El esti gar einai de Parménides sigue estando impensado todavía. Y eso nos da la medida del progreso de la filosofía. Si atiende a su esencia, en realidad la filosofía no progresa nada. Se pone en su lugar para pensar siempre lo mismo. Progresar, es decir, marchar más allá de ese lugar, es un error que sigue al pensar como esa sombra que él mismo arroja. Es precisamente porque el ser sigue impensado todavía por lo que también en Ser y tiempo se dice del ser que: “se da”. Pero no podemos permitirnos especular directamente y sin apoyarnos en algo a propósito del il y a. Este “se da” reina como destino del ser. Su historia llega al lenguaje a través de la palabra de los pensadores esenciales. Por eso, el pensar que piensa en la verdad del ser es histórico en cuanto tal pensar. No existe un pensar “sistemático” y, a su lado, a modo de ilustración, una historia de las opiniones pretéritas. Pero tampoco existe, como piensa Hegel, una sistemática que pueda convertir a la LEY de su pensamiento en LEY de la historia y que pueda asumir simultáneamente tal historia en el sistema. Pensando de modo más inicial, lo que hay es la historia del ser, de la que forma parte el pensar como memoria de esa historia, un pensar acontecido por ella misma. La memoria se diferencia esencialmente de la actualización a posteriori de la historia comprendida como un transcurrir pasado. La historia nunca ocurre de entrada como suceso, y el suceso no es un transcurrir. El suceder de la historia se presenta como destino de la verdad del ser a partir de dicho ser (vid. la conferencia sobre el himno de Hölderlin “Wie wenn am Feiertage…, 1941, p. 31). El ser llega a ser destino en la medida en que él mismo, el ser, se da. Pero, pensado como destino, esto quiere decir que se da y al mismo tiempo se niega a sí mismo. Sin embargo, la definición de Hegel de la historia como desarrollo del “espíritu” no carece de verdad. Tampoco es que sea en parte falsa y en parte verdadera. Es tan verdadera como es verdadera esa metafísica, que, gracias a Hegel, deja que tome voz por vez primera en un sistema su esencia pensada de modo absoluto. La metafísica absoluta, junto con las inversiones que llevaron a cabo Marx y Nietzsche, pertenece a la historia de la verdad del ser. Lo que de ella sale no se puede atacar ni mucho menos eliminar por medio de refutaciones. Sólo se puede asumir, siempre que su verdad se vuelva a albergar de manera más inicial en el propio ser y se sustraiga al ámbito de la mera opinión humana. Toda refutación en el campo del pensar esencial es absurda. La disputa entre pensadores es la “disputa amorosa” de la cosa misma. Es la que les ayuda alternantemente a entrar a formar parte de la sencilla pertenencia a la cosa misma, a partir de la cual encuentran en el destino del ser el destino adecuado. Heideggeriana: CartaHumanismo
Sólo en cuanto el hombre pertenece al ser ex-sistiendo en la verdad del ser, puede llegar del ser mismo la prescripción de esas normas que tienen que convertirse en LEY y regla para el hombre. Prescribir se dice en griego nemein. El nomos no es sólo LEY, sino de modo más originario la prescripción escondida en el destino del ser. Sólo ella consigue destinar y conjugar al hombre en el ser. Sólo semejante conjunción es capaz de sustentar y vincular. De otro modo, ninguna LEY pasa de ser un mero constructo de la razón humana. Más esencial que todo establecimiento de reglas es que el hombre encuentre su estancia en la verdad del ser. Esa estancia es la única que procura la experiencia de lo estable. Y el apoyo para toda conducta lo regala la verdad del ser. En nuestro idioma “apoyo” significa “protección”. El ser es la protección que resguarda de tal manera a los hombres en su esencia ex-sistente en lo relativo a su verdad que la ex-sistencia los alberga y les da casa en el lenguaje. Por eso, el lenguaje es a un tiempo la casa del ser y la morada de la esencia del hombre. Sólo porque el lenguaje es la morada de la esencia del hombre pueden los hombres o cualquier humanidad histórica no estar en casa en su lenguaje, de tal modo que el lenguaje se convierte para ellos en la recámara de sus manipulaciones. Heideggeriana: CartaHumanismo
La simplicidad de su esencia hace que no logremos conocer el pensar del ser. Pero si nos familiarizamos con lo inusual de lo simple, nos vemos enseguida en otro aprieto. Surge la sospecha de que este pensar del ser caiga en la arbitrariedad, pues, en efecto, no puede atenerse a lo ente. ¿De dónde saca el pensar su medida? Cuál es la LEY de su hacer? Aquí hay que atender a la tercera pregunta de su carta: comment sauver l’ élément d’aventure que comporte toute recherche sans faire de la philosophie une simple aventurière? Nombraremos por ahora, de pasada, a la poesía. Se encuentra enfrentada a la misma pregunta y de la misma manera que el pensar. Pero sigue siendo vigente la formulación apenas meditada de la Poética de Aristóteles según la cual la poesía es más verdadera que la indagación de lo ente. Heideggeriana: CartaHumanismo
La primera LEY del pensar es la conveniencia del decir del ser en cuanto destino de la verdad, y no las leyes de la lógica, que sólo se pueden convertir en reglas a partir de la LEY del ser. Pero atender a lo que le conviene al decir que piensa no sólo supone que tengamos que meditar cada vez qué hay que decir del ser y cómo hay que decirlo. Igual de esencial será meditar si debe ser dicho lo por pensar, en qué medida debe ser dicho, en qué instante de la historia del ser, en qué diálogo con ella y desde qué exigencias. Estas tres cosas, ya mencionadas en una carta anterior, se determinan en su mutua pertenencia a partir de la LEY de la conveniencia del pensar de la historia del ser: lo riguroso de la reflexión, el cuidado del decir, la parquedad de palabras. Heideggeriana: CartaHumanismo
(361) La filosofía de la naturaleza antigua y medieval (Lo cierto es que el pensamiento medieval no era ajeno a lo empírico en la medida en que por lo común se cree; supo apreciar bien las investigaciones de acuerdo a la experiencia o, por lo menos, la registración de los hechos; se tenía una conciencia del valor de la matemática para la investigación de la naturaleza, si bien esta conciencia no estaba aclarada teóricamente; se conocía el experimento; pero, a pesar de todo esto, faltaba aún la verdadera problemática científico-natural.) procuraba investigar la esencia metafísica de los fenómenos inherentes a la realidad inmediata y sus causas ocultas. En oposición a esta especulación metafísica sobre la naturaleza, la ciencia de Galilei significa metódicamente algo completamente nuevo, Esta pretende ejercer el dominio sobre la diversificación de los fenómenos a través de la LEY, y su logro (Leistung) nuevo y particular consiste en cómo llega a la LEY. Como a partir de este método del conocimiento de la LEY se puede ver más claramente la tendencia fundamental de la física, aclararemos este método con un ejemplo clásico: el hallazgo de Galilei de la LEY de la caída. La antigua ciencia de la naturaleza hubiese procedido en el problema de la caída de tal modo que a través de la consideración de casos particulares de fenómenos de caída, hubiese intentado extraer lo que fuese común a todos los fenómenos de la caída, para luego desde aquí inferir la esencia de la caída. Galilei no comienza con la consideración de fenómenos de caída aislados, sino con una suposición en general (hipótesis) que reza: “Los cuerpos caen, privados de su sostén, de tal forma que su velocidad aumenta proporcionalmente al tiempo, (v=g.t) es decir que los cuerpos caen con un movimiento uniformemente acelerado. La velocidad al comienzo es 0, la velocidad final v=g.t. Tomemos la velocidad media g-2.t, entonces tenemos un movimiento uniforme; para éste reza la fórmula primitiva e=c.t : el espacio recorrido es igual al producto de la velocidad por el tiempo. En nuestro caso es c=g-2.t, este valor, sustituido en la fórmula precedente da por resultado: e=g-2.t2. Esta ecuación la prueba Galilei en casos concretos, y es confirmada por ellos. Por lo tanto es válida la antedicha suposición de la que en forma puramente deductiva fue obtenida la LEY que más tarde se comprobó experimentalmente. Intencionalmente fue expuesto este raciocinio en forma más detallada para mostrar que en todo el razonamiento no se trata en ninguna parte de este o aquel objeto determinado, de esta o aquella duración de tiempo, o de éste o aquel espacio de caída. La suposición v g . t que luego a través de la conclusión y a partir del experimento verificante se vuelve LEY, es una suposición general sobre los cuerpos en general. Heideggeriana: TempoHistoria
(373) Estos ejemplos deberían bastar para advertir inmediatamente lo esencial del concepto de tiempo histórico. Los tiempos de la historia se distinguen cualitativamente. Las “tendencias directrices” (Ranke) de una época dan la base para la delimitación de esta época de otra. El concepto de tiempo en la ciencia histórica no posee el carácter homogéneo del concepto de tiempo científico natural. El tiempo histórico no puede por eso ser expresado tampoco matemáticamente por medio de una serie (Reihe), ya que no hay ninguna LEY que determine cómo se suceden las épocas. Los momentos temporales del tiempo físico se distinguen sólo por su posición en la serie. Los tiempos históricos también se suceden, por cierto, (si no, no serían tiempos), pero cada uno es, en la estructura de su contenido, diferente. Heideggeriana: TempoHistoria
En todo lo que nos rodea, nos importa y nos sale al encuentro, vamos mirando a la busca de fundamentos. Requerimos que se indique el fundamento de nuestros enunciados. Nos empeñamos en pedir la fundamentación de cada comportamiento. A menudo nos contentamos con los fundamentos más cercanos; a veces, indagamos en pos de fundamentos más distantes; finalmente, nos atrevemos a acercarnos a los fundamentos primeros y preguntamos por el fundamento último. En todo fundamentar y sondear estamos ya en camino hacia un fundamento. Lo que enuncia la proposición del fundamento es para nosotros, pues, cosa corriente y, por corriente, también de inmediato clara. A ello se debe igualmente que lo que la proposición del fundamento dice no esté, por de pronto, establecido propiamente como proposición, y menos todavía promulgado como LEY. Heideggeriana: Fundamento1956
Nihil sine ratione, nada sin fundamento; así reza la fórmula, cuya enunciación apenas si es necesaria, relativa a una opinión que da la pauta y a la cual nos confiamos por doquier cuando nos hacemos idea de algo. No obstante, en la historia del penspensamiento occidental, que comienza en el siglo VI antes de Cristo, hicieron falta dos mil trescientos años para que la representación familiar “nada sin fundamento” fuera establecida propiamente como proposición, conocida como LEY, reconocida en todo su alcance, y llevada a sabiendas a validez ilimitada. Durante todo este tiempo, la proposición del fundamento ha estado, por así decir, aletargada. Hasta la fecha, apenas hemos reflexionado todavía sobre este extraño hecho, sin haber llegado siquiera a preguntarnos a qué pueda obedecer que la breve proposición haya necesitado un tiempo de incubación de tan inaudita longitud. Pues sólo en el siglo XVII ha reconocido Leibniz la representación — corriente desde hace tantísimo tiempo — de que nada hay sin fundamento como una proposición que da la pauta, y la ha expuesto como proposición del fundamento. ¿Acaso iba a venir a comparecencia algo único en su género, y grande, a través de la proposición del fundamento, tan universal como breve? ¿No será que en el extraordinariamente largo tiempo de incubación se preparaba también un extraordinario despertar a una vigilia alerta que ya no permite el sueño, y menos aún una incubación, un sueño en el templo? El título latino que Leibniz da a la proposición delata, empero, el tipo de proposiciones entre las que él cuenta la proposición del fundamento. A: “nada sin fundamento”, nihil sine ratione, le llama principium rationis. La proposición es ahora un principio. La proposición del fundamento se convierte en una proposición fundamental. Sólo que ésta no es una proposición fundamental más. Para Leibniz, es una de las supremas, si es que no incluso la suprema. Por eso distingue Leibniz la proposición del fundamento mediante calificativos. La llama (193) el principium magnum, grande et nobilissimum: el principio grande y poderoso, el principio más conocido y excelso. ¿Hasta qué punto merece la proposición del fundamento esta distinción? El contenido de la proposición fundamental puede instruirnos acerca de esto. Heideggeriana: Fundamento1956
Todo eso nos lo dice Goethe, de la forma más bella, en los dos últimos versos de uno de sus poemas tardíos (Estaciones del año y horas del día de China y Alemania, X): “Sin embargo la ciencia; infatigable, esfuérzase y pugna — En pos de la LEY, el fundamento, el porqué y el cómo.” Heideggeriana: Fundamento1956
Goethe dice de la ciencia moderna: “Sin embargo la ciencia, infatigable, esfuérzase y pugna — En pos de la LEY, el fundamento, el porqué y el cómo.” Heideggeriana: Fundamento1956
El porqué se despliega en las preguntas: ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? Pregunta por la LEY, por el tiempo. por el lugar de aquello (207) que acontece. El preguntar por los modos de transcurso espacial, temporal y legalmente regulados del movimiento, es la forma en que la investigación científica anda en pos del porqué del ente. Pero Goethe dice: “Tú atente al porque y no preguntes: ¿por qué?” Heideggeriana: Fundamento1956
El advenimiento apropiador confiere a los mortales la morada en su esencia para que puedan ser los hablantes. Si por “LEY” entendemos el recogimiento de lo que deja venir en presencia cada cosa en lo suyo propio, o sea, que lo deja pertenecer a su pertenecimiento, entonces el advenimiento apropiador es la más simple y gentil de todas las leyes, más gentil aún que aquella que Adalbert Stifter había reconocido como “la LEY gentil”. Con todo, el advenimiento apropiador no es una LEY en el sentido de una norma que planea en algún lugar sobre nosotros; no es un decreto que ordena y regula un proceso. Heideggeriana: CaminhoLinguagem
El advenimiento apropiador es la LEY, en la medida en que congrega los mortales a la apropiación de su ser propio y los retiene en él. Heideggeriana: CaminhoLinguagem
Los tres primeros párrafos de la sección A comienzan de la misma manera: “El nihilismo en cuanto estado psicológico” “tendrá que sobrevenir”, “sobreviene, en segundo lugar” “tiene aún una tercera y última forma”. El nihilismo es, para Nietzsche, la oculta LEY fundamental de la historia occidental. En este fragmento, sin embargo, lo determina expresamente como “estado psicológico”. Surge, pues, la pregunta acerca de qué entiende Nietzsche por “psicológico” y por “psicología”. “Psicología” no es para Nietzsche la investigación científico-natural y experimental de los procesos anímicos que se practicaba ya en su época, a imitación de la física y acoplada a la fisiología, y en la que, como elementos básicos de esos procesos se establecen, al modo de los elementos químicos, las sensaciones sensibles y sus condiciones corporales. “Psicología” tampoco significa para Nietzsche la investigación de la “vida anímica superior” y de sus desarrollos en el sentido de una investigación de hechos ente otras; “psicología” tampoco es una “caracterología” en cuanto doctrina de los diferentes tipos humanos. El concepto nietzscheano de psicología podría entenderse más bien en el sentido de una “antropología”, si “antropología” quisiera decir: el preguntar filosófico por la esencia del hombre desde la perspectiva de sus referencias esenciales al ente en su totalidad. “Antropología” sería entonces la “metafísica” del hombre. Pero tampoco así damos con el concepto nietzscheano de “psicología” y de lo “psicológico”. La “psicología” de Nietzsche no se limita de ninguna manera al hombre, y tampoco se extiende sólo a lo vegetal y lo animal. “Psicología” es el preguntar por lo “psíquico”, es decir por lo viviente en el sentido de esa vida que determina todo devenir en el sentido de la “voluntad de poder”. En la medida en que ésta constituye el carácter fundamental de todo ente, y en que la verdad sobre el ente en cuanto tal y en su totalidad se llama metafísica, la “psicología” de Nietzsche es equivalente a la metafísica como tal. El hecho de que la metafísica se convierta en “psicología”, en la cual, ciertamente, la “psicología” del hombre tiene una preeminencia especial, se funda ya en la esencia de la metametafísica moderna. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
De las observaciones introductorias destinadas a distinguir la sentencia de Protágoras de la frase de Descartes hemos inferido que la pretensión del hombre a un fundamento de la verdad encontrado y asegurado por él mismo surge de la “liberación” en la que el hombre se desprende del primordial carácter vinculante que tenían la verdad revelada bíblico-cristiana y la doctrina de la Iglesia. Sin embargo, toda auténtica liberación no es sólo romper las ataduras y eliminar los vínculos, sino que es, ante todo, una nueva determinación de la esencia de la libertad. Ser libre quiere decir ahora que, en lugar de la certeza de salvación que era criterio de medida para toda verdad, el hombre pone una certeza en virtud de la cual y en la cual alcanza certeza de sí como de aquel ente que de ese modo se coloca a sí mismo como su propia base. El modo en que se produce esta transformación implica que en muchos casos discurra aún en el lenguaje y en las representaciones de aquello que se abandona en tal transformación. A la inversa, una caracterización precisa de la misma no puede evitar hablar en el lenguaje de lo que sólo se alcanza gracias a ella. Si decimos, por ejemplo, radicalizando, que la nueva libertad consiste en que el hombre se da la LEY a sí mismo, elige lo que es vinculante y se vincula a ello, hablamos ya en el lenguaje de Kant y acertamos, sin embargo, con lo esencial del comienzo de la época moderna, que conquista su figura histórica propia con una posición metafísica fundamental para la que la libertad se torna esencial de un modo peculiar (cfr. Descartes, Meditationes de prima philosophia, IV). El mero desprenderse, el mero arbitrio, no son nunca más que el lado oscuro de la libertad, mientras que su lado luminoso es la reivindicación de algo necesario como aquello que vincula y sustenta. Ambos “lados” no agotan, sin embargo, la esencia de la libertad, y ni siquiera dan con su núcleo. Para nosotros es importante ver que esa libertad cuyo reverso es la liberación de la creencia en la revelación, no solamente reivindica en general algo necesario sino que lo hace de manera tal que el hombre pone en cada caso desde sí mismo eso que es necesario y vinculante. Pero lo necesario se codetermina entonces de acuerdo con lo que necesite el hombre que se basa sobre sí mismo, es decir, de acuerdo con la dirección y con la altura, de acuerdo con el modo en el que el hombre se represente a sí mismo y represente su esencia. La nueva libertad, vista metafísicamente, es la apertura de una multiplicidad de aquello que en el futuro pueda y quiera ser puesto a sabiendas por el hombre mismo como necesario y vinculante. En el ejercicio de estos múltiples modos de la nueva libertad consiste la esencia de la histhistoria de la época moderna. Puesto que por doquier de esta libertad forma parte que el propio hombre se vuelva señor de las propias determinaciones esenciales de la humanidad, y puesto que este volverse señor requiere el poder en un sentido esencial y expreso, por eso el esencial dar poder al poder sólo es posible como realidad fundamental en la historia de la época moderna y como esa historia. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
El aseguramiento del supremo e incondicionado autodespliegue de todas las capacidades de la humanidad en dirección del incondicionado dominio de toda la tierra es el oculto acicate que impulsa al hombre moderno a salidas cada vez más nuevas y más absolutamente nuevas, y lo obliga a establecer vínculos que le pongan en seguro el aseguramiento de su proceder y la seguridad de sus metas. Por eso, lo que es puesto a sabiendas como vinculante aparece bajo numerosas formas y enmascaramientos. Lo vinculante puede ser: la razón humana y su LEY propia (iluminismo), o lo real, lo fáctico instituido y ordenado desde esa razón (positivismo). Lo vinculante puede ser: la humanidad armónicamente estructurada en todas sus configuraciones y llevada a su forma bella (la humanidad del clasicismo). Lo vinculante puede ser: el despliegue de poder de la nación que se basa en sí misma o los “proletarios de todos los países” o pueblos y razas determinados. Lo vinculante puede ser: un desarrollo de la humanidad en el sentido del progreso de una racionalidad al alcance de todo el mundo. Lo vinculante también puede ser: “los gérmenes ocultos de la época respectiva”, el despliegue del “individuo”, la organización de las masas, o ambas cosas; o, por último, la creación de una humanidad que no encuentre su figura esencial ni en el “individuo” ni en la “masa” sino en el “tipo”. El tipo reúne en sí, transformados, el carácter único que antes reivindicaba el individuo y el carácter homogéneo y general que requiere la comunidad. Pero el carácter único del “tipo” consiste en una clara recurrencia de la misma impronta, la cual no admite, sin embargo, una monótona uniformización sino que exige una peculiar ordenación jerárquica. En el pensamiento nietzscheano del superhombre no se piensa anticipadamente un determinado “tipo” de hombre sino, por vez primera, el hombre en la figura esencial del “tipo”. Son sus modelos la organización militar prusiana y la orden jesuítica, las cuales están dirigidas a un peculiar acoplamiento de sus respectivas esencias, acoplamiento en el que su original contenido histórico puede ser en gran medida desechado. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
La posición que adopta Nietzsche frente a Descartes se enreda también en estos equívocos, lo que tiene su razón en que Nietzsche se encuentra bajo la LEY de esta proposición, y esto quiere decir, de la metafísica de Descartes, de una manera más inevitable que cualquier otro pensador moderno antes de él. Se cae en el engaño provocado por la historiografía, que puede constatar fácilmente que entre Descartes y Nietzsche hay dos siglos y medio. La historiografía puede señalar que Nietzsche ha defendido ostensiblemente otras “doctrinas” y que se ha opuesto incluso a Descartes con gran acritud. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
La toma de posición de Nietzsche en contra de Descartes tiene su fundamento metafísico en el hecho de que sólo sobre la base de la posición fundamental cartesiana Nietzsche puede tomar en serio de manera incondicionada su cumplimiento esencial y tiene así que experimentarla como condicionada e inacabada si no simplemente como imposible. La errónea interpretación que hace Nietzsche de la proposición cartesiana es incluso necesaria por varias razones metafísicas. No comenzaremos, sin embargo, con la errónea interpretación que hace Nietzsche de la proposición cartesiana. Intentaremos previamente una meditación sobre la LEY del ser y de su verdad que domina a través de toda nuestra propia historia y que nos sobrevivirá a todos nosotros. En la siguiente exposición de la metafísica cartesiana tendrán que pasarse por alto muchas cosas que una discusión temática de la posición metafísica fundamental de este pensador no debería pasar por alto. Se tratará simplemente de volver reconocibles algunos rasgos fundamentales que nos permitan posteriormente ver el origen metafísico del pensamiento del valor. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
En estos días, nosotros mismos somos testigos de una misteriosa LEY de la historia por la que un día un pueblo no está ya a la altura de la metafísica que ha surgido de su propia historia, y esto precisamente en el instante en que esta metafísica se ha vuelto incondicionada. Ahora se muestra lo que Nietzsche ya reconoció metafísicamente, que la “economía maquinal” de la época moderna, el cálculo maquinístico de todo actuar y planificar exige, en su forma incondicionada, una humanidad nueva que vaya más allá del hombre que ha existido hasta el momento. No basta con poseer carros de combate, aviones y aparatos de comunicación; tampoco basta con disponer de hombres que puedan emplearlos; ni siquiera basta con que el hombre domine simplemente la técnica, como si ésta fuera algo en sí mismo indiferente, más allá de beneficios y perjuicios, de la construcción y la destrucción, aprovechable a placer por cualquiera para cualquier fin. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
¿En qué consiste esta esencia de la entidad, es decir, al mismo tiempo, de la visualidad de la idea? La respuesta la da esta “idea” misma cuando Platón la denomina agathon. Decimos el “bien” y pensamos “bien” cristiano-moralmente en el sentido de lo que es debido, lo que está en orden, lo conforme a la regla y la LEY. De modo griego, y aún platónico, agathon quiere decir lo apto, lo que es apto para algo y vuelve él mismo apto a otros. La esencia de la idea es hacer apto, es decir, posibilitar el ente en cuanto tal, es decir: que presencie en lo desoculto. Mediante la interpretación platónica de la idea como agathon el ser se convierte en aquello que hace al ente apto para ser ente. Ser se muestra en el carácter de posibilitar y condicionar. Aquí se da el paso decisivo para toda la metafísica por medio del cual el carácter de “a priori” del ser adquiere al mismo tiempo la distinción de ser condición. Heideggeriana: NiilismoEuropeu
Y es así como vamos a “plantear” aquí algunas cuestiones, y ello tanto más cuanto que hoy el preguntar ha caído en desuso a causa de ese afanoso ocuparse de “problemas”. Más aún, ocultamente Se trabaja en el desmontar el hacerse preguntas, con la intención de dar rango y prestancia a la crianza y cultivo de esa ausencia de preguntas que caracteriza a la fe del carbonero. Se declara lo sacro “LEY esencial” en el sentido que fuere, y con ello Se es tomado en serio (uno es tomado en serio) por la propia época, la cual a causa de su fragilidad y ausencia de enjundia tiene, sin duda, necesidad de ello. No se está (Se no está) ya por otra cosa sino por que el negocio, la afanosa ocupación con problemas, siga rodando sin obstáculos ni rozamientos, Se es mayor de edad para organizar el vivir en la mentira. La filosofía interpreta su propia corrupción como “resurrección de la metafísica”. Heideggeriana: Hermeneutica1923
Cuando Scheler (Zur Idee des Menschen, p. 346, 186) define al hombre como “intención y gesto de la ‘transcendencia’ misma”, como “buscador de Dios”, resulta que esto no se distingue básicamente del “tener respeto por” o “del respeto por” o del “respeto a” de Kant en tanto que un estar abierto para el deber como forma en que la LEY nos topa. Heideggeriana: Hermeneutica1923
Pero, una vez que se ha liberado de la idea de la creación, este orden también puede ser presentado de modo general e indeterminado como orden del mundo. En el lugar del orden de la creación teológicamente pensado aparece la posibilidad de planificación de todos los objetos por medio de la razón mundial, que se da a sí misma la LEY y por eso también exige la inmediata comprensibilidad de su proceder (lo que se entiende por “lógico”). Se da por hecho que la esencia de la verdverdad de la proposición reside en la conformidad del enunciado. También allí donde se emplean esfuerzos de una inutilidad sorprendente para tratar de explicar cómo pueda darse esa conformidad se presupone a ésta como esencia de la verdad. Así pues, la verdad enunciada siempre significa la coincidencia de la cosa presente con el concepto “racional” de su esencia. Parece como si esta definición de la esencia de la verdad siguiera siendo independiente de la interpretación de la esencia del ser de todo ente, que a su vez implica la correspondiente interpretación de la esencia del hombre como portador Y ejecutor del intellectus. Y, así, la fórmula de la esencia de la verdad (veritas est adaequatio intellectus et rei) adquiere esa validez universal que todo el mundo puede apreciar de inmediato. Dominados por la obviedad de este concepto de verdad, una obviedad que apenas se tiene en cuenta en sus fundamentos esenciales, también se toma en el acto como cosa obvia que la verdad tiene su contrario y que tiene que haber una no-verdad. La no verdad de la proposición (inconformidad) es la no coincidencia del enunciado con la cosa. La no verdad de la cosa (inautenticidad) significa la no concordancia de lo ente con su esencia. En los dos casos, la no verdad se puede concebir como un no concordar. Éste cae fuera de la esencia de la verdad. Por eso, en cuanto contrario de la verdad y cuando lo que importa es captar la esencia pura de la verdad, la no verdad puede dejarse a un lado. Heideggeriana: EssenciaVerdade
Al hombre de la ciudad una estadía en el campo, como se dice, a lo más lo “estimula”. Pero la totalidad de mi trabajo está sostenida y guiada por el mundo de estas montañas y sus campesinos. Ahora, mi trabajo allá arriba se ve interrumpido a menudo por largo tiempo debido a gestiones, viajes para dictar conferencias, discusiones y la actividad docente aquí abajo. Pero tan pronto retorno arriba se aglomera, ya desde las primeras horas de estadía en el albergue, todo el mundo de las antiguas preguntas y, por cierto, en el mismo cuño con que las dejé. Sencillamente soy trasladado al ritmo propio del trabajo y, en el fondo, no domino en ningún caso su LEY oculta. Los hombres de la ciudad se maravillan a menudo de este largo y monótono quedarse solo entre los campesinos y las montañas. Sin embargo, esto no es ningún mero quedarse solo; pero sí soledad. En verdad en las grandes ciudades el hombre puede quedarse solo como apenas le es posible en cualquier otra parte. Pero allí nunca puede estar a solas. Pues la auténtica soledad tiene la fuerza primigenia que no nos aísla, sino que arroja la existencia humana total en la extensa vecindad de todas las cosas. Heideggeriana: Provincia1933
El mundo de la ciudad está en peligro de sucumbir a una falsa creencia corruptora. Una impertinencia muy ruidosa y muy activa y muy delicada parece, a menudo, preocuparse por el mundo y la existencia del campesino. Pero con ello se niega precisamente lo que ahora sólo hace falta: mantener la distancia de la existencia campesina; abandonarla — ahora más que nunca — a su propia LEY; ¡fuera las manos!; para no arrastrarla en una falsa habladuría de literatos sobre lo popular y amor a la tierra. El campesino ni quiere ni necesita en ningún caso esta exagerada amabilidad ciudadana. Lo que ciertamente necesita y quiere es el tacto reservado respecto a su propio ser y a su independencia. Pero muchos de los procedentes de la gran ciudad y de los transeúntes — y no en último término los esquiadores — se comportan a menudo en el pueblo o en la casa del campesino como si se “divirtieran” en sus salones de recreo de la gran ciudad. Tal ajetreo destruye en una noche más de lo que puede fomentar jamás un adecenamiento científico de varios decenios sobre lo popular y las costumbres y usos del pueblo. Heideggeriana: Provincia1933
Se despertó a la consciencia que fe y saber, lenguaje y arte, poesía y educación, tienen sus raíces y medidas en el pueblo. Lo que determinaba la esencia del hombre era la esencia natural e histórica del espíritu de un pueblo (Volkgeist) y no las reglas de un mero entendimiento, ni los cálculos de una razón mundana que oscila libremente. Por entonces surgía, también, y no por azar, el término que designa lo popular o lo comunitario (Volkstum). Este nuevo saber y querer se extendió necesariamente también sobre el Estado. Éste no fue pensado más como fuerza ciega e unilateral, que se aprovecha de todo a través de ciertos actos violentos (Gewalttätige). Sino que el Estado fue previsto como una ordenación vital y una LEY, en la cual y por la cual el pueblo mismo conquistase su unidad y la seguridad de su duración. Heideggeriana: UniversidadeAlema2
Libertad tendrá para los alemanes, ahora, un sonido y sentido nuevos. Libertad significa: ligazón (Bindung) con la LEY del espíritu de un pueblo, la cual se ha de confirmar (s. herausstellt), de modo ejemplar, en las obras de poetas, pensadores y estadistas. Libertad significa: obligación ligada de ese modo con la voluntad del Estado. Libertad es responsabilidad para con el destino de un pueblo. Heideggeriana: UniversidadeAlema2
Pero ahora nos preguntamos: ¿Cómo es que surge mediante este nuevo espíritu de la libertad, y a partir de él, la Nueva Universidad Alemana? Libertad quiere decir: ligazón con la LEY del todo. Una ligazón semejante se cumple en el saber acerca del todo y de sus leyes, y en el querer de aquello. Saber y querer han de ser despertados, conducidos, consolidados y siempre renovados. Esto, empero, es el sentido y la tarea de la educación. En el despertar de esa nueva libertad en tanto ligazón se halla la exigencia interna por una nueva educación. La educación para el saber ocurre en la escuela. La educación para el supremo saber acerca de las leyes y los ámbitos de la existencia completa de un pueblo precisa de una escuela superior. De esa forma resulta el plan para la fundación de una Nueva Universidad. La que tendría que ser instalada allí, donde se reunía, por aquel entonces, el saber y el querer de la nueva libertad: en Berlín. Wilhelm von Humboldt fue llamado, entonces, por el rey de Prusia, a dirigir la enseñanza de la misma. En el breve lapso de su actividad pública (5-4 años) realizó efectivamente el plan dispuesto por los filósofos para la Universidad de Berlín, en el año de 1810. Heideggeriana: UniversidadeAlema2
La Nueva Universidad no fue erigida para mejorar la formación prácticotécnica de las profesiones. Tampoco con el objeto de corregir la enseñanza y las ciencias, sino que con esta nueva fundación, el estado ponía de manifiesto su voluntad de educar al pueblo mediante la universidad, yendo de su espíritu histórico hasta su propia esencia, para ligarlo con su propia LEY, esto es, para dejarlo libre y en eso conducirlo a la unidad. Heideggeriana: UniversidadeAlema2
Faltaba un poder originario, espiritualmente vinculante y unificador. La cosmovisión se convirtió en un asunto relativo al punto de vista del individuo, de los grupos y de los partidos. El sentido originario de la libertad como ligazón para con la LEY del espíritu de un pueblo se tornó en lo opuesto: lo arbitrario de las visiones y de la opinión del individuo. Heideggeriana: UniversidadeAlema2
Sólo quien oye de verdad y puede obedecer, puede también conducir (führen). Conductor, guía, (Führer) no es aquél, que está puesto antes que los otros (vor-gesetzt), aquel que con los demás puede oír de una manera más incondicional y obedecer de un modo más resuelto la LEY. Conductor es aquel, que hace más que los otros, porque es capaz de soportar más, aventurar más y sacrificar más. Heideggeriana: UniversidadeAlema2
De allí que la esencia del lenguaje acontezca originariamente y pura sólo ahí donde el ser del ente sea nombrado, por primera vez, y sea fundado con su nombrar — en el decir de la gran poesía. Ella es lenguaje original de un pueblo. Pero — apenas queda dicha, se ha abandonado también la palabra ya el llano repetir y mero desdecir. La palabra ha decaído. El lenguaje se ha convertido en habladuría. Y con ella se ha adueñado de todo la no-esencia del lenguaje. El lenguaje se abre paso como lenguaje de trato. En una mirada exclusiva sobre éste, se consolida la idea corriente de que el lenguaje es sólo un medio de entendimiento y nada más que eso. El decir habitual del discurso cotidiano se ha convertido en la regla. Con esto la poesía se torna entonces en la excepción de la regla, en tanto que, la poesía es, en verdad, en su originariedad, la LEY del decir y lo restante no es nada más que consecuencia y caída. Heideggeriana: FilosofiaAlema
Nosotros somos — como dijo Hölderlin — un diálogo, es decir, interpelados por los dioses y estamos puestos bajo su apelación (An-spruch). — Los dioses no traen al habla, si es que somos y cómo lo seamos, si respondemos al ente y sus potencias y cómo lo hagamos, si es que nos a-signamos su LEY o si la negamos. Heideggeriana: FilosofiaAlema
La poesía como instauración del ser tiene una doble vinculación. En vista de esta LEY íntima, aprehendemos por primera vez de un modo total su esencia. Heideggeriana: EssenciaPoesia
Así, la esencia de la poesía está encajada en el esfuerzo convergente y divergente de la LEY de los signos de los dioses y la voz del pueblo. El poeta mismo está entre aquéllos, los dioses, y éste, el pueblo. Es un “proyectado fuera”, fuera en aquel entre, entre los dioses y los hombres. Pero sólo en este entre y por primera vez se decide quién es el hombre y dónde se asienta su existencia, “Poéticamente el hombre habita esta tierra.” Heideggeriana: EssenciaPoesia
Physis quiere decir: brotar, surgir — asi como el brotar de una rosa — , el salir a la luz, mostrar-se, aparecer; aparecer — del mismo modo que cuando decimos: que un libro ha aparecido, que está ahí. Physis como para el Ser dice para los griegos: estar ahí puesto en el mostrarse. El ente, es decir, lo que se alza en si mismo ahí adelante; las estatuas de los griegos y sus templos traen la existencia de este pueblo recién a su ser, al patente y vinculante estarse ahí adelante; no se trata ni de imitación, ni de expresión, sino de la posición fundante y de la LEY de su ser. Heideggeriana: EuropaFilosofia
Ellos piensan juntos el ser con la apariencia y el devenir con la consistencia (Beständigkeit), del mismo modo como ya en el dicho más antiguo fueran pensados a una díke y adikía. Díke es el ajuste, el ensamblaje en el ensamble de la LEY; adikía, lo desajustado, el salirse del ajuste, la contrariedad de la no-esencia de las cosas, que es igual de poderosa que su esencia. Heideggeriana: EuropaFilosofia
La esencia de lo matemático es el autoponerse lo más altos principios, a partir de los cuales y según los cuales toda otra posición se sigue necesariamente. Con ello se toma lo matemático de un modo tan amplio y esencial, que ya no tiene siquiera relación con el número y el espacio. Estos devienen recién regiones de lo matemático en un sentido más estrecho, porque permiten de un modo especial una mathesis respecto de lo cuantitativo. Y ya que eso que es, se determina a partir del pensar, el pensar y la LEY fundamental del decir y del hablar, el principio de contradicción, no solo tienen que transformarse en LEY del resultado que ha sido pensado, sino en la determinación del ser. Heideggeriana: EuropaFilosofia
Pero desde el momento en que un mundo se abre, la tierra comienza a alzarse. Se muestra como aquella que todo lo soporta, como aquella que se esconde en su LEY y se cierra constantemente a sí misma. El mundo exige su decisión y su medida y hace que lo ente alcance el espacio abierto de sus vías. Mientras soporta y se alza la tierra aspira a mantenerse cerrada confiándole todo a su LEY. El combate no es un rasgo en el sentido de una desgarradura, de una mera grieta que se rasga, sino que es la intimidad de la mutua pertenencia de los contendientes. Este rasgo separa a los contrincantes llevándolos hacia el origen de su unidad a partir del fundamento común. Es el rasgo o plano fundamental. Es el rasgo o perfil que dibuja los trazos fundamentales de la eclosión del claro de lo ente. Este rasgo no rasga o separa en dos a los contrincantes, sino que lleva la contraposición de medida y límite a un rasgo o contorno único. Heideggeriana: ObraArte
Querer es la lúcida resolución de un ir más allá de sí mismo en la existencia que se expone a la apertura de lo ente que aparece en la obra. Así es como se encamina lo que está dentro hacia la LEY. El cuidado por la obra es, como saber, el lúcido internarse en lo inseguro de la verdad que acontece en la obra. Heideggeriana: ObraArte
La desmedida del sólo ente, del no ente en su totalidad y lo insólito del ser, por lo que se busca a los dioses al interior del ente. Cuando se busca y no se encuentra y por ello se introduce por la fuerza en forzadas maquinaciones, ninguna libertad del retenido esperar y poder aguardar de un encuentro y una seña. La nobleza de ensamble y el vigor de la confianza en la seña, la rencorosa furia de lo terrible, sea ser-ahí el orden más íntimo, del cual la impugnación recién toma su LEY. Eclipsa a todo el que sale al encuentro y recién nos hace experimentar lo simple de lo esencial. El orden es lo más simple que se muestra y de buena gana es falsamente mirado como algo “al lado” y “por encima” de los fenómenos, es d. no visto. Heideggeriana: EreignisFuturos
En estas señales se señala la LEY del último dios, la LEY de la gran singularización en el ser-ahí, de la soledad de la ofrenda, de la singularidad de la elección del más breve y escarpado trayecto. Heideggeriana: EreignisDeus
La ciencia se convierte en investigación gracias al proyecto y al aseguramiento del mismo en el rigor del proceder anticipador. Pero proyecto y rigor sólo se despliegan y convierten en lo que son en el método. Éste determina el segundo carácter esencial para la investigación. A fin de que el sector proyectado se torne objetivo hay que empujarlo a salir al encuentro en toda la multiplicidad de sus niveles e imbricaciones. Por eso, el proceder anticipador debe tener la vista libre para la variabilidad de lo que se encuentra. La plenitud de lo particular y de los hechos sólo se muestra en el horizonte de la constante renovación de la transformación. Pero los hechos deben tornarse objetivos, por eso el proceder anticipador debe representar lo variable en su transformación, conseguir fijarlo, dejando al mismo tiempo que el movimiento sea un movimiento. La fijación de los hechos y la constancia de su variación como tal, es la regla. Lo constante de la transformación en la necesidad de su transcurso, es la LEY. Sólo en el horizonte de regla y LEY adquieren claridad los hechos como los hechos que son. La investigación de hechos en el ámbito de la naturaleza es, en sí, exposición y preservación de reglas y leyes. El método por el que un sector de objetos llega a la presentación tiene el carácter de una clarificación a partir de lo claro, de una aclaración. Esta aclaración tiene siempre dos lados. Fundamenta algo desconocido por medio de algo conocido y, al mismo tiempo, garantiza eso conocido por medio de eso desconocido. La aclaración se lleva a cabo en la exploración o examen. En las ciencias de la naturaleza esto tiene lugar, según el tipo de campo de examen y la intención de la aclaración, por medio del experimento. Pero no es que las ciencias de la naturaleza se conviertan en investigación gracias al experimento, sino que es precisamente el experimento aquel que sólo es posible, única y exclusivamente, en donde el conocimiento de la naturaleza se ha convertido en investigación. La física moderna puede ser experimental gracias a que es esencialmente una física matemática. Como ni la doctrina medieval ni la episteme griega son ciencia en el sentido de la investigación, no hay experimento en ellas. Es verdad que fue Aristóteles el primero que comprendió lo que significa empeiria (experiencia), esto es, la observación de las cosas en sí mismas y de sus propiedades y transformaciones bajo condiciones cambiantes y, por tanto, el conocimiento del modo en que las cosas suelen comportarse por regla general. Pero una observación que tiene como meta semejante conocimiento, el experimentum, es esencialmente distinta de lo que distingue a la ciencia en cuanto investigación, esto es, del experimento de la investigación, y ello incluso cuando las observaciones de la Antigüedad o la Edad Media utilizaban números y medidas, incluso cuando la observación se ayuda de determinados dispositivos e instrumentos, porque sigue faltando por completo lo auténticamente decisivo del experimento. El experimento comienza poniendo como base una LEY. Disponer un experimento significa representar una condición según la cual un determinado conjunto de movimientos puede ser seguido en la necesidad de su transcurso o, lo que es lo mismo, puede tornarse apto a ser dominable por medio del cálculo. Pero la disposición de la LEY se lleva a cabo desde la perspectiva que se dirige al rasgo fundamental del sector de objetos. Éste es el que ofrece la medida y vincula a la condición el representar anticipador. Esta representación en la que y por la que se inicia el experimento no es una imaginación arbitraría. Por eso decía Newton: hypotheses non fingo, las hipótesis no se piensan de modo arbitrario. Se desarrollan a partir del rasgo fundamental de la naturaleza y están inscritas en él. El experimento es ese procedimiento llevado y dirigido en su disposición y ejecución por la LEY que se establece como hipótesis a fin de producir los hechos que confirman o niegan la LEY. Cuanto más exactamente se haya proyectado el rasgo fundamental de la naturaleza, tanto más exacta será la posibilidad del experimento. Por eso es completamente imposible que el escolástico medieval Roger Bacon, que tan a menudo se invoca, sea el precursor del moderno investigador experimental, limitándose a ser el sucesor de Aristóteles. En efecto, mientras tanto y debido al cristianismo, la auténtica posesión de la verdad ha sido trasladada a la fe, a la consideración de las Escrituras y de la doctrina de la Iglesia como verdaderas. El supremo conocimiento y doctrina es la teología, en tanto que interpretación de las divinas palabras de la Revelación plasmada en las Escrituras y proclamada por la Iglesia. Aquí, conocer no es investigar, sino comprender correctamente la palabra que establece la norma y la palabra de las autoridades que la proclaman. Es por este motivo por lo que, durante la Edad Media, en la adquisición de conocimiento adquiere la supremacía la explicación de las palabras y las opiniones doctrínales de las distintas autoridades. El componere scripta et sermones, el argumentum ex verbo, es decisivo y al mismo tiempo es el motivo por el que la filosofía platónica y aristotélica tuvo que convertirse en dialéctica escolástica. Si luego Roger Bacon exige el experimentum — y realmente lo exige —, no se está refiriendo al experimento de la ciencia en tanto que investigación, sino que lo que exige es en lugar del argumentum ex verbo el argumentum ex re, esto es, en lugar del debate sobre las opiniones doctrinales, la observación de las cosas mismas, la empeiria aristotélica. Heideggeriana: ImagemMundo
Ahora bien, el moderno experimento de la investigación no es sólo una observación más exacta desde el punto de vista del grado y el campo que abarca, sino que se trata de un método esencial mente diferente en cuanto a su tipo de confirmación de la LEY en el marco y al servicio de un proyecto exacto de la naturaleza. En las ciencias históricas del espíritu, el equivalente de este experimento de la investigación de la naturaleza es la crítica de fuentes. Este nombre designa aquí al conjunto constituido por la búsqueda, selección, confirmación, valoración, preservación e interpretación de las fuentes. Es verdad que la explicación histórica basada en la crítica de las fuentes no pretende conducir los hechos a leyes y reglas, pero tampoco se limita a una mera descripción de los hechos. Tanto en las ciencias históricas como en las ciencias de la naturaleza, el método tiene como meta representar aquello que es constante y convertir la historia en un objeto. La historia sólo puede tornarse objetiva si es pasada. Aquello que es constante en el pasado, aquello que permite que la explicación histórica reúna lo único y lo múltiple, es aquello que siempre ha sido ya, lo comparable. En la permanente comparación de todo con todo, se puede hacer el cálculo de lo comprensible y confirmarlo y consolidarlo como rasgo fundamental de la historia. El sector de la investigación histórica sólo se extiende hasta donde alcanza la explicación histórica. Lo singular, lo raro, lo simple, en definitiva, lo grande de la historia, nunca es algo que se entiende de por sí y por eso mismo siempre permanece inexplicable. La investigación histórica no niega la grandeza de la historia, sino que la explica como excepción. En esta explicación lo grande se mide por el rasero de lo habitual y estándar. Y tampoco puede haber otra explicación histórica, mientras explicar signifique reducir a lo comprensible y mientras la ciencia histórica siga siendo una investigación, es decir, una explicación. Es precisamente porque la ciencia histórica, en tanto que investigación, proyecta y objetiva el pasado en el sentido de un conjunto de efectos explicable y visible, por lo que exige como instrumento de objetivación la crítica de las fuentes. En la medida en que la ciencia histórica se aproxima al periodismo, también dicha crítica cambia de criterios. Heideggeriana: ImagemMundo
(9) ¿Cómo es posible que lo ente se interprete de forma señalada como subjectum y en consecuencia lo subjetivo pase a dominar? Porque hasta Descartes, e incluso dentro de su metafísica, lo ente, en la medida en que es un ente, es un sub-jectum (hypokeimenon), eso que yace por sí mismo ahí delante y que, como tal, al mismo tiempo es el fundamento de sus propiedades constantes v sus estados cambiantes. La preeminencia de un sub-jectum destacado por ser incondicionado desde un punto de vista esencial (subyaciendo como fundamento), nace de la aspiración del hombre a un fundamentum absolutum inconcussum veritatis (de un fundamento de la verdad, en el sentido de la certeza, que reposa en sí mismo y es inquebrantable). ¿Por qué y cómo llega esta exigencia a adquirir su decisiva validez? La aspiración nace de aquella liberación por la que el hombre se libera a sí mismo del poder vinculante de la verdad cristiana revelada y la doctrina de la Iglesia en favor de una normativa que se basa en sí misma y se dispone para sí misma. Por esta liberación se replantea nuevamente la esencia de la libertad, esto es, el hecho de estar atado a una obligación vinculante. Pero como, de acuerdo con esta libertad, el hombre que se autolibera es el mismo que dispone la obligación vinculante, a partir de entonces ésta puede determinarse de distintas maneras. Lo vinculante puede ser la razón humana y su LEY o lo ente dispuesto y ordenado de manera objetiva a partir de dicha razón o aquel caos aún no ordenado que, como todavía tiene que ser domeñado por la objetivación, exige serlo de hecho en una época. Heideggeriana: ImagemMundo
El libro La voluntad de poder de que disponemos evidentemente no reproduce el curso de pensamientos de Nietzsche hacia la voluntad de poder, ni en lo que hace a su integridad, ni, sobre todo, a lo más propio de su andar y a la LEY que rige sus pasos; alcanza, sin embargo, para servir de base para un intento de volver a recorrer ese camino y para pensar en su curso el pensamiento único de Nietzsche. Sólo que para ello tenemos que liberarnos de antemano y en general del ordenamiento que se ofrece en el libro. Heideggeriana: VontadePoder
Baste con esta advertencia previa para quitarle a nuestro proceder la apariencia de arbitrariedad y discontinuidad. Diferenciaremos siempre y de modo riguroso entre el libro confeccionado posteriormente con el título La voluntad de poder y el oculto curso de pensamientos hacia la voluntad de poder, cuya LEY y estructura interna trataremos de repensar. Puesto que no queremos leer el libro La voluntad de poder sino que tenemos que recorrer el curso de pensamientos que conduce hacia la voluntad de poder, abrimos el libro en un sitio muy determinado. Heideggeriana: VontadePoder
Por eso podemos ya suponer que “caos” no es para Nietzsche un término que exprese un desorden cualquiera en el campo de las sensaciones sensibles, y quizás ni siquiera un desorden en ningún sentido. Caos es el nombre para la vida que vive corporalmente, para la vida en cuanto vida corporal tomada en gran escala. Con caos Nietzsche no alude a lo simplemente confuso en lo que hace a su confusión, ni a lo no ordenado como consecuencia de la negligencia de todo orden, sino a aquello que impulsa, fluye y se mueve y cuyo orden esta oculto, cuya LEY no conocemos de modo inmediato. Heideggeriana: VontadePoder
Dentro del círculo de sus acepciones modernas, “caos” tiene un doble significado: entendido en su sentido propio y absoluto, la palabra significa para Nietzsche el “mundo” en su totalidad, la plenitud indómita y que se sobrepuja de modo inagotable de aquello que se crea y se destruye a sí mismo (n.1.067), sólo dentro de la cual lo que es LEY y lo que no lo es se forma y se desintegra. Tomado superficialmente, “caos” significa eso mismo, pero en la apariencia más inmediata de confusión y de hervidero con la que sale al encuentro a los seres vivientes individuales; estos seres vivientes, pensados de modo leibniziano, son “espejos vivientes”, “puntos metafísicos” en los que la totalidad del mundo se recoge y muestra en la delimitada claridad de una correspondiente perspectiva. Al tratar de aclarar cómo se llega a poner el caos como lo que es cognoscible y tiene que ser conocido, nos topamos de improviso con el que conoce, con el ser viviente que aprehende el mundo y se apodera de él. No es una casualidad, porque lo cognoscible y lo cognoscente se determinan en su respectiva esencia de modo unitario a partir del mismo fundamento esencial. El conocer no es como un puente que en algún momento y secundariamente une dos orillas de un río que subsisten por sí, sino que es él mismo un río que al fluir crea las orillas y las vuelve una hacia otra de un modo más originario que lo que pueda nunca hacerlo un puente. Heideggeriana: VontadePoder
Así pues, la razón, como lo fue viendo Kant de manera cada vez más clara en el curso de su pensamiento, es en su esencia “razón práctica”, lo que quiere decir: percepción proyectante de lo que en sí mismo tiende a posibilitar la vida. Proyectar la LEY moral en la razón práctica quiere decir: posibilitar el ser hombre como persona, la cual está determinada por el respeto ante la LEY. La razón despliega sus conceptos y categorías de acuerdo con la correspondiente dirección del aseguramiento de la existencia consistente. O sea: no es la razón misma, no es su esencia la que se desarrolla a partir de la necesidad de dominar el caos, sino que ella ya es en sí misma percepción del caos en la medida en que lo que embiste como algo confuso sólo se vuelve perceptible en el campo visual del orden y la consistencia y, en consecuencia, al ser lo que acosa de tal o cual manera, sugiere y exige esta o aquella fijación, esta o aquella formación de esquema. Heideggeriana: VontadePoder
Esta proposición no contiene una explicación darwinista del surgimiento de la facultad de la razón, sino que describe aquello en lo que Nietzsche ve la esencia de la razón y del conocer, y esto es: la praxis como ejercicio de la vida, ejercicio que permite que el viviente persevere en una consistencia al llevar a que presencie algo que ha sido fijado. Pero lo fijo quiere decir — según el sentido de la tradición — el ente. Representar el ente, pensar racionalmente, es la praxis de la vida, el originario aseguramiento de la existencia consistente de sí mismo. Hacer que lo objetivo se detenga en un estar y aferrarlo en la re-presentación, o sea, la “formación de conceptos”, no es una ocupación especial y secundaria de un entendimiento teórico, no es algo ajeno a la vida, sino LEY fundamental del ejercicio humano de la vida en cuanto tal. Heideggeriana: VontadePoder
Nietzsche quiere decir: hay casos en los que no podemos contradecir; esto significa: casos en los que no podemos entregarnos a una contradicción, sino que tenemos que evitarla. En tales casos no podemos afirmar y negar lo mismo. Tenemos la constricción de hacer lo uno o lo otro. Podemos, por supuesto, afirmar y negar una y la misma cosa, pero no al mismo tiempo y en el mismo respecto. En este no poder reina una constricción. ¿De qué tipo es esta constricción? La constricción de hacer lo uno o lo otro es — dice Nietzsche — “subjetiva”, una constricción que está en la constitución del sujeto humano; y esta constricción subjetiva de evitar la contradicción para simplemente poder pensar sobre un objeto, es “biológica”. El principio de no contradicción, la regla que dicta evitar la contradicción, es la LEY fundamental de la razón, LEY fundamental en la que, por lo tanto, se expresa la esencia de la razón. El principio de no contradicción no dice, sin embargo, que “en verdad”, es decir en realidad, algo contradictorio no pueda ser nunca al mismo tiempo real, sino que sólo dice que el hombre está constreñido a pensar así por razones “biológicas”; dicho de modo simplificado, el hombre tiene que evitar la contradicción para escapar a la confusión y al caos, o bien para dominarlos imponiéndoles la forma de lo que carece de contradicción, es decir, de lo unitario y en cada caso idéntico. Así como determinados animales marinos, como por ejemplo las medusas, desarrollan y extienden sus instrumentos prensiles, así también el animal “hombre” emplea la razón y su instrumento prensil, el principio de no contradicción, para orientarse en su ambiente y asegurar así su propia existencia consistente. Heideggeriana: VontadePoder
La LEY fundamental de la razón fue enunciada y discutida por primera vez de manera completa y explícita como el axioma de todos los axiomas por Aristóteles. Su exposición nos ha llegado en el libro IV de la Metafísica (Met. IV, 3-10). Heideggeriana: VontadePoder
¿De dónde toma su LEY esta originaria posición de un criterio? ¿Es un ciego azar, llevado a cabo alguna vez por alguien y que desde entonces resulta vinculante por razón de esa facticidad? No, pues en ese caso se habría introducido de nuevo de modo subrepticio, cambiando sólo su forma, una determinación esencial del ser basada en la funesta apelación a un ente que ya está allí delante y está asegurado como tal. El ente sería, en ese caso, el “principio” que está de hecho allí delante y es “universalmente” reconocido. Pero la esencia de este principio (Satz) se determina a partir del tipo de posición (Setzung) que en él impera. La posición del criterio para lo que debe poder valer como ente que se encuentra en el principio de no contradicción es un “imperativo”, o sea una orden. De este modo nos vemos trasladados a una región totalmente diferente. Heideggeriana: VontadePoder
2) En base a lo expuesto hasta ahora, ¿cómo podemos hacer comprensible el carácter de orden del conocer? La interpretación del principio de no contradicción dio como resultado: el trazado de un horizonte que da la medida, la delimitación de lo que quiere decir ente y de lo que de cierto modo rodea el ámbito de todo ente singular, ese trazado de horizonte es un imperativo. ¿Cómo se hace concordar esto con lo que surgió de la nota n. 515 como esencia de la razón, o sea con el carácter inventivo del conocer? Ordenar e inventar, mandar y configurar en un libre juego, ¿no se excluyen mutuamente como el agua y el fuego? Probablemente, o más bien ciertamente, mientras nuestros conceptos de ordenar e inventar no vayan más allá de su sentido más conocido y corriente. En efecto, en este caso hablamos ya de ordenar cuando simplemente se transmite lo que se denomina una orden, una “orden” que quizás sólo tenga el nombre de tal y en realidad no lo sea, en el supuesto, claro, de que comprendamos el ordenar en su esencia y a ésta sólo la encontremos allí donde una posibilidad de comportamiento (Verhalten) y de actitud (Haltung) es elevada por vez primera a LEY, cuando se la crea en cuanto LEY. Entonces, la palabra “orden” no significa sólo el anuncio de una exigencia y el requerimiento de que se la cumpla. Heideggeriana: VontadePoder
Ordenar es, previamente, instituir y tener la osadía de esa exigencia, es el descubrimiento de su esencia — descubrimiento que crea la exigencia misma — y la posición de su derecho. Este ordenar tomado en un sentido esencial es siempre más difícil que la obediencia en el sentido de acatar la orden ya dada. El auténtico ordenar es un obedecer frente a lo que reclama ser asumido con responsabilidad libre, cuando no directamente creado. El ordenar esencial es el primero en poner el hacia dónde y el para qué. Ordenar en cuanto anuncio de una exigencia ya formulada y ordenar en cuanto institución de esa exigencia y asunción de la decisión implícita en ella, son dos cosas fundamentalmente diferentes. El ordenar y el poder ordenar originarios surgen siempre de una libertad, son siempre una forma fundamental del auténtico ser libre. La libertad — en el sencillo y profundo sentido en que Kant comprendió su esencia — es en sí misma inventar, fundar sin fundamento un fundamento, de modo que ella misma se dé la LEY de su esencia. Pero no otra cosa significa ordenar. Heideggeriana: VontadePoder
¿Libre de qué? ¿Qué le importa eso a Zaratustra? Pero que tu ojo me anuncie con claridad: ¿libre para qué? ¿Puedes darte a ti mismo tu mal y tu bien y poner sobre ti tu voluntad como una LEY? ¿Puedes ser juez para ti mismo y vengador de tu LEY? Es terrible estar solo con el juez y vengador de la propia LEY. Así se ve arrojado un astro al espacio desierto y al gélido aliento de la soledad. Heideggeriana: VontadePoder
La justicia es aquello en lo que se funda la vida que se sustenta en sí misma. El tener-por-verdadero recibe su LEY y su regla de la justicia. Ésta es el fundamento esencial de la verdad y del conocimiento, aunque, por supuesto, sólo si pensamos “la justicia” de modo metafísico en el sentido de Nietzsche y tratamos de comprender en qué medida alude a la constitución de ser de lo viviente, es decir del ente en su totalidad. Heideggeriana: VontadePoder
El concepto platónico del bien no contiene, sin embargo, el pensamiento del valor. Las ideas de Platón no son valores; en efecto, el ser del ente no ha sido aún proyectado como voluntad de poder. No obstante, Nietzsche, desde su posición metafísica fundamental, puede interpretar la comprensión platónico del ente, las ideas y por lo tanto lo suprasensible, como valores. En esta interpretación, toda la filosofía desde Platón se convierte en metafísica de los valores. El ente en cuanto tal se comprende en su totalidad desde lo suprasensible y se reconoce a éste, al mismo tiempo, como lo verdaderamente ente, ya sea lo suprasensible en el sentido del Dios creador y redentor del cristianismo, la LEY moral, o la autoridad de la razón, el progreso, la felicidad de la mayoría. En todos los casos, lo sensible que está allí delante se mide respecto de algo deseable, de un ideal. Toda metafísica es platonismo. El cristianismo y las formas de su secularización moderna son “platonismo para el pueblo” (VII, 5). Lo deseable lo piensa Nietzsche como “valores supremos”. Toda metafísica es un “sistema de estimaciones de valor o, como dice Nietzsche, una moral, “entendida como doctrina de las relaciones de dominio bajo las que se origina el fenómeno “vida”” (Más allá del bien y del mal, n. 19). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Puesto que la dominación del caos desde la nueva posición de valores ya está puesta por ésta bajo la LEY de la totalidad, toda participación humana en la ejecución del nuevo orden tiene que llevar en sí la marca de la totalidad. Con el nihilismo aflora históricamente el dominio de lo “total”. En ello se manifiesta el rasgo fundamental, que pugna por salir a luz, de la esencia propiamente afirmativa del nihilismo. La totalidad no significa nunca, por cierto, un mero acrecentamiento de lo parcial, pero tampoco es la exageración de lo habitual, como si lo total pudiese conseguirse jamás por medio de una ampliación y alteración cuantitativa de lo ya existente. La totalidad se funda siempre en la decisión anticipadora de una inversión esencial. Por eso también fracasa todo intento de computar lo nuevo que surge de la inversión incondicionado empleando los medios de los modos de pensar y experimentar existentes hasta el momento. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Si el ente en cuanto tal es voluntad de poder y lo por lo tanto devenir eterno, pero la voluntad de poder exige la carencia de meta y excluye el progresar infinito hacia un fin en sí, si al mismo tiempo el devenir eterno de la voluntad de poder es limitado en cuanto a sus posibles formas y configuraciones de dominio, puesto que no puede ser infinitamente nuevo, entonces el ente en cuanto voluntad de poder en su totalidad tiene que hacer que retorne lo mismo y el retorno de lo mismo tiene que ser eterno. Esta “circulación” contiene la “LEY originaria” del ente en su totalidad si el ente en cuanto tal es voluntad de poder. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
El representar que se representa es, sin embargo, capaz de decidir de ese modo sobre la entidad del ente sólo porque no se rige solamente, en cuanto tribunal, por una LEY, sino que él mismo da ya la LEY del ser. El representar es capaz de dar esta LEY sólo porque la posee en la medida en que previamente se ha convertido a sí mismo en LEY. El desplazamiento de la estructura esencial del anterior representar consiste en que el llevar-ante-sí que re-presenta todo lo que le sale al encuentro se instaura a sí mismo como el ser del ente. La consistencia del presenciar, es decir, la entidad, consiste ahora en la representatividad por y para este re-presentar, es decir, en éste mismo. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Sólo ahora resulta clara la exigencia del prólogo de Zaratustra: “¡Que vuestra voluntad diga: sea el superhombre el sentido de la tierra!”. El ser dicho en este “sea” tiene el carácter de una orden y, puesto que la orden es por esencia voluntad de poder, es él mismo del tipo de la voluntad de poder. “Que vuestra voluntad diga” quiere decir ante todo: que vuestra voluntad sea voluntad de poder. Pero ésta, en cuanto principio de la nueva posición de valores, es el fundamento de que el ente ya no sea el más allá suprasensible sino la tierra de aquí, como objeto de la lucha por el dominio terrestre, y de que el superhombre se vuelva el sentido y la meta de tal ente. Meta no alude ya al fin existente “en sí” sino que quiere decir lo mismo que valor. El valor es la condición condicionada por la propia voluntad de poder para ella misma. La condición suprema de la subjetividad es ese sujeto en el que ella misma pone su voluntad incondicionada. Esta voluntad dice y pone lo que sea el ente en su totalidad. De la LEY de esta voluntad toma Nietzsche estas palabras: “Toda la belleza y todo lo sublime que le hemos prestado a las cosas reales e imaginadas quiero reivindicarlos como propiedad y producto del hombre: como su más bella apología. El hombre como poeta, como pensador, como dios, como amor, como poder: ¡ay por la real generosidad con la que ha obsequiado a las cosas para empobrecerse y sentirse miserable! Este era hasta ahora su mayor desprendimiento, que admiraba y adoraba y sabía ocultarse que era él el que había creado eso que admiraba.” (La voluntad de poder, epígrafe al libro segundo, 1887-1888) Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
La aparente inaprehensibilidad del superhombre muestra la agudeza con la que es comprendida, a través de este auténtico sujeto de la voluntad de poder, la aversión esencial a toda fijación que distingue a la esencia del poder. La grandeza del superhombre, que no conoce el estéril aislamiento de la mera excepción, consiste en que pone la esencia de la voluntad de poder en la voluntad de una humanidad que, en tal voluntad, se quiere a sí misma como señora de la tierra. En el superhombre hay “una jurisdicción propia que no tiene ninguna instancia por encima de ella” (La voluntad de poder, n. 962). La ubicación y la especie del individuo, de las comunidades y de su relación recíproca, el rango y la LEY de un pueblo y de los grupos de pueblos se determinan de acuerdo con el grado y el modo de la fuerza imperativa desde la que se ponen al servicio de la realización del dominio incondicionado del hombre sobre sí mismo. El superhombre es el tipo de esa humanidad que por vez primera se quiere a sí misma como tipo y se acuña ella misma como tal tipo. Para eso se precisa, sin embargo, el “martillo” con el que se estampe y endurezca ese tipo y se destroce todo lo habido hasta el momento por serle inadecuado. Por eso, en uno de los planes de su “obra capital”, Nietzsche comienza así la parte final: “Libro cuarto: El martillo. ¿Cómo tienen que estar formados los hombres que valoren de modo inverso?” (XVI, 417; 1886). En uno de los últimos planes, el “eterno retorno de lo mismo” es aún la determinación del ente en su totalidad que todo lo domina; la parte conclusivo se titula allí: “Los inversos. Su martillo “la doctrina del retorno”” (XVI, 425). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Por lo tanto, sólo en la metafísica de la voluntad de poder la nueva libertad comienza a elevar su plena esencia a LEY de una nueva legalidad. Con esta metafísica, la nueva época se eleva por vez primera al dominio completo de su esencia. Lo que le precede es un preludio. Por ello, la metafísica moderna sigue siendo hasta Hegel interpretación del ente en cuanto tal, ontología, cuyo logos se experimenta de modo cristiano-teológico como razón creadora y se funda en el espíritu absoluto (onto-teo-logía). Sin duda, el cristianismo aún sigue siendo en adelante un fenómeno histórico. Por medio de modificaciones, acomodaciones y compromisos se reconcilia en cada caso con el nuevo mundo y con cada uno de sus progresos renuncia de modo más decisivo a su anterior fuerza conformadora de historia; pues la explicación del mundo que reivindica está ya fuera de la nueva libertad. Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
¿Hasta dónde mira en torno? En todo caso “ve más allá de las pequeñas perspectivas del bien y del mal”. “Bien y mal” son los nombres que designan los puntos de vista de la posición de valores habida hasta el momento, que reconoce como LEY vinculante algo suprasensible en sí. La mirada que atraviesa abriéndose sobre los valores hasta el momento supremos es “pequeña”, a diferencia de la grandeza del “gran estilo”, en el que se prefigura el modo en el que la transvaloración nihilista-clásica de todos los valores habidos hasta el momento se convierte en el rasgo fundamental de la historia que comienza. El poder que mira lejos en torno a sí, en cuanto poder perspectivista, es decir que pone valores, supera todas las perspectivas habidas hasta el momento. Es aquello de lo que parte la nueva posición de valores y que predomina en toda nueva posición de valores: el principio de la nueva posición de valores. El poder que mira lejos en torno a sí es la voluntad de poder que se reconoce a sí misma. En una lista de lo que hay que pensar “Para la historia del ofuscamiento moderno”, se indica de modo conciso: “Justicia como voluntad de poder (adiestramiento)” (La voluntad de poder, n. 59). Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Queda aún la pregunta acerca de qué pueblos y qué humanidad estarán sometidos de modo definitivo y anticipador a la LEY de la pertenencia a este rasgo fundamental de la incipiente historia del dominio de la tierra. Ya no es, en cambio, una pregunta sino que está decidido, lo que Nietzsche apuntó alrededor de 1881-1882, cuando, después de Aurora, le asaltó el pensamiento del eterno retorno de lo mismo. “Se acerca la época en la que se emprenderá la lucha por el dominio de la tierra, se la emprenderá en nombre de doctrinas filosóficas fundamentales.” (XII, 207) Heideggeriana: MetafisicaNietzsche
Pero esta crítica al pensamiento de Hegel formulada bastante a menudo aún por parte “filosófica” no piensa de ninguna manera filosóficamente. Pasa plenamente por alto el que la síntesis es lo fundamental y conductor, que desde la violencia de la elevación ante todo reinante está circunscrito el ámbito de lo que merece el conservare y que por ello exige un tollere. Para poder llevar a presentación el curso de la conciencia en su aparecer, el pensar presentativo tiene ante todo que pensar la síntesis y a partir de ella recién pensar la tesis y antítesis. Pero esta síntesis en tanto absoluta no es “hecha” por nosotros sino sólo realizada. Pues la síntesis y la elevation absoluta es ya como lo que Hegel nombra en el primer parágrafo de la “Introducción”, cuando dice dos cosas: El absoluto está ya en nosotros; el conocimiento es el rayo como el cual la verdad misma (el absoluto) nos toca. Sí se deja de atender a esto, en tanto se desconoce “la (absoluta) violencia” (WW II, 60), que reina ya en la esencia de la conciencia, entonces es vano todo intento de reflexionar acerca del curso de la conciencia y de saber la LEY interna del proceso del curso. Heideggeriana: HegelFenomenologia
La “alegoría de la caverna” ilustra, según la unívoca enunciación platónica, la esencia de la “cultura”. Por el contrario, la interpretación de la “alegoría” ahora intentada debe apuntar a la “teoría” platónica de la verdad. ¿No se verá, de este modo, la “alegoría” sobrecargada con algo que le es extraño? La interpretación amenaza con degenerar en una violenta contra-interpretación. Parezca esto así, hasta tanto se haya afirmado la comprensión de que el pensar de Platón se somete a una mutación de la esencia de la verdad, mutación que deviene LEY oculta de lo que el pensador expresa. Según la necesaria interpretación de una futura necesidad, la “alegoría” no sólo ilustra la esencia de la cultura, sino que, al mismo tiempo, ella abre la mirada hacia una mutación esencial de la “verdad”. ¿No tiene entonces que existir, dado que la “alegoría” puede mostrar a ambas, una relación esencial entre la “cultura” y la “verdad”? Esta relación existe de hecho, y ella consiste en que la esencia de la verdad y el modo de su mutación hace posible la “cultura” en su conexión fundamental. Heideggeriana: PlatoVerdade
Se traduce to agathón mediante la expresión aparentemente inteligible de “el bien”. Se piensa en ella generalmente el “bien moral”, llamado así porque es conforme a la LEY moral, interpretación ésta que es ajena al pensar griego, por más que Platón, al interpretar el agathón como idea, haya dado la base para pensar “el bien” como “bien moral” y, finalmente, registrarlo erróneamente como un “valor”. El concepto de valor que prospera en el siglo XIX como intrínseca consecuencia de la moderna concepción de la “verdad” es el más tardío y a la vez el más endeble retoño del agathón. En tanto “el valor” y la interpretación en base a los “valores” sustentan la metafísica de Nietzsche, y esto en la forma incondicionada de una “transvaluación de todos los “valores”, es también Nietzsche, en virtud de que para él todo saber procede del origen metafísico del “valor”, el platónico más desenfrenado en la historia de la metametafísica occidental. Vale decir, en tanto él concibe el valor como la condición puesta por la “vida misma” para la posibilitación de la “vida”, Nietzsche ha asido la esencia del agathón, más libre de prejuicios que los que corren detrás de esa deformidad absurda de los “valores válidos en sí”. Heideggeriana: PlatoVerdade
“Ciencia de la expeexperiencia de la conciencia”: así reza el título que Hegel coloca en cabeza de su publicación de la Fenomenología del Espíritu el año 1807. La palabra experiencia aparece en cursiva y en medio de las otras dos palabras. “La experiencia” nombra aquello que es “la Fenomenología”. ¿Qué piensa Hegel cuando emplea tan enfáticamente la palabra “experiencia”? La respuesta nos la da el fragmento con el que comienza la obra después del prólogo sobre el “Sistema de la Ciencia”. Su texto reza así según la edición original: “Es una representación natural pensar que, en filosofía, antes de entrar en la cosa misma, es decir, en el conocimiento efectivamente real de lo que es de verdad, es necesario llegar a un previo acuerdo sobre el conocimiento que consideramos como el instrumento con el que nos apropiamos de lo absoluto o como el medio gracias al que lo divisamos. Esta preocupación parece justa, en parte porque pudiera haber distintos tipos de conocimiento y, entre ellos, alguno más adecuado para alcanzar este fin último — lo que implica la posibilidad de una elección errónea entre ellos — y en parte porque, dado que el conocimiento es una facultad de un tipo y un alcance determinados, si no se señala con precisión su naturaleza y sus límites se alcanzarían las nubes del error en lugar del cielo de la verdad. Esta preocupación puede incluso transformarse en la convicción de que toda intención de ganar para la conciencia por medio del conocimiento lo que es en sí mismo, es en su concepto un contrasentido y de que entre el conocimiento y lo absoluto se alza una barrera que los separa de manera absoluta. Porque, si el conocimiento es el instrumento para adueñarse de la esencia absoluta, resulta evidente que la aplicación de un instrumento a una cosa no sólo no la deja tal como es ella para sí misma, sino que la somete a una modelación y transformación. Y si el conocimiento no es el instrumento de nuestra actividad, sino en cierto modo un medium pasivo por medio del cual llega hasta nosotros la luz de la verdad, tampoco recibiremos la verdad tal como es en sí, sino tal como es a través de ese medium y en él. En ambos casos estamos utilizando un medio que produce de inmediato lo contrario de su fin o tal vez el contrasentido sea el propio hecho de recurrir a un medio. Es verdad que parece como si pudiera resolverse este inconveniente conociendo el modo de actuación del instrumento, porque este conocimiento hace posible restarle al resultado la parte que le corresponde al instrumento en la representación que nos formamos de lo absoluto por medio de él y, de este modo, hace posible obtener lo verdadero en su pureza. Pero esta corrección se limitaría a devolvernos a nuestro punto de partida. Si a una cosa formada le restamos lo que le ha añadido el instrumento, dicha cosa — aquí, lo absoluto — volverá a ser para nosotros exactamente igual que antes de este esfuerzo manifiestamente vano. Si, por medio del instrumento, el absoluto pudiera aproximarse aunque sólo fuera un poco a nosotros sin transformarse para nada, del mismo modo que las varas untadas de liga nos aproximan a los pájaros que se dejan apresar en ellas, seguramente se reiría de esta astucia, si es que no estaba y no quería estar ya en sí y para sí junto a nosotros desde un principio. Porque, efectivamente, el conocimiento sería en este caso una astucia, ya que por medio de sus múltiples esfuerzos aparentaría estar haciendo algo completamente diferente que limitarse simplemente a producir una relación inmediata y por lo tanto sin esfuerzo. O bien, si el examen del conocimiento, que nos representamos como un medium, nos enseña a conocer la LEY de refracción de los rayos, entonces tampoco sirve de nada restar la refracción del resultado, porque el conocimiento no es la refracción del rayo, sino el propio rayo, por medio del cual nos alcanza la verdad, y si restamos el rayo la única indicación que tendremos será una mera dirección o el lugar vacío. Heideggeriana: HegelExperiencia
El ámbito para la esencia el acontecimiento del nihilismo es la propia metafísica, siempre que supongamos que bajo este nombre no entendemos una doctrina o incluso una disciplina especial de la filosofía, sino la estructura fundamental de lo ente en su totalidad, en la medida en que éste se encuentra dividido entre un mundo sensible y un mundo suprasensible y en que el primero está soportado y determinado por el segundo. La metafísica es el espacio histórico en el que se convierte en destino el hecho de que el mundo suprasensible, las ideas, Dios, la LEY moral la autoridad de la razón, el progreso, la felicidad de la mayoría la cultura y la civilización, pierdan su fuerza constructiva y se anulen. Llamamos a esta caída esencial de lo suprasensible su descomposición. La falta de fe en el sentido de la caída del dogma cristiano, no es por lo tanto nunca la esencia y el fundamento del nihilismo, sino siempre una consecuencia del mismo; efectivamente, podría ocurrir que el propio cristianismo fuese una consecuencia y variante del nihilismo. Heideggeriana: NietzscheDeus
Resulta fácil, pero no responsable, indignarse ante la idea y la figura del transhombre, que ha sido la que ha configurado su propio malentendido, y hacer pasar esa indignación por una objeción seria. Es difícil, pero indispensable para un futuro pensamiento, llegar a esa elevada responsabilidad a partir de la que Nietzsche ha pensado la esencia de esa humanidad que, en el destino de ser de la voluntad de poder, ha sido determinada a asumir el dominio sobre la tierra. La esencia del transhombre no es la licencia para el dominio desordenado de lo arbitrario. Es la LEY, fundada en el propio yo, de una larga cadena de las mayores autosuperaciones, que son las que hacen madurar al hombre para lo ente, el cual en cuanto tal ente pertenece al ser, un ser que hace aparecer su esencia volitiva en cuanto voluntad de poder y por medio de esa aparición hace época, concretamente la última época de la metafísica. Heideggeriana: NietzscheDeus
La pregunta ¿Qué es metafísica? sigue siendo pregunta. Para el que persevera tenazmente en esta pregunta, el siguiente epílogo es más bien un prólogo más inicial. La pregunta Qué es metafísica pregunta más allá de la metafísica. Nace de un pensamiento que ya se ha introducido en la superación de la metafísica. Es parte de la esencia de estos tránsitos el que tengan que hablar todavía, dentro de ciertos límites, en la lengua de eso mismo que contribuyen a superar. La circunstancia particular en la que se ha planteado la pregunta por la esencia de la metafísica no debe hacernos creer que este preguntar está obligado a partir de las ciencias. La investigación moderna, con otros modos de representar y producir ente, se encuentra involucrada en el rasgo fundamental de esa verdad según la cual todo ente se define por medio de la voluntad de voluntad, cuya primera aparición tuvo lugar bajo la forma preliminar de la “voluntad de poder”. “Voluntad” entendida como rasgo fundamental de la entidad de lo ente es la equiparación de lo ente con lo real, de tal modo que la realidad de lo real obtiene el poder para llevar a cabo la factibilidad sin condiciones de la objetivación total. La ciencia moderna no sirve a una meta que le haya sido antepuesta ni tampoco busca una “verdad en sí”. Como modo de la objetivación calculante de lo ente, es una condición planteada por la propia voluntad de voluntad y mediante la cual ésta se asegura el dominio de su esencia. Pero como, no obstante, toda objetivación de lo ente se sume en la procura y aseguramiento de lo ente y a partir de ahí se hace con las posibilidades para su desarrollo, la objetivación se queda detenida en lo ente y lo toma por el ser. Así, toda conducta en relación con lo ente denota un saber del ser, a la vez que la incapacidad para mantenerse por sí mismo dentro de los límites de la LEY de la verdad de este saber. Esta verdad es la verdad sobre lo ente. La metafísica es la historia de esta verdad. Ella dice qué es lo ente desde el momento en que lleva al concepto la entidad de lo ente. La metafísica piensa el ser en la entidad de lo ente aunque sin poder pensar la verdad del ser en el modo de su pensar. La metafísica se mueve siempre en el ámbito de la verdad del ser, que, desde un punto de vista metafísico, sigue siendo para ella el fundamento desconocido e infundamentado. Pero suponiendo que no sólo el ente nace del ser, sino que también y de modo aún más inicial el propio ser reposa en su verdad y la verdad del ser se presenta como el ser de la verdad, entonces es necesaria la pregunta acerca de qué es la metafísica en su fundamento. Este preguntar debe pensar metafísicamente y al mismo tiempo desde el fundamento de la metafísica, o, lo que es lo mismo, ya no metafísicamente. Semejante preguntar sigue siendo ambiguo en un sentido esencial. Heideggeriana: MetafisicaEpilogo
Por eso también se vuelve necesaria ahora la pregunta apenas expresada sobre si acaso este pensar se encuentra ya en la LEY de su verdad cuando se limita a seguir a ese pensar que la “lógica” comprende en sus formas y reglas. ¿Por qué escribe la lección este término entre comillas? Para indicar que la “lógica” es sólo una interpretación de la esencia del pensar y precisamente esa que, incluso por su propio nombre, reposa sobre la experiencia del ser del pensamiento griego. La sospecha contra la “lógica”, de la que la logística puede ser considerada su consecuente degeneración, surge del saber de aquel pensar que encuentra su fuente en la experiencia de la verdad del ser, pero no en la contemplación de la objetividad del ser. El pensar exacto nunca es el pensar más riguroso, si bien es cierto que el rigor obtiene su esencia de esa clase de esfuerzo con el que el saber preserva siempre la referencia a lo esencial de lo ente. El pensar exacto se vincula a lo ente únicamente en el cálculo y sirve únicamente a aquél. Heideggeriana: MetafisicaEpilogo
La ausencia de metas que es además la ausencia esencial de la incondicionada voluntad de voluntad es el acabamiento de la esencia de la voluntad, una voluntad que se ha anunciado en el concepto kantiano de razón práctica como voluntad pura. Ésta se quiere a sí misma y es, en tanto que voluntad, el ser. Por esto, desde el punto de vista del contenido, la voluntad pura y su LEY son formales. Ella es para sí misma el único contenido como forma. Heideggeriana: SuperarMetafisica
La imperceptible LEY de la tierra guarda a ésta en la sobriedad que se contenta con el emerger y desaparecer de todas las cosas en el medido círculo de lo posible, al que todo se conforma y al que, no obstante, nada conoce. El abedul no va nunca más allá de aquello que para él es posible. El pueblo de las abejas habita en lo que le es posible. Sólo la voluntad, que por todos lados se instala en la técnica, zamarrea la tierra estragándola, usándola abusivamente y cambiándola en lo artificial. Obliga a la tierra a ir más allá del círculo de lo posible, tal como ha crecido en torno a ella, la obliga a aquello que ya no es lo posible y por tanto es lo imposible. El hecho de que los proyectos de la técnica y las medidas que toma ésta consigan muchas cosas en lo referente a inventos y novedades que se persiguen los unos a los otros no es en modo alguno la prueba de que los logros de la técnica hagan posible lo imposible. Heideggeriana: SuperarMetafisica
Una cosa es sacar simplemente provecho de la tierra, otra acoger la bendición de la tierra y hacerse la casa en la LEY de este acogimiento con el fin de guardar el misterio del Ser y velar por la inviolabilidad de lo posible. Heideggeriana: SuperarMetafisica
Ninguna mera acción va a cambiar el estado del mundo, porque el Ser, como eficacia y actividad efectiva, cierra el ente al acaecimiento propio. Ni siquiera el inmenso dolor que pasa por la tierra es capaz de despertar de un modo inmediato cambio alguno, porque se lo experiencia sólo como dolor, y éste de un modo pasivo y por ello como contraestado de la acción y, por esto, junto con ella, en la misma región esencial de la voluntad de voluntad. Pero la tierra permanece oculta en la inaparente LEY de lo posible que ella es. La voluntad ha impuesto a lo posible lo imposible como meta. Las maquinaciones que organizan esta imposición y la mantienen en el dominio surgen de la esencia de la técnica, palabra que aquí se identifica con el concepto de la Metafísica que se está consumando. La uniformidad incondicionada de todas las humanidades de la tierra bajo el dominio de la voluntad de voluntad explica el sinsentido de la actuación humana puesta como absoluto. Heideggeriana: SuperarMetafisica
Cuanto más se acerca la noche del mundo a la medianoche, tanto más exclusivamente reina la penuria, de tal manera que escapa a su propia esencia. No sólo lo sagrado se pierde en calidad de rastro que lleva a la divinidad, sino que hasta las huellas que conducen a ese rastro perdido están casi borradas. Cuanto más se borran las huellas, tanto menos capaz puede ser un mortal aislado, que alcanza el abismo, de prestar atención a una señal y una indicación. Entonces, aún es más serio eso de que cada uno llega lo más lejos posible mientras vaya hasta donde puede por el camino que le ha sido asignado. La tercera estrofa de la misma elegía que pregunta “¿y para qué poetas en tiempos de penuria?” evoca la LEY bajo la que se encuentran sus poetas: Una cosa es segura; ya sea al mediodía o llegue la medianoche, siempre queda una medida, común a todos, pero también hay algo propio reservado a cada uno, allí va y llega cada uno, a donde puede. Heideggeriana: ParaQuePoetas
Los versos improvisados mencionados aquí por Rilke son los que, según una nota de los editores de las cartas desde Muzot (p. 404), constituyen el siguiente poema: Como la naturaleza abandona a los seres — al riesgo de su oscuro deseo sin — proteger a ninguno en particular en el surco y el ramaje, — así, en lo más profundo de nuestro ser, tampoco nosotros — somos más queridos; nos arriesga. Sólo que nosotros, — más aún que la planta o el animal, — marchamos con ese riesgo, lo queremos, a veces — (y no por interés) hasta nos arriesgamos más — que la propia vida, al menos un soplo — más… Eso nos crea, fuera de toda protección, — una seguridad allí, donde actúa la gravedad de las — fuerzas puras; lo que finalmente nos resguarda — es nuestra desprotección y el que así la volviéramos — hacia lo abierto cuando la vimos amenazar, — para en algún lugar del más amplio círculo, — allí donde nos toca la LEY, afirmarla. Heideggeriana: ParaQuePoetas
El “y” conduce a la explicación que dice de qué modo es posible eso tan extraño, el hecho de que nuestra desprotección nos procure una seguridad fuera de toda protección. Ahora bien, la desprotección nunca resguarda porque la invirtamos cada vez que se torna amenazadora. La desprotección resguarda sólo en la medida en que ya la hemos invertido, en que ya la hemos vuelto hacia lo abierto. Rilke dice: “que así la volviéramos hacia lo abierto”. En ese volverse reside un modo destacado de inversión. En ese volverse, la desprotección se encuentra de antemano invertida en su esencia, como una totalidad. Lo destacado del volverse consiste en que hayamos visto esa desprotección como eso que amenaza. Sólo semejante haber visto contempla el peligro. Ve que la desprotección como tal amenaza a nuestra esencia con la pérdida de su pertenencia a lo abierto. En este haber visto es en donde debe residir el volverse o la inversión. Una vez invertida, la desprotección se encuentra en “lo abierto”. Habiendo visto el peligro en tanto que peligro esencial, tenemos que haber llevado a cabo la inversión de la aversión contra lo abierto. Esto implica que lo abierto mismo tiene que haberse vuelto hacia nosotros de una manera tal que podemos volver hacia él nuestra desprotección… — para, en algún lugar del más amplio círculo, — allí, donde nos toca la LEY, afirmarla. Heideggeriana: ParaQuePoetas
Si volvemos la desprotección como tal hacia lo abierto, entonces la invertimos en su esencia — esto es, en tanto que separación frente a la pura percepción —, la volvemos hacia el más amplio círculo. Sólo nos queda afirmar lo así invertido. Pero semejante afirmación no significa transformar el no en un sí, sino reconocer lo positivo como lo ya presente, lo que yace ante nosotros. Esto ocurre cuando dejamos que la desprotección invertida pertenezca a ese lugar dentro del más amplio círculo “donde nos toca la LEY”. Rilke no dice ‘una LEY’ ni tampoco piensa en una regla. Piensa en eso que “nos toca”. ¿Quiénes somos nosotros? Somos los que quieren, que instauran el mundo como objeto a la manera de la autoimposición intencional. Si nos vemos tocados desde el más amplio círculo, nuestra propia esencia se ve tocada. Tocar significa poner en movimiento. Nuestra esencia es puesta en movimiento. En ese tocar, nuestro querer se ve conmovido, de tal modo que sólo entonces la esencia del querer llega a la apariencia y al movimiento. Es sólo entonces cuando el querer se convierte en un querer dispuesto. Heideggeriana: ParaQuePoetas
Pero ¿qué es lo que viene a tocarnos inmediatamente desde el mas amplio círculo? ¿Qué es lo que nos bloquea el paso y se nos sustrae por nuestra propia causa en nuestro habitual querer la objetivación del mundo? La otra percepción: la muerte. Ella es la que toca a los mortales en su esencia y de este modo los coloca en el camino hacia el otro lado de la vida y por tanto en la totalidad de la pura percepción. La muerte reúne y agrupa, así, en la totalidad de lo ya planteado opuesto, en el positum de la completa percepción. En cuanto tal agrupación del poner, la muerte es la pro-posición o LEY, así como la cordillera es la reunión de las montañas en la totalidad de su configuración. Allí, donde nos toca la LEY, se encuentra dentro del más amplio círculo el lugar en el que podemos dejar entrar positivamente en la totalidad de lo ente a la desprotección invertida. La desprotección así invertida nos resguarda finalmente, fuera de toda protección, dentro de lo abierto. Pero ¿cómo es posible semejante inversión? ¿De qué manera puede ocurrir la inversión de la aversión separadora contra lo abierto? Presumiblemente, sólo puede ocurrir si la inversión nos vuelve previamente hacia el más amplio círculo y nos hace entrar a nosotros mismos dentro de él en nuestra esencia. El ámbito de la seguridad debe habérsenos mostrado primero, debe sernos primero accesible en cuanto posible terreno para que se produzca la inversión. Lo que, con todo, nos aporta una seguridad y con ella la dimensión de la seguridad, es ese riesgo que a veces arriesga más que la propia vida. Heideggeriana: ParaQuePoetas
Pero si cuando se crea una seguridad el hombre se siente tocado por la LEY de todo el espacio interno del mundo, esto quiere decir que se ve tocado y conmovido en su propia esencia, por el hecho de que ya es ese que dice en cuanto ese ser que se quiere a sí mismo. Sin embargo, en la medida en que la creación de una seguridad procede de los que arriesgan más, éstos tienen que arriesgarse al lenguaje. Los que arriesgan más arriesgan el decir. Pero cuando el recinto de ese riesgo, el lenguaje, pertenece al ser de esa única manera por encima y fuera de la cual no quiere que haya nada de su mismo género, ¿en qué dirección debe ser dicho lo que deban decir esos que dicen? Su decir atañe a esa inversión rememorante de la conciencia, que vuelve nuestra desprotección hacia lo invisible del espacio interno del mundo. Porque atañe a la inversión su decir no sólo habla desde ambos ámbitos, sino a partir de la unidad de ambos, en la medida en que ya ha ocurrido en tanto que unificación salvadora. Por eso, donde la totalidad de lo ente es pensada como lo abierto de la pura percepción, la inversión rememorante tiene que ser un decir que le dice lo que tiene que decir a un ser que ya está seguro en la totalidad de lo ente, porque ya ha consumado la transformación de lo visible representable en lo invisible del corazón. Este ser se ve inscrito en la pura percepción por cada una de las dos caras de la esfera del ser. Este ser, para el que apenas prevalecen límites y diferencias entre las percepciones, es el ser que gobierna y hace aparecer el centro inaudito del más amplio círculo. Este ser es en las Elegías de Duino de Rilke, el ángel. Este nombre vuelve a nombrar una palabra fundamental de la poesía de Rilke. Es, como “lo abierto”, “la percepción”, “la separación”, “la naturaleza”, una palabra fundamental, porque lo dicho con ella piensa la totalidad de lo ente a partir del ser. En la carta del 13 de noviembre de 125 (loc. cit. p. 337), Rilke escribe lo siguiente: El ángel de las Elegías es esa criatura en la que ya aparece consumada la trasformación de lo visible en invisible que nos esforzamos por llevar a cabo… El ángel de las Elegías es ese ser que garantiza reconocer en lo invisible un rango más elevado de la realidad. Heideggeriana: ParaQuePoetas
Entre las experiencias extrañas que estoy haciendo con mi conferencia se encuentra ésta: se pregunta a mi pensar de dónde recibe su indicación, como si esta pregunta fuera necesaria sólo frente a este pensar. En cambio a nadie se le ocurre preguntar: ¿de dónde le viene a Platón la indicación de pensar el ser como idea?, ¿de dónde le viene a Kant la indicación de pensar el ser como lo trascendental de la objetualidad, como posición (estado de puesto)? Pero tal vez un día la contestación a esta pregunta se podrá sacar precisamente de aquellos intentos que, como los míos, dan la impresión de una arbitrariedad sin LEY. Heideggeriana: Coisa1949
(…) El hombre tal como es hasta el presente, es el último hombre en el sentido de que no es capaz, y esto vale decir que no quiere someterse a sí mismo y despreciar lo despreciable de su manera de ser hasta ahora. Por esto hay que buscar para el hombre la transición hacia el más allá de sí mismo; por esto hay que encontrar el puente que conduce a la esencia en virtud de la cual el hombre tal como fue hasta ahora puede ser el vencedor de la esencia que ha sido hasta el presente, y que es la ultima. (…) Nietzsche llama al hombre que va más allá del que existió hasta ahora, el “super-hombre”. Lo que Nietzsche precisamente no quiere decir con este nombre es un hombre tal como ha sido hasta ahora y solamente superdimensionado. Tampoco designa una especie de hombre que desecha lo “humano”, entronizando el arbitrio como LEY y haciendo una regla del delirio titánico. El superhombre es aquel que traspone la esencia del hombre que ha sido hasta ahora, a su verdad, incorporándose esta última. El hombre que ha sido hasta ahora determinado así en su esencia, ha de ponerse en condiciones, por este medio, de ser en el futuro el amo de la tierra, es decir, de administrar las posibilidades que ad-vienen al hombre futuro a partir de la esencia de la trasformación técnica de la tierra y de la acción humana. (…) Pero jamás debemos buscar la figura de la esencia del superhombre en aquellos personajes que son promovidos como altos funcionarios de una voluntad de poder superficial y mal interpretada a los puestos cumbres de las diversas formas de organización de aquélla. Heideggeriana: SignificadoPensar
Ahora bien, con la palabra “ultrahombre” lo primero que tenemos que hacer es mantenernos a distancia de todos los acentos equivocados y perturbadores que suenan habitualmente en las opiniones. Con la denominación “ultrahombre”, Nietzsche precisamente no menciona a un hombre simplemente de dimensiones mayores que las que ha tenido el hombre hasta ahora. Tampoco menciona a un tipo de hombre que arroje lo humano fuera de sí y haga de la mera arbitrariedad su LEY y de un furor titánico su regla. El ultrahombre, tomando la palabra en su sentido completamente literal, es más bien aquel hombre que va más allá del hombre que ha habido hasta ahora, única y exclusivamente para llevar a este hombre a la esencia que tiene aún pendiente y emplazarlo allí. Una nota póstuma relativa al “Zaratustra” dice (XIV, 271): “Zaratustra no quiere perder ningún pasado de la humanidad, quiere arrojarlo Todo en el molde”. Heideggeriana: NietzscheZaratustra
Aquí reconocemos por qué todo decir de esta índole se sigue esforzando en lo que carece de ayuda. Camina siempre a través de la ambigüedad de la palabra y sus giros. La ambigüedad del decir no consiste en absoluto en una mera acumulación de significados que emergen caprichosamente. Consiste en un juego que cuanto más ricamente se desarrolla tanto más rígidamente se atiene a una escondida regla. Por ésta juega la ambigüedad en lo equilibrado, cuyo balanceo raramente experimentamos. Por ello queda el decir ligado a la suprema LEY. Ésta es la libertad que libera en la textura, que está en todas partes en juego, de la transformación nunca en reposo. La ambigüedad de aquellas palabras, que “brotan como flores” (Hölderlin, “Pan y vino”), es el jardín de lo silvestre, donde crecimiento (424) y cuidado están sintonizados desde una intimidad incomprensible. No le extrañará a usted que la explicación de la esencia del nihilismo afecte ineludiblemente en cualquier lugar del camino a lo incitante digno de pensar, que nosotros de modo bastante torpe llamamos la cosa del pensar. Este decir no es la expresión del pensar, sino él mismo, su paso y cántico. Heideggeriana: PreguntaSer
¿Pero no oímos hablar del ser ser en el orden y la consecución históricos del proceso dialéctico que piensa Hegel? Ciertamente. Pero el ser también se deja ver aquí únicamente bajo la luz que brilló para el pensar de Hegel, lo que quiere decir que la forma en la que se da el ser se determina siempre ella misma a partir del modo en que éste se da luz a sí mismo. Pero este modo es un modo destinado, es siempre la marca de una época que sólo se nos manifiesta como tal si le damos la libertad de volver a su propio ser pasado. Sólo podemos llegar a la proximidad de lo destinado por medio de una súbita chispa de recuerdo que surge en un instante. Esto también vale para la experiencia que tenemos de la marca que lleva en cada ocasión la diferencia de ser y ente, a la que corresponde en cada caso una interpretación de lo enteente como tal. Lo dicho también vale de modo particular para nuestro intento de salir del olvido de la diferencia como tal por medio del paso atrás, y de pensar en ésta como en la resolución entre la sobrevenida desencubridora y la llegada que se encubre a sí misma. Ciertamente, a un oído más atento se le revela que en nuestro discurso acerca de la resolución, ya dejamos que aquello que ha sido tomase la palabra, en la medida en que pensamos en un desencubrir y un encubrir, esto es, en una sobrevenida (trascendencia) y una llegada (presencia). Tal vez mediante esta explicación de que la diferencia de ser y ente se encuentra en la resolución en calidad de preámbulo de su esencia, salga a la luz algo permanente que atraviesa el destino del ser desde el principio hasta su consumación. Pero con todo, sigue siendo difícil decir cómo debe ser pensada esa permanencia, puesto que, ni es algo general que valga para cada caso, ni una LEY que garantice la necesidad de un proceso en sentido dialéctico. Heideggeriana: OntoTeoLogia1957
Según una fórmula usual, el principio de identidad reza así: A = A. Se considera este principio como la suprema LEY del pensar. Intentaremos meditar durante algún tiempo sobre este principio, pues desearíamos que nos condujera a saber qué es la identidad. Heideggeriana: PrincipioIdentidade
También en la fórmula enmendada “A es A” aparece sólo la identidad abstracta. ¿Lo consigue?, ¿expresa el principio de identidad algo sobre la identidad? No, al menos directamente. Antes bien, el principio presupone el significado de identidad y el lugar al que pertenece. ¿Cómo podremos conseguir una información acerca de esta presuposición? Nos la da el principio de identidad si escuchamos cuidadosamente su tono fundamental y lo meditamos, en lugar de repetir irreflexivamente la fórmula “A es A”. En realidad, ésta reza: A es A. ¿Qué escuchamos? Con este “es”, el principio dice cómo es todo ente, a saber: él mismo consigo mismo lo mismo. El principio de identidad habla del ser de lo ente. El principio vale sólo como LEY del pensar en la medida en que es una LEY del ser que dice que a cada ente en cuanto tal le pertenece la identidad, la unidad consigo mismo. Heideggeriana: PrincipioIdentidade
Los que “oímos los unos de los otros” — éstos son los hombres y los dioses. El canto es la celebración del advenimiento de los dioses — en este advenimiento todo se torna silencio. El canto no es lo opuesto al diálogo, sino la más íntima afinidad con él; pues también el canto es habla. En la estrofa precedente, la séptima, dice Hölderlin: LEY del destino es que todos se conozcan, — Que, cuando retorna el silencio, haya también un habla. Heideggeriana: EssenciaLinguagem
SPIEGEL: Tenemos todavía que mencionar una frase — enseguida acabamos con estas citas inútiles —, que no podemos imaginar que hoy siga suscribiendo. Decía Vd. en el otoño de 1933: “Ni los dogmas ni las ideas son las reglas de nuestro ser. El Führer mismo y sólo él es la realidad alemana actual y futura, y su LEY.” HEIDEGGER: Estas frases no están en el discurso rectoral, sino en el periódico local de los estudiantes de Friburgo, a principios del semestre de invierno de 1933-1934. Cuando acepté el rectorado, tenía claro que no podía pasar sin compromisos. Las citadas frases hoy ya no las escribiría. Cosas de ese tipo ya no las volví a decir a partir de 1934. Pero todavía hoy repetiría, y con más decisión que entonces, el discurso sobre La autoafirmación de la Universidad alemana, obviamente sin referirlo al nacionalsocialismo. La sociedad ha ocupado el lugar del “pueblo”. De todos modos, el discurso habría sido hoy tan en vano como entonces. Heideggeriana: DerSpiegel
SPIEGEL: A propósito de Hölderlin — le pedimos disculpas porque, una vez más, tenemos que citar-: en su curso sobre Nietzsche decía Vd. que “el tan citado antagonismo entre lo dionisíaco y lo apolíneo, entre la pasión sagrada y la representación serena, es una oculta LEY de estilo que determina históricamente lo alemán, y tenemos que prepararnos y estar dispuestos a que un día cobre forma. Esa oposición no es una fórmula con la que nos limitemos a describir “cultura”. Hölderlin y Nietzsche han colocado, con este antagonismo, un signo de interrogación ante la tarea que los alemanes tienen de encontrar su esencia histórica. ¿Entenderemos este signo? Una cosa es segura: si no lo entendemos, la historia nos lo hará pagar caro”. No sabemos en qué año escribió Vd. esto, pero suponemos que en 1935. HEIDEGGER: Presumiblemente la cita pertenece al curso sobre Nietzsche de 1936-1937 La voluntad de poder como arte. Pero puede haber sido escrito en los años siguientes. SPIEGEL: Sí. ¿Podría Vd. explicar esto algo más? Pues es algo que nos lleva de un camino general a un destino concreto de los alemanes. HEIDEGGER: Lo que esa cita dice podría también decirlo así: estoy convencido de que sólo partiendo del mismo lugar del que ha surgido la técnica moderna puede prepararse un cambio, que no puede producirse mediante la adopción del budismo zen o de cualquier otra experiencia oriental del mundo. Para una transformación del pensamiento necesitamos apoyarnos en la tradición europea y reapropiárnosla. El pensamiento sólo se transforma por un pensamiento que tenga su mismo origen y determinación. SPIEGEL: Precisamente en ese lugar, en el que ha surgido el mundo técnico, tiene él, cree Vd… HEIDEGGER: …que ser superado en sentido hegeliano, no eliminado, sino superado, pero no únicamente por el hombre. Heideggeriana: DerSpiegel
Jean Beaufret cita entonces la siguiente frase de Ensayos y Conferencias: “los fenómenos no aparecen más, pero se anuncian (melden sich)”. El sich melden, comenta Heidegger, debe ser comprendido en el sentido de que la teoría de la física contemporánea, por operatoria que sea, no puede sin embargo conducir a un sistema totalmente inventado, sino que siempre debe dar novedades de la naturaleza. Ellas están orientadas exclusivamente sobre la calculabilidad del objeto. Si hay descripción, ella no consiste en traer ante los ojos el rostro de un objeto, sino que se limita a fijar algo de la naturaleza en una fórmula matemática que es una LEY del movimiento. Heideggeriana: SeminarioThor1969
Si queremos la esencia de la ciencia, en el sentido de ese firme mantenerse, cuestionando y al descubierto, en medio de la inseguridad de la totalidad del ente, entonces esta voluntad esencial instituye para nuestro pueblo un mundo suyo del más íntimo y extremo riesgo, es decir, su verdadero mundo espiritual. Pues “espíritu” no es ni la sagacidad vacía, ni el juego de ingenio que a nada compromete, ni el ejercicio sin fin del análisis intelectual, ni una razón universal, sino que espíritu es el decidirse, originariamente templado y consciente, por la esencia del ser. Y el mundo espiritual de un pueblo no es una superestructura cultural como tampoco un arsenal de conocimientos y valores utilizables, sino que es el poder que más profundamente conserva las fuerzas de su raza y de su tierra, y que, como tal, más íntimamente excita y más ampliamente conmueve su existencia. Sólo un mundo espiritual garantiza al pueblo la grandeza; pues obliga a que la permanente decisión entre la voluntad de grandeza y el dejarse llevar a la decadencia sea la LEY que rige la marcha que nuestro pueblo ha emprendido hacia su historia futura. Heideggeriana: UniversidadeAlemana
De la decisión del estudiantado alemán de mantenerse firme en el destino alemán con todo su apremio viene una voluntad de esencia de la Universidad. Esa voluntad es una verdadera voluntad, en la medida en que el estudiantado alemán, por medio de la nueva legislación estudiantil (”El nuevo derecho estudiantil” hace referencia a los inicios de la reforma legislativa — comenzada en mayo de 1933 y finalizada en 1935 —, por la que, en aplicación del Führerprinzip, se unificaban las asociaciones estudiantiles y se sometían a una estricta organización jerárquica.), se pone a sí mismo bajo la LEY de su esencia y con ello delimita esta esencia por vez primera. Darse a sí mismo la LEY es la suprema libertad. La tan celebrada “libertad académica” es expulsada de la Universidad alemana; pues, por puramente negativa, era inauténtica. Significaba predominantemente ausencia de preocupación, decisión a capricho de propósitos e inclinaciones, ausencia de compromiso en el hacer y omitir. El concepto de libertad del estudiante alemán es ahora cuando vuelve a su verdad. En lo sucesivo, la vinculación y el servicio del estudiantado alemán se desarrollarán a partir de él. Heideggeriana: UniversidadeAlemana