descubrimiento

4) ¿De qué manera el hombre, en esta metafísica, recoge y da la medida para la verdad del ente? Con lo anterior, esta pregunta ya ha recibido su respuesta. Puesto que el hombre se ha convertido esencialmente en el subiectum y la entidad se ha vuelto equivalente a la re-presentatividad y la verdad a la certeza, el hombre dispone aquí esencialmente del ente en cuanto tal en su totalidad, pues proporciona la medida para la entidad de cualquier ente. En el hombre en cuanto subiectum se encuentra ahora la decisión esencial acerca de qué habrá de afirmarse en general como ente. El hombre es quien tiene, conscientemente y como tarea, esta disposición. El sujeto es «subjetivo» por y en el hecho de que la determinación del ente, y con ella la del hombre mismo, no se encuentra ya estrechada por ningún límite sino que lo ha perdido en todo respecto. La relación con el ente es el avasallante pro-ceder hacia la conquista y el dominio del mundo. El hombre le da al ente la medida en cuanto determina desde sí y en referencia a sí lo que es lícito que valga como ente. Dar la medida es arrogarse la medida por medio de la cual el hombre, en cuanto subiectum, queda fundado como centro del ente en su totalidad. Hay que tener muy en cuenta, sin embargo, lo siguiente: el hombre no es aquí el yo aislado egoísta, sino que es «sujeto», lo que quiere decir que el hombre emprende una ilimitada explotación del ente por vía de la representación y el cálculo. En la esencia de la nueva posición metafísica del hombre como subiectum se halla el fundamento de que la ejecución del descubrimiento y de la conquista del mundo, así como las respectivas iniciativas en esa dirección, tienen que ser asumidas y llevadas a cabo por individuos eminentes. La concepción moderna del hombre como «genio» tiene como presupuesto metafísico la determinación de la esencia del hombre como sujeto. A la inversa, el culto del genio y sus desviaciones no son, por lo tanto, lo esencial de la humanidad moderna, así como tampoco lo son el «liberalismo» y el autogobierno de los estados y las naciones en el sentido de las «democracias» modernas. Que los griegos hubieran pensado al hombre como «genio» es tan inimaginable como profundamente ahistórica la opinión de que Sófocles era un «hombre genial». Heideggeriana: NiilismoEuropeu

En conformidad con esta esencia de la verdad como justicia, la subjetividad de la voluntad de poder, a la que la justicia «representa», es incondicionada. Pero este carácter incondicionado tiene ahora un sentido diferente que, por ejemplo, en la metafísica de Hegel. Éste pone a la no verdad como un nivel y una unilateralidad que queda superada en la verdad. La metafísica de Nietzsche pone inmediatamente la no verdad, en el sentido de error, como la esencia de la verdad. La verdad – así constituida y comprendida – proporciona al sujeto la incondicionada disposición sobre verdadero y falso. La subjetividad no sólo queda liberada de todo límite sino que ella misma dispone ahora de todo poner y quitar límites. No es la subjetividad del sujeto la que transforma la esencia y la posición del hombre en medio del ente. Antes bien, el ente en su totalidad ha experimentado ya una interpretación diferente por medio de aquello de donde toma su origen la subjetividad, por medio de la verdad del ente. Por ello, con la transformación del ser-hombre en sujeto la historia de la humanidad moderna no recibe simplemente nuevos «contenidos» y nuevos ámbitos de acción, sino que el curso mismo de la historia se vuelve diferente. En apariencia, todo no es más que descubrimiento, investigación, descripción, organización y dominio del mundo, en todo lo cual el hombre se expande y, como consecuencia de la expansión, distiende su esencia, la aplana y la pierde. En verdad, sin embargo, de este modo no hacen más que delinearse los rasgos fundamentales de acuerdo con los cuales se acuñará la subjetividad incondicionada de la humanidad. Heideggeriana: NiilismoEuropeu

Este haber sido, como aquello a lo que me encamino anticipadamente, hace un descubrimiento en ese caminar mío hacia él: es el haber sido de mi mismo. Como tal pasado descubre mi ser-ahí como algo que una vez deja de estar ahí; de pronto ya no estoy entre estas y aquellas cosas, entre estas y aquellas personas, entre estas vanidades, entre estos rodeos y cotilleos. El haber sido dispersa todo disimulo y todo trajín; el haber sido lo arrastra todo consigo hacia la nada. El ser pasado no es ningún incidente, ningún acontecimiento en mi existencia. Es su ser pasado; no es un “qué” en ella, algo que acontezca, algo que le sobrevenga y la modifique. Este haber sido no es ningún “qué”, sino un “cómo”; es el “cómo” propio de mi existencia. Este haber sido hacia el que puedo encaminarme anticipadamente como el mío, no es un “qué, sino el “cómo” de mi ser-ahí por antonomasia. Heideggeriana: BZ

En este contexto, el ser de la posibilidad es siempre la posibilidad (constituida) de manera tal que sabe de la muerte, las más de las veces, en este sentido: ya lo sé, pero no pienso en ello. Sé de la muerte las más de las veces en el modo del saber que retrocede. Como interpretación del Dasein, este saber tiene inmediatamente a la mano el disimular esta posibilidad de su ser. El Dasein mismo tiene la posibilidad de evadir su muerte. Este haber-pasado, como aquél hacia el cual precurso, hace, en este mi precursar hacia él, un descubrimiento: es el haber-pasado de mí. A título de este haber-pasado, descubre mi Dasein en cuanto súbitamente no más ahí; súbitamente no soy más ahí junto a éstas y aquellas cosas, junto a éstos y aquellos hombres, junto a estas vanidades, estos subterfugios y esta parlotería. El haber-pasado desbanda todas las familiaridades (Heimlichkeiten) y ocupaciones, el haber-pasado se lleva consigo todo a la nada. El haber-pasado no es un suceso, un incidente en mi Dasein. Pues es su haber-pasado, no un algo (ein Was) en él, que acontezca, que lo asalte y lo altere. Este haber-pasado no es un Qué, sino un Cómo (Wie), y, ciertamente, el Cómo propio de mi Dasein. Este haber-pasado, hacia el cual puedo precursar en cuanto que mío, no es un qué, sino el Cómo de mi Dasein sin más. Heideggeriana: BZ

Preguntamos: ¿De dónde y cómo es que adviene un espíritu nuevo a la Universidad Alemana, a principios del siglo 19? El siglo anterior, el siglo 18, lo solemos denominar: la Edad de la Ilustración y de la Revolución Francesa. Estas corrientes espirituales y movimientos políticos sacan su fuerza impulsora y sus orientaciones, en general, a partir de la aparición del espíritu moderno – de la modernidad. Esta se había distanciado del Medioevo. El nacimiento del espíritu moderno se lleva a cabo como una modificación de la posición del hombre (Umwandlung der Stellung des Menschen) al interior de la totalidad del ente. Esta modificación es, dicho de un modo más preciso, la emancipación del hombre de sus ligazones anteriores. A ello hay que agregar una meditación en torno a las facultades y a los poderes propios del hombre. Esta emancipación (Befreiung) se lleva a cabo en tres direcciones principales. 1. El desligarse del régimen de vida sobrenatural de la iglesia cristiana y de la autoridad de los dogmas. El hombre traslada su acción y su saber a las energías propias del cálculo del mundo, de la invención, del descubrimiento y de la conquista de tierras extrañas y territorios por el globo. 2. El desligarse del hombre de sus lazos con las criaturas naturales, con los seres vivos y lo orgánico. Conversión (Umdeutung) de toda la naturaleza a lo mecánico calculable, a lo que es controlable según las máquinas. 3. El desligarse del hombre fuera de su comunidad y de las regulaciones originarias. El hombre que se sabe a sí mismo (algo) individual, es el elemento normativo y el fundamento configurador de la nueva regulación. La comunidad se hace ahora una sociedad, es decir, una asociación de muchos individuos, en virtud de su compromiso y su contrato de acuerdo a una racionalidad. El estado se halla fundado sobre un contrato. Heideggeriana: UniversidadeAlema2

Así es como se ha ido preparando aquella postura espiritual (die geistige Lage) de la Universidad Alemana, que encontramos por el año 1870. El período que continúa ahora hasta la Primera Guerra Mundial trajo para la universidad un ulterior potenciamiento de las aspiraciones ya vivas. El progreso de las ciencias – (es decir) el ir de descubrimiento en descubrimiento hasta el infinito; y la internacionalización creciente de las ciencias particulares. Todo esto devino un valor cultural en sí mismo. Investigar en aras de la investigación, siendo indiferente el qué sea investigado, en eso consistía su principio. Heideggeriana: UniversidadeAlema2

Por eso, sólo tiene un interés historiográfico saber que Nietzsche «conocía» a Heráclito y lo apreció más que a nadie a lo largo de toda su vida, ya desde muy temprano, cuando aún se ocupaba exteriormente de sus tareas de profesor de filología clásica en Basilea. Filológico-historiográficamente quizás hasta podría demostrarse que la concepción nietzscheana de la verdad como «ilusión» «proviene» de Heráclito, o dicho con más claridad: que al leerlo lo había plagiado. Dejamos a los historiógrafos de la filosofía la satisfacción por el descubrimiento de este tipo de relaciones de plagio. Incluso suponiendo que Nietzsche hubiera tomado su determinación de la verdad como «ilusión» de aquella sentencia de Heráclito, queda siempre la pregunta de por qué se detuvo precisamente en Heráclito, cuya «filosofía» no era en aquel entonces de ninguna manera tan apreciada como se ha vuelto, por lo menos como moda exterior, desde Nietzsche. Se podría aún responder a esta pregunta indicando que ya cuando era estudiante de bachillerato Nietzsche admiraba especialmente al poeta Hölderlin, en cuyo Hyperion se alaban pensamientos de Heráclito. Pero la misma pregunta se plantea nuevamente: por qué apreciaba tanto precisamente a Hölderlin, en una época en que generalmente sólo se lo conocía de nombre y como un romántico fracasado. Con esta historiográfica ciencia de detectives dedicada a rastrear dependencias no avanzamos absolutamente nada, es decir no avanzamos jamás en dirección de lo esencial sino que sólo nos enredamos en parecidos y relaciones extrínsecas. Era necesario, sin embargo, aludir a lo superficial que resulta este proceder porque se suele designar al pensar nietzscheano como heraclíteo, pretendiendo que, con citar este nombre, ya se ha pensado algo. Pero ni Nietzsche es el Heráclito de finales del siglo XIX ni Heráclito un Nietzsche de la época de la filosofía pre-platónica. Por el contrario, lo que «es» , lo que aún acontece en la historia occidental – en la anterior, en la nuestra y en la próxima – es el poder de la esencia de la verdad, en el sentido de que en ella se muestra el ente en cuanto tal y en consecuencia, es aprehendido como eso que se representa en el re-presentar, representar que se comprende generalmente como pensar. Lo que es y lo que acontece consiste en la extraña circunstancia de que en el comienzo del acabamiento de la modernidad la verdad se determina corno «ilusión», determinación en la que las decisiones fundamentales del inicio se transforman, pero ejercen el dominio de manera no menos decidida. Heideggeriana: VontadePoder

Ordenar es, previamente, instituir y tener la osadía de esa exigencia, es el descubrimiento de su esencia – descubrimiento que crea la exigencia misma – y la posición de su derecho. Este ordenar tomado en un sentido esencial es siempre más difícil que la obediencia en el sentido de acatar la orden ya dada. El auténtico ordenar es un obedecer frente a lo que reclama ser asumido con responsabilidad libre, cuando no directamente creado. El ordenar esencial es el primero en poner el hacia dónde y el para qué. Ordenar en cuanto anuncio de una exigencia ya formulada y ordenar en cuanto institución de esa exigencia y asunción de la decisión implícita en ella, son dos cosas fundamentalmente diferentes. El ordenar y el poder ordenar originarios surgen siempre de una libertad, son siempre una forma fundamental del auténtico ser libre. La libertad – en el sencillo y profundo sentido en que Kant comprendió su esencia – es en sí misma inventar, fundar sin fundamento un fundamento, de modo que ella misma se dé la ley de su esencia. Pero no otra cosa significa ordenar. Heideggeriana: VontadePoder

Quisiera hacer notar aquí algo muy personal, y es que: con este pensar, en el sentido de la pregunta por la verdad del ser, no se trata en absoluto de un rendimiento especial o de un descubrimiento peculiar de un hombre particular, sino que en la misma pregunta el ser y su misterio fuerzan al hombre de la tierra a su apremio más extremo, a saber, como lo he llamado, le reclaman por el olvido del ser y le fuerzan a la meditación. Para que un hombre pueda estar siquiera un poco a la altura de esta meditación de esta pregunta, se requerirá quizás atravesar por un silencio de dos o muchas décadas. Heideggeriana: PerguntaSer

Mi carta quisiera pensar previamente en ese lugar de la línea y así explicar la línea. Su enjuiciamiento de la situación bajo el nombre trans lineam y mi explicación bajo el nombre de línea, se corresponden. Aquélla incluye a ésta. Ésta depende de aquélla. Con ello no le digo nada especial. Usted sabe que un enjuiciamiento de la situación del hombre respecto al movimiento del nihilismo y dentro de éste, (387) exige una determinación esencial suficiente. Tal saber falta en muchos lugares. La carencia enturbia la vista en el enjuiciamiento de nuestra situación. Hace superficial el juicio sobre el nihilismo y ciego el ojo para la presencia «de éste, el más inhóspito de todos los huéspedes» (Nietzsche, La voluntad de poder Para el plan, WW XV pág. 141). Se llama el «más inhóspito» porque él, como voluntad incondicionada de voluntad, quiere la inhospitalidad en cuanto tal. Por eso no sirve de nada mostrarle la puerta, ya que por doquier desde hace tiempo e invisible da vueltas por la casa. Es preciso divisar a ese huésped y examinarle. Usted mismo escribe (pág. 23): «Una buena definición del nihilismo sería comparable al descubrimiento del agente cancerígeno. No significaría la curación, pero sí su condición, en la medida en que generalmente los hombres colaboran en ello. Se trata ciertamente de un proceso que supera ampliamente a la historia». Heideggeriana: PreguntaSer

Heidegger toma entonces como ejemplo la fórmula universal del mundo en la que trabaja Heisemberg desde hace tanto tiempo. Aunque fuera posible, esta fórmula no podría ser una descripción de la naturaleza; no puede ser otra cosa que una ecuación fundamental: eso con lo que es necesario contar para que cada vez se pueda contar con algo. ¿Pero cuál es la determinación fundamental de la naturaleza en la física? ¿La calculabilidad? Queda por saber lo que es calculable. ¿Será la energía? Todavía falta entender lo que esta palabra significa. De hecho, la física experimental moderna, a semejanza de Aristóteles, busca siempre las leyes del movimiento. Tal es el sentido de la fórmula universal fundamental, en cuanto que permitiría deducir todas las posibilidades del movimiento en su infinita variedad. Heidegger pregunta lo que el descubrimiento de esta fórmula significaría para la física. La respuesta es: el fin de la física. Tal fin cambiaría radicalmente la situación del hombre, pues se colocaría ante la siguiente alternativa: – o bien abrirse a una relación totalmente diferente con la naturaleza; – o bien, concluida la tarea de explicación, instalarse en la pura y simple explotación de lo descubierto. Heideggeriana: SeminarioThor1969

Más inquietante que la conquista del espacio, se anuncia aquí la transformación de la biología en biofísica. Esto significa que el hombre puede ser producido conforme a un proyecto determinado como cualquier objeto técnico. Nada es aquí más normal que preguntarse si la ciencia sabrá detenerse a tiempo. Pero un detenimiento tal es imposible por principio. No se trata, en efecto, de ponerle un límite a la curiosidad humana de la que habla Aristóteles. Más bien, el fondo de la historia es una relación moderna de poder, una relación política. Sería necesario meditar aquí desde esta óptica la aparición de una nueva forma de nacionalismo, fundado sobre el poder técnico y no ya (por ejemplo) sobre caracteres étnicos. A las dos hipótesis consideradas (fin de la física o institución de una nueva relación con la naturaleza), que suponen el descubrimiento de una fórmula fundamental universal, el físico actual objeta la vetustez de la idea de esta fórmula, a la que se había creído llegar desde fines del siglo XIX (Maxwell), y a cuyo descubrimiento la relatividad ha aportado nuevos obstáculos. Heideggeriana: SeminarioThor1969

Jean Beaufret responde: se trata menos de un descubrimiento óntico que de un predescubrimiento ontológico. Ontológicamente hablando, la física ya está concluida. Heideggeriana: SeminarioThor1969