En el lugar de la desaparecida autoridad de Dios y de la doctrina de la Iglesia, aparece la autoridad de la conciencia, asoma la autoridad de la razón. Contra ésta se alza el instinto social. La huida del mundo hacia lo suprasensible es sustituida por el progreso histórico. La meta de una eterna felicidad en el más allá se transforma en la de la dicha terrestre de la mayoría. El cuidado del culto de la religión se disuelve en favor del entusiasmo por la creación de una cultura o por la extensión de la civilización. Lo creador, antes lo propio del dios bíblico se convierte en distintivo del quehacer humano. Este crear se acaba mutando en negocio. Heideggeriana: NietzscheDeus
Si la esencia de la técnica, lo dis-puesto como el peligro en el Ser, es el Ser mismo, entonces jamás se podrá dominar a la técnica, ni positiva ni negativamente, mediante un mero hacer humano, puesto por si mismo. La técnica, cuya esencia es el Ser mismo, jamás se puede superar por el hombre Esto significaría que el hombre sería el Señor del Ser. Heideggeriana: Kehre1949
¿A dónde nos vemos llevados cuando, dando un paso más, reflexionamos ahora sobre lo que es en sí misma la estructura de emplazamiento como tal? No es nada técnico, nada maquinal. Es el modo según el cual lo real y efectivo sale de lo oculto como existencias. De nuevo preguntamos: ¿acontece este salir de lo oculto en algún lugar que estuviera más allá de todo hacer humano? No. Pero tampoco acontece sólo en el hombre ni de un modo decisivo por él. Heideggeriana: QCT
Las preguntas suscitadas hace un momento alcanzan una problematicidad todavía más aguda, si las tomo como quise exponérselas hace poco a raíz de mi conferencia en Munich (La pregunta por la técnica). Si la técnica es la movilización del mundo por la forma de el trabajador, acontece por la presencia acuñadora de esa especial voluntad de poder particularmente humana. En la presencia y la representación se anuncia el rasgo fundamental de lo que se descubrió al pensar occidental como Ser. “Ser” quiere decir, desde lo griego temprano hasta lo postrero de nuestro siglo: presencia. Toda clase de presencia y presentación proviene del acontecimiento de la presencia. Pero la “voluntad de poder” es, como la efectividad de lo efectivo una manera del aparecer del “Ser” del ente. “Trabajo”, de donde recibe por su parte la forma de el trabajador el sentido, es idéntico con “Ser”. Aquí queda por pensar si y en qué medida la esencia del “Ser” es en sí la referencia para con la esencia humana (véase ¿Qué significa pensar?, pág. 73 y sig.) En esa referencia tuvo que fundarse entonces la relación entre el “trabajo” entendido metafísicamente y el “Trabajador”. Me parece que las siguientes preguntas apenas pueden ya soslayarse: ¿Podemos pensar la forma de el trabajador como forma, podemos pensar la idea platónica como eidos todavía más originariamente en su origen esencial? Si no, ¿qué razones prohíben (401) esto y exigen en lugar de ello que aceptemos simplemente forma e idea como lo último para nosotros y como lo primero en sí? Si es así, ¿en qué camino puede moverse la pregunta por el origorigen esencial de la idea y de la forma? ¿Surge, para decirlo formalmente, la esencia de la forma en el ámbito de origen de lo que llamo el Ge-Stellt? (aquí, “in-formación”) ¿Pertenece, según esto, también el origen esencial de la idea al mismo ámbito del que provino la esencia de la forma próxima a ella? ¿O es el Ge-Stellt sólo una forma de un hacer humano? Si éste fuera el caso, entonces seguiría siendo la esencia del Ser y además el Ser del ente un hijo del representar humano. La época en la que el pensar europeo pensó así arroja aún las últimas sombras sobre nosotros. Heideggeriana: PreguntaSer
Lo misterioso de la physis lo podemos experimentar incluso, hoy, en la Hélade – y tan sólo aquí: a saber, cuando de una forma consternante y, a su vez, reservada aparece un cerro, una isla, una costa, un olivo. Suele oírse decir que, esto radicaría en su peculiar luz. Se dice esto con un cierto derecho y, no obstante, se toca con ello sólo algo superficial. Se omite reflexionar aquello, desde donde esta extraña luz es concedida, a donde pertenece como la que es. Sólo aquí en la Hélade, donde el todo del mundo se ha presentado al hombre como la physis y ha apelado a él, podía y tenía que corresponder el percibir y hacer humano a esta apelación (Anspruch), tan pronto como estuvo impelido por ella de traer algo a la presencia, él mismo y por propia capacidad, lo que como obra haría aparecer un mundo hasta entonces aún no aparecido. Heideggeriana: ArtePensar