencial de la presentación reservado en última instancia a nuestra propia actuación? ¿Qué ocurre con el propio examen, sin el que ni lo medido ni el criterio de medida son eso que son? El decimotercer párrafo contesta a esta pregunta en la medida en que expresa y explica la tercera proposición sobre la conciencia. La frase se oculta imperceptible dentro de una subordinada. Dice así, bajo la forma de una oración principal: “cuando la conciencia se examina a sí misma”. Esto quiere decir que, en la medida en que es conciencia, la conciencia es el examen. La palabra fundamental de la metafísica moderna, la conciencia, sólo es verdaderamente pensada cuando dentro del “ser” pensamos también ese rasgo del examen, de un examen que se encuentra determinado por el estado de conciencia del saber. Heideggeriana: HegelExperiencia

¿Pero no ha recurrido Hegel en los párrafos anteriores (sobre todo en el duodécimo) a todo el poder de la meditación para mostrar que a la hora de la presentación del saber que se manifiesta debemos dejar precisamente de lado todas nuestras ocurrencias y pensamientos con el fin de que nos quede “la pura VISIÓN”? ¿Acaso no dice expresamente en el decimotercer párrafo que la conciencia se examina a sí misma y, por eso, se vuelve superflua “muestra aportación”? Abandonando todas las aportaciones debemos conseguir que eso que se manifiesta se muestre por sí mismo en su manifestación. Pero este abandono no se logra por sí mismo. Si alguna vez un dejar hacer es un hacer, es desde luego en este caso del abandono. Este hacer es necesariamente el hacer de una aportación. Porque sólo gracias a que la skepsis del escepticismo que se consuma a sí mismo pre-vee el ser de lo ente, es como lo ente puede manifestarse libremente a partir de sí mismo y dejar que aparezca su manifestación. La aportación de la inversión de la conciencia es el dejar manifestarse a lo que se manifiesta como tal. La aportación no le impone a la experiencia algo que le sea ajeno. Por el contrario, la experiencia sólo produce expresamente a partir de sí misma lo que reside en ella a modo de ser de la conciencia, la cual, según la primera frase sobre la conciencia, es para sí misma su concepto. Por eso, la aportación no puede eliminar nunca la pura expectación necesaria para la presentación. En la aportación y por medio de ella más bien comienza la pura expectación. Por eso, la expectación permanece en la aportación. Heideggeriana: HegelExperiencia

La esencia del valor reside en ser punto de vista. Valor se refiere a aquello que la vista toma en consideración. Valor significa el punto de VISIÓN para un mirar que enfoca algo o, como decimos, que cuenta con algo y por eso tiene que contar con otra cosa. El valor está en relación interna con un tanto, con un quantum y con el número. Por eso, los valores (Voluntad de Poder, afor. 710 del año 1888) se ponen siempre en relación con una “escala de números medidas”. Subsiste la cuestión de dónde se fundamenta a su vez la escala de aumento y disminución. Heideggeriana: NietzscheDeus

Gracias a la caracterización del valor como punto de vista aparece algo esencial para el concepto de valor de Nietzsche: en cuanto punto de vista, dicho concepto es planteado siempre por un mirar y para él. Este mirar es de tal naturaleza que ve en la medida en que ha visto; que a visto en la medida en que ha situado ante sí, ha representado a lo vislumbrado como tal y, de este modo o ha dispuesto. Es sólo por medio de este poner representador como el punto necesario para ese enfocar hacia algo y así guiar la órbita de VISIÓN de este ver, se convierte en punto de VISIÓN, es decir, en aquello que importa a la hora de ver y de todo hacer guiado por la vista. Por lo tanto, los valores no son ya de antemano algo en sí de tal modo que pudieran ser tomados ocasionalmente como puntos de vista. Heideggeriana: NietzscheDeus

El valor es valor en la medida en que vale. Vale, en la medida en que es dispuesto en calidad de aquello que importa. Así, es dispuesto por un enfocar y mirar hacia aquello con lo que hay que contar. El punto de VISIÓN, la perspectiva, el círculo de VISIÓN significan aquí vista y ver en un sentido determinado por los griegos, aunque teniendo en cuenta la transformación sufrida por la idea desde el significado de eidos al de perceptio. Ver es ese representar que, desde Leibniz, es entendido expresamente bajo el rasgo fundamental de la aspiración (appetitus). Todo ente es representador, en la medida en que al ser de lo ente le pertenece el nisus el impulso de aparecer en escena que ordena a algo que aparezca (manifestación) y de este modo determina su aparición. La esencia caracterizada como nisus de todo ente se entiende de esta manera y pone para sí misma un punto de vista que indica la perspectiva que hay que seguir. El punto de vista es el valor. Heideggeriana: NietzscheDeus

Según Nietzsche, con los valores en tanto que puntos de vista se establecen “las condiciones de conservación y aumento”. La propia manera que tiene de escribir estas palabras en su lengua, sin la conjunción “y” entre conservación y aumento, que ha sido sustituida por un guión de unión , le sirve a Nietzsche para hacer notar que los valores, en cuanto puntos de vista, son esencialmente, y por lo tanto siempre, condiciones de la conservación y el aumento. En donde se disponen valores hay que considerar siempre ambos tipos de condición, de tal modo que permanezcan unitariamente en mutua relación. ¿Por qué? Evidentemente solo porque lo ente mismo, en su aspiración y representación, es de tal modo en su esencia que necesita de ese doble punto de VISIÓN. ¿De qué son condiciones los valores como puntos de vista si tienen que condicionar al mismo tiempo la conservación y el aumento? Conservación y aumento caracterizan los rasgos fundamentales de la vida, los cuales se pertenecen mutuamente dentro de sí. A la esencia de la vida le toca el querer crecer, el aumento. Toda conservación de vida se encuentra al servicio del aumento de vida. Toda vida que se limita únicamente a la mera conservación es ya una decadencia. Por ejemplo, para un ser vivo asegurarse el espacio vital nunca es una meta, sino sólo un medio para el aumento de vida. Viceversa, una vida aumentada acrecienta la necesidad anterior de ampliar el espacio. Pero no es posible ningún aumento si no existe ya y se conserva un estado asegurado y sólo de ese modo capaz de aumento. Lo vivo es por tanto una “formación compleja de vida” constituida por la unión de ambos rasgos fundamentales, el aumento y la conservación. Los valores, en su calidad de puntos de vista, guían la VISIÓN hacia “la contemplación de las formaciones complejas”. La VISIÓN es, en cada caso, VISIÓN de una mirada vital que domina sobre todo ser vivo. Desde el momento en que dispone los puntos de VISIÓN para los seres vivos, la vida se muestra en su esencia como instauradora de valores (vid. Voluntad de Poder, afor. 556 del año 1885-86). Heideggeriana: NietzscheDeus

Como esencia de la voluntad, la esencia de la voluntad de poder es el rasgo fundamental de todo lo efectivamente real. Nietzsche dice (Volunta de Poder, afor. 693 del año 1888) que la voluntad de poder es “la esencia más íntima del ser”. “ El ser” significa en este caso, según el lenguaje de la metafísica, lo ente en su totalidad. La esencia de la voluntad de poder y la propia voluntad de poder en tanto que carácter fundamental de lo ente, no se dejan por ello constatar por medio de la observación psicológica, sino que, por el contrario, es la propia psicología la que recibe su esencia, esto es, la posibilidad de disponer y conocer su objeto, de manos de la voluntad de poder. Por lo tanto, Nietzsche no concibe la voluntad de poder psicológicamente, sino que, por el contrario determina nuevamente la psicología como “morfología y teoría del desarrollo de la voluntad de poder” (Más allá del bien y del mal, afor. 23). La morfología es la ontología del on, cuya morphe transformada en perceptio debido al cambio del eidos, se manifiesta en el appetitus de la perceptio como voluntad de poder. El hecho de que la metafísica — que piensa desde siempre lo ente como hypokeimenon sub-jectum, en relación con su ser —, se convierta en esta psicología así determinada, demuestra, aunque sólo como manifestación colateral, la existencia de este acontecimiento esencial que consiste en la transformación de la entidad de lo ente La ousia (entidad) del subjectum se convierte en subjetidad de la autoconciencia, la cual hace aparecer a su esencia como voluntad de voluntad. La voluntad, en cuanto voluntad de poder, es la orden para adquirir más poder. A fin de que, en la superación de su propio poder, la voluntad pueda superar el grado alcanzado en cada caso, hay que alcanzar previamente ese grado, asegurarlo y conservarlo. El aseguramiento de cada grado de poder correspondiente es la condición necesaria para la superación del poder. Pero esta condición necesaria no es suficiente para que la voluntad pueda quererse a sí misma, esto es, para que ese querer ser más fuerte, para que ese aumento de poder, sea. La voluntad tiene que dirigir su mirada a un campo de VISIÓN y empezar por abrirlo para que de allí empiecen a mostrarse posibilidades que le indiquen el camino a un aumento de poder. La voluntad debe por tanto disponer una condición de ese querer ir más allá de sí misma. La voluntad de poder debe disponer a la vez las condiciones de conservación de poder y las de aumento de poder. Forma parte de la voluntad la disposición de esas condiciones que se pertenecen mutuamente. Heideggeriana: NietzscheDeus

En la entrevista con el ministro — que aceptó enseguida mi dimisión — se mostró con claridad que existía una divergencia insuperable entre la concepción nacionalsocialista de la Universidad y de la ciencia, y la mía. El ministro declaró que no deseaba, sin embargo, que esta oposición, que para él descansaba en la incompatibilidad de mi filosofía con la VISIÓN nacionalsocialista del mundo, trascendiera públicamente como un conflicto entre la Universidad friburguesa y el ministerio. Respondí que yo no podía tener ya ningún interés en ello, puesto que la Universidad y el ministerio marchaban al unísono y a mí no me interesaba, por un conflicto, exponer mi persona a las habladurías. El ministro respondió que, si la dimisión no era muy llamativa, era muy dueño de hacer lo que creyera necesario. Heideggeriana: RepensandoReitorado

Rilke llama a este poema “versos improvisados”. Pero eso no visto antes nos abre una VISIÓN a partir de la cual somos capaces de pensar más claramente la poesía de Rilke. Que el poetizar también sea un asunto del pensar es algo que tenemos que empezar a aprender en este momento mundial. Tomamos el poema como un ejercicio de automeditación poética. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Pero el decir más decidor también acontece sólo a veces, porque sólo los más arriesgados son capaces de él. En efecto, no deja de ser difícil. La dificultad reside en consumar la existencia. La dificultad no sólo reside en lo penoso que resulta construir la obra del lenguaje, sino en pasar de esa obra que dice, propia de una VISIÓN que todavía apetece las cosas, esto es, de una obra de la vista, a una “obra del corazón”. El canto es difícil en la medida en que cantar ya no debe ser un modo de solicitar algo, sino existencia. Para el dios Orfeo, que mora in-finitamente en lo abierto es algo fácil, pero no para el hombre. Por eso, la segunda estrofa del soneto pregunta así: Entonces, ¿cuándo somos nosotros? El acento recae sobre el “somos” y no sobre el “nosotros”. Que pertenecemos a lo ente y desde ese punto de vista estamos presentes, es algo fuera de toda duda. Pero sigue siendo dudoso cuándo somos de tal modo que nuestro ser sea canto, un canto que al cantar no resuena en cualquier sitio, sino que es de veras un cantar cuyo sonido no se aferra a algo que finalmente ha acabado por alcanzarse, sino por el contrario ya se ha descompuesto en el sonido a fin de que sólo se haga presente lo cantado mismo. Así pues, los hombres dicen más cuando se arriesgan más de lo que se arriesga el propio ente. Esos más arriesgados son, según el poema, “un soplo más” arriesgados… El citado poema se cierra así: En verdad, cantar es otro soplo. — Un soplo por nada. Un alentar en Dios. Un viento. Heideggeriana: ParaQuePoetas

Nosotros preguntamos, para permanecer en la misma imagen: en qué terreno encuentran su apoyo las raíces del árbol de la filosofía? De qué suelo reciben las raíces, y a través de ellas el árbol todo de la filosofía, las fuerzas y los jugos alimenticios? Qué elemento preña, disimulado en el terreno y en el suelo, las raíces sustentadoras y nutricias del árbol? Sobre qué descansa y se mueve la metafísica ? Qué es, vista desde sus fundamentos, la metafísica? Qué es, en principio, metafísica ? Ella piensa al ente como ente. En todas partes donde se pregunta lo que el ente sea, se halla a la vista al ente como tal. La representación metafísica debe esta vista a la luz del ser. La luz, es decir, aquello que un pensamiento tal experimenta como luz, no se halla más a la vista del pensamiento; pues él representa al ente sólo en el respecto del ente. Desde este respecto pregunta el pensamiento metafísico por la fuente del ente y por un autor de la luz. Esta misma vale por suficientemente aclarada, puesto que proporciona a todo respecto la VISIÓN del ente. Heideggeriana: MetafisicaFundamento

La metafísica se ha representado en sus preguntas y respuestas por el ente en cuanto tal, antes que al ente, al ser mismo. Ella habla necesariamente del ser, y por ello lo hace a cada instante. Pero la metafísica no da al ser la palabra (vi), porque no mienta al Ser en su verdad ni a la verdad como estado de no oculto, ni a éste en su esencia. La esencia de la verdad aparece siempre a la metafísica sólo en la ya tradicional imagen de la verdad del conocimiento y en el enunciado de ésta. Estado de no oculto, empero, puede ser más originario que verdad en el sentido de no oculto. (Unverborgenheit — Warheit). aletheia puede ser la palabra que nos dé una aún inexperimentada señal, en la impensada esencia del esse. Si así fuera, el pensamiento representativo de la metafísica no. podría alcanzar, en verdad, esta esencia de la verdad; aunque pudiera esforzarse historiográficamente por la filosofía pre-socrática; no se trata de ningún renacimiento del pensamiento pre-socrático, tal pretensión sería frívola y paradójica, sino de atender a la revelación de la esencia, aún no expresada, del estado de no oculto, en el que el Ser se ha anunciado. Entre tanto, a la metafísica, la verdad del ser sigue disimulada en su historia, desde Anaximandro hasta Nietzsche. Por qué no piensa en ella la metafísica? Depende la omisión de tal pensamiento sólo del modo del pensamiento metafísico? O pertenece al destino esencial de la metafísica el sustraerse de su propio fundamento, porque en el salir del estado de no oculto queda sobre todo lo esencial el estado de oculto, principalmente; y, sin duda, en favor del estado de no oculto que aparece al ente? La metafísica, no obstante, habla constantemente y en las formas más variadas del ser. Ella misma afirma y despierta la VISIÓN de que sea a través de ella preguntada y respondida la cuestión del ser. Sólo que la metafísica jamás responde a la pregunta por la verdad del ser; porque esta pregunta nunca la formula. No la formula, porque sólo piensa al ser en cuanto representa al ente como ente. Ella mienta al ente en el todo y habla del ser (vii). Ella nombra al ser y mienta al ente como ente. La afirmación de la metafísica se mueve desde su comienzo hasta su consumación, por modo extraño, en una constante confusión del ente y el ser. Esta confusión es pensada, en verdad, como un resultado, no como un pecado. No puede tener su base, de ninguna manera, en un mero abandono del pensamiento o en una ligereza del decir. Esta constante confusión lleva al representar, al colmo de su nebulosidad cuando afirma que la metafísica pone la pregunta por el ser. Heideggeriana: MetafisicaFundamento

Ella dice: por qué hay, en general, ente y no más bien nada? Aquí puede también, supuesto el caso de que nosotros no sólo pensemos dentro de la metafísica en el habitual modo metafísico, sino desde la esencia y la verdad de la metafísica en la verdad del ser-ser formulada esta pregunta: De dónde viene el que, en general, el ente tenga preeminencia y pretenda para sí todo “es” mientras que lo que no es un ente, la nada entendida como el ser mismo, queda olvidado? De dónde viene el que nada es, propiamente, con el ser, y la nada; en propiedad, no es esencialmente? Viene de aquí, acaso, la VISIÓN inquebrantable de la metafísica de que el “ser” se entiende a sí mismo y que por tanto, la nada se hace más fácil que el ente? Se trata, así, de hecho acerca del Ser y la Nada. Si fuera de otra manera, entonces Leibniz no podría decir discutiendo en el citado lugar: Car le rien est plus simple et plus facil que quelque chose. Heideggeriana: MetafisicaFundamento

Inmediatamente y casi hasta el último momento parecía que “vistazo en lo que es” significaba sólo una mirada que nosotros los hombres echamos, desde nosotros mismo, en lo que es. Lo cual se toma habitualmente como lo ente. Pues el “es” se predica de lo ente. Pero ahora todo se ha invertido. Vistazo no nombra nuestra VISIÓN, que nosotros sacamos de lo ente, vistazo en cuanto lampo es el acontecimiento-apropiador de la constelación de la vuelta en la esencia del Ser mismo, y, ciertamente, en la época de lo dis-puesto. Lo que no es, de ninguna manera, lo ente. Pues, el “hay” (”es ist”) y el “es” son atribuidos a lo ente sólo en cuanto que lo ente es interpelado respecto a su Ser. En el “es” es interpelado “Ser”; lo que en el sentido “es”, que constituye el Ser de lo ente, es el Ser. Heideggeriana: Kehre1949

Hölderlin escribe el 12 de marzo de 1804 desde Nürtnigen a su amigo Leo von Seckendorf: “La fábula, VISIÓN poética de la historia y arquitectónica del cielo me tiene ocupado en la actualidad de un modo especial, sobre todo lo nacional, en cuanto que es distinto de lo griego” (Hellingrath V2, p. 333): “… poéticamente habita el hombre… Heideggeriana: HomemHabita

Mientras dura este advenimiento de la gracia, mientras ocurre esto, logra el hombre medirse con la divinidad. Si este medir acaece propiamente, entonces el hombre poetiza desde la esencia de lo poético. Si acaece propiamente lo poético, entonces el hombre mora poéticamente sobre esta tierra; entonces, como dice Hölderlin en su último poema, “la vida del hombre” es una “vida que habita” (Stutt. Ausg. 2, 1 p. 312). La VISIÓN: Cuando a la lejanía se va la vida, habitando, de los hombres, Donde en dirección a la lejanía resplandece el tiempo de los sarmientos, Está también la vacía campiña de verano, El bosque aparece en su imagen oscura. Que la Naturaleza complete la imagen de los tiempos, Que se demore, que ellos pasen deslizándose veloces, Es por su perfección; la cumbre de los cielos brilla Entonces para los hombres, como las flores coronan los árboles. Heideggeriana: HomemHabita

¿Qué es la venganza? Podemos decir ahora de un modo provisional: venganza es la persecución que se opone y que rebaja. ¿Y es esta persecución lo que ha sostenido y penetrado hasta ahora toda reflexión y toda representación del ente en vistas a su ser? Si al espíritu de la venganza le compete el alcance metafísico del que hemos hablado, este alcance tiene que poder verse desde la constitución de la Metafísica moderna. Para lograr de algún modo esta VISIÓN, fijémonos en esto: en qué impronta esencial aparece el ser del ente dentro de los límites de la Metafísica moderna? Esta impronta esencial del ser se expresa de una forma clásica en unas pocas proposiciones que Schelling ha escrito en 1809 en sus “Investigaciones filosóficas sobre la esencia de la libertad y los objetos que están en conexión con ella”. Estas tres proposiciones dicen: “En la última y suprema instancia no hay otro ser que el querer. Querer es ser primigenio, y a éste (al querer) sólo se le pueden aplicar los predicados de éste mismo (del ser primigenio): ausencia de fundamento, eternidad, independencia del tiempo, auto-afirmación. Toda la Filosofía aspira sólo a encontrar esta suprema expresión.”(F. W. J. Schelling. Philosophische Schriften, tomo I, Landshut 1809, S. 419). Heideggeriana: NietzscheZaratustra

Sólo que el maestro sabe que lo que él enseña es sólo una VISIÓN y un enigma. Persevera en este saber que reflexiona. Heideggeriana: NietzscheZaratustra

Nosotros, los hombres de hoy, debido al peculiar predominio de las ciencias modernas, estamos enredados en el extraño error que cree que el saber se puede ganar desde las ciencias y que el pensar está sometido al tribunal de la ciencia. Pero lo único que un pensador es capaz de decir no puede probarse ni refutarse de un modo lógico ni empírico. Tampoco es un asunto de fe. Sólo se puede llevar a VISIÓN por un pensar-interrogativo. Lo visto aparece así siempre como lo digno de ser cuestionado. Heideggeriana: NietzscheZaratustra

Consideremos de un modo cuidadoso las palabras de Hölderlin. ¿Qué significa “salvar”? Habitualmente pensamos que significa sólo esto: a algo que está amenazado de sucumbir, cogerlo en el momento justo antes de que sucumba, para asegurarlo en la persistencia que ha tenido hasta ahora. Pero “salvar” dice más. “Salvar” es: ir a buscar algo y conducirlo a su esencia, con el fin de que así, por primera vez, pueda llevar a esta esencia a su resplandecer propio. Si la esencia de la técnica, la estructura de emplazamiento, es el peligro extremo y si, al mismo tiempo, las palabras de Hölderlin dicen verdad, entonces, el dominio de la estructura de emplazamiento no puede agotarse sólo en la deformación de todo lucir, de todo salir lo oculto, en la deformación de todo resplandecer de la verdad. En este caso lo que tiene que ocurrir más bien es que precisamente la esencia de la técnica sea lo que albergue en sí el crecimiento de lo que salva. Pero, ¿no podría ser entonces que una mirada suficiente, fijada en lo que es la estructura de emplazamiento, en tanto que sino del salir de lo oculto, hiciera resplandecer en su emerger a lo que salva? ¿En qué medida allí donde hay peligro crece también lo que salva? Donde algo crece, allí tiene echadas las raíces, y desde allí prospera. Ambas cosas acontecen de un modo oculto y callado y a su tiempo. Pero según las palabras del poeta, no podemos esperar precisamente que allí donde hay peligro podamos echar mano de lo que salva de un modo inmediato y sin preparación previa. Por eso, lo primero que tenemos que hacer ahora es considerar en qué medida, en lo que es el peligro extremo, en qué medida, en el prevalecer de la estructura de emplazamiento lo que salva tiene sus raíces, sus raíces más profundas además, y prospera desde ellas. Para considerar esto es necesario que, en un último paso de nuestro camino, miremos con VISIÓN aún más clara al peligro. En consecuencia tenemos que preguntarnos una vez más por la técnica. Porque, según lo dicho, lo que salva echa sus raíces y prospera en la esencia de ésta. Heideggeriana: PreguntaTecnica

Y sin embargo, una meditación suficiente y perseverante gana la VISIÓN: la metafísica no permite nunca por su esencia al habitar humano el establecerse propiamente en la localidad, es decir, en la esencia del olvido del Ser. Por ello tiene el pensar y poetizar que volver allí donde, en cierto modo, siempre ya ha estado y sin embargo aún no construyó. Sin embargo, nosotros sólo podemos por medio de un construir preparar el habitar en aquella localidad. Semejante construir apenas puede ya meditar sobre la erección de la casa para el dios y de las moradas para los mortales. Tiene que contentarse con edificar junto al camino que trae la vuelta a la localidad de la torsión de la metafísica y por ello permite recorrer lo destinal de una superación del nihilismo. Heideggeriana: PreguntaSer

A fin de ganar por medio de este seminario una VISIÓN del conjunto de la metafísica de Hegel, recurrimos a la explicación del fragmento con el que comienza el primer libro de la Ciencia de la lógica: “La doctrina del ser”. Cada palabra del propio título del fragmento, da ya bastante que pensar. Éste reza así: ¿Cuál debe ser el comienzo de la ciencia? La respuesta de Hegel a la pregunta, consiste en probar que el comienzo es de “naturaleza especulativa”. Esto quiere decir que el comienzo no es ni algo inmediato ni algo mediado. Ya intentamos enunciar esta naturaleza del comienzo por medio de una frase especulativa: “el comienzo es el resultado”. Según la ambigüedad dialéctica del “es”, esto quiere decir varias cosas. En primer lugar, que el comienzo — tomando a la letra el “resultare” — es el resalto hacia fuera de la consumación del movimiento dialéctico del pensar que se piensa a sí mismo. La consumación de este movimiento, la idea absoluta, es el todo completamente desplegado, la plenitud del ser. El resalto hacia fuera de esta plenitud da lugar al vacío del ser. Con él es con quien tiene que comenzar la ciencia (el saber absoluto que se sabe a sí mismo). El ser es en todas partes comienzo y final del movimiento, y antes que esto, movimiento mismo. El ser se manifiesta como movimiento que da vueltas en torno a sí mismo desde la plenitud a la más extrema enajenación, y desde ésta, hasta la plenitud consumada en sí misma. De este modo, el asunto del pensar es, para Hegel, el pensar que se piensa a sí mismo en cuanto ser que gira en torno a sí. Dándole una vuelta, no sólo justificada, sino necesaria, la frase especulativa dice así acerca del comienzo: “El resultado es el comienzo”. En realidad, hay que comenzar con el resultado, puesto que el comienzo resulta de él. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957

En cambio, Stefan George no dice “es” sino “sea” y podría, siguiendo su estilo habitual, omitir los dos puntos, lo que sería casi más adecuado para la declaración indirecta del último verso, suponiendo que lo sea. Pero se podrían probablemente aducir muchos ejemplos del estilo de George. por ejemplo, el pasaje en la “Introducción a un proyecto de una doctrina de los colores” de Goethe. Allí dice: “Pero, con el fin de no aparecer excesivamente tímidos intentando evitar una explicación, quisiéramos describir de este modo lo inicialmente dicho: que el color sea un fenómeno natural elemental para el sentido de la VISIÓN… “. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

Toda pregunta acerca del asunto del pensamiento, todo inquirir acerca de su esencia, está llevado ya por el decir confiador de lo que viene en cuestión. El verdadero gesto del pensamiento ahora necesario es la escucha del decir confiador y no el preguntar. Pero puesto que esta escucha es una escucha hacia la palabra que viene al encuentro, la escucha del decir confiador de lo que está por pensar se despliega siempre en un preguntar por una respuesta. Caracterizar el pensamiento como una escucha suena extraño y tampoco satisface a la inteligibilidad necesaria aquí. He aquí lo que constituye lo peculiar y propio de la escucha: obtiene su determinación y claridad a través de lo que es dado a entender por el decir confiador. Pero una cosa está clara: la escucha de la que aquí se trata se inclina hacia el decir confiador en tanto que Decir (Sage) con el que está emparentada la esencia del habla. Si logramos una VISIÓN de la posibilidad de hacer una experiencia pensante con el habla, ésta puede aclararnos en qué sentido el pensamiento es una escucha del decir confiador. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

Con un breve comentario sobre las seis estrofas precedentes intentamos alcanzar una VISIÓN del camino poético de esta experiencia. Una mirada al camino del poeta sólo desde lejos — no vayamos a pretender haber recorrido nosotros mismos este camino. Porque el decir poético de Stefan George, en ese poema y los que le acompañan, es un caminar que equivale a un alejamiento, después de que este poeta hubiera hablado anteriormente como legislador y profeta. Así, también este poema La Palabra pertenece a la última parte del último libro de George, El Nuevo Reino, aparecido en el año 1928. La última parte lleva por título: El Canto. El canto está cantando, no a continuación. sino: en el cantar comienza el canto a ser canto. El poeta del canto es el cantor. Poesía es canto. Hölderlin. siguiendo el ejemplo de los antiguos, gusta de denominar “canto” a la poesía. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

Aún más: poesía y pensamiento no sólo se mueven en el elemento del decir, sino que además deben su decir a las múltiples experiencias con el habla, experiencias apenas atendidas por nosotros y, aún menos, recogidas. Allí donde ha tenido lugar, se ha hecho sin la adecuada VISIÓN de aquello que nos concierne cada vez más en nuestra presente reflexión: la vecindad de poesía y pensamiento. Presumiblemente, esta vecindad no es una mera consecuencia provocada por el hecho de que poesía y pensamiento entran en una relación de frente a frente; porque, ya de entrada, ambos se pertenecen mutuamente, incluso antes de poder alcanzar un en-frente-mutuo (Gegen-einander-über). El decir es el mismo elemento para poesía y para pensamiento; pero para ambos es todavía, o es ya, “elemento” de modo distinto que el agua para los peces o el aire para el pájaro; de tal modo que debemos dejar de hablar de elemento en la medida en que el decir no sólo “porta” la poesía y el pensamiento y no sólo ofrece el ámbito que mensuran. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

Las señas “señan” de múltiples modos. Haciendo seña, la seña puede hacer visible aquello hacia donde “seña” de modo tan simple y cumplido que vamos a ello sin equívoco alguno. Pero una seña puede asimismo hacer seña de modo que nos remite primero y por mucho tiempo a lo que tiene de no claro, (Bedenkliche) aquello desde donde hace seña, mientras que aquello hacia donde hace seña solo deja suponer que es digno de pensar y para lo que todavía se carece del adecuado modo de pensamiento. La seña que nos da la frase rectora es de esta clase. La esencia del habla nos es tan conocida por múltiples determinaciones, que difícilmente podemos desatarnos de ellas. Pero el desatarse no tolera ningún acto de violencia porque la tradición permanece rica en verdad. Por esto estamos primero requeridos a reflexionar sobre nuestras nociones habituales del habla, aunque sólo sea desde una amplia perspectiva, pero con la VISIÓN hacia delante, hacia donde hace seña la vecindad de ambos modos del decir, la poesía y el pensamiento: a la proximidad entendida como Decir. Se encuentra el habla, cuando se la representa como algo existente, como actividad del hablar, como manipulación de las herramientas del habla: la boca, los labios, la lengua. El habla se revela en el hablar como un fenómeno que ocurre con el hombre. Que se haya hecho la experiencia del habla y se la haya representado y determinado desde aquí hace ya mucho tiempo, lo atestiguan los nombres que las diversas lenguas occidentales se han dado a sí mismas: glossa, lingua, langue, language. El habla es la lengua. En el segundo capítulo de la historia de los apóstoles, que relata el milagro de pentecostés, el verso 3 y 4 dice: La Vulgata traduce: Et apparuerunt illis dispertitae linguae tamquam ignis… et coeperunt loqui variis linguis. Lutero traduce: “Y se les aparecieron lenguas, divididas, como de fuego… y comenzaron a predicar con otras lenguas”. De todos modos, no se concibe aquí el hablar como mera locuacidad, sino en la plenitud del pneuma agion, del sagrado aliento. Esta representación bíblica del habla viene precedida por la caracterización griega del habla en su ser esencial que Aristóteles eleva a figura canónica. El logos, el enunciar, se representa inicialmente en los términos del fenómeno fónico del hablar. Aristóteles dice lo siguiente al comienzo de un tratado que más tarde obtuvo el título de Peri hermeneias, de interpretatione, sobre el enunciar: “Lo que tiene lugar en el fonar de la voz (los sonidos), son signos de aquello que le acaece al alma como padecimientos y lo escrito (es) signo de los sonidos vocales. Pues del mismo modo que la escritura no es la misma para todos, así tampoco son iguales los sonidos vocales. Pero de lo que éstos (sonidos y letras escritas) son primeramente signos, esto lo son los mismos padecimientos del alma para todos los hombres y las cosas de las cuales éstos (los padecimientos) configuran las representaciones semblantes, son asimismo los mismos.” Heideggeriana: EssenciaLinguagem

Por lo demás. Gottfried Benn dice en su curiosa conferencia Problemas de la lírica (1951, p. 16): “Este como es siempre una ruptura en la VISIÓN, va a buscar; compara, no es un poner primario… (primäre Setzung), “una disminución de la tensión verbal, una debilidad de la transformación creadora”. Esta interpretación puede ser generalmente válida para grandes y pequeños poetas. Pero no es válida para el decir de Hölderlin cuya poesía Gottfried Benn — con toda la lógica de su punto de vista — considera como un “herbario”, una colección de plantas secas. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

“Palabras. como flores”, esto no es “una ruptura en la VISIÓN” sino el despertar de la mirada más amplia: aquí no se ha ido a buscar nada sino que la palabra es devuelta al cobijo de la fuente de su origen esencial. Aquí no falta el “poner primario” porque aquí hay un hacer-salir de la palabra desde su inicio; aquí no hay “debilidad de la transformación creativa” sino el suave poderío de la simplicidad de saber oír. El Sputnik es una “transformación creativa”. pero el Sputnik no es un poema. A su modo Gottfried Benn se ha dado cuenta de adónde él mismo pertenece. Ha sostenido este conocimiento. Y esto es lo que da peso a su poesía. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

Si bien el espacio y el tiempo, dentro de su extensión como parámetros, no permiten el en-frente-mutuo de uno y otro de sus elementos, la dominación de espacio y tiempo como parámetros para toda representación, producción y acumulación — los parámetros del mundo técnico moderno — atenta de un modo harto inquietante al gobierno de la proximidad, esto es, a la Nahnis, de las regiones del mundo. Allí donde todo está fijado en distancias calculadas. es allí precisamente donde se extiende lo in-distante por la ilimitada calculabilidad de cualquier cosa y se extiende en forma de negación de la proximidad vecinal de las regiones del mundo. En la ausencia de distancia todo viene a ser equi-valente como consecuencia de la sola voluntad de asegurarse la disponibilidad total de la tierra por el cálculo uniformizador. Por ello, la lucha por el dominio de la tierra ha llegado a su fase decisiva. La provocación total a la tierra para asegurarse su dominio tan sólo puede conseguirse ocupando una última posición fuera de la tierra desde la cual ejercer el control sobre ella. La lucha por esta posición, sin embargo. supone la radical conversión de todas las relaciones entre toda cosa a la calculable ausencia de distancia. Esto es la devastación del en-frente-mutuo de una y otra de las cuatro regiones del mundo: la negación de la proximidad. Pero en esta lucha por el dominio de la tierra, el espacio y el tiempo alcanzan el dominio supremo como parámetros. Con todo — su poder solamente puede desatarse porque espacio y tiempo aún son, ya son; además, otra cosa que los parámetros familiares desde hace tiempo. Su carácter parametral desfigura la esencia de tiempo y espacio. Oculta, sobre todo, la relación de su esencia con la esencia de la proximidad. Por más simples que sean estas relaciones, siempre permanecerán inaccesibles a toda razón calculadora. Allí donde se muestran se resiste el representar corriente a esta VISIÓN. Heideggeriana: EssenciaLinguagem

Así aprendí triste la renuncia: Ninguna cosa sea donde falta la palabra. El poeta ha aprendido la renuncia. Aprender quiere decir: devenir sabedor (Wissend werden). Sabedor. en latín, es qui vidit, uno que ha visto algo, que lo ha tomado en su VISIÓN y que nunca más lo pierde de vista. Aprender significa: llegar a tal VISIÓN. Ello implica que la alcancemos. es decir. en camino, a través de un recorrido. Aprender significa: doblegarse a la experiencia del recorrido (Er-rahren). Heideggeriana: Palavra1958

Para pensar “ser” y “es”, se requiere otra VISIÓN que no esté dirigida por la observación exclusiva de las cosas y por el cálculo de ellas. Podemos inquirir e investigar en todas direcciones una piedra que está ante nosotros, que evidentemente es pero nunca encontraremos el “es”. Y sin embargo, esta piedra es. ¿Por medio de qué recibe el “ser” el sentido de “simplemente la posición”? ¿De dónde y cómo se delimita el sentido del título “pura posición”? ¿Esta interpretación del ser como posición no sigue siendo extraña a nosotros, incluso arbitraria, en todo caso ambigua, y, por eso inexacta? Kant traduce, en verdad, “Position” por Setzung. Pero esto no ayuda mucho. Pues nuestra palabra alemana Setzung es tan ambigua como la latina positio. Esta puede significar: 1. Poner (setzen), colocar (stellen), tender (legen) en cuanto acción. 2. Lo puesto (das Gesetzte), el tema. 3. El estar puesto (die Gestzheit), la situación, la estructura (Verfassung). Pero aun podemos entender Position y Setzung, de modo tal, que esté unívocamente mentado: el poner lo puesto como tal en su posición. Heideggeriana: KantSer

La guía para la interpretación del ser del ente reza, también ahora: ser y pensar. Pero el uso recto del entendimiento reposa en el hecho de que el pensar, como representar que pone y juzga, como posición y proposición se determina desde la apercepción trascendental y sigue relacionado con la afección por medio de los sentidos. El pensar está sumergido en la subjetividad afectada por la sensibilidad, es decir, en la subjetividad finita del hombre. “Yo pienso” significa: enlazo una multiplicidad dada y sensible de representaciones desde la previa VISIÓN de la unidad de la apercepción, que se articula en la pluralidad delimitada de los conceptos puros del entendimiento, es decir, las categorías. Heideggeriana: KantSer

Así pues, si intentamos una meditación sobre las cosas y asuntos a que nos referimos con los nombres de “técnica”, “lenguaje” y “tradición”, e incluso nos atrevemos a ello, tal intento no puede tener directamente el sentido de esa clase de consideraciones que son habituales en un curso de didáctica, y que tienen por fin contribuir a organizar la práctica de la enseñanza. (No tendrá esa clase de utilidad, será pues inútil MJR). Y sin embargo, el penetrar en lo inútil puede abrirnos una perspectiva, puede abrirnos un círculo de VISIÓN que determine de forma constante y en todos sitios las consideraciones de tipo pedagógico-práctico, aun cuando no reparemos en ello, ni sea esa nuestra principal preocupación. Heideggeriana: LinguagemTecnica

Aun cuando la interpretación que Wilhelm v. Humboldt hace del lenguaje como una VISIÓN del mundo aporta una fructífera idea, esa idea deja empero indeterminado qué es lo propio del lenguaje, qué es el hablar mismo. Por razones cuya discusión hemos de omitir aquí Wilhelm v. Humboldt se queda en una caracterización del lenguaje como expresión, es decir, como expresión de algo interior, esto es, de la mente o del ánimo, mediante algo externo (mediante la fonación y la escritura). Heideggeriana: LinguagemTecnica

Mucho de esto pude verse hoy claramente: Mediante las representaciones conductoras de la cibernéticainformación, control, retroalimentación — se han transformado hasta este momento, de una manera que habría que decir inquietante, los conceptos capitales que dan la medida a las ciencias, como fundamento y conclusión, causa y efecto. De allí que la cibernética no pueda caracterizarse más como ciencia fundamental. La unidad de los recintos temáticos del saber no es más la unidad del fundamento. Ella es, en sentido estricto, una unidad técnica. La cibernética permanece con ello orientada para preparar y producir por doquier la VISIÓN de procesos controlados en general. El poder ilimitado que exige semejante productividad define lo peculiar de la técnica moderna; no obstante, se sustrae a todos los intentos de representarlo a él mismo incluso técnicamente. El carácter técnico, siempre claramente marcante de las ciencias, es fácil de reconocer por el modo cómo ellas conciben las categorías que delimitan y articulan respectivamente en sus recintos temáticos, a saber: instrumentalmente. Las categorías son consideradas como representaciones operativas que poseen el valor de modelos, y cuya verdad se mide por el efecto que su utilización produce al interior de la marcha de la investigación. Heideggeriana: AssuntoPensar

El final de la filosofía está caracterizado por la disolución de sus disciplinas en ciencias autónomas, cuya renovada unidad se viene preparando con la cibernética. No obstante, si se quisiera evaluar la disolución de la filosofía en las ciencias y su separación mediante la cibernética como un fenómeno de mera caída, entonces se habría perdido con ello la VISIÓN temática de aquello que se mienta con el final de la filosofía. Heideggeriana: AssuntoPensar

Con todo, ¿no corremos el peligro de subestimar justamente el alcance del pensar griego? Cuando Platón divisa la presencia de lo presente en su aspecto (eîdos, idéa), que concede la VISIÓN de lo presente como tal, entonces trae a colación él, a la vez, también, esa VISIÓN (o visibilidad: Sicht) en relación con la luz, lo que permite recién que una VISIÓN tenga lugar. Esto atestigua que, él ya tiene en la mira a lo que impera en la presencia. El corresponde con esto tan sólo a un rasgo fundamental de la experiencia griega de lo presente. Heideggeriana: AssuntoPensar

Porque el arte como téchne se basa en un saber y porque tal saber debe ser conducido hacia aquello, que — siendo aún invisible — le señale su figura y le dé su medida, llevándolo primeramente a la visibilidad y perceptibilidad de la obra; es debido a esto que: una mirada previa en lo aún no avistado hasta aquí precise de un modo distinguido de la VISIÓN y de la claridad. Heideggeriana: ArtePensar

SPIEGEL: ¿No se cuenta Vd. entre los que, si fueran oídos, indicarían un camino? HEIDEGGER: ¡No! No conozco el camino de una transformación inmediata del actual estado de cosas del mundo, en el supuesto de que tal cosa sea humanamente posible. Pero me parece que el pensamiento que yo he intentado podría despertar la ya mencionada disposición, esclarecerla y fortalecerla. SPIEGEL: Una respuesta clara. Pero, ¿puede un pensador lícitamente decir: esperad, que dentro de trescientos años se nos ocurrirá algo? HEIDEGGER: No se trata sólo de esperar hasta que, pasados trescientos años, se le ocurra al hombre algo, sino de, sin pretensiones proféticas, pensar el futuro a partir de los rasgos decisivos de la época actual, apenas pensados. El pensar no es pasividad, sino, en sí mismo, la acción que está en diálogo con el destino del mundo. Me parece que la distinción entre teoría y praxis, surgida de la metafísica, y la idea de una transmisión entre ambas cierra el camino a la clara VISIÓN de lo que yo entiendo por pensar. Tal vez deba mencionar aquí mi curso titulado ¿Qué significa pensar?, que apareció en 1954. Es tal vez un signo de nuestra época que sea precisamente éste el escrito menos leído de todas mis publicaciones. Heideggeriana: DerSpiegel

No perder nunca de vista que las determinaciones del phainesthai y del alethes juegan plenamente en el eidos platónico. Por idea se está siempre tentado de entender idein, mientras que lo que prima es el aspecto, la apariencia que la cosa tiene, no la VISIÓN que se tiene de ella y que se puede tomar sólo porque primeramente ella la dona. Nada menos griego que lo que dice Schopenhauer de Platón (frase sobre el desierto que existe por el sólo hecho de que yo lo pienso); al contrario de Schopenhauer, Aristóteles: incluso si nadie los viera, los astros seguirían brillando (Metafísica Z 1041 a). Heideggeriana: SeminarioThor1969

Eh aquí las siete preguntas: 1) En Gelassenheit, habla usted de “la potencia oculta en la técnica moderna” ¿Qué es esta potencia a la que no sabemos aún ponerle nombre y que “no procede del hombre”? ¿Es ella positiva en su principio? 2) Usted parece admitir que sería necesario si no obedecerla al menos corresponderle en un cierto modo, integrar a lo humano la nueva relación que ella instaura entre el hombre y el mundo. En relación con esto, lo que usted dice de Hebel, el amigo de la casa, es significativo: “erramos hoy en una casa del mundo de la que el amigo está ausente, aquella cuyas inclinaciones lo llevan, con igual fuerza, hacia el universo técnicamente organizado y hacia el mundo concebido como la casa de un hábitat más originario. Falta el amigo que pueda reinvestir el carácter mensurable y técnico de la naturaleza en el secreto abierto de un natural de la naturaleza nuevamente experimentado”. ¿Qué pensador podrá ayudarnos alguna vez a reconciliar estos dos dominios que han llegado a ser extraños el uno para el otro y que “se alejan uno del otro a una velocidad cada vez más alocada”: “la naturaleza técnicamente dominable que constituye el objeto de la ciencia, y la naturaleza natural de la morada humana”? ¿Quién podrá, en una palabra, definir las condiciones de un nuevo enraizamiento? 3) La Gelassenheit, la actitud de aquiescencia, implica, ante todo, una reserva prudente. Ella es apertura al secreto, a lo desconocido que representa para nosotros el mundo técnicamente dominado hacia el que vamos. Ella es, en primer lugar, rechazo de condenar ese mundo. Pero hay más. Usted dice expresamente que “no carece de sentido” esta “otra relación con las cosas” que el mundo técnico, “la construcción y la utilización de las máquinas exigen de nosotros”. ¿En qué sentido entiende esto? 4) En otros términos, ¿qué valor exacto se atribuye a los objetos técnicos? ¿Tienen otro alcance que el de simplemente ayudarnos a mejorar las condiciones de nuestra vida material y, por esto mismo, liberarnos para tareas más elevadas? ¿Tienen un valor en sí, y qué valor? 5) Si se quiere considerar sólo el peligro que representa su invasión creciente, ¿no puede decirse que esta misma invasión, por exceso, es de tal naturaleza que nos conduce a la atención a lo simple? ¿No terminará la proliferación de objetos técnicos por engendrar una pobreza esencial a partir de la cual, y por el desvío mismo de la errancia, llegará a ser posible un retorno del hombre a la verdad de su esencia? 6) ¿O es necesario pensar que una nueva dimensión de la esencia del hombre debe ser descubierta a partir de la experiencia que ha hecho el hombre de su poder sobre la naturaleza? La lectura positiva del mundo y de los fenómenos naturales hace perder al hombre, cada día más, una ingenuidad inmemorial. ¿Es sin embargo un mal si esto nos vuelve atentos a lo que señalaban esas apariencias del mundo, de ahora en más dominadas, si otros modos más radicales de expresión del misterio, que ellas continúan testimoniando en no menor medida, tuvieran allí su proveniencia? ¿Qué valor es necesario conceder a esta nueva y no poética VISIÓN del mundo que nos rodea? 7) De hecho, todo lo que acaba de ser evocado es aún conjetural. No tenemos más que interrogarnos sobre el sentido de este universo técnico cuyo poder crece cada día. ¿Podemos esperar que se ilumine al nivel de la esencia del hombre o debe estarnos cerrado por sí mismo? ¿En qué sentido es necesario entender esta afirmación según la cual: “el sentido del mundo técnico se oculta (verbirgt sich)”? Después de la lectura de estas preguntas, Heidegger recuerda que le habían sido propuestas por escrito hace tres años, y que hasta ahora han permanecido sin respuesta. Heideggeriana: SeminarioThor1969

Heidegger comienza por agregar algunos complementos a la determinación del concepto de teoría iniciada en la sesión precedente. Es necesario señalar que la concepción de la teoría que tienen Newton y Galileo ocupa el centro entre la theoria en sentido griego y la acepción contemporánea de la palabra. De la interpretación griega, conserva una VISIÓN ontológica de la naturaleza considerada como conjunto de movimientos en el espacio y el tiempo. La teoría contemporánea, al contrario, abandona esta ambición ontológica; no es otra cosa que la fijación de los elementos necesarios para una experiencia, o, si se prefiere, el modo de empleo para la puesta a punto de una experiencia. Heideggeriana: SeminarioThor1969

P. ¿Esta reticencia en interrogar la tradición, no tiene que ver con las necesidades del mundo moderno? Heidegger: ¿Cuáles necesidades? P. En particular, esa oposición radical que, después de Marx, separa una VISIÓN teorética del mundo de una VISIÓN práctica que quiere transformarlo. Heidegger: ¿La onceava tesis sobre Feuerbach? Hoy en día, la acción sola no cambiará el estado del mundo sin primero interpretarlo. P. Pero, en este momento, se interroga con mayor gusto a Marx, Freud o aún a Marcuse, que a Parménides y Heráclito. Heidegger: Es lo que yo digo. Heideggeriana: Towarnicki