Por bastantes indicaciones de revistas filosóficas yo me había enterado de que el modo de pensar de Husserl estaba influido por Franz Brentano, cuya disertación de 1862 Del múltiple significado del ente según Aristóteles había sido guía y criterio de mis torpes primeros intentos de penetrar en la filosofía. De un modo bastante impreciso me movía la reflexión siguiente: «Si el ente viene dicho con muchos significados, ¿cuál será entonces el significado fundamental y conductor? ¿Qué quiere decir ser?» El último año de mi época del Bachillerato había tropezado con el escrito del por aquel entonces catedrático de Dogmática de la Universidad de Friburgo, Carl Braig: Del ser. Compendio de ontología, que había aparecido en 1896, cuando su autor era profesor extraordinario de Filosofía en la Facultad friburguesa de Teología. Las secciones principales del escrito llevaban siempre al final largos textos de Aristóteles, de Tomás de Aquino y de Suárez, a más de la etimología de los términos correspondientes a los conceptos capitales de la ontología. 317 Heideggeriana: CaminoFenomenologia
Hermeneutiké (episteme, techne), Hermenéutica (entendida como saber o como técnica) es un derivado de hermeneuein, hermeneia, hermeneus. La etimología de la palabra es oscura (Vgl. E. Boisacq. Dictionnaire étymologique. Heidelberg-París 1916, pág. 282 s.). 3183 Heideggeriana: GA63
Sólo por el hecho de que res significa lo que concierne, puede entrar en sintagmas como res adversae, res secundae; aquéllas son las que conciernen al hombre de un modo adverso; éstas, las que le acompañan de un modo favorable. Es cierto que los diccionarios traducen, correctamente, res adversae por desgracia y res secundae por suerte; pero sobre aquello que las palabras dicen, como lo dicho pensado, los diccionarios dicen poco. En realidad, aquí, y en los otros casos, no es que nuestro pensamiento viva de la etimología, sino que la etimología queda remitida a considerar primero las relaciones esenciales de aquello que las palabras, como elementos que forman sintagmas, nombran de un modo no desplegado. 11081 Heideggeriana: COISA
El segundo recuerdo trae a mi memoria la gran casa abierta de un médico en los altos de la Selva Negra, donde una mañana de domingo, en un círculo de numerosos oyentes cruzamos con fuerza, pero con bella mesura, nuestros más afilados aceros. Estaba en discusión el concepto del “ser” y la etimología de este vocablo fundamental de la filosofía. La discusión puso de manifiesto lo muy versado que Ortega estaba en las Ciencias. También me puso de relieve una especie de positivismo que no me cumple juzgar, ya que conozco muy pocos escritos de Ortega y sólo en traducciones. La tarde de ese mismo día nos proporcionó a mi y a todos los presentes la impresión más recia y duradera de la magna personalidad de Ortega y Gasset. Habló de un tema que ni estaba previsto ni había sido formulado y que puede, sin embargo, cifrarse en el titulo “El hombre español y la muerte”. Cierto que lo que nos dijo le era familiar desde hacia largo tiempo, pero el cómo lo dijo nos desvela cuanto más avanzado estaba que sus oyentes en un campo que ahora ha tenido que traspasar. Cuando pienso en Ortega vuelve a mis ojos su figura tal como la vi aquella tarde, hablando, callando, en sus ademanes, en su hidalguía, su soledad, su ingenuidad, su tristeza, su múltiple saber y su cautivante ironía. 12642 Heideggeriana: OrtegaEncontros
Así están las cosas para Hegel. Ahora bien, si la aletheia por muy oculta que esté, y por muy poco que se la haya pensado, impera al comienzo de la filosofía griega, entonces tenemos que preguntar: ¿no depende precisamente la certeza, en su esencia, de la aletheia en caso de que no la interpretemos indeterminada y arbitrariamente como verdad en el sentido de certeza, sino como desocultación? Si nos atrevemos a pensar de esta manera la aletheia, tenemos que meditar sobre dos cosas. En primer lugar, la experiencia de la aletheia como el no-estar-oculto y como desocultación no se funda, de ninguna manera, en la etimología de una palabra cualquiera, sino en el asunto sobre el que haya que pensar aquí, al cual ni siquiera la filosofía de Hegel se puede sustraer. Si Hegel caracteriza el Ser como la primera salida y la primera manifestación del Espíritu, es necesario pensar si en este salir a la luz y revelarse no tiene que estar ya en juego la desocultación, nada menos que aquí, en medio del puro resplandecer de la belleza, que determina, según Hegel, la etapa de la “conciencia” griega. Si Hegel hace culminar la posición fundamental de su sistema en la idea absoluta, en el aparecerse a sí mismo el Espíritu en forma absoluta, tenemos que preguntar si en este aparecer, es decir, en la Fenomenología del Espíritu, y, con ello, en el absoluto saberse a sí mismo y en su certeza, no tiene que estar también en juego la desocultación. En segundo lugar, se nos abre otra pregunta. La pregunta de si la desocultación tiene su puesto en el Espíritu como sujeto absoluto, o si la desocultación misma es el lugar y remite al lugar donde algo así como un sujeto de representaciónes puede “ser” propiamente lo que es. 13745 Heideggeriana: HegelGregos
Pero, ¿qué es lo que pasa con la misteriosa palabra aletheia que se ha convertido en un rompecabezas de los intérpretes del mundo griego, debido a que se atienen sólo a la palabra aislada y a su etimología, en lugar de pensar en la cosa a que remiten el no-estar-oculto y la desocultación? ¿Es la aletheia lo mismo que el Ser, es decir, que la pre-sencia? A favor de una respuesta afirmativa habla el hecho de que Aristóteles designa lo mismo con las expresiones ta onta, los entes, y ta alhyea, lo no-oculto. Más ¿en qué relación están el no-estar-oculto y la presencia, la aletheia y la oésia? ¿Tienen el mismo rango esencial? ¿O sólo depende la presencia del no-estar-oculto, y no viceversa? En este caso, el Ser tendría que ver con la desocultación, pero la desocultación no tendría nada que ver con el Ser. Aún más: si la esencia de la verdad que entra en vigencia como adecuación y certeza sólo puede existir en el dominio del no-estar-oculto, la verdad tiene ciertamente que ver con la aletheia, pero ésta no tiene nada que ver con la verdad. 13759 Heideggeriana: HegelGregos
Si traduzco obstinadamente la palabra aletheia por no-ocultamiento, no es en razón de su etimología, sino por la «cosa» que ha de tenerse en cuenta, al pensar conforme a ella lo que se llama «Ser y pensar». En cierto modo, el no-ocultamiento es el único elemento en que se dan tanto el Ser como el pensar y su mutua pertenencia. Es cierto que se nombra a la aletheia al comienzo de la Filosofía, pero no se la ha pensado después propiamente como tal, pues la «cosa» de la Filosofía como Metafísica consiste, ya desde Aristóteles, en pensar ontoteológicamente el ente como tal. 14815 Heideggeriana: ENDPHILO