Pero supongamos por un momento que la diferencia sea algo añadido por nuestra capacidad representativa; en ese caso, surgirá la pregunta: ¿algo añadido a qué? La respuesta es: a lo ente. Bien, pero ¿qué significa «lo ente»? ¿Y qué puede significar, sino lo que es? De esta manera llevamos el supuesto añadido, la representación de la diferencia, al dominio del ser. Pero «ser» quiere decir, por su parte, ser que es ente. Vayamos a donde vayamos con la diferencia en su calidad de supuesto añadido, nos encontraremos ya con lo ente y el ser en su diferencia. Ocurre como en el cuento de Grimm de la liebre y el erizo: «Ya estoy aquí». Pues bien, este extraño estado de cosas – que lo ente y el ser siempre sean descubiertos a partir de la diferencia y en ella – podría ser aclarado de forma algo tosca de la siguiente manera: nuestro pensar representativo está hecho y organizado de tal manera, que establece en todo lugar, y ya de entrada, la diferencia entre lo ente y el ser, por medio de un proceso que, por así decir, pasa por encima de su cabeza a la vez que nace en ella. Habría mucho que decir y mucho más que preguntar acerca de esta explicación aparentemente esclarecedora pero demasiado apresurada, y antes que nada, lo siguiente: ¿de dónde viene ese «entre» dentro del que debe insertarse la diferencia? 12730 Heideggeriana: OntoTeoLogia1957
En segundo lugar: por lo que concierne a las circunstancias favorables, es necesario señalar hoy dos fenómenos graves: a) La decadencia y el empobrecimiento de la lengua misma, evidente si se compara la pobreza de la lengua hablada hoy con la riqueza de la lengua recopilada en el último siglo por los Grimm. b) En reacción, un movimiento inverso que tiende a tomar como patrón de la lengua las posibilidades de cálculo del ordenador. El peligro reside aquí en la fijación de la lengua fuera de sus posibilidades de crecimiento natural. 15934 Heideggeriana: SeminarioThor1969
L’être-à… au contraire, désigne une constitution d’être du Dasein, c’est un existential. Ce qui revient à dire que l’expression ne saurait évoquer l’être-sous-la-main d’une chose corporelle (corps humain) « dans » un étant sous-la-main. L’être-à… nomme si peu une « inclusion » spatiale d’étants sous-la-main que le mot « in », à l’origine, ne signifie même pas une relation spatiale comme celle qu’on vient de citer (NA: Cf. Jakob GRIMM, Kleinere Schriften, t. VII, p. 247.); « in » provient de « innan – », habiter, avoir séjour ; « an » signifie : je suis habitué à, familier de, j’ai coutume de… ; le mot a le sens de colo, c’est-à-dire habito et diligo. Cet étant auquel appartient l’être-à … en ce sens, nous le caractérisions comme l’étaétant que je suis à chaque fois moi-même. L’expression « bin » (« suis ») est patente du mot « bei » (« auprès de ») ; « ich bin » (je suis) signifie derechef j’habite, je séjourne auprès de — du monde tel qu’il m’est familier. Sein (être) en tant qu’infinitif du « ich bin » (je suis), c’est-à-dire compris comme existential, veut dire habiter auprès de…, être familier de… L’être-à… est donc l’expression existentiale formelle de l’être du Dasein en tant qu’il a la constitution essentielle de l’être-au-monde. (EtreTemps12)