PERENIALISTAS
René Guénon: O TEMPO TRIPLO
En lo que concierne al tiempo, la cuestión puede parecer más difícil de resolver y no obstante también hay ahí un ternario, puesto que se habla del «triple tiempo» (en sánscrito trikâla), es decir, que el tiempo es considerado bajo tres modalidades, que son el pasado, el presente y el porvenir; pero, ¿pueden estas tres modalidades ser puestas en relación con los tres términos de los ternarios tales como los que examinamos aquí? Primeramente, es menester precisar que el presente puede ser representado como un punto que divide en dos partes la línea según la cual se desarrolla el tiempo, y que determina así, en cada instante, la separación (pero también la unión) entre el pasado y el porvenir de los que es el límite común, del mismo modo que el plano mediano de que hablábamos hace un momento es el límite de las dos mitades superior e inferior del espacio. Como lo hemos explicado en otra parte (EL REINO DE LA CANTIDAD Y LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS, cap. V), la representación «rectilínea» del tiempo es insuficiente e inexacta, puesto que el tiempo es en realidad «cíclico», y puesto que este carácter se encuentra también hasta en sus menores subdivisiones; pero aquí no vamos a especificar la forma de la línea representativa, ya que, cualquiera que sea, para el ser que está situado en un punto de esta línea, las dos partes en las que está dividida aparecen siempre como situadas respectivamente «antes» y «después» de este punto, del mismo modo que las dos mitades del espacio aparecían como situadas «arriba» y «abajo», es decir, por encima y por debajo del plano que se toma como «nivel de referencia». Para completar a este respecto el paralelismo entre las determinaciones espaciales y temporales, el punto representativo del presente siempre puede ser tomado en un cierto sentido como el «medio del tiempo», puesto que, a partir de este punto, el tiempo no puede aparecer sino como igualmente indefinido en las dos direcciones opuestas que corresponden al pasado y al porvenir. Por lo demás, hay algo más: el «hombre verdadero» ocupa el centro del estado humano, es decir, un punto que debe ser verdaderamente «central» en relación a todas las condiciones de este estado, comprendida la condición temporal [[Aquí no puede hablarse del «hombre transcendente», puesto que éste está enteramente más allá de la condición temporal, así como de todas las demás; pero, si ocurre que se sitúa en el estado humano según lo que hemos explicado precedentemente, ocupa en él a fortiori, la posición central a todos los respectos.]]; así pues, se puede decir que se sitúa efectivamente en el «medio del tiempo», que él mismo determina por el hecho de que domina en cierto modo las condiciones individuales [[Cf. RGAI, cap. XLII, y también EL ESOTERISMO DE DANTE, cap. VIII.]], del mismo modo que, en la tradición china, el Emperador, al colocarse en el punto central del Ming-tang, determina el medio del ciclo anual; así pues, el «medio del tiempo» es propiamente, si se puede expresar así, el «lugar» temporal del «hombre verdadero», y, para él, este punto es verdaderamente siempre el presente.
TAO: PASSADO E FUTURO
FILOSOFIA
Eudoro de Sousa: HISTÓRIA E MITOLOGIA
9. Admitamos que o homem esteja sempre em trânsito. Mas não que este seja o de um distante passado para o próximo presente e do presente próximo para um futuro distante. Esta é a imagem que resolutamente me querem impor, mas a que, tão resolutamente, me recuso. Isto me dá ensejo de prosseguir falando de passado e distância. A história, qualquer que ela seja, refere-se a passado, presente e futuro. Mas estes são as abstratas dimensões de um tempo não menos abstrato. Passado (antigo) concreto é o passado deste presente (atual), o da minha concreta presença, aqui e agora. Não há passado (antigo), pura e simplesmente; não há, pura e simplesmente, futuro. Passado e futuro, mais ou menos distantes, são-no deste presente (atual), feito da minha atual presença, presença do «mim» que tenho, ao «eu» que sou, presença ao mundo que envolve o «mim» que tenho, ao mundo envolvido pelo «eu» que sou. Passado e futuro são, cada um para seu lado, polos contrários de um presente. Tempo concreto não é linha que corre para trás e para a frente de qualquer de seus pontos: é campo de polaridades, a polaridade passado-presente ou a polaridade presente–futuro. E cada presente tem o passado e o futuro que merece; nem melhor nem pior, só o seu parelho. Um presente, com seu passado e seu futuro (que não é passado e futuro de outro) perfazem uma época, e há um homem (e um mundo) para cada época. Esse homem não está em trânsito; ele próprio é o trânsito. Vistas as coisas deste modo, talvez seja melhor de entender o que se diz ao falar-se de «homens representativos da sua época».
Heidegger: PASSADO — PRESENTE — FUTURO
PERENIALISTAS
René Guénon: O TEMPO TRIPLO
En lo que concierne al tiempo, la cuestión puede parecer más difícil de resolver y no obstante también hay ahí un ternario, puesto que se habla del «triple tiempo» (en sánscrito trikâla), es decir, que el tiempo es considerado bajo tres modalidades, que son el pasado, el presente y el porvenir; pero, ¿pueden estas tres modalidades ser puestas en relación con los tres términos de los ternarios tales como los que examinamos aquí? Primeramente, es menester precisar que el presente puede ser representado como un punto que divide en dos partes la línea según la cual se desarrolla el tiempo, y que determina así, en cada instante, la separación (pero también la unión) entre el pasado y el porvenir de los que es el límite común, del mismo modo que el plano mediano de que hablábamos hace un momento es el límite de las dos mitades superior e inferior del espacio. Como lo hemos explicado en otra parte (EL REINO DE LA CANTIDAD Y LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS, cap. V), la representación «rectilínea» del tiempo es insuficiente e inexacta, puesto que el tiempo es en realidad «cíclico», y puesto que este carácter se encuentra también hasta en sus menores subdivisiones; pero aquí no vamos a especificar la forma de la línea representativa, ya que, cualquiera que sea, para el ser que está situado en un punto de esta línea, las dos partes en las que está dividida aparecen siempre como situadas respectivamente «antes» y «después» de este punto, del mismo modo que las dos mitades del espacio aparecían como situadas «arriba» y «abajo», es decir, por encima y por debajo del plano que se toma como «nivel de referencia». Para completar a este respecto el paralelismo entre las determinaciones espaciales y temporales, el punto representativo del presente siempre puede ser tomado en un cierto sentido como el «medio del tiempo», puesto que, a partir de este punto, el tiempo no puede aparecer sino como igualmente indefinido en las dos direcciones opuestas que corresponden al pasado y al porvenir. Por lo demás, hay algo más: el «hombre verdadero» ocupa el centro del estado humano, es decir, un punto que debe ser verdaderamente «central» en relación a todas las condiciones de este estado, comprendida la condición temporal [[Aquí no puede hablarse del «hombre transcendente», puesto que éste está enteramente más allá de la condición temporal, así como de todas las demás; pero, si ocurre que se sitúa en el estado humano según lo que hemos explicado precedentemente, ocupa en él a fortiori, la posición central a todos los respectos.]]; así pues, se puede decir que se sitúa efectivamente en el «medio del tiempo», que él mismo determina por el hecho de que domina en cierto modo las condiciones individuales APERCEPCIONES SOBRE LA INICIACIÓN, cap. XLII)), y también EL ESOTERISMO DE DANTE, cap. VIII., del mismo modo que, en la tradición china, el Emperador, al colocarse en el punto central del Ming-tang, determina el medio del ciclo anual; así pues, el «medio del tiempo» es propiamente, si se puede expresar así, el «lugar» temporal del «hombre verdadero», y, para él, este punto es verdaderamente siempre el presente.
TAO: PASSADO E FUTURO
FILOSOFIA
Eudoro de Sousa: HISTÓRIA E MITOLOGIA
9. Admitamos que o homem esteja sempre em trânsito. Mas não que este seja o de um distante passado para o próximo presente e do presente próximo para um futuro distante. Esta é a imagem que resolutamente me querem impor, mas a que, tão resolutamente, me recuso. Isto me dá ensejo de prosseguir falando de passado e distância. A história, qualquer que ela seja, refere-se a passado, presente e futuro. Mas estes são as abstratas dimensões de um tempo não menos abstrato. Passado (antigo) concreto é o passado deste presente (atual), o da minha concreta presença, aqui e agora. Não há passado (antigo), pura e simplesmente; não há, pura e simplesmente, futuro. Passado e futuro, mais ou menos distantes, são-no deste presente (atual), feito da minha atual presença, presença do «mim» que tenho, ao «eu» que sou, presença ao mundo que envolve o «mim» que tenho, ao mundo envolvido pelo «eu» que sou. Passado e futuro são, cada um para seu lado, polos contrários de um presente. Tempo concreto não é linha que corre para trás e para a frente de qualquer de seus pontos: é campo de polaridades, a polaridade passado-presente ou a polaridade presente–futuro. E cada presente tem o passado e o futuro que merece; nem melhor nem pior, só o seu parelho. Um presente, com seu passado e seu futuro (que não é passado e futuro de outro) perfazem uma época, e há um homem (e um mundo) para cada época. Esse homem não está em trânsito; ele próprio é o trânsito. Vistas as coisas deste modo, talvez seja melhor de entender o que se diz ao falar-se de «homens representativos da sua época».