Nietzsche habla aquí del poder supremo y único de los más poderosos. Éstos ya no necesitan aliados, ni siquiera aquellos de los que por lo común y en general tiene necesidad todo poder. Todo poder, en la medida en que es la instauración de la violencia en la apariencia del derecho, precisa de la mentira, de la simulación, del encubrimiento de sus propósitos con la proclama de fines aparentemente perseguidos para la felicidad de los sometidos. Los más poderosos a los que se refiere Nietzsche no necesitan de estos aliados, en su favor lucha la “verdad” misma, la verdad como seducción, e incluso la verdad ya no necesita ser llamada así, pues con la superación de la distinción metafísica la verdad ha quedado eliminada en el extremo de la omoiosis. En favor de los más poderosos lucha “el encanto” del extremo. Por medio del encantamiento, el encanto eleva a otro mundo y hace que en él los encantados lleguen a sí mismos de modo diferente. El encantamiento no es aturdimiento. El encantamiento acontece aquí gracias a la producción de lo extremo, que fuerza al encantamiento tanto a los que se deciden por lo verdadero como a los que se satisfacen con lo aparente. Heideggeriana: VontadePoder
Aquí nuevamente, lo decisivo, es decir la indicación positiva de lo que ahora, después de la caída de la distinción metafísica fundamental, es, está entre paréntesis. Heideggeriana: VontadePoder
El pensamiento de la justicia domina desde temprano el pensar de Nietzsche. Historiográficamente puede mostrarse que se le ilumina en una meditación sobre la metafísica preplatónica, en especial la de Heráclito. Pero el hecho de que precisamente este pensamiento griego de la justicia, de la dike, se encendiera en él y siguiera ardiendo de modo cada vez más oculto y silencioso a lo largo de todo su pensar, inflamándolo continuamente, no tiene su razón en esas ocupaciones “historiográficas” con la filosofía preplatónica sino en la destinación histórica a la que se somete el último metafísico de occidente. Por ello Nietzsche ha creado en la figura de Zaratustra el ideal de ese pensar que era para él mismo inalcanzable. Por eso también, en la época del Zaratustra el pensamiento de la justicia se expresa, aunque rara vez, de la manera más decidida. Los pocos pensamientos capitales sobre la “justicia” no fueron publicados. Se encuentran en breves notas redactadas en la época del Zaratustra. Después, en los últimos años, Nietzsche calla completamente sobre lo que llama justicia. Sobre todo, en ninguna parte se encuentra el menor intento de establecer, de modo explícito y partiendo de los fundamentos primeros de su pensar, una conexión estructurada entre el pensamiento de la justicia y los comentarios acerca de la esencia de la verdad. Además, falta toda indicación de que, y por qué, la abolición de la distinción metafísica de un mundo verdadero y un mundo aparente obliga a volver a la antigua determinación metafísica de la esencia de la verdad como omoiosis y al mismo tiempo, a interpretarla sin embargo como ajusticia”. Heideggeriana: VontadePoder
Nietzsche comprende la verdad como tener-por-verdadero. Éste es – si se lo piensa más profundamente, retrocediendo al fundamento de su posibilidad – el inventivo pre-suponer un horizonte de entidad, la unidad de las categorías en cuanto esquemas. El inventivo pre-suponer tiene su ejercicio fundamental en lo que expresa el principio de no contradicción: en el fijar lo que en general quiera decir entidad. Entidad querrá decir: consistencia, en el sentido de tal consolidación. Ese fijar es el originario tener-por-verdadero que da a todo conocimiento la prescripción hacia el ente en cuanto tal. El tener-por-verdadero tiene originariamente el carácter de una orden. ¿De dónde toma su patrón de medida este dar orden? ¿Qué le indica aunque más no sea la dirección? ¿El tener-por-verdadero en cuanto ordenar no se convierte en el juguete de un arbitrio impenetrable y no vinculado a nada? ¿Adónde va a parar la esencia de la verdad si se la retrotrae a un ordenar sin fundamento ni dirección? Después de la abolición de la distinción metafísica queda vedada toda escapatoria hacia una adecuación a algo “verdadero” existente “en sí”; pero también igualmente la estimación de lo fijado en el representar como algo sólo “aparente”. ¿El tener-por-verdadero posee aún de algún lado y por sí un carácter concluyente y vinculante? Si aún lo tiene y si puede tenerlo, sólo será desde sí mismo. Por ello, el enraizamiento aún más originario del carácter de orden del tener-por-verdadero tiene que contener y proporcionar algo así como la donación de una medida, o bien hacerla prescindible sin caer por ello en la pura arbitrariedad de lo que carece totalmente de vínculo. En la medida en que este tener-por-verdadero, a pesar de todo el alejamiento del ámbito de la distinción del mundo verdadero y el mundo aparente, debe mantener en algún sentido la esencia de la verdad hasta entonces aceptada, esta esencia de la verdad debe imponerse también en el acto fundamental del tener-por-verdadero. Heideggeriana: VontadePoder