Ciertamente, nada impide que yo contemple la estatua de Apolo del museo de Olimpia como un objeto del modo de representación científico-natural; puedo calcular el peso del mármol situándome desde el punto de vista físico; puedo investigar su composición química. Pero este pensar y hablar objetivadores no llegan a ver a Apolo en la belleza en que se nos muestra y se nos aparece en ella como IMAGEN del dios. Heideggeriana: FenoTeo
Cuando el pensar se encamina a su fin por haberse alejado de su elemento, reemplaza esa pérdida procurándose una validez en calidad de techne, esto es, en cuanto instrumento de formación y por ende como asunto de escuela y posteriormente empresa cultural. Paulatinamente, la filosofía se convierte en una técnica de explicación a partir de las causas supremas. Ya no se piensa, sino que uno se ocupa con la “filosofía”. En mutua confrontación, esas ocupaciones se presentan después públicamente como una serie de… ismos e intentan superarse entre sí. El dominio que ejercen estos títulos no es fruto del azar. Especialmente en la Edad Moderna, se basa en la peculiar dictadura de la opinión pública. Sin embargo, la que se suele llamar “existencia privada” no es en absoluto el ser-hombre esencial o, lo que es lo mismo, el hombre libre. Lo único que hace es insistir en ser una negación de lo público. Sigue siendo un apéndice suyo y se alimenta solamente de su retirada fuera de lo público. Así, y contra su propia voluntad, dicha existencia da fe de la rendición ante los dictados de la opinión pública. A su vez, dicha opinión es la institución y autorización de la apertura de lo ente en la objetivación incondicionada de todo, y éstas, como procedentes del dominio de la subjetividad, están condicionadas metafísicamente. Por eso, el lenguaje cae al servicio de la mediación de las vías de comunicación por las que se extiende la objetivación a modo de acceso uniforme de todos a todo, pasando por encima de cualquier límite. Así es como cae el lenguaje bajo la dictadura de la opinión pública. Ésta decide de antemano qué es comprensible y qué es desechable por incomprensible. Lo que se dice en Ser y tiempo (1927), §§ 27 y 35, sobre el “uno” impersonal no debe tomarse de ningún modo como una contribución incidental a la sociología. Pero dicho “uno” tampoco pretende ser únicamente la IMAGEN opuesta, entendida de modo ético-existencial, del ser uno mismo de la persona. Antes bien, lo dicho encierra la indicación que remite a la pertenencia inicial de la palabra al ser, pensada desde la pregunta por la verdad del ser. Bajo el dominio de la subjetividad, que se presenta como opinión pública, esta relación queda oculta. Pero cuando la verdad del ser alcanza por fin el rango que la hace digna de ser pensada por el pensar, también la reflexión sobre la esencia del lenguaje debe alcanzar otra altura. Ya no puede seguir siendo mera filosofía del lenguaje. Éste es el único motivo por el que Ser y tiempo (§ 34) hace una referencia a la dimensión esencial del lenguaje y toca la simple pregunta que se interroga en qué modo del ser el lenguaje es siempre como lenguaje. La devastación del lenguaje, que se extiende velozmente por todas partes, no sólo se nutre de la responsabilidad estética y moral de todo uso del lenguaje. Nace de una amenaza contra la esencia del hombre. Cuidar el uso del lenguaje no demuestra que ya hayamos esquivado ese peligro esencial. Por el contrario, más bien me inclino a pensar que actualmente ni siquiera vemos ni podemos ver todavía el peligro porque aún no nos hemos situado en su horizonte. Pero la decadencia actual del lenguaje, de la que, un poco tarde, tanto se habla últimamente, no es el fundamento, sino la consecuencia del proceso por el que el lenguaje, bajo el dominio de la metametafísica moderna de la subjetividad, va cayendo de modo casi irrefrenable fuera de su elemento. El lenguaje también nos hurta su esencia: ser la casa de la verdad del ser. El lenguaje se abandona a nuestro mero querer y hacer a modo de instrumento de dominación sobre lo ente. Y, a su vez, éste aparece en cuanto lo real en el entramado de causas y efectos. Nos topamos con lo ente como lo real, tanto al calcular y actuar como cuando recurrimos a las explicaciones y fundamentaciones de la ciencia y la filosofía. Y de éstas también forma parte la aseveración de que algo es inexplicable. Con este tipo de afirmaciones creemos hallarnos ante el misterio, como si de este modo fuera cosa asentada que la verdad del ser pudiera basarse sobre causas y explicaciones o, lo que es lo mismo, sobre su inaprehensibilidad. Heideggeriana: CartaHumanismo
El pensar trabaja en la construcción de la casa del ser que, como conjunción del ser, conjuga destinalmente la esencia del hombre en su morar en la verdad del ser. Este morar es la esencia del ser-en-el-mundo (vid. Ser y tiempo, p. 54). La referencia que allí se hace al “ser-en” en cuanto “morar” está lejos de ser un juego etimológico. La referencia en la conferencia de 1936 al verso de Hölderlin “Lleno de mérito, mas poéticamente mora — el hombre sobre la tierra” no es ningún adorno de un pensar que se salva de la ciencia refugiándose en la poesía. Todo este hablar sobre la casa del ser no es ninguna transposición de la IMAGEN de la “casa” al ser. Lo que ocurre es que, partiendo de la esencia del ser, pensada del modo adecuado y conforme a su asunto, un día podremos pensar mejor qué sea “casa” y qué “morar”. Heideggeriana: CartaHumanismo
La esencia del construir es el dejar habitar. La cumplimentacicín de la esencia del construir es el erigir lugares por medio del ensamblamiento de sus espacios. Sólo si somos capaces de habitar podemos construir. Pensemos por un momento en una casa de campo de la Selva Negra que un habitar todavía rural construyó hace siglos. Aquí la asiduidad de la capacidad de dejar que tierra y cielo, divinos y mortales entren simplemente en las cosas ha erigido la casa. Ha emplazado la casa en la ladera de la montaña que está a resguardo del viento, entre las praderas, en la cercanía de la fuente. Le ha dejado el tejado de tejas de gran alero, que, con la inclinación adecuada, sostiene el peso de la nieve y, llegando hasta muy abajo, protege las habitaciones contra las tormentas de las largas noches de invierno. No ha olvidado el rincón para la IMAGEN de nuestro Señor, detrás de la mesa comunitaria; ha aviado en la habitación los lugares sagrados para el nacimiento y “el árbol de la muerte”, que así es como se llama allí al ataúd; y así, bajo el tejado, a las distintas edades de la vida les ha marcado de antemano la impronta de su paso por el tiempo. Un oficio, que ha surgido él mismo del habitar, que necesita además sus instrumentos y sus andamios como cosas, ha construido la casa de campo. Heideggeriana: ConstruirHabitar
“Una tarde de invierno” es el título del poema. De él esperamos la descripción de una tarde de invierno tal como es en realidad. Pero el poema no representa una tarde de invierno presente en cualquier lugar y en cualquier tiempo. Tampoco describe una tarde ya presente ni quiere dar a una tarde no presente la apariencia de una presencia, ni siquiera tal impresión. Por supuesto que no, se dirá. Todo el mundo sabe que un poema es poesía. Es poesía incluso cuando aparenta describir. En un poema el poeta imagina algo que puede ser y estar en su presencia. Venido a ser, el poema nos evoca la IMAGEN de lo que, de este modo. ha sido representado. En el hablar del poema habla la imaginación poética. Lo hablado del poema es lo que el poema exterioriza desde sí mismo en el decir. Esto así hablado habla en tanto enuncia su contenido. El habla del poema es un decir-expresar en más de un sentido. Indiscutiblemente, el habla demuestra ser expresión. Pero lo demostrado se opone a la frase, “el habla habla”, siempre y cuando se admita que hablar no es. en su esencia, un expresar. Heideggeriana: Linguagem1950
¿Pero hay en general algo así como una consideración de la historia que no sea unilateral, una consideración que la abarque por todos sus lados? ¿No tiene cada presente que ver e interpretar el pasado desde su círculo visual? ¿No se vuelve “más vivo” su conocimiento historiográfico cuanto más decididamente asume su función directiva el respectivo círculo visual del respectivo presente? El propio Nietzsche, en una de sus obras tempranas, en la segunda de sus Consideraciones intempestivas, bajo el título “De la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida”, ¿no ha exigido acaso y fundamentado con la mayor insistencia que la historiografía debe servir a la vida, y que sólo puede hacerlo si previamente se libera de la ilusión de una pretendida “objetividad en sí” historiográfica? Si esto es así, nuestra indicación de que Nietzsche interpreta la historia de la metafísica desde su propio planteamiento como una historia de la posición de valores difícilmente puede servir de objeción y reparo, ya que no hace más que confirmar la autenticidad de su pensar histórico. Podría ser, incluso, que con la interpretación nietzscheana de la metafísica desde el pensamiento del valor se “comprendiera mejor” a la metafísica anterior de lo que ella misma podía comprenderse, en la medida en que sólo esa interpretación le concedería la palabra para decir lo que había querido pero aún no había podido decir. Si fuera así, la concepción de Nietzsche de las categorías y de las categorías de la razón como valores supremos y en general, como “valores” no sería una deformación de la realidad histórica sino más bien la liberación de los valores metafísicos anteriores hacia su auténtico contenido creativo o, por lo menos, un enriquecimiento del mismo. Si, además, el fundamento de la concepción nietzscheana de toda metafísica, la interpretación del enteente en su totalidad como voluntad de poder, se moviera totalmente en los cauces del pensamiento metafísico anterior y llevara a su acabamiento su pensamiento fundamental, entonces la “IMAGEN de la historia” de Nietzsche estaría en todo aspecto justificada y se mostraría como la única posible y necesaria. Pero en ese caso no habría ya ninguna escapatoria ante la tesis de que la historia del pensar occidental se desarrolla como una desvalorización de los valores supremos y que, de acuerdo con este volverse nulos de los valores y con la caducidad de los fines, es y tiene que volverse “nihilismo”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
De estas reflexiones se desprende lo siguiente: la indicación de que Nietzsche proyecta retroactivamente su propia posición metafísica fundamental — voluntad de poder como carácter fundamental del ente, posición de valores, origen de la posición de valores en la voluntad de poder — a la historia anterior de la metafísica no debe utilizarse como una fácil objeción para imputarle una deformación de la IMAGEN de la historia o rechazar la legitimidad del pensamiento del valor. Incluso si tenemos que conceder que la interpretación que hace Nietzsche de la metafísica no coincide con lo que enseña la metafísica anterior, esa concesión necesita previamente de una fundamentación que vaya más allá de la mera prueba historiográfica de la diferencia entre la metafísica de Nietzsche y la anterior. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Con esta reflexión nos acercamos a la esfera de las auténticas decisiones. La pregunta por la verdad de la “IMAGEN de la historia” tiene mayor alcance que la pregunta por la corrección y el cuidado historiográfico en la utilización e interpretación de las fuentes. Aquélla toca la pregunta por la verdad de la posición histórica y de la relación con la historia incluida en ella. Pero si el nihilismo europeo no es sólo un movimiento histórico entre otros, si es el movimiento fundamental de nuestra historia, la interpretación del nihilismo y la postura que se adopte frente a él dependen de cómo y desde dónde se determine para nosotros la historicidad de la existencia humana. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
El hombre permanece en la ingenuidad hasta tanto no tome en serio el saber de que sólo él es quien pone los valores, de que los valores sólo pueden ser condiciones, condicionadas por él, de la conservación, aseguramiento y acrecentamiento de su vida. Si se la lee superficialmente, la afirmación lleva a la opinión de que — contraponiéndose al proceder de la posición de valores ingenua, que traslada a las cosas mismas los valores humanos de cada caso y humaniza así todo ente — Nietzsche exigiría una experiencia y una determinación del ente en las que se evitara toda humanización. Pero precisamente esta interpretación de la afirmación sería errónea, puesto que la falta de la ingenuidad no está en la humanización de las cosas sino en que la humanización no es llevada a cabo conscientemente. La ingenuidad es en sí misma una falta de voluntad de poder, ya que se le escapa el conocimiento de que la posición del mundo a IMAGEN del hombre y por parte del hombre es el único modo verdadero de interpretar el mundo y por lo tanto, aquél hacia el que finalmente tiene que ir la metafísica de modo decidido y sin prevenciones. Los valores supremos válidos hasta el momento han podido alcanzar su rango y validez porque el hombre se puso a sí mismo como sentido y medida del valor de las cosas, pero no lo hizo de modo consciente sino que, en lugar de ello, se quedó en la opinión de que lo puesto por él era un regalo de las cosas que éstas le brindaban por sí mismas. En la posición ingenua de valores impera esencialmente, como en toda posición de valores, la voluntad de poder. Pero la voluntad de poder es aquí aún impotencia de poder. El poder todavía no ejerce aquí el poder como algo expresamente sabido y que se tiene a sí mismo en su poder. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Aquello por lo que se lucha, si se lo piensa y desea como una meta de contenido determinado, es siempre de importancia subordinada. Todas las metas y las consignas de lucha no son nunca más que medios de lucha. Aquello por lo que se lucha está de antemano decidido: es el poder mismo, que no necesita ninguna meta. Carece de meta, del mismo modo que la totalidad del ente carece de valor. Esta carencia de meta forma parte de la esencia metafísica del poder. Si puede hablarse aquí de meta, esta “meta” es la carencia de meta de la dominación incondicionada del hombre sobre la tierra. El hombre que corresponde a este dominio es el super-hombre. Se le suele reprochar con frecuencia a Nietzsche que su IMAGEN del superhombre es indeterminada, que esta figura del hombre es inaprensible. Se llega a estos juicios sólo porque no se comprende que la esencia del super-hombre consiste en “superar” el hombre tal como es hasta el momento. Éste necesita y busca aún “sobre” sí ideales y cosas deseables. El superhombre, en cambio, no precisa ya ese “sobre” y ese “más allá”, porque quiere únicamente al hombre mismo, y lo quiere no en cualquier respecto particular sino absolutamente, como señor de la ejecución incondicionada del poder con los medios de esta tierra exhaustivamente explotados. En la esencia de este ser hombre está insito que toda meta con un contenido particular, toda determinación de ese tipo, es inesencial y sólo un medio ocasional. La incondicionada determinación del pensamiento nietzscheano del superhombre radica precisamente en que Nietzsche ha reconocido, aunque no lo ha expresado de este modo, la esencial carencia de determinación del poder incondicionado. El poder incondicionado es el puro sobrepotenciar como tal, el incondicionado sobrepasar, estar encima y poder ordenar, lo único y lo más elevado. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Por qué citamos esta nota precisamente ahora, se verá apenas hayamos aclarado nuevamente la marcha de nuestro preguntar. Se trata, frente a lo que Nietzsche deja ver como historia de la metafísica, de lanzar una mirada más originaria hacia ella. Con este propósito tenía que aclararse mejor, en primer lugar, la exposición y la concepción nietzscheana de la metafísica Es una concepción “moral”. “Moral” quiere decir aquí: sistema de las estimaciones de valor. Toda interpretación del mundo, ya sea ingenua o llevada a cabo por medio del cálculo, es una posición de valores y con ello un formar y configurar el mundo a IMAGEN del hombre. Sobre todo la posición de valores que se toma en serio el conocimiento del origen humano de los valores y lleva a su acabamiento el nihilismo tiene que comprender y querer expresamente al hombre como legislador. Tiene que buscar lo verdadero y real en la incondicionada humanización de todo ente. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Metafísica es antropomorfismo: configurar y ver el mundo a la IMAGEN del hombre. Por lo tanto, en la metafísica, tal como Nietzsche la interpreta y sobre todo tal como la exige en cuanto filosofía futura, la relación del hombre con el ente en su totalidad resulta decisiva. De este modo nos encontramos con un contexto que casi nos viene impuesto por la metafísica de la voluntad de poder; en efecto, esta metafísica, a la que pertenece la doctrina del superhombre, empuja al hombre, como ninguna metafísica anterior, al papel de medida única e incondicionada de todas las cosas. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Así hay, hoy en día, una concepción conocida por todos, la concepción “antropológica”, que exige que se interprete el mundo a la IMAGEN del hombre y que se suplante la metafísica por la “antropología” . En todo ello ya se ha tomado una particular decisión acerca de la relación del hombre con el ente en cuanto tal. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Análogo a esto es lo que ocurre con nuestro conocer en cuanto captación del ente en su ser, es decir en la idea. El conocer no sería capaz de conocer y el ente no estaría en condiciones de ser conocido, es decir de ser percibido como lo desoculto, si no hubiera un tercer elemento que proporcionara al conocer la capacidad de conocer y a lo conocido el desocultamiento. Este tercer elemento es tou agathou idea, “la idea del bien”. El bien tiene su IMAGEN correspondiente en el sol. Pero éste no sólo brinda luz, que en cuanto claridad posibilita el ver y la visibilidad, o sea el desocultamiento. Al mismo tiempo también brinda calor, sólo gracias al cual la facultad de ver y las cosas visibles se vuelven “entes”, es decir, en griego, aquello que puede presenciar en lo desoculto, en cada caso según su especie. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Se ha dicho que la distinción es el puente que nos conduce por doquier, en todo comportamiento, y constantemente, en toda actitud, del ente al ser y del ser al ente. Es éste un modo de hablar con imágenes y sugiere la representación de que ente y ser estarían en las diferentes orillas de un río que no nombramos y que quizás no podamos nombrar. En efecto, ¿en qué nos basaríamos para ello?; para permanecer en la IMAGEN, ¿qué podría fluir como un río entre el ente y el ser que no pertenezca ni al ente ni al ser? Pero no dejemos que la falta de fiabilidad de las “imágenes” nos alejen de la experiencia de lo que llamamos la distinción. Sobre todo: pensemos de modo más decidido acerca de lo que nos ha sucedido durante las reflexiones precedentes, desde que tratamos del “nihilismo”. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
La explicación de la idea de hombre como persona, el cual concepto recoge e incluye el concepto griego de zoon logon echon, se obtiene tomando como hilo conductor un pasaje que en múltiples aspectos es clásico en la teología cristiana, Génesis I, 26 en los LXX (Setenta) “Y dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra IMAGEN (eikon) y semejanza (omoíosis)”; eikon y homoíosis, IMAGEN y semejanza en un sentido bastante idéntico. Heideggeriana: Hermeneutica1923
La historia de la interpretación de ese pasaje del Génesis empieza con San Pablo, I. Corintios XI, 7: “El hombre no tiene que cubrirse la cabeza, siendo IMAGEN de la gloria de dios (eikon kai doxa theou hyparchon)”. Heideggeriana: Hermeneutica1923
Cfr. II. Cor. III, 18; Rom, VIII, 29: “A los que escogió de antemano los destinó a reproducir la IMAGEN de su Hijo (proorisen synmorphous tes eikonos tou hyiou autou), de modo que fuera él el primogénito de muchos hermanos”. Heideggeriana: Hermeneutica1923
El problema que los dos textos anteriores plantean, es entonces: ¿qué es la mujer? Taciano (alrededor del año 150) en su sermón a los griegos (logos pros hellenas): “Sólo el hombre es IMAGEN y semejanza (eikon kai homoíosis) de Dios, me refiero al hombre (anthropon) que no hace cosas similares (homoia) a las del animal (zoon), es decir, que no actúa como animal, sino que pasando adelante en la senda de lo humano llega hasta el mismo Dios (pros autón ton theon kechorekota)” (Texte und Untersuchungen zur Geschichte der altchristlichen Literatur, ed. O. Gebhardt, Leipzig 1986, p. 16.). (23) (ho kechorekós, el avanzado, el que ha pasado adelante). Aquí quedan fijadas con claridad las dos maneras básicas de tomar al hombre. Heideggeriana: Hermeneutica1923
Zwingli: “ouch dass er (der mensch) sin ufsehen hat uf gott und sin wort, zeigt er klarlich an, dass er nach siner natur etwas gott näher anerborn, etwas mee nachschlägt, etwas züzugs zu (24) jm hat, das alles on zwyfel allein darus flüsst, dass er nach der bildnuss gottes geschaffen ist.” (Werke, I, Zurich 1828, pág 58.) (Que en castellano quiere decir: “Así pues, también el hombre … al tener la vista puesta en Dios y su palabra, muestra con claridad que por su naturaleza es algo nacido más próximo a Dios, que se parece más a él, que tiene una particular relación con él. Todo lo cual dimana sin duda de haber sido creado a IMAGEN de Dios”). Heideggeriana: Hermeneutica1923
(25) “Qué es el hombre” — (¡sentido de esta pregunta, qué se busca con ella, hermenéutica de esta pregunta!) El hombre es “la intención y gesto de la ‘transcendencia misma’” (loc. cit. 186.), un buscador de Dios, un ‘entre’ (.) ‘Límite’”. Dios-animal, tomadas ambas cosas a la vez, un eterno ‘allende’ (loc. cit. 186.), una puerta de entrada para la gracia” (loc. cit. 187.), es decir, la única idea admisible de hombre no es (para Scheler) sino un teo-morfismo. La idea de un X, la eterna y viva IMAGEN de Dios. Una semejanza de Él, una de sus múltiples sombras sobre la gran pared del ser (loc. cit. 187.). Dicho más claramente: tatachín ¡pantalla de cine, sobre ella imagen-copia de no se sabe qué, novela! Heideggeriana: Hermeneutica1923
Esta definición convertida así en una especie de tesis o en una especie de principio, se convierte, empero, dentro de la autocomprensión de la conciencia cristiana de la exsistencia, se convierte, digo, en el fundamento no sometido a ulterior discusión sobre el que se basa el diseño teológico de la idea de hombre, a partir de la cual se formó la idea de persona (racional = que puede conocer). Esa determinación teológica sólo puede entenderse (ella), es decir, sólo puede efectuarse midiéndose por su propio principio de conocimiento, es decir, recurriendo a la revelación y, primariamente, a la Escritura. El hilo conductor que a tal efecto se toma es el fijado por el Génesis I, 26: “Y dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra IMAGEN (eikon) y semejanza (homoíosis)”. El ser-hombre, ser-hombre, el hombre (qué sea ello) viene de antemano predefinido por la fe como un haber sido hecho por Dios a IMAGEN de Dios. Por tanto, la definición que se da de la esencia del hombre, prescindiendo de la definición griega, tomada desde fuera, vaciada de su contenido, depende de la idea de Dios que se está haciendo operar en ella y que norma a esa determinación de la esencia del hombre. Heideggeriana: Hermeneutica1923
También las ciencias positivas tienen por tema al ente, pero la metontología no es una óntica sumaria en el sentido de una ciencia general, que componga empíricamente los resultados de las ciencias individuales en una así llamada IMAGEN del mundo, para luego derivar de allí una visión del mundo o de la vida. Algo de esta índole está vivo en el Dasein precientífico, si bien éste tiene una distinta estructura; la posibilidad y estructura de la cosmo-visión natural es un problema aparte. El que siempre se intente de nuevo una suma de los conocimientos ónticos y que se la repute como “metafísica inductiva” apunta hacia un problema que una y otra vez vuelve, necesariamente, a abrirse paso en la historia. Heideggeriana: Transcendencia ANEXO
A partir de todo lo dicho, se puede entender la IMAGEN que Leibniz gusta de emplear a menudo para caracterizar la esencia global de la mónada. La mónada es, un espejo viviente del universo. Heideggeriana: CursoMarburgo
¿En qué medida la pregunta por la nada abarca y atraviesa la totalidad de la metafísica? La metafísica se expresa sobre la nada desde los tiempos antiguos en una frase que desde luego es susceptible de varias interpretaciones: ex nihilo nihil fit, de la nada nada nace. Si bien es cierto que cuando se explica esta frase nunca se problematiza de verdad a la propia nada, en cualquier caso dicha frase permite expresar la concepción fundamental de lo ente que rige en cada caso. La metafísica de la Antigüedad concibe la nada con el significado de lo no ente, es decir, la materia informe que no puede formarse a sí misma y por ende no puede formar un ente con forma y aspecto (eidos). Ente es la configuración que se configura y se presenta como tal en la IMAGEN y figura (vista, aspecto). El origen, el derecho y los límites de esta concepción del ser se explican tan poco como la propia nada. La dogmática cristiana, por el contrario, niega la verdad de la frase ex nihilo nihil fit y de este modo le da a la nada un significado distinto, en el sentido de la completa ausencia del ente extradivino: ex nihilo fit-ens creatum. Ahora la nada se convierte en el concepto opuesto al ente auténtico, al summun ens, a Dios como ens increatum. Llegados aquí, la interpretación de la nada también muestra cuál es la concepción fundamental de lo ente. Ahora bien, la explicación metafísica de lo ente se mantiene en el mismo plano que la pregunta por la nada. Siguen faltando las dos preguntas por el ser y la nada como tales. Por eso, tampoco preocupa en absoluto la dificultad de que, si Dios crea desde la nada, tiene que poder relacionarse él mismo de algún modo con la nada. Pero si Dios es Dios, no puede conocer la nada, si admitimos que lo “absoluto” excluye de sí todo lo que tiene que ver con la nada. Heideggeriana: QueMetafisica
El hombre de la ciudad piensa que “se mezcla con el pueblo” tan pronto condesciende a entablar una larga conversación con un campesino. Por las tardes, cuando durante la pausa del trabajo me siento con los campesinos en torno de la estufa o en la mesa junto del rincón donde está la IMAGEN del Señor, casi nunca hablamos. En silencio fumamos nuestras pipas. Entretanto quizá cruza una palabra. Que el trabajo se termina en el bosque, que en la noche anterior se metió una marta en el gallinero, que posiblemente mañana una vaca parirá, que el campesino Oehmi ha tenido un ataque, que el tiempo pronto “se muda”. La íntima pertenencia del propio trabajo a la Selva Negra y sus moradores viene de un centenario arraigo suabo-alemán a la tierra que nada puede reemplazar. Heideggeriana: Provincia1933
El camino más corto para responder a estas preguntas es el siguiente: que describamos las instalaciones de la Universidad Alemana y su constitución. Echaremos un vistazo a la multiplicidad de las universidades, en particular. Al proceder de esta forma, recibiremos efectivamente una IMAGEN externa de la Universidad Alemana. Y no habremos entendido, por tanto, aún, su naturaleza interna. Y es justamente de eso, solamente, de lo que se trata. Heideggeriana: UniversidadeAlema2
Un edificio, un templo griego, no copia ninguna IMAGEN. Simplemente está ahí, se alza en medio de un escarpado valle rocoso. El edificio rodea y encierra la figura del dios y dentro de su oculto asilo deja que ésta se proyecte por todo el recinto sagrado a través del abierto peristilo. Gracias al templo, el dios se presenta en el templo. Esta presencia del dios es en sí misma la extensión y la pérdida de límites del recinto como tal recinto sagrado. Pero el templo y su recinto no se pierden flotando en lo indefinido. Por el contrario, la obra-templo es la que articula y reúne a su alrededor la unidad de todas esas vías y relaciones en las que nacimiento y muerte, desgracia y dicha, victoria y derrota, permanencia y destrucción, conquistan para el ser humano la figura de su destino. La reinante amplitud de estas relaciones abiertas es el mundo de este pueblo histórico; sólo a partir de ella y en ella vuelve a encontrarse a sí mismo para cumplir su destino. Heideggeriana: ObraArte
Un quinto fenómeno de la era moderna es la desdivinización o pérdida de dioses. Esta expresión no se refiere sólo a un mero dejar de lado a los dioses, es decir, al ateísmo más burdo. Por pérdida de dioses se entiende el doble proceso en virtud del que, por un lado, y desde el momento en que se pone el fundamento del mundo en lo infinito, lo incondicionado, lo absoluto, la IMAGEN del mundo se cristianiza, y, por otro lado, el cristianismo transforma su cristianidad en una visión del mundo (la concepción cristiana del mundo), adaptándose de esta suerte a los tiempos modernos. La pérdida de dioses es el estado de indecisión respecto a dios y a los dioses. Es precisamente el cristianismo el que más parte ha tenido en este acontecimiento. Pero, lejos de excluir la religiosidad la pérdida de dioses es la responsable de que la relación con los dioses se transforme en una vivencia religiosa. Cuando esto ocurre es que los dioses han huido. El vacío resultante se colma por medio del análisis histórico y psicológico del mito. Heideggeriana: ImagemMundo
El hombre se convierte en centro de referencia de lo ente como tal. Pero esto sólo es posible si se modifica la concepción de lo ente en su totalidad. ¿En qué se manifiesta esta transformación? ¿Cuál es, conforme a ella, la esencia de la Edad Moderna? Cuando meditamos sobre la Edad Moderna nos preguntamos por la moderna IMAGEN del mundo. La caracterizamos mediante una distinción frente a la IMAGEN del mundo medieval o antigua. Pero ¿por qué nos preguntamos por la IMAGEN del mundo a la hora de interpretar una época histórica? ¿Acaso cada época de la historia tiene su propia IMAGEN del mundo de una manera tal que incluso se preocupa ya por alcanzar dicha IMAGEN? ¿O esto de preguntar por la IMAGEN del mundo sólo responde a un modo moderno de representación de las cosas? ¿Qué es eso de una IMAGEN del mundo? Parece evidente que se trata de eso: de una IMAGEN del mundo. Pero ¿qué significa mundo en este contexto? ¿Qué significa IMAGEN? El mundo es aquí el nombre que se le da a lo ente en su totalidad. No se reduce al cosmos, a la naturaleza. También la historia forma parte del mundo. Pero hasta la naturaleza y la historia y su mutua y reciproca penetración y superación no consiguen agotar el mundo. En esta designación está también supuesto el fundamento del mundo, sea cual sea el tipo de relación que imaginemos del fundamento con el mundo. Heideggeriana: ImagemMundo
La palabra ‘IMAGEN’ hace pensar en primer lugar en la reproducción de algo. Según esto, la IMAGEN del mundo sería una especie de cuadro de lo ente en su totalidad. Pero el término ‘IMAGEN del mundo’ quiere decir mucho más que esto. Con esa palabra nos referimos al propio mundo, a él, lo ente en su totalidad, tal como nos resulta vinculante y nos impone su medida. ‘IMAGEN’ no significa aquí un calco, sino aquello que resuena en el giro alemán: ‘wir sind über etwas im Bilde’, es decir, ‘estamos al tanto de algo’. Esto quiere decir que la propia cosa se aparece ante nosotros precisamente tal como está ella respecto a nosotros. Hacerse con una IMAGEN de algo significa situar a lo ente mismo ante si para ver qué ocurre con él y mantenerlo siempre ante sí en esa posición. Pero aún falta una determinación esencial en la esencia de la IMAGEN. “Estar al tanto de algo” no sólo significa que lo ente se nos represente, sino que en todo lo que le pertenece y forma parte de él se presenta ante nosotros como sistema. “Estar al tanto” también implica estar enterado, estar preparado para algo y tomar las consiguientes disposiciones. Allí donde el mundo se convierte en IMAGEN, lo ente en su totalidad está dispuesto como aquello gracias a lo que el hombre puede tomar sus disposiciones, como aquello que, por lo tanto, quiere traer y tener ante él, esto es, en un sentido decisivo, quiere situar ante sí. IMAGEN del mundo, comprendido esencialmente, no significa por lo tanto una IMAGEN del mundo, sino concebir el mundo como IMAGEN. Lo ente en su totalidad se entiende de tal manera que sólo es y puede ser desde, el momento en que es puesto por el hombre que representa y produce. En donde llega gen del mundo, tiene lugar una decisión esencial sobre lo ente en su totalidad. Se busca y encuentra el ser de lo ente en la representabilidad de lo ente. Heideggeriana: ImagemMundo
Pero en cualquier lugar en el que lo ente no sea interpretado en este sentido, el mundo tampoco puede llegar a la IMAGEN, no puede haber ninguna IMAGEN del mundo. Es el hecho de que lo ente llegue a ser en la representabilidad lo que hace que la época en la que esto ocurre sea nueva respecto a la anterior. Las expresiones “IMAGEN del mundo de la Edad Moderna” y “moderna IMAGEN del mundo” dicen lo mismo dos veces y dan por supuesto algo que antes nunca pudo haber: una IMAGEN medieval y otra antigua del mundo. La IMAGEN del mundo no pasa de ser medieval a ser moderna, sino que es el propio hecho de que el mundo pueda convertirse en IMAGEN lo que caracteriza la esencia de la Edad Moderna. Por el contrario, para la Edad Media, lo ente es el ens creatum, aquello creado por un dios creador personal en su calidad de causa suprema. Ente quiere decir aquí pertenecer a un determinado grado dentro del orden de lo creado y, en tanto que elemento así causado, corresponder a la causa creadora (analogia entis). Pero el ser de lo ente nunca reside en el hecho de que, llevado ante el hombre en tanto que elemento objetivo, se vea dispuesto en su sector de asignación y disponibilidad y sólo consiga ser de ese modo. Heideggeriana: ImagemMundo
La interpretación moderna de lo ente está aún más alejada del mundo griego. Una de las más antiguas sentencias del pensamiento griego sobre el ser de lo ente dice así: to gar auto noein estin te kai einai. Esta frase de Parménides quiere decir que la percepción de lo ente pertenece al ser porque es él el que la exige y determina. Lo ente es aquello que surge y se abre y que, en tanto que aquello presente, viene al hombre como a aquel que está presente, esto es, viene a aquel que se abre él mismo a lo presente desde el momento en que lo percibe. Lo ente no accede al ser por el hecho de que el hombre lo haya contemplado primero, en el sentido, por ejemplo, de una representación como las de la percepción subjetiva. Es más bien el hombre el que es contemplado por lo ente, por eso que se abre a la presencia reunida en torno a él. Contemplada por lo ente, incluida y contenida dentro de su espacio abierto y soportada de este modo por él, involucrada en sus oposiciones y señalada por su ambigüedad: ésta era la esencia del hombre durante la gran época griega. Por eso, a fin de llevar su esencia a su cumplimiento, este hombre tenía que reunir (legein) eso que se abre a sí mismo en su espacio abierto, salvarlo (sozein) mantenerlo atrapado y preservarlo y permanecer expuesto (aletheuein) a todas las disensiones de la confusión. El hombre griego es en tanto que percibe lo ente, motivo por el que en Grecia el mundo no podía convertirse en IMAGEN. Por el contrario, el hecho de que para Platón la entidad de lo ente se determine como eidos (aspecto, visión), es el presupuesto, que condicionó desde siempre y reinó oculto largo tiempo de modo mediato, para que el mundo pudiera convertirse en IMAGEN. Heideggeriana: ImagemMundo
A diferencia de la percepción griega, la representación moderna tiene un significado muy distinto, que donde mejor se expresa es en la palabra raepresentatio. En este caso, representar quiere decir traer ante sí eso que está ahí delante en tanto que algo situado frente a nosotros, referirlo a sí mismo, al que se lo representa y, en esta relación consigo, obligarlo a retornar a sí como ámbito que impone las normas. En donde ocurre esto, el hombre se sitúa respecto a lo ente en la IMAGEN. Pero desde el momento en que el hombre se sitúa de este modo en la IMAGEN, se pone a sí mismo en escena, es decir, en el ámbito manifiesto de lo representado pública y generalmente. Al hacerlo, el hombre se pone a sí mismo como esa escena en la que, a partir de ese momento, lo ente tiene que re-presentarse a si mismo, presentarse, esto es, ser IMAGEN. El hombre se convierte en el representante de lo ente en el sentido de lo objetivo. Heideggeriana: ImagemMundo
Pero la novedad de este proceso no reside en absoluto en el hecho de que ahora la posición del hombre en medio de lo ente sea sencillamente otra diferente respecto a la del hombre medieval o antiguo. Lo decisivo es que el hombre ocupa esta posición por sí mismo, en tanto que establecida por él mismo, y que la mantiene voluntariamente en tanto que ocupada por él y la asegura como terreno para un posible desarrollo de la humanidad. Sólo a partir de este momento puede decirse que existe algo similar a una posición del hombre. El hombre dispone por sí mismo el modo en que debe situarse respecto a lo ente como lo objetivo. Comienza ese modo de ser hombre que consiste en ocupar el ámbito de las capacidades humanas como espacio de medida y cumplimiento para el dominio de lo ente en su totalidad. La época que se determina a partir de este acontecimiento no sólo es nueva respecto a la precedente a los ojos de una contemplación retrospectiva, sino que es ella la que se sitúa a sí misma y por sí misma como nueva. Ser nuevo es algo que forma parte del mundo convertido en IMAGEN. Heideggeriana: ImagemMundo
Así pues, si se interpreta el carácter de IMAGEN del mundo como la representabilidad de lo ente, no queda más remedio, para captar plenamente la esencia moderna de la representabilidad, que rastrear a partir de esa palabra y concepto tan desgastados — “representar” — la fuerza originaria de su nombre: poner ante sí y traer hacia sí. Gracias a esto, lo ente llega a la estabilidad como objeto y sólo así recibe el sello del ser. Que el mundo se convierta en IMAGEN es exactamente el mismo proceso por el que el hombre se convierte en subjectum dentro de lo ente. Heideggeriana: ImagemMundo
El entretejimiento de ambos procesos, decisivo para la esencia de la Edad Moderna, que hace que el mundo se convierta en IMAGEN y el hombre en subjectum, arroja también una luz sobre el proceso fundamental de la historia moderna, el cual, a primera vista, parece casi absurdo. Cuanto más completa y absolutamente esté disponible el mundo en tanto que mundo conquistado, tanto más objetivo aparecerá el objeto, tanto mas subjetivamente o, lo que es lo mismo, imperiosamente, se alzará el subjectum y de modo tanto más incontenible se transformará la contemplación del mundo y la teoría del mundo en una teoría del hombre, en una antropología. Así las cosas, no es de extrañar que sólo surja el humanismo allí donde el mundo se convierte en IMAGEN. Pero del mismo modo en que en la gran época griega era imposible algo semejante a una IMAGEN del mundo, tampoco era posible que prevaleciera algún tipo de humanismo en dicho momento. Por eso, el humanismo en sentido histórico estricto, no es más que una antropología estético-moral. Aquí, este nombre no se refiere a una investigación científico-natural del hombre, ni significa la doctrina fijada por la teología cristiana acerca de un hombre creado, caído y redimido. Este nombre designa aquella interpretación filosófica del hombre que explica y valora lo ente en su totalidad a partir del hombre y para el hombre. Heideggeriana: ImagemMundo
El arraigo cada vez más exclusivo de la interpretación del mundo en la antropología, que se inicia a finales del siglo XVIII, encuentra su expresión en el hecho de que la posición fundamental del hombre frente a lo ente en su totalidad se determina como visión del mundo. Fue a partir de esta época cuando dicha palabra se introdujo en el uso lingüístico. En cuanto el mundo se convierte en IMAGEN, la posición del hombre se comprende como visión del mundo. Cierto que el término ‘visión del mundo’ se presta fácilmente al malentendido de que se refiere a una mera contemplación pasiva del mundo. Por eso, ya desde el siglo XIX se ha insistido en que la visión del mundo significa también e incluso principalmente una visión de la vida. El hecho de que, de todas maneras, el término ‘visión del mundo’ se haya mantenido como nombre para la posición del hombre en medio de lo ente, es la prueba de lo decididamente que el mundo se ha convertido en IMAGEN en cuanto el hombre ha llevado su vida como subjectum a la posición principal en el centro de toda relación. Esto significa que lo ente sólo vale como algo que es, en la medida en que se encuentra integrado en esta vida y puesto en relación con ella, es decir, desde el momento en que es vivido y se torna vivencia. Al igual que cualquier tipo de humanismo resultaba inadecuado para los griegos y que en la Edad Media era imposible una visión del mundo, del mismo modo también resulta absurda una visión católica del mundo. En la misma medida en que lo necesario y normal es que todo tenga que convertirse en vivencia para el hombre moderno, cuanto más ilimitadamente se apropia de la configuración de su esencia, del mismo modo, es absolutamente cierto que los griegos no sufrían vivencias cuando celebraban sus fiestas olímpicas. Heideggeriana: ImagemMundo
El fenómeno fundamental de la Edad Moderna es la conquista del mundo como IMAGEN. La palabra IMAGEN significa ahora la configuración de la producción representadora. En ella, el hombre lucha por alcanzar la posición en que puede llegar a ser aquel ente que da la medida a todo ente y pone todas las normas. Como esa posición se asegura, estructura y expresa como visión del mundo, la moderna relación con lo ente se convierte, en su despliegue decisivo, en una confrontación de diferentes visiones del mundo muy concretas, esto es, sólo de aquellas que ya han ocupado las Posiciones fundamentales extremas del hombre con la suprema decisión. Para esta lucha entre visiones del mundo y conforme al sentido de la lucha, el hombre pone en juego el poder ilimitado del cálculo, la planificación y la corrección de todas las cosas. La ciencia como investigación es una forma imprescindible de este instalarse a sí mismo en el mundo, es una de las vías por las que la Edad Moderna corre en dirección al cumplimiento de su esencia a una velocidad insospechada por los implicados en ella. Es con esta lucha entre las visiones del mundo con la que la Edad Moderna se introduce en la fase más decisiva y, presumiblemente, más duradera de toda su historia. Heideggeriana: ImagemMundo
Lo gigantesco es más bien aquello por medio de lo cual lo cuantitativo se convierte en una cualidad propia y, por lo tanto, en una manera especialmente señalada de lo grande. Cada época histórica no sólo es diferentemente grande respecto a las otras, sino que además tiene su propio concepto de grandeza. Pero en cuanto lo gigantesco de la planificación, el cálculo, la disposición y el aseguramiento, dan un salto desde lo cuantitativo a una cualidad propia, lo gigantesco y aquello que aparentemente siempre se puede calcular por completo, se convierten precisamente por eso en lo incalculable. Lo incalculable pasa a ser la sombra invisible proyectada siempre alrededor de todas las cosas cuando el hombre se ha convertido en subjectum y el mundo en IMAGEN. Heideggeriana: ImagemMundo
(3) La creciente importancia de la entidad editorial no sólo está motivada por el hecho de que el editor (a través del comercio de los libros, por ejemplo) esté más capacitado para saber cuáles son las necesidades del público, ni porque domine el negocio mejor que los autores. Lo que ocurre es que su propio trabajo tiene la forma de un procedimiento planificador que se autoorganiza con la mirada puesta en la manera de llevar el mundo a la IMAGEN del público y afirmarlo en ella por medio de la producción encargada y cerrada de libros y escritos, La preponderancia de las colecciones, series, revistas periódicas y ediciones de bolsillo ya es una de las consecuencias de ese trabajo editorial y a su vez coincide con las intenciones del investigador, las cuales no sólo pueden darse a conocer y alcanzar un reconocimiento más fácil y rápido a través de una serie o colección, sino además lograr una eficacia dirigida sobre un frente mucho mayor. Heideggeriana: ImagemMundo
(6) A la esencia de la IMAGEN le corresponde la cohesión, el sistema. Con esto no nos — referimos a la simplificación y reunión artificial y externa de lo dado, sino a la unidad de la estructura en lo re-presentado como tal, unidad que se despliega a partir del proyecto de objetividad de lo ente. En la Edad Media, el sistema es imposible, pues allí lo único esencial es el orden de las correspondencias, concretamente el orden de lo ente en el sentido de lo creado por Dios y previsto como tal creación suya. El sistema aun resulta más ajeno al mundo griego, por mucho que en los tiempos modernos se hable erróneamente de sistema platónico y aristotélico. En la investigación, la empresa es una determinada conformación y disposición de lo sistemático en las que éste determina al mismo tiempo la disposición en una relación de reciprocidad. Allí donde el mundo se convierte en IMAGEN, el sistema se hace con el dominio, y no sólo en el pensamiento. Pero donde el sistema es guía, también cabe siempre la posibilidad de la degeneración hacia la exterioridad de un sistema que simplemente ha sido fabricado y ensamblado. De hecho, esto es lo que ocurre cuando falta la fuerza originaria del proyecto. Aún no se ha comprendido la singularidad, diversa en sí misma, de la sistemática que se advierte en Leibniz, Kant, Fichte, Hegel y Schelling. Su grandeza reside en que, frente a Descartes, no se despliega a partir del subjectum como ego y substancia finita, sino, ya sea, como en Leibniz, a partir de la mónada, como en Kant, a partir de la esencia trascendental de la razón finita, arraigada en la imaginación, como en Fichte, a partir del Yo infinito, como en Hegel, a partir del Espíritu como saber absoluto o, como en Schelling, a partir de la libertad en tanto que necesidad de todo ente, el cual como tal ente, sigue estando determinado por la diferencia entre fundamento y existencia. Heideggeriana: ImagemMundo
Para la interpretación moderna de lo ente, la noción de valor es tan esencial como la de sistema. Únicamente donde lo ente se ha convertido en objeto del re-presentar se puede decir de algún modo que lo ente pierde su ser. Esta pérdida se percibe de una manera tan poco clara y vaga que rápidamente se ve colmada de nuevo y de tal modo que al objeto y a lo ente interpretado como tal se les asigna un valor y, en general, se mide lo ente por valores y los propios valores se convierten en la meta de toda actividad. Dado que la actividad se comprende como cultura, los valores se convierten en valores culturales y, a su vez, éstos se convierten en la expresión de las supremas metas del crear al servicio de un asegurarse el hombre como subjectum. De ahí ya sólo falta un paso para convertir a los propios valores en objetos. El valor es la objetivación de las metas de las necesidades del instalarse representador en el mundo como IMAGEN. El valor parece expresar que es precisamente en la posición de relación con él donde se lleva a cabo lo más valioso y, sin embargo, el valor es Justamente el impotente y deshilachado disfraz de una objetividad de lo ente que ha perdido toda relevancia y trasfondo. Nadie muere por meros valores. A la hora de entender el siglo XIX resulta muy esclarecedora la particular posición intermedia mantenida por Hermann Lotze, el cual reinterpretó las ideas de Platón como valores y, al mismo tiempo, emprendió bajo el título “Microcosmos” el “Ensayo de una Antropología” (1856), una antropología que bebe todavía del espíritu del Idealismo alemán contribuyendo a alimentar su nobleza y la simplicidad de su modo de pensar, pero que al mismo tiempo se abre al positivismo. Como el pensamiento de Nietzsche permanece preso de la idea de valor, no le queda más remedio que explicar lo más esencial del mismo de una manera regresiva en tanto que inversión de todos los valores. Sólo cuando se consigue comprender el pensamiento de Nietzsche con independencia de la noción de valor, llegamos al punto desde el que la obra del último pensador de la metafísica se convierte en una tarea del preguntar y la hostilidad de Nietzsche contra Wagner se comprende como una necesidad de nuestra historia. Heideggeriana: ImagemMundo
(7) La correspondencia, pensada como rasgo fundamental del ser de lo ente, nos ofrece el esbozo necesario de determinadas posibilidades y maneras de poner en obra la verdad de dicho ser dentro de lo ente. La obra de arte de la Edad Media y la falta de una IMAGEN del mundo en dicha época son inseparables. Heideggeriana: ImagemMundo
En el desocultamiento acontece la phantasia, es decir, el llegar a aparecer de lo presente como tal para el hombre que está a su vez presente para lo que aparece. Sin embargo, como sujeto representador, el hombre fantasea, es decir, se mueve en la imaginitaio, en la medida en que su capacidad de representación imagina lo ente como aquello objetivo dentro del mundo como IMAGEN. Heideggeriana: ImagemMundo
Quién es, y sobre todo quién será Nietzsche lo sabremos apenas estemos en condiciones de pensar el pensamiento que acuñó con las palabras “la voluntad de poder”. Nietzsche es aquel pensador que recorrió el curso de pensamientos (Gedanken-Gang) que conduce a la “voluntad de poder”. Quién es Nietzsche no lo sabremos nunca por un relato historiográfico de su vida, ni tampoco por la exposición del contenido de sus escritos. Quién es Nietzsche no queremos ni tampoco debemos saberlo mientras nos refiramos sólo a la personalidad y la figura histórica, al objeto psicológico y a sus producciones. Pero cómo, acaso no ha escrito el propio Nietzsche un libro, el último que dejara listo para imprimir, que lleva por título “Ecce homo. Cómo se llega a ser lo que se es”? ¿No expresa Ecce homo su voluntad última de que nos ocupemos de él, de ese hombre, y de que se pueda decir de él lo que contienen los capítulos de la obra: “Por qué soy tan sabio. Por qué soy tan inteligente. Por qué escribo tan buenos libros. Por qué soy un destino”? ¿No se muestra aquí la cima de una autoexposición desenfrenada y de un desmedido narcisismo? Es un procedimiento demasiado fácil, y por eso empleado con frecuencia, tomar esta autopublicidad de su propio carácter y su propia voluntad como el anuncio de la incipiente locura. Pero en Ecce homo no se trata ni de la biografía de Nietzsche ni de la persona del “Señor Nietzsche” sino en realidad de un “destino”; pero tampoco de la destinación de un individuo, sino de la historia de la época moderna como época final de occidente. Aunque, evidentemente, del destino de este portador del destino occidental también forma parte que (por lo menos hasta ahora) todo lo que quería lograr con sus escritos se convirtiera en su opuesto. En contra de su voluntad más íntima, Nietzsche se transformó en incitador y promotor de una amplificada autodisección y puesta en escena anímica, corporal y espiritual del hombre que tiene como consecuencia final y mediata la publicidad sin límites de toda actividad humana en “IMAGEN y sonido”, gracias a los montajes fotográficos y los reportajes: fenómeno de carácter planetario que muestra exactamente los mismos rasgos en América y Rusia, en Japón e Italia, en Inglaterra y Alemania, y que es extrañamente independiente de la voluntad de los individuos y del modo de ser de los pueblos, los estados y las culturas. Heideggeriana: VontadePoder
Ahora bien, el pensamiento en cada caso único de un pensador es aquello alrededor de lo cual, de manera imprevista e inadvertida, gira todo el ente en el más silencioso silencio. Los pensadores son fundadores de aquello que nunca será perceptible en una IMAGEN, que nunca podrá relatarse historiográficamente ni calcularse técnicamente; de aquello que no obstante domina, sin necesitar el poder. Los pensadores son siempre unilaterales, según ese lado único que ya les fuera adjudicado por una simple expresión proferida en la primera época de la historia del pensar. La expresión proviene de uno de los más antiguos pensadores de occidente, Periandro de Corinto, al que se cuenta entre los “siete sabios”. Dice así: meleta to pan, “toma a tu cuidado el ente en su totalidad”. Heideggeriana: VontadePoder
Tenemos que cuidarnos, sin embargo, de malinterpretar esta sentencia en un sentido moderno, gnoseológico, y ver en ella, por ejemplo, la distinción kantiana entre “fenómeno” y “cosa en sí”, falseando además el concepto de “fenómeno” hasta convertirlo en “mera apariencia”. El peso de la antigua sentencia griega descansa, por el contrario, en que lo que se muestra, lo que ofrece una visión, y por lo tanto la visión misma, vale como ente, porque “ente” quiere decir: surgir, phyein. Pero el presenciar que surge es un imperar que presencia, physis. Sólo bajo el poder de esta predeterminación inicial del ente como physis puede entenderse la posterior interpretación griega de la entidad del ente, o sea la interpretación platónica. En efecto, cómo habría de ser la “idea” lo más ente del ente si no estuviera previamente decidido que ser-ente quiere decir: mostrarse que surge y que presencia: ofrecer el aspecto (eidos), la visión (idea) que tiene una “cosa”. dokeonta, “lo que en cada caso se muestra”, no equivale para Heráclito a la opinión meramente subjetiva entendida en sentido moderno, y esto por dos razones: 1) porque dokein significa mostrarse, aparecer, dicho esto desde el ente mismo; 2) porque los primeros pensadores y los griegos en general nada sabían del hombre como un yo-sujeto. Precisamente el que goza de mejor parecer — y esto quiere decir: el más digno de fama — es aquel que tiene la fuerza de prescindir de sí y dirigir la mirada exclusivamente a lo que “es”. Pero esto y precisamente esto es lo que se muestra, la visión y la IMAGEN que se ofrece. El carácter de IMAGEN no consiste en ser algo preparado, como por ejemplo en la copia que reproduce la IMAGEN de algo. El sentido griego de “IMAGEN” — si es que podemos utilizar esta palabra — es el llegar al aparecer, phantasia, y ésta comprendida a su vez como: entrar en la presencia. Con las mutaciones del concepto griego de ser en el curso de la histhistoria de la metafísica se transforma correlativamente el concepto de IMAGEN reinante en occidente. La “IMAGEN”, en la Antigüedad, en la Edad Media y en la Edad Moderna, no sólo se diferencia por su contenido y su nombre, sino por su propia esencia. Heideggeriana: VontadePoder
“IMAGEN”: 1) Salir a la presencia. — 2) Correspondencia referencial dentro del orden de la creación. — 3) Objeto representante. Heideggeriana: VontadePoder
Para Heráclito, conocer significa: capturar lo que se muestra; custodiar la visión como el “parecer” que algo ofrece, como “IMAGEN” en el sentido señalado de phantasia. En el conocimiento se retiene lo verdadero; lo que se muestra, la IMAGEN, es recogido y tomado en posesión; lo verdadero es la IMAGEN in-maginada (ein-gebildete).Verdad es i-maginación (Ein-bildung); pero la palabra pensada ahora de modo griego, no “psicológico”, no gnoseológico-moderno. Heideggeriana: VontadePoder
Al modo de pensar que interpreta todos los fenómenos como expresión de la vida se lo suele llamar biológico. La “IMAGEN del mundo” de Nietzsche, se dice, es biologista. Incluso si, en el caso de Nietzsche, no tomamos en serio de antemano esta caracterización tópica de su “IMAGEN del mundo” a causa de una continua desconfianza frente a este tipo de títulos, no podremos negar, sin embargo, que las pocas frases citadas hablan con fuerza suficiente en favor de un modo de pensar “biologista”. Además, ya se ha señalado expresa y repetidamente la equivalencia entre las palabras fundamentales “mundo” y “vida”, que nombran ambas al ente en su totalidad. La vida, el curso de la vida, se dice en griego bios. Corresponde mejor al significado griego el empleo de “bios” en la palabra “biografía”, descripción de la vida. Biología, por el contrario, quiere decir: doctrina de la vida en el sentido de lo vegetal-animal. ¿Cómo un pensar cuyo pensamiento fundamental concibe al ente en su totalidad como “vida” no habría de ser biológico, más biológico aún que cualquier tipo de biología que conozcamos? Pero no sólo las palabras fundamentales sino que su proyecto, el proyecto que exige la nueva estimación de valor, delata el carácter “biológico” del pensar nietzscheano. Consideremos simplemente el título que encabeza el cuarto y último libro de La voluntad de poder. “disciplina y adiestramiento”. Aquí se pone como meta y como exigencia la idea de una regulación, dirección y “acrecentamiento” de la vida en el sentido de una planificación de la misma severamente instituida. No olvidemos que Nietzsche le ha dado a la figura suprema del hombre el nombre de “animal de presa” y que ve al hombre supremo como la “espléndida bestia rubia que erra voluptuosa en busca de presa y de victoria” (VII, 322); aquí ya no hay manera de escapar a la constatación de que la “IMAGEN del mundo” de este pensador es un biologismo absoluto, no sólo en términos generales y como consecuencia de una inofensiva opinión erudita, sino de acuerdo con su voluntad pensante más íntima. Heideggeriana: VontadePoder
Por muy extraña que pueda parecer en un principio, es posible, con una meditación suficiente, fundamentar la verdad de la siguiente afirmación: cuando piensa el ente en su totalidad, y previamente ya el ser, como “vida”, y cuando determina en particular al hombre como “animal de presa”, Nietzsche no piensa de modo biológico sino que fundamenta esta IMAGEN del mundo aparentemente sólo biológica de modo metafísico. Heideggeriana: VontadePoder
A la confianza en la razón y al poderoso dominio de la ratio que allí ocurre no hay que comprenderla de modo unilateral como racionalismo, pues al ámbito de la confianza en la razón pertenece también el irracionalismo. Los más grandes racionalistas son los que más fácilmente caen en el irracionalismo, y a la inversa: cuando el irracionalismo determina la IMAGEN del mundo, el racionalismo celebra su triunfo. El dominio de la técnica y la receptividad a la superstición van juntos. No sólo el irracionalismo “vive” del miedo al concepto y se asegura en él, sino también, y ante todo, el racionalismo, sólo que éste lo hace de modo más oculto y astuto. Heideggeriana: VontadePoder
De este modo, somete la calculabilidad de las cosas que se practica cotidianamente a un “si”, es decir a la condición más elevada de la invención e inventabilidad de las cosas. En la observación puesta entre paréntesis denomina a esta invención un “proceso que recorre toda impresión sensorial”. ¿Hasta qué punto es esto acertado? El ejemplo de la percepción del árbol mostró cómo la multiplicidad de impresiones cromáticas está referida a algo igual e idéntico. Pero ahora Nietzsche quiere decir que incluso cada impresión cromática singular, por ejemplo una sensación de rojo, ya ha pasado por una invención; en ello y para ello se supone que las sensaciones de rojo singulares son en cada caso necesariamente diferentes por la intensidad de la impresión, por su luminosidad según la cercanía a otras similares, por la variación de lo que nosotros hace un instante, al emplear la palabra rojo, ya hemos transformado inventivamente en algo igual, prescindiendo de diferencias y tonos más finos. Por el contrario, en determinados tipos de pintura el artista busca dentro de un color la mayor riqueza de diferencias, para que de él surja, no obstante, en la impresión global de la IMAGEN del objeto, un rojo aparentemente simple, unívoco. Pero toda impresión sensorial recorre este proceso de invención hacia algo igual — rojo, verde, ácido, amargo, duro, rugoso — porque, en cuanto impresión, no se inserta sino en la región ya previamente imperante de la razón en esencia inventiva, de la razón que se dirige a lo igual e idéntico. Lo sensible nos acosa y asedia en cuanto seres vivientes racionales, en cuanto seres que — sin un propósito ejercido en cada caso de modo explícito — ya siempre nos hemos propuesto igualar, porque sólo lo igual ofrece la garantía de lo idéntico, y porque sólo lo idéntico asegura algo consistente, siendo el volver consistente el ejercicio del aseguramiento de la existencia consistente. De acuerdo con ello, las propias sensaciones, que constituyen el “hervidero” que embiste de modo inmediato, son ya una multiplicidad inventada. Las categorías de la razón son horizontes de la invención, invención que es la que concede a lo que sale al encuentro ese sitio libre desde el cual y basado sobre el cual puede aparecer como algo consistente, como ob-stante, como objeto (Gegenstand). Heideggeriana: VontadePoder
Si Nietzsche no hubiera sido un pensador, si no se hubiera mantenido firme en el centro oculto del ente como un guardia solitario interrogando abiertamente con la mirada, si como un “eterno veraneante” se hubiera dedicado simplemente a recortar y componer de cien libros distintos una IMAGEN y una construcción del mundo destinada a sus cultos e incultos contemporáneos, para quedarse él, a su vez, muy tranquilo con ella, o dentro de ella, y resolver “contradicciones”, entonces sí hubiera tenido que cerrar los ojos ante los abismos a cuyos bordes lo llevaba el expuesto proyecto de mundo. Pero Nietzsche no cerró los ojos, se dirigió directamente hacia lo que tenía que ver y recorrió hasta el extremo, en los dos últimos años de su pensar, ese camino que él mismo había abierto y que entonces se había vuelto inevitable. Heideggeriana: VontadePoder
Si la justicia es el “supremo representante de la vida misma, si en la vida humana se revela propiamente la voluntad de poder, ¿ no se convierte la extensión de la justicia a poder fundamental del ente en general y la interpretación continua del ente en su totalidad como voluntad de poder en una humanización de todo ente? ¿No se piensa el mundo según la IMAGEN del hombre? ¿No es un pensar tal puro antropomorfismo? Ciertamente, es el antropomorfismo del “gran estilo”, que se interesa por pocas cosas y de larga duración. Tampoco debemos creer que esta humanización se le tenga que presentar ahora a Nietzsche como una objeción. Él tenía conciencia del antropomorfismo de su metafísica. Tenía conciencia de él no sólo como de un modo de pensar en el que hubiera caído accidentalmente y del que no encontrara salida. Nietzsche quiere esta humanización de todo el ente y sólo la quiere a ella. Esto resulta claro en una breve nota del año 1884: “”Humanizar” el mundo, es decir, sentirnos en él cada vez más como señores” (La voluntad de poder, n. 614). Esta humanización no se realiza, sin embargo, a IMAGEN de un hombre cualquier, cotidiano y normal, sino sobre la base de una interpretación del ser-hombre que, fundado en la “justicia”, es en el fondo de su esencia voluntad de poder. Heideggeriana: VontadePoder
Esas posiciones metafísicas fundamentales no son ni una acuñación conceptual posterior, accidental y superficial, de una historia surgida en otra parte, ni tampoco son doctrinas erigidas previamente, de cuya observancia y realización habría surgido entonces la historia de la época moderna. En ambos casos, la verdad, fundadora de historia, de la metafísica es pensada de un modo demasiado extrínseco y con un efecto demasiado inmediato, por lo que de una manera u otra, desvalorizándola o sobrevaluándola, se la menosprecia, ya que resulta esencialmente mal comprendida. En efecto, que se determine al hombre como subjectum y al ente en su totalidad como “IMAGEN del mundo” sólo puede surgir de la historia del ser mismo (aquí de la historia de la transformación y del aplanamiento de su no fundada verdad). (Respecto del concepto de “IMAGEN del mundo”, cfr. la conferencia de 1938: “La fundamentación de la IMAGEN moderna del mundo por parte de la metafísica”; publicado en 1950 en Holzwege con el título “Die Zeit des Weltbildes”. El grado y la dirección del respectivo saber científico acerca de la transformación de la posición metafísica fundamental, el modo y el alcance de la activa transformación del ente a la luz de ese cambio del hombre y del ente en su totalidad no llegan nunca hasta la vía de la historia del ser misma y, comprendidas desde la tarea de la meditación, no funcionan nunca más que como fachadas que se presentan y se hacen pasar como lo puramente real. Heideggeriana: EternoRetorno
La verdad anuncia el dominio de su esencia: el despejamiento del ocultarse. La historia es historia del ser. Aquellos que, afectados por el despejamiento del rehusarse, sólo quedan desconcertados ante él, no hacen más que huir de la meditación, como alguien que burlado durante demasiado tiempo por el ente se ha vuelto tan extraño al ser que ni siquiera es capaz de desconfiar de él con fundamento. Aún totalmente presos de la servidumbre de la metafísica a la que presumiblemente se habría apartado hace tiempo, se buscan salidas hacia alguna cosa recóndita y suprasensible. Se huye hacia la mística (la mera IMAGEN contraria de la metafísica) o, puesto que se permanece en la actitud del cálculo, se apela a los “valores”. Los “valores” son los ideales definitivamente flexionados hacia lo calculable, los únicos que resultan utilizables para la maquinación: la cultura y los valores culturales como medios de propaganda, los productos del arte como objetos que sirven a la finalidad de mostrar las realizaciones y como material para decorar vehículos en los desfiles. Heideggeriana: EternoRetorno
¿Pero de este modo no queda el ente en su totalidad interpretado a IMAGEN del hombre y convertido en algo “subjetivo”? ¿No conduce esta humanización del ente en cuanto tal en su totalidad a un empequeñecimiento del mundo? Se impone, sin embargo, una contrapregunta: ¿quién es aquí el hombre por medio del cual y en dirección al cual se humaniza el ente? ¿En qué subjetividad se funda la “subjetivización del mundo? ¿Qué sucede si el hombre tal como ha sido hasta él momento tiene que transformarse previamente, por medio de esa única inversión nihilista, en el superhombre que, en cuanto suprema voluntad de poder, quiere dejar ser al ente como ente? “ (…) no más voluntad de conservación, sino de poder; no más el grito humilde “todo es sólo subjetivo”, sino “¡es también obra nuestra!, ¡estemos orgullosos de ello!”” (La voluntad de poder, n. 1059). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
A través de las modificaciones esenciales de la metafísica moderna aparece lo mismo, que es expresado por Platón al comienzo de la metafísica: que el ojo tiene que ser helioeidos. El sol es la IMAGEN para la “idea del bien”, es decir, para lo incondicionado. Heideggeriana: HegelFenomenologia
“Represéntate ahora lo siguiente: Unos hombres se encuentran bajo tierra en un recinto cavernario. A lo largo de éste, y hacia la luz diurna, se extiende el acceso, al que confluye toda la caverna. En esta morada, atados por las muslos y la nuca, desde la infancia tienen los hombres su residencia. También permanecen por ello en el mismo sitio, pudiendo sólo mirar a lo que tienen enfrente de ellos. Mover la cabeza en torno no les es posible, puesto que están encadenados. Sin embargo, les ha sido otorgado un resplandor de luz, de un fuego que arde a sus espaldas, en la parte superior y a la distancia. Entre el fuego y los prisioneros (por lo tanto, a sus espaldas) discurre un camino, a lo largo del cual — imagínatelo así — hay un muro más bajo, construido al modo de esas vallas que los volatineros levantan frente al público, para mostrar por encima de ellos los prodigios. “Lo imagino, dijo Glaucón. “Según eso, figúrate ahora hombres que transportan toda clase de objetos a lo largo de ese pequeño muro, los que sobresalen un poco sobre éste; estatuas. imágenes de piedra y de madera, como también variedad de cosas hechas por el hombre. Como es de esperarse, de entre los cargadores que pasan unos van entretenidos entre sí, otros en silencio. “Insólita IMAGEN propones, dijo, e insólitos prisioneros. Sin embargo son en todo iguales a nosotros los hombres, contesté yo. Pues, ¿qué crees tú? Tal especie de hombres, desde un principio, jamás han obtenido otra visión, sea de sí mismos, sea de los demás, que las sombras que sobre el muro de la caverna que tienen en frente arroja (constantemente) el resplandor del fuego. “Cómo puede ser de otro modo, dijo, si están compelidos a mantener inmóvil la cabeza todo el curso de sus vidas? “¿Qué ven, pues, ellos de las cosas que (a sus espaldas) son transportadas? ¿No es eso precisamente lo que ellos ven (es decir, las sombras)? “En efecto. “Ahora, si estuviesen en condiciones de comunicar y discutir detalladamente entre sí lo visto, ¿no crees que a lo que ellos ven allí tomarían por el ente? “Se verían obligados a ello. “¿Pero qué pasaría si esta prisión también tuviese un eco venido del muro que ellos tienen frontero (hacia el que miran exclusiva y constantemente) ? Tan pronto como uno de los que transitan a espaldas de los prisioneros (transportando cosas) se hiciese oír, ¿crees tú por cierto que ellos tomarían a lo que habla por algo distinto de esas sombras que pasan ante ellos? “Por nada distinto, ¡por Zeus!, dijo. “Absolutamente, contesté yo, los prisioneros tomarían entonces por lo desoculto no otra cosa que las sombras de los objetos. “Seria completamente necesario dijo. “Según eso, contesté yo, sigue ahora con tu mirada el proceso de cómo los cautivos llegan a ser liberados de las ligaduras y, en consecuencia, curados de la falta de discernimiento; y considera, además. de qué especie tendría que ser esta falta de discernimiento, si a los prisioneros les sucediese lo siguiente: tan pronto se desligase a uno y se le forzase, de súbito, a pararse, a volver la cabeza, a caminar y a mirar hacia la luz, (entonces) él haría (siempre) todo esto entre sufrimientos. y tampoco estaría en condiciones de mirar, a través de la constante reverberación, hacia aquellas cosas cuyas sombras anteriormente vio. (Si todo esto sucede con él), qué crees tú que diría él al que le revelase que (sólo) futilidades había visto antes, pero que ahora estaba un poco más cerca del ente y, en consecuencia, vuelto hacia el mayor ente, al que por lo tanto, miraba más rectamente? Y si (entonces) alguien todavía le mostrase cada una de las cosas que van pasando y le forzase, sobre demanda, a contestar qué cosa sea ello, ¿no crees tú que se hallaría sin saber absolutamente nada y, por añadidura, reputaría lo visto anteriormente (con sus propios ojos) por más desoculto que lo que ahora (por intermedio de otro) le es mostrado? “Indudablemente, dijo. “Y si alguien todavía le precisase a mirar hacia el resplandor del fuego, ¿no le dolerían los ojos, y no querría apartarse de allí y huir (de vuelta) hacia lo que está en sus posibilidades ver, decidiendo, por lo tanto, que esto (que sin más es visible para él) es, en efecto, más claro que lo que ahora le es mostrado? “Así es, dijo. “Pero si ahora, contesté yo, alguien (a este libre de ligaduras) con violencia lo arrancase de allí arrastrándolo por la escarpada y difícil abertura de la caverna y no le soltase hasta no haberlo traído a la luz del sol, ¿sentiría quien así es arrastrado dolor e indignación? ¿No sentiría los ojos, llegado a la luz solar, llenos de resplandor, y no sería incapaz de ver siquiera algo de lo que ahora le es revelado como lo desoculto? “En modo alguno estaría en condiciones para ello, dijo; por lo menos no de pronto. “Evidentemente fuera menester, creo yo, un acostumbramiento, caso de que se tratase de aprehender en el ojo lo que está allí en lo alto (fuera de la caverna en la luz del sol). Y (en tal habituarse) podría, ante todo, muy fácilmente mirar hacia las sombras y después hacia la IMAGEN de los hombres y de las demás cosas reflejadas en el agua, y luego captaría por la visión a éstas mismas (o sea, el ente en lugar de los evanescentes reflejos). Desde el ámbito de estas cosas podría contemplar lo que hay en la bóveda del cielo, y a éste mismo, y desde luego más fácilmente durante la noche, mientras mira hacia la luz de las estrellas y de la luna, (más fácilmente, claro está) que durante el día al sol y su brillo. “Sin duda alguna. “Pero al fin, creo yo, llegaría a estar en condiciones de mirar al sol mismo, no ya sólo a su reflejo en el agua o en donde surgiere, sino al sol mismo, tal cual él es por sí mismo en su propio lugar, y observarlo en su naturaleza. “Necesariamente así sucedería, dijo. “Y una vez que ha dejado detrás de sí todo esto, ya puede acerca de aquél (el sol) concluir que es él, precisamente el que produce tanto las estaciones del año como los años y el que dispone todo lo que hay en el circuito (ahora) contemplado (de la luz solar); sí que también él (el sol) es hasta la causa de aquel todo que ellos (los que permanecen allí abajo en la caverna) tienen, en cierta manera, ante sí. “Evidentemente, dijo, llegaría a eso (o sea al sol y a lo que está en su luz), una vez que hubiera salido de aquello (que sólo es reflejo y sombra). “¿Y qué, pues, pasa ahora? Si se acordase nuevamente de la primera morada y del “saber” que allí es regla y de los entonces encadenados con él, ¿no crees que a sí mismo se tendría por dichoso por el cambio (acontecido), compadeciendo a aquellos, por el contrario? “¡Sí, por cierto! “Pero si ahora (entre los hombres) del anterior lugar de residencia (esto es, en la caverna) se instituyen ciertos honores y premios para quien aprehendiese más nítidamente con la mirada lo transitorio (lo que sucede todos los días) y, además, conservase en la memoria, lo más de lo que habitualmente es transportado primero, luego después y, por último al mismo tiempo, y que (entonces) pudiese decir de antemano lo que fuese a ocurrir en el inmediato futuro, crees que el (salido de la caverna) desearía (todavía) estar entre aquellos (que están en la caverna) para (allí) rivalizar con quienes gozan de poder y consideración, o acaso no querrá adoptar para sí aquello que dice Homero: “servir, asalariado, a un extranjero labrador sin dote”, y no querrá, en general, soportarlo todo, antes que circunvagar entre aquellas opiniones (válidas para la caverna) y ser un hombre según aquella manera? “Yo creo, dijo, que dejaría le sobreviniese todo, antes que ser un hombre según aquella manera (propia de la caverna). “Y ahora, por consiguiente, considera esto, contesté yo: Si el que por tal modo a salido de la caverna, descendiese nuevamente a ella y se sentase en el mismo sitio, no se le llenarían los ojos de tinieblas. en el lugar mismo donde él se sustrajese repentinamente al sol? “Sí, absolutamente, dijo. “Si de nuevo, entonces, se entregase, con los allí constantemente encadenados. a proponer y afirmar opiniones sobre las sombra. con los ojos todavía debilitados, y antes de haberlos aclimatado de nuevo, la cual habituación no demandaría poco tiempo, ¿no sería al punto entregado al ridículo allí abajo, y no se le daría a entender que había ido allá arriba sólo para volver (a la caverna) con los ojos estragados, de modo que no era de utilidad alguna emprender el camino ascendente? Y a quien pusiese manos a libralos de las ligaduras y conducirlos allá arriba, si ellos pudiesen disponer de él y matarlo, ¿no lo matarían realmente? “Seguramente que sí, dijo.” Heideggeriana: PlatoVerdade
La morada cavernaria es la IMAGEN para ten. . . di opseos phainomenen edran “el distrito de residencia que (cotidianamente) se muestra a la mirada”. El fuego que brilla en la caverna por sobre los que la habitan es la “IMAGEN” para el sol. La bóveda cavernaria representa a la bóveda del cielo. Bajo esta bóveda, consignados a la tierra y a ella sujetos, viven los hombres. Lo que en ella les circunda y concierne es, para ellos, “lo real”, es decir, el ente. En esta morada cavernaria ellos se sienten “¿en el mundo” y “en su casa”, y encuentran en ella lo seguro. Heideggeriana: PlatoVerdade
Las cosas mencionadas en la “alegoría”, y visibles en lo interior de la caverna son, en cambio, la IMAGEN para aquello en que propiamente consiste lo entitativo del ente, siendo esto, según Platón, aquello por lo que el ente se muestra en su “aspecto”, el cual no es tomado por Platón como mero “aspecto” o apariencia. El “aspecto” tiene para él algo todavía de un salir fuera, mediante el cual toda cosa se “presenta”. Es presentándose en su “aspecto” que el ente mismo se muestra. Este “aspecto” es el equivalente griego de eídos o idéa. Las cosas que yacen, a la luz del día, fuera de la caverna, donde la libre perspectiva se extiende a todo, ilustran, en la “alegoría”, las “ideas”. Según Platón, si el hombre no tuviese éstas, es decir, aquel respectivo “aspecto” de cosas, seres vivos, hombres, números y dioses a la vista, jamás podría apercibir esto y aquello, como una casa, como un árbol, como un dios. Cree habitualmente el hombre que ve directamente esta casa y aquel árbol, y, de este modo, a todo ente. Ante todo y, en general, no sospecha el hombre que todo lo que con soltura vale para él como lo “real”, sólo lo ve siempre a la luz de las “ideas”. Mas aquello sólo presuntiva y propiamente real, lo inmediatamente visible, audible, aprehensible, calculable, es siempre, según Platón, la silueta de las ideas y. en consecuencia, una sombra. Esto más próximo y, sin embargo, semejante a sombra. tiene al hombre cotidianamente en cautiverio. El vive en una prisión y deja tras de sí a todas las “ideas”. Y en virtud de que no reconoce en modo alguno a este cautiverio como tal. tiene a este recinto cotidiano bajo la bóveda del cielo por el teatro de la experiencia y de la apreciación que exclusivamente imparten la medida a todas las cosas y relaciones, y la regla para su organización y fijación. Heideggeriana: PlatoVerdade
Ahora bien, cuando el hombre pensado en la “alegoría” mira de pronto, en el interior de la caverna. hacia el fuego detrás de él, y cuyo resplandor produce las sombras que proyectan las cosas transportadas aquí y allí, él siente entonces esta insólita reversión de la mirada inmediatamente como una perturbación del comportamiento habitual y del pensar consuetudinario, rechazando hasta la mera pretensión de que una actitud tan extraña deba llegar a aceptarse dentro de la caverna, puesto que en ésta se está en unívoca y plena posesión de lo real. El hombre cavernario, ávido de su “inspección”, no puede ni siquiera sospechar la posibilidad de que lo que para él es real pueda ser solamente lo semejante a sombra. El no ha de saber tampoco de las sombras, si incluso no quiere conocer nada del fuego cavernario ni de su luz, cuando este fuego es tan sólo uno “artificial” y tiene, en consecuencia, que ser familiar al hombre. Por el contrario, la luz solar de fuera de la caverna no es producida por los hombres. En su claridad muéstranse inmediatamente, naturales y presentes, las cosas mismas, sin que su presentación haya menester de un bosquejo. Estas cosas que se muestran por sí mismas son, en la “alegoría”, la “IMAGEN” para las “ideas”, quedando el sol como la “IMAGEN” para aquello que hace visible a todas las ideas, o sea como la “IMAGEN” para la idea de todas las ideas. Llamase ésta, según Platón, hee tou agathoú idéa, lo que “literalmente” se traduce, con harto equívoco, por lo demás, por la expresión “la idea del bien”. Heideggeriana: PlatoVerdade
Pero, ¿por qué el acostumbrarse al momentáneo dominio ha de ser constante y lento? Ello es así porque dicha reversión concierne al ser hombre y, en consecuencia, se cumple en el fundamento de su esencia. Esto significa que la actitud reguladora que debe surgir mediante una reversión, tiene que ser desarrollada a partir de una relación que ya sustenta al hombre, y hacia un firme comportamiento. Este desacostumbrarse y acostumbrarse del ser humano al dominio momentáneamente a él asignado, es la esencia de lo que Platón llama la paideia. El vocablo no consiente traducción. Paideia significa, según la determinación de la esencia que da Platón, la periagoogée hólees tées psychées, o sea el acompañamiento para la reversión de todo el hombre en su esencia. La paideia es, por lo mismo, esencialmente, un tránsito y, por cierto, desde la apaideusía a la paideia. Conforme a este carácter de tránsito, la paideia queda siempre referida a la apaideusía. Por lo menos, aunque no plenamente, basta para el vocablo paideia la palabra alemana “Bildung”. Desde luego tenemos que restituirle a esta palabra su originaria facultad nominativa, y olvidar la falsa interpretación que le tocó en suerte en las postrimerías del siglo XIX, “Bildung” tiene un doble significado: es, una vez, un dar forma en el sentido de una acuñación que va desarrollándose. Pero este “dar forma”, “da forma”, es decir, impone su sello, por la conformidad anticipada con un aspecto regulador, el que, por eso mismo, se llama para-digma (o sea modelo pro-puesto, puesto al frente). “Bildung” es acuñación, especialmente, y acompañamiento mediante una IMAGEN. La esencia opuesta a la paideia es la apaideusía, la falta de conformación, la incultura. En ella no ha surgido ni el desarrollo de la actitud fundamental, ni ha sido propuesto el paradigma regulador. Heideggeriana: PlatoVerdade
La facultad interpretativa de la “alegoría de la caverna” concentrase en hacer visible y conocible la esencia de la paideia en lo gráfico de la historia narrada. Preventivamente Platón quiere también mostrar que la esencia de la paideia no consiste en verter meros conocimientos en el alma desprevenida como en un recipiente vacío cualquiera colocado delante, ya que, contrariamente a esto, la auténtica cultura aprehende y transforma al alma en su totalidad, en la medida en que previamente desplaza al hombre a su lugar esencial y a éste lo acostumbra. Que la esencia de la paideia, en la “alegoría de la caverna”, debe ser reducida a IMAGEN, lo dice y a con bastante claridad el párrafo con que Platón al comienzo del libro VII introduce la narración: Metá taúta dée, eípon, apeíkason toioútoo páthei téen heemeterán physin paideias te péri kaí apaideusías. “Hazte después de esta clase de experiencia (presentada a continuación) una visión (de la esencia) de la “cultura” como así también de la incultura, lo cual (conjuntamente por cierto) concierne a nuestro humano ser en su fundamento.” Heideggeriana: PlatoVerdade
En general, esta “alegoría” sólo puede ser una “alegoría” construida en base a la vista que ofrece la caverna, ya que de antemano está codeterminada por la experiencia fundamental de la aletheia, es decir, de la desocultación del ente, experiencia evidente de suyo para los griegos. Pues la caverna subterránea no es otra cosa que algo en sí abierto Y al mismo tiempo abovedado, quedando, a pesar del acceso, cerrado en torno por la pared de tierra que lo circunda. El contorno de la caverna en sí abierto y lo por él encerrado y de tal suerte oculto, remiten al mismo tiempo hacia algo exterior, es decir, a lo desoculto que se extiende en la superficie a la luz. La esencia de la verdad pensada primariamente por los griegos en el sentido de la aletheia, o sea la desocultación referida a lo que yace oculto (embozado y disimulado) y solamente ella, tiene una relación esencial con la IMAGEN de la caverna situada bajo tierra. Cuando la verdad es de otra esencia y no es desocultación o, por lo menos, no está codeterminada por ésta, entonces una “alegoría” de la caverna no ofrece asidero alguno para ser ilustrada. Heideggeriana: PlatoVerdade
La representación de la “alegoría” y la propia interpretación de Platón toman casi naturalmente a la caverna subterránea y a su exterior como el dominio en cuyo ámbito se desarrollan los procesos relatados. Igualmente esenciales son los tránsitos narrados y el ascenso desde el dominio del resplandor del fuego artificial a la claridad de la luz solar, como así también el retroceso desde la fuente de toda luz a la oscuridad de la caverna. En la “alegoría de la caverna” la fuerza ilustrativa no emana de la IMAGEN de la clausura de la bóveda subterránea y de lo preso en lo que está cerrado, como tampoco de la vista de lo abierto en lo exterior de la caverna. La fuerza figurativa de la interpretación de la “alegoría” concéntrase, para Platón, más bien en el rol del fuego, del resplandor del fuego y de las sombras, de la claridad diurna, de la luz solar y del sol. Todo yace en el resplandecer de lo que aparece y en el hacer posible su visibilidad. La desocultación es mencionada por cierto en sus distintos escalones, aunque sólo lo es para saber de qué modo ella hace accesible en su aspecto (eídos) a lo que aparece y visible a este mostrarse (idéa). La reflexión propiamente dicha se dirige al aparecer del aspecto que se ofrece en la claridad del resplandor. Este aspecto suministra la perspectiva sobre el cómo se esencializa cada ente. La reflexión propiamente dicha pasa a la idéa. La “idea” es el aspecto que proporciona vista en lo que se esencializa. La idéa es el puro resplandecer en el sentido de la expresión “el sol resplandece”. La “idea” no consiente que ninguna otra cosa (detrás de sí) “aparezca’’; ella misma es lo que resplandece, y lo que resplandece reside únicamente en el resplandecer de sí mismo. La idéa es, pues, lo resplandeciente. Su esencia consiste en la luminosidad y en la visualidad, merced a las cuales tiene lugar la esencialización, o sea la esencialización de lo que cada ente es. En el qué es del ente es donde éste se esencializa. Pero la esencialización es en general la esencia del ser, por lo cual, para Platón, el ser tiene su esencia propiamente dicha en el qué es. Ya no una posterior denominación revela que quidditas es el verdadero esse, la essentia, y no la existentia. Lo que la idea trae a la visión y de ese modo deja ver es, para el mirar dirigido a ella, lo desoculto de aquello que aparece como idea. De este modo, lo desoculto viene a ser concebido de antemano y exclusivamente, como lo apercibido en la apercepción de la idéa, como lo conocido (gignooskómenon) en el conocer (gignóoskein). El noein y el nous (la apercepción) mantienen para Platón, en este giro, la referencia esencial a la “idea”. La disposición en este dirigirse a las ideas determina la esencia de la apercepción y, en consecuencia, pues, la esencia de la “razón”. Heideggeriana: PlatoVerdade
La “desocultación” mienta ahora lo desoculto, considerado siempre como lo accesible mediante la luminosidad de la idea. Pero en tanto el acceso es logrado necesariamente por medio de un “ver”, la desocultación, puesta en “relación” con el ver. es “relativa” a éste. De ahí que la pregunta desarrollada al final del VI libro de la “República”, sea: Por qué lo visto y el ver son lo que son en su relación? ¿En qué consiste esa tensión como de arco que existe entre ambos? ¿Qué yugo (zygón 508 a. I) los mantiene unidos? La respuesta, cuya ilustración procura la “alegoría de la caverna”, se ofrece en la siguiente IMAGEN: El sol, como fuente de la luz, proporciona visibilidad a lo que es visto. Pero el ver sólo ve lo visible, en la medida que el ojo es heelioeidés, es decir “semejante al sol”, o sea mientras tenga una facultad de plena correspondencia con el modo esencial del sol, es decir, con su resplandecer. El ojo mismo “ilumina” y se entrega al resplandecer, pudiendo de este modo acoger y apercibir lo que aparece. Efectivamente pensada, esta IMAGEN significa una correspondencia que Platón (VI, 508 e) expresa de esta forma: “Esto, pues, es lo que la desocultación proporciona a lo conocido, pero otorgando también al cognocente la facultad (de conocer), eso mismo, digo, es la idea del bien” (touto toínyn, to téen aletheian paréjon tois gignooskoménois kai too gignóoskonti téen dynamin apodidón téen tou agathoú idéan pháthi eínai). Heideggeriana: PlatoVerdade
La “alegoría” menciona al sol como la IMAGEN para la idea del bien. ¿En qué consiste la esencia de esta idea? Como idéa, el bien es algo que resplandece; como tal, es lo que otorga vista; como esto último mismo, es algo avistable y, en consecuencia, conocible: en too gnoostoó teleutaía hee tou agathou idéan kaí mógis horásdai (517 b, 8), “En el dominio de lo conocible la idea del bien es la visualidad que completa todo resplandecer y, por lo tanto y en última instancia, la visualidad propiamente dicha ya avistada, de modo que, apenas (y sólo con gran esfuerzo) puede ella ser vista propiamente”. Heideggeriana: PlatoVerdade
La expresión “la idea del bien”, que tanto induce en error al pensar moderno, es la denominación para aquella excelente idea que, como idea de las ideas, es lo que siempre hace apto para todo. Esta idea, que sólo puede llamarse “el bien”, es la idéa teleutaía, ya que sólo en ella se consuma la esencia de la idea, es decir, comienza a esencializarse, de modo que sólo de ella surge también la posibilidad de todas las otras ideas. El bien puede ser denominado “la idea suprema” en un doble sentido: ella es la más encumbrada en el rango del hacer posible, y la mirada que hacia ella asciende es la más escarpada y, en consecuencia, la más penosa. A pesar del esfuerzo de su aprehensión peculiar esta idea, que conforme a la esencia de la idea en su significado griego tiene que ser llamada “el bien”, está en cierto modo, sin embargo, constantemente y por doquier en la mirada, allí donde en general un ente se muestra. Todavía allí, donde sólo son contempladas las sombras aun ocultas en su esencia, tiene que irradiar el resplandor de un fuego, aunque este resplandor no sea propiamente aprehendido y experimentado como dádiva del fuego, y aunque aquí, ante todo, no se llegue a reconocer que ese fuego es solamente un vástago (ékgonon Vl, 507 a, 3) del sol. En lo interior de la caverna el sol es invisible y, con todo, todavía las sombras se nutren de su luz. Pero el fuego de la caverna que hace posible la apercepción de las sombras. la que en su esencia peculiar no se conoce a sí misma, es la IMAGEN para el fundamento desconocido de toda experiencia del ente, experiencia que, si bien hace mención del ente, no lo conoce empero como tal. El sol, no obstante, dispensa mediante su resplandecer no sólo la claridad y por consiguiente la visualidad o sea la “desocultación” a todo lo que aparece, sino que, al mismo tiempo, su resplandecer irradia el calor y por medio de su incandescencia hace posible a todo “lo que nace” emerger en lo visual de su consistencia (509 b). Heideggeriana: PlatoVerdade
Pero si el sol mismo llega a ser propiamente visto (ophtheísa dé), o dicho sin IMAGEN alguna, si llega a contemplarse la idea suprema, sytlogistéa eínai oos ára pási pántoon haútee orthóon te kai kalóon aitía (517 c), “entonces unitariamente puede deducirse (de la idea suprema), que ella es manifiestamente para todos los hombres la causa tanto de todo lo justo (en su comportarse), como de todo lo bello, es decir, de aquello que en su comportamiento se muestra de tal manera, que trae a lo que aparece el resplandecer de su aspecto. Para todas las “cosas” y su cosidad, la idea suprema es el origen, es decir, la cosa-primaria (Ur-sache). “El bien” suministra lo que aparece del aspecto, en lo cual tiene su consistencia lo que se presenta en lo que es. Mediante ese suministrar el ente es conservado y “salvado” en el ser. Heideggeriana: PlatoVerdade
De la esencia de la idea suprema resulta, para toda mirada circunspecta en el orden práctico, hoti deí taúteen ideín tón méllonta emphrónoos práxein ée idía ée deemosía (517 c, 4-5) , “que, quien quiera obrar con circunspección, sea en asuntos personales, sea en asuntos públicos, tiene que tenerla a la vista” (a la idea que como el hacer posible de la esencia de la idea, se denomina el bien). Quien quiera, pues, y deba obrar en un mundo determinado por “la idea”, necesita ante todo de la visión de las ideas. La esencia de la paideia consiste, por tanto, también en liberar al hombre y afirmarlo para la lúcida constancia de la visión esencial. Ahora bien, puesto que, conforme a la propia interpretación platónica, la “alegoría de la caverna” ha de traer a IMAGEN perceptible la esencia de la paideia, tiene también, por lo mismo, que relatar el ascenso hacia la visión de la idea suprema. Heideggeriana: PlatoVerdade
La “alegoría de la caverna” no trata, por cierto, propiamente de la aletheia, pero contiene la “doctrina” platónica de la verdad, pues la alegoría se funda en el proceso tácito del predominio de la idéa sobre la aletheia. La “alegoría” suministra una IMAGEN de lo que dice Platón acerca de la idéa tou agathou: autée kyría aletheian kaí noun parasjoménee, o sea que “ella es la soberana en cuanto otorga la desocultación (a lo que se muestra) y, simultáneamente, la percepción (de lo desoculto).” La aletheia, cae bajo el yugo de la idéa, y en tanto Platón dice de ésta que es la soberana, la que permite la desocultación, nos remite a algo tácito, o sea que, en lo sucesivo, la esencia de la verdad como esencia de la desocultación no se despliega desde la propia plenitud esencial, sino que se desplaza sobre la esencia de la idéa. La esencia de la verdad abandona el rasgo fundamental de la desocultación. Heideggeriana: PlatoVerdade
Hegel utiliza los nombres “conciencia” y “saber” para lo mismo. Ambos se explican mutuamente. Conciencia — es decir, ser-consciente — significa: estar en estado de saber. El propio saber entrega, presenta y determina así el modo de ese “ser-” como ser-consciente. En semejante estado se encuentran a un tiempo lo sabido, esto es, aquello que aquel que sabe representa inmediatamente, él, el mismo que representa y el modo de representar en calidad de su conducta. Pero saber significa: vidi, he visto, tengo una visión de algo, he examinado algo. El perfecto del haber-visto es el presente del saber, en cuya presencia lo visto está presente. Aquí, ver es pensado como tener-ante-sí en la re-presentación. Ésta presenta independientemente de que lo presente sea algo percibido con los sentidos o algo no sensible, pensado o querido o sentido. El representar observa ya desde antes, es contemplación de lo visto, es idea, pero en el sentido de perceptio. Escoge en cada ocasión un presente como tal, lo repasa, lo inspecciona y lo asegura. El re-presentar reina en todos los modos de la conciencia. No es ni solamente un intuir ni ya un pensar, en el sentido del concepto que juzga. El re-presentar reúne por adelantado en un haber-visto (co-agitat). En la reunión está presente lo visto. La conscientia es la reunión en la presencia, al modo de la presencia de lo representado. El re-presentar introduce en la presencia, al modo del haber-visto, el aspecto, la IMAGEN. El re-presentar es esa introducción de la IMAGEN que reina en el saber al modo del haber-visto: la imaginación. Ser-consciente (conciencia) significa: estar presente en esa aportación a partir de la representabilidad. Son de este modo, y lo son perteneciéndose mutuamente, lo recién representado, lo que representa y su representar. Heideggeriana: HegelExperiencia
La skepsis camina y se sitúa a la luz de ese rayo, bajo cuya forma ya nos toca la absolutez de lo absoluto, que está con nosotros en sí y para sí. El haber-visto de la skepsis es ese vidi (he visto y veo ahora) que la realidad de lo real tiene a la vista. Pero si la realidad es la manifestación del saber que se manifiesta, la manifestación sólo llega a la presentación cuando esta última sigue a la manifestación y se mueve como tal sucesión suya. En este movimiento, la manifestación de lo que se manifiesta llega a la presentación. En esta llegada desaparece eso mismo que se manifiesta, desde el momento en que se considera como lo real. Este ir y venir unido en sí, constituye el movimiento que es la propia conciencia. La conciencia está en la unidad del saber natural y el saber real, unidad en la que, dependiendo del saber que tenga en cada caso, se pone por sí misma para llegar a sí misma y en esa posición aparece. Así, la conciencia es, en cada caso, una figura. La skepsis cae dentro de la propia conciencia, que se despliega en el escepticismo, el cual, en la manifestación de lo que se manifiesta, produce el traslado de una figura de la conciencia a otra. La conciencia es la conciencia al modo del escepticismo consumándose. Ésta es la historia de la propia conciencia, que no es ni solamente la conciencia natural en sí, ni sólo el saber real para sí, sino antes que nada la unidad originaria de ambos en sí y para sí. Este movimiento de la venida de la manifestación y la partida de lo que se manifiesta es el suceso que, de figura en figura, lleva a la conciencia delante del aspecto, esto es, delante de la IMAGEN de su esencia. La historia de la conciencia produce con la IMAGEN a la propia conciencia en su manifestarse. Esta historia es “la historia exhaustiva de la formación de la conciencia misma en ciencia”. Hegel no dice la formación de la conciencia natural en conciencia filosófica, porque sólo piensa en la manifestación de la conciencia que se manifiesta a la vista de su aparición completa, bajo la que la conciencia ya es la propia ciencia. Heideggeriana: HegelExperiencia
El caso, en sí mismo insignificante, del rectorado de 1933-1934 es un signo del estado metafísico esencial en que se encuentra la ciencia, que ya no puede ser dominada por intentos de renovación y que no puede ser detenida en su transformación esencial en pura técnica. No llegué a comprender esto hasta los años siguientes (cfr. “La fundación de la IMAGEN moderna del mundo por la metafísica”). El rectorado fue un intento de ver en el “movimiento” llegado al poder, por encima de sus insuficiencias y tosquedades, lo que apuntaba más allá y que podía quizá llevar un día a una concentración en torno a la esencia histórica occidental de lo alemán. En manera alguna debe negarse que yo creía entonces en tales posibilidades y que para ello renuncié, en pos de una acción administrativa, a lo más propio del oficio del pensamiento. En manera alguna se debe quitar importancia a lo que mi propia insuficiencia en el cargo produjo. Sólo que desde esta perspectiva no se alcanza lo esencial, que fue lo que me llevó a aceptar el cargo. Los diversos juicios sobre este rectorado, hechos en el horizonte de un ejercicio académico normal, pueden, a su modo, ser correctos y tener razón, pero no afectan a lo esencial. Y hoy la posibilidad de abrir los ofuscados ojos al horizonte de lo que es esencial es aún menor que entonces. Heideggeriana: RepensandoReitorado
Incluso las raras conferencias que, después de 1934, di en ámbitos estrictamente científicos fueron denostadas en cada ocasión de forma repugnante por la prensa local del partido, y los rectorados universitarios de entonces sólo con dificultad se decidían a tomar medidas contra esta agitación. Las conferencias pronunciadas fueron: 1935: “Del origen de la obra de arte”, 1938: “La fundación de la IMAGEN moderna del mundo por la metafísica”, 1941: “El himno de Hölderlin: Como cuando en un día de fiesta… y 1943: “Conmemoración de Hölderlin” Heideggeriana: RepensandoReitorado
¿Se refiere la expresión de Rilke acerca del más amplio círculo a ese carácter esférico del ser? No sólo no hay nada que nos permita pensar esto, sino que la caracterización del ser de lo ente como riesgo (voluntad) habla completamente en contra de dicha acepción. Sin embargo, Rilke mismo habla en una ocasión de la “esfera del ser” en un contexto que atañe directamente a la interpretación del discurso sobre el más amplio círculo. En una carta del día de Reyes de 1923 (vid. Inselalmanach, 1938, p. 109) Rilke escribe así: “como la luna, seguramente la vida también tiene una cara siempre oculta que no es su contrario, sino lo que le falta para la perfección, la completitud, para la verdadera, salva y completa esfera del ser”. Por mucho que no debamos forzar una IMAGEN corporal a partir del cuerpo celeste que se representa aquí objetivamente, no deja de estar claro que en este caso Rilke no piensa lo esférico desde la perspectiva del ser en el sentido de la presencia iluminadora y unificadora, sino desde la perspectiva de lo ente en el sentido del número completo de todas sus caras. La esfera del ser aquí citada, esto es, de lo ente en su totalidad, es lo abierto en cuanto lo cerrado de las puras fuerzas que, carentes de límites, fluyen y actúan las unas sobre las otras. El más amplio círculo es la completitud de toda la percepción de la atracción. A este más amplio círculo corresponde en cuanto centro más poderoso “el inaudito centro” de la gravedad pura. Heideggeriana: ParaQuePoetas
¿Cuál es la esencia de la desprotección si consiste en la objetivación que reside a su vez en la autoimposición intencional? Lo objetivo del mundo se torna permanente en la producción representadora. Esta representación presenta. Pero lo presente está presente en una representación que tiene la naturaleza de un cálculo. Esta representación no conoce nada visible. Lo visible del aspecto de las cosas, la IMAGEN que ofrecen a la intuición inmediata sensible, desaparece. La producción calculadora de la técnica es un “hacer sin IMAGEN” (IX elegía). Con sus diseños, la autoimposición intencional pone ante la IMAGEN visible el proyecto de una figura meramente calculada. Cuando el mundo se sume en lo objetivo de la figura solamente pensada, se sitúa en lo no sensible e invisible. Eso permanente debe su presencia a un poner, cuya actividad pertenece a la res cogitans, esto es, a la conciencia. La esfera de la objetividad de los objetos permanece dentro de la conciencia. Lo invisible propio de lo objetivo pertenece al interior de la inmanencia de la conciencia. Heideggeriana: ParaQuePoetas
Nosotros preguntamos, para permanecer en la misma IMAGEN: en qué terreno encuentran su apoyo las raíces del árbol de la filosofía? De qué suelo reciben las raíces, y a través de ellas el árbol todo de la filosofía, las fuerzas y los jugos alimenticios? Qué elemento preña, disimulado en el terreno y en el suelo, las raíces sustentadoras y nutricias del árbol? Sobre qué descansa y se mueve la metafísica ? Qué es, vista desde sus fundamentos, la metafísica? Qué es, en principio, metafísica ? Ella piensa al ente como ente. En todas partes donde se pregunta lo que el ente sea, se halla a la vista al ente como tal. La representación metafísica debe esta vista a la luz del ser. La luz, es decir, aquello que un pensamiento tal experimenta como luz, no se halla más a la vista del pensamiento; pues él representa al ente sólo en el respecto del ente. Desde este respecto pregunta el pensamiento metafísico por la fuente del ente y por un autor de la luz. Esta misma vale por suficientemente aclarada, puesto que proporciona a todo respecto la visión del ente. Heideggeriana: MetafisicaFundamento
Un pensamiento que piensa la verdad del ser no se contenta, indudablemente, con la metafísica, pero no piensa tampoco contra la metafísica. Para hablar con una IMAGEN, no arranca la raíz de la filosofía. Sólo remueve su terreno y ara su suelo. La metafísica sigue siendo lo primero de la filosofía. No llega a lo primero del pensamiento. La metafísica es superada por el pensamiento de la verdad del ser. La pretensión de la metafísica de administrar la relación con el ser y determinar de modo decisivo toda relación con el ente como tal, cae por tierra. Sin embargo, esta “superación de la metafísica” no desplaza la metafísica. Mientras el hombre sea animal rationale será animal metaphysicu. Mientras el hombre se comprenda como animal racional pertenecerá la metafísica, según las palabras de Kant, a la naturaleza del hombre. Aunque el pensamiento podría, si le fuera dable, retornar al fundamento de la metafísica, co-ocasionar una transformación de la esencia del hombre, con lo cual se llevaría a cabo una transformación de la metafísica. Heideggeriana: MetafisicaFundamento
La metafísica se ha representado en sus preguntas y respuestas por el ente en cuanto tal, antes que al ente, al ser mismo. Ella habla necesariamente del ser, y por ello lo hace a cada instante. Pero la metafísica no da al ser la palabra (vi), porque no mienta al Ser en su verdad ni a la verdad como estado de no oculto, ni a éste en su esencia. La esencia de la verdad aparece siempre a la metafísica sólo en la ya tradicional IMAGEN de la verdad del conocimiento y en el enunciado de ésta. Estado de no oculto, empero, puede ser más originario que verdad en el sentido de no oculto. (Unverborgenheit — Warheit). aletheia puede ser la palabra que nos dé una aún inexperimentada señal, en la impensada esencia del esse. Si así fuera, el pensamiento representativo de la metafísica no. podría alcanzar, en verdad, esta esencia de la verdad; aunque pudiera esforzarse historiográficamente por la filosofía pre-socrática; no se trata de ningún renacimiento del pensamiento pre-socrático, tal pretensión sería frívola y paradójica, sino de atender a la revelación de la esencia, aún no expresada, del estado de no oculto, en el que el Ser se ha anunciado. Entre tanto, a la metafísica, la verdad del ser sigue disimulada en su historia, desde Anaximandro hasta Nietzsche. Por qué no piensa en ella la metafísica? Depende la omisión de tal pensamiento sólo del modo del pensamiento metafísico? O pertenece al destino esencial de la metafísica el sustraerse de su propio fundamento, porque en el salir del estado de no oculto queda sobre todo lo esencial el estado de oculto, principalmente; y, sin duda, en favor del estado de no oculto que aparece al ente? La metafísica, no obstante, habla constantemente y en las formas más variadas del ser. Ella misma afirma y despierta la visión de que sea a través de ella preguntada y respondida la cuestión del ser. Sólo que la metafísica jamás responde a la pregunta por la verdad del ser; porque esta pregunta nunca la formula. No la formula, porque sólo piensa al ser en cuanto representa al ente como ente. Ella mienta al ente en el todo y habla del ser (vii). Ella nombra al ser y mienta al ente como ente. La afirmación de la metafísica se mueve desde su comienzo hasta su consumación, por modo extraño, en una constante confusión del ente y el ser. Esta confusión es pensada, en verdad, como un resultado, no como un pecado. No puede tener su base, de ninguna manera, en un mero abandono del pensamiento o en una ligereza del decir. Esta constante confusión lleva al representar, al colmo de su nebulosidad cuando afirma que la metafísica pone la pregunta por el ser. Heideggeriana: MetafisicaFundamento
Ahora bien, esta apresurada supresión de las distancias no trae ninguna cercanía; porque la cercanía no consiste en la pequeñez de la distancia. Lo que, desde el punto de vista del trecho que nos separa de ello, se encuentra a una distancia mínima de nosotros — por la IMAGEN que nos proporciona el cine, por el sonido que nos transmite la radio — puede estar lejos de nosotros. Lo que, desde el punto de vista del trecho que nos separa de ello, está a una distancia inabarcable puede estar muy cerca de nosotros. Una distancia pequeña no es ya cercanía. Heideggeriana: Coisa1949
Tierra y cielo, los divinos y los mortales, formando una unidad desde sí mismos, se pertenecen mutuamente desde la simplicidad de la Cuaternidad unitaria. Cada uno de los Cuatro refleja a su modo la esencia de los restantes. Con ello, cada uno se refleja a sí mismo en lo que es suyo y propio dentro de la simplicidad de los Cuatro. Este reflejar no es la presentación de una IMAGEN copiada. Despejando a cada uno de los Cuatro, este reflejar hace acaecer de un modo propio a la esencia de éstos llevándolos a la unión simple de unos con otros. En este juego, reflejando de este modo apropiante-despejante, cada uno de los Cuatro da juego a cada uno de los restantes. Este reflejar que hace acaecer de un modo propio franquea a cada uno de los Cuatro para lo que les es propio, pero a la vez vincula a los franqueados en la simplicidad de su esencial pertenencia mutua. Heideggeriana: Coisa1949
Sobre todo si se acontece-apropia vistazo y se luce la esencia de la técnica en cuanto lo dis-puesto, conoceremos cómo en el establecer lo constante queda denegada la verdad del Ser como mundo, notaremos que todo mero querer y hacer según el modo del establecer, persiste en el desamparo. Así, todo nuevo orden del mundo, concebido universal-historiográficamente, queda también desamparado y sin fundamento. Todo dar caza al futuro y calcular su IMAGEN de modo que lo actual, pensado a medias, se ex-tienda al velado porvenir, se mueve también en la postura del concebir técnico-calculador. Todo intento del computar, morfológica y sicológicamente, lo real efectivo, como caída y pérdida, fatalidad y catástrofe, como decadencia es solamente conducta técnica. Se opera (operiert) con aparatos de recuentos de síntomas, cuya existencia puede aumentar hasta el infinito y variar siempre de nuevo. Estos análisis de la situación no notan que ellos trabajan sólo según el modo y sentido de la desmembración técnica y, así, suministran a la conciencia técnica la exposición del acontecer historiográfico-técnica a ella adecuado. Pero, ningún historiográfico concebir a la historia como acontecer, lleva a la vinculación destinal con el destino y no lleva, en absoluto, a su proveniencia esencial en el acontecimiento-apropiador de la verdad del Ser. Heideggeriana: Kehre1949
Pero ¿qué dice Hölderlin del habitar poético del hombre? Buscamos la contestación a esta pregunta escuchando los versos 24 a 38 del mencionado poema. Porque es desde el ámbito de éstos como han hablado los dos versos explicados al principio. “¿Puede, cuando la vida es toda fatiga, un hombre mirar hacia arriba y decir: así quiero yo ser también? Sí. Mientras la amabilidad dura aún junto al corazón, la Pura, no se mide con mala fortuna el hombre con la divinidad. ¿Es desconocido Dios? ¿Es manifiesto como el cielo? Esto es lo que creo más bien. La medida del hombre es esto. Lleno de méritos, sin embargo poéticamente, habita el hombre en esta tierra. Pero más pura no es la sombra de la noche con las estrellas, si yo pudiera decir esto, como el hombre, que se llama una IMAGEN de la divinidad. ¿Hay en la tierra una medida? No hay ninguna.” Heideggeriana: HomemHabita
El poeta poetiza sólo cuando toma la medida, diciendo los aspectos del cielo de tal modo que éste se inserta en sus fenómenos como en lo extraño a lo que el Dios desconocido se “destina”. Para nosotros el nombre corriente para aspecto y apariencia de algo es “IMAGEN”. La esencia de la IMAGEN es: dejar ver algo. En cambio, las copias y reproducciones son ya degeneraciones de la IMAGEN propia, que deja ver el aspecto de lo invisible y de este modo lo mete en la IMAGEN de algo extraño a él. Como el poetizar toma aquella medida misteriosa, a saber a la vista del cielo, por esto habla en “imágenes” (Bildern). Por esto las imágenes poéticas son imaginaciones (Ein-Bildungen), en un sentido especial: no meras fantasías e ilusiones sino imaginaciones (resultado de meter algo en imágenes), incrustaciones en las que se puede avistar lo extraño en el aspecto de lo familiar. El decir poético de las imágenes coliga en Uno claridad y resonancia de los fenómenos del cielo junto con la oscuridad y el silencio de lo extraño. Por medio de estos aspectos extraña el dios. En el extrañamiento da noticia de su incesante cercanía. Por esto Hölderlin, en el poema, después de los versos “Lleno de méritos, sin embargo, poéticamente vive el hombre sobre la tierra” puede continuar así: “… Pero más pura no es la sombra de la noche con las estrellas, si yo pudiera decir esto, como el hombre que se llama una IMAGEN de la divinidad.” Heideggeriana: HomemHabita
Mientras dura este advenimiento de la gracia, mientras ocurre esto, logra el hombre medirse con la divinidad. Si este medir acaece propiamente, entonces el hombre poetiza desde la esencia de lo poético. Si acaece propiamente lo poético, entonces el hombre mora poéticamente sobre esta tierra; entonces, como dice Hölderlin en su último poema, “la vida del hombre” es una “vida que habita” (Stutt. Ausg. 2, 1 p. 312). La visión: Cuando a la lejanía se va la vida, habitando, de los hombres, Donde en dirección a la lejanía resplandece el tiempo de los sarmientos, Está también la vacía campiña de verano, El bosque aparece en su IMAGEN oscura. Que la Naturaleza complete la IMAGEN de los tiempos, Que se demore, que ellos pasen deslizándose veloces, Es por su perfección; la cumbre de los cielos brilla Entonces para los hombres, como las flores coronan los árboles. Heideggeriana: HomemHabita
“Que el hombre sea liberado de la venganza. “ Si nosotros, aunque sea sólo de un modo aproximado, consideramos este espíritu de la libertad como el rasgo fundamental del pensar de Nietzsche la IMAGEN de Nietzsche que ha corrido hasta ahora, y que sigue corriendo, tiene que hacerse añicos. Heideggeriana: NietzscheZaratustra
Si la física moderna, en una medida cada vez mayor, tiene que resignarse a que su región de representación sea algo no intuible, esta renuncia no está dictada por una comisión de investigadores. Está provocada por el prevalecer de la estructura de emplazamiento, que exige la solicitabilidad de la Naturaleza como existencias. De ahí que la física, por mucho que se haya retirado del representar que hasta ahora ha sido decisivo, el que está dirigido sólo a los objetos, nunca puede renunciar a una cosa: a que la Naturaleza, de uno u otro modo, se anuncie como algo constatable por medio de cómputo y a que siga siendo solicitable como un sistema de informaciones. Este sistema se determina desde un tipo de causalidad que, por su parte, ha experimentado otro cambio. Ahora, la causalidad no muestra ni el carácter del ocasionar que trae-ahí-delante ni el modo de la causa efficiens o, siquiera, de la causa formalis. Probablemente la causalidad se reduce a un provocado anunciar de existencias a las que hay que asegurar de un modo simultáneo o sucesivo. A esto correspondería el proceso de creciente resignación descrito de un modo impresionante en la conferencia de W Heisenberg (W Heisenberg, “La IMAGEN de la Naturaleza en la física contemporánea”, en Las artes en la era de la técnica, Munich 1954, p. 43 y ss). Heideggeriana: PreguntaTecnica
Su enjuiciamiento de la situación sigue las señales que permiten conocer si y en qué medida cruzamos la línea y por ello salimos de la zona del nihilismo consumado. En el título de su escrito, Sobre la línea, significa el “sobre” (über) tanto como: más allá, trans, meta. Por el contrario, las siguientes observaciones entienden el “sobre” sólo en el significado del: de, peri. Tratan “de” la línea misma, de la zona del nihilismo que se consuma. Si seguimos con la IMAGEN de la línea, entonces encontramos que recorre un espacio que, a su vez, está determinado por un lugar. El lugar reúne. La reunión cobija lo reunido en su esencia. Desde el lugar de la línea se infiere el origen del nihilismo y de su consumación. Heideggeriana: PreguntaSer
Cuanto más reflexionamos sobre “la línea” tanto más desaparece esta IMAGEN inmediatamente accesible, sin que los pensamientos que se encienden en ella tengan que perder su significado. En el escrito Sobre la línea da usted una descripción local del nihilismo y un juicio de la situación y de la posibilidad de movimiento del hombre respecto al lugar descrito y designado por la IMAGEN de la línea. Es cierto que se necesita una topografía del nihilismo, de su proceso y de su separación. Pero a la topografía tiene que preceder una topología: la explicación de aquel lugar que reúne el Ser y la Nada en su esencia, que determina la esencia del nihilismo, y así permite conocer los caminos en los que se esbozan los modos de una posible superación del nihilismo. Heideggeriana: PreguntaSer
Pues el “olvido del Ser” se ha representado también tan repetidamente que, para decirlo con una IMAGEN, el Ser es el paraguas que el olvido de un profesor de filosofía ha dejado abandonado en cualquier sitio. Heideggeriana: PreguntaSer
¿Puede hacer suficientemente intuitiva la IMAGEN de la línea la zona del nihilismo consumado? ¿Va mejor con la IMAGEN de la zona? Surgen dudas sobre si imágenes semejantes son apropiadas para hacer intuitiva la superación del nihilismo, es decir, la torsión del olvido del Ser. Pero presumiblemente toda IMAGEN está expuesta a tales dudas. Sin embargo, no pueden atentar contra la fuerza iluminadora de las imágenes, contra su presente originario e ineludible. Consideraciones de tal género prueban sólo qué poco versados estamos en el decir del pensar y qué poco conocemos su esencia. Heideggeriana: PreguntaSer
El primer recuerdo se remonta al mes de agosto de 1951. Nos encontramos en la ciudad alemana de Darmstadt, donde en bien ceñido marco se celebran anualmente conferencias sobre un tema determinado. Aquel año versaban sobre el tema “El hombre y el espacio”. Entre los hombres de ciencia y arquitectos que habían sido requeridos a hablar, nos contábamos Ortega y yo. Después de mi conferencia, que llevaba el título “Edificar, habitar, pensar”, un orador empezó a disparar violentos ataques contra lo que yo había dicho y afirmó que mi conferencia no había resuelto las cuestiones esenciales, que más bien las había “despensado”, es decir, disuelto en nada por medio del pensamiento. En este momento pidió la palabra Ortega y Gasset, cogió el micrófono del orador que tenía a su lado y dijo al público lo siguiente: “El buen Dios necesita de los “despensadores” para que los demás animales no se duerman”. La ingeniosa salida hizo cambiar de golpe la situación. Pero no era sólo una salida ingeniosa, era sobre todo caballeresca. Este espíritu caballeresco de Ortega, manifestado también en otras ocasiones frente a mis escritos y discursos, ha sido tanto más admirado y estimado por mí pues me consta que Ortega ha negado a muchos su asentimiento y sentía cierto desasosiego por alguna parte de mi pensamiento que parecía amenazar su originalidad. Una de las noches siguientes volví a encontrarle con ocasión de una fiesta en el jardín de la casa del arquitecto municipal. En hora avanzada iba yo dando una vuelta por el jardín, cuando topé a Ortega solo, con su gran sombrero puesto, sentado en el césped con un vaso de vino en la mano. Parecía hallarse deprimido. Me hizo una seña y me senté junto a él, no sólo por cortesía, sino porque me cautivaba también la gran tristeza que emanaba de su figura espiritual. Pronto se hizo patente el motivo de su tristeza. Ortega estaba desesperado por la impotencia del pensar frente a los poderes del mundo contemporáneo. Pero se desprendía también de él al mismo tiempo una sensación de aislamiento que no podía ser producida por circunstancias externas. Al principio sólo acertamos a hablar entrecortadamente; muy pronto el coloquio se centró en la relación entre el pensamiento y la lengua materna. Los rasgos de Ortega se iluminaron súbitamente; se encontraba en sus dominios y por los ejemplos lingüísticos que puso, adiviné cuán intensa e inmediatamente pensaba desde su lengua materna. A la hidalguía se unió en mi IMAGEN de Ortega la soledad de su busca y al mismo tiempo una ingenuidad que estaba ciertamente a mil leguas de la candidez, porque Ortega era un observador penetrante que sabía muy bien medir el efecto que su aparición quería lograr en cada caso. Heideggeriana: OrtegaEncontros
El reflejo del sol, que la luna suaviza y remite a la tierra, constituye, en su calidad de reflejó, la IMAGEN del decir poético confiado al Amigo de la Casa. Así iluminado, éste repite entonces lo que le ha sido confiado a quienes habitan la tierra con él. En todo cuanto dice, el Amigo de la Casa salvaguarda lo esencial a que se remiten los hombres en cuanto habitantes (de la tierra) , pero sobre el que se adormecen, sin embargo, muy fácilmente. Heideggeriana: HebelAmigo
Hegel dice: “Con él (con Descartes), ingresamos verdadera mente en una filosofía autónoma… Podemos decir que aquí estamos en casa, y, como los navegantes después de una travesía por el mar agitado, podemos gritar: ‘¡Tierra !’” (Obras, XV, 328). Hegel quiere dar a entender con esta IMAGEN lo siguiente: el “ego cogito sum”, el “yo pienso, yo soy” es el suelo firme, sobre el cual puede establecerse la filosofía verdadera y completamente. En la filosofía de Descartes el ego se convierte en el subjectum regulativo, es decir, en lo subyacente de antemano. Con todo, llega a tomarse posesión de este sujeto en forma adecuada, en forma trascendental y completa en sentido kantiano, es decir, en el sentido del idealismo especulativo, sólo cuando se ha desplegado la estructura total y el movimiento de la subjetividad del sujeto, y cuando se ha elevado dicha subjetividad al autosaberse absoluto. Cuando el sujeto se sabe como este saber que condiciona toda objetividad, es él, en cuanto es dicho saber, idéntico a lo absoluto mismo. El Ser verdadero es el pensar que se piensa en sí mismo de manera absoluta. Para Hegel, el Ser y el pensar son lo mismo, en el sentido de que todo es recogido en el pensar y determinado como lo que él llama sencillamente el “pensamiento”. Heideggeriana: HegelGregos
Homero llama a Atenea polýmetis, la múltiple consejera. Y ¿qué significa aconsejar? Significa: anticipar, prever y, por tanto, dejar que algo resulte, que se logre. Es por eso que, Atenea impera siempre allí donde los hombres producen algo, traen a la luz, encaminan algo, ponen algo en obra, actúan y hacen. De ese modo, Atenea es la amiga consejera y ayuda de Hércules en sus proezas. La métopa de Atlas del Templo de Zeus en Olimpia muestra a la diosa aún invisible en su asistencia y a la vez lejana, desde la elevada distancia de su divinidad. Atenea da especialmente consejo a los hombres que producen aparatos, vasijas, adornos. Todo aquel que es hábil en el producir (Herstellen), que conoce su oficio, que puede dirigir su manejo, es un technítes. Captamos muy estrechamente el sentido de este nombre, cuando lo traducimos por el de “artesano”. También aquellos que levantan obras arquitectónicas y producen obras plásticas se llaman tecnitas. Se llaman de ese modo, porque su hacer determinante está guiado por un comprender, que lleva el nombre de téchne. La palabra nombra un tipo de saber. No mienta el hacer ni el elaborar. Pues, saber significa: tener previamente en la mirada aquello, que es importante al sacar afuera, producir (Hervorbringen) una IMAGEN y una obra. La obra también puede ser una tal de la ciencia y de la filosofía, de la poesía y del discurso público. El arte es téchne, pero no técnica. El artista es technítes, pero no técnico, ni artesano. Heideggeriana: ArtePensar
El arte corresponde a la physis y, sin embargo, no es reproducción ni IMAGEN de lo ya presente. Physis y téchne se copertenecen de una forma misteriosa. Pero el elemento dentro del cual physis y téchne se copertenecen y el ámbito en el que tiene que involucrarse el arte, para llegar a ser como arte lo que él es, se han mantenido ocultos. Heideggeriana: ArtePensar